CAPÍTULO 14: FIX YOU
N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar esta historia. Voy a morir de amor Seblaine... Espero que os guste...
Estoy preparando un fic Seblaine pero no me decido por una idea... ¿Me ayudais? Algunos ya lo habréis leído pero lo repito. Os dejo las tres opciones y espero que en los comentarios me digais cual quereis hacer. Publiqué la encuesta en facebook y en estos momentos van dos votos a la opción 2 y uno a la opción 3 y a la 1.
1- Sebastian hace una apuesta con Hunter y tiene que seducir y enamorar a Blaine... Lo que no espera es caer en sus redes... Sé que suena muy típico pero tengo una vuelta a la historia que es el pasado de Blaine (no diré nada)... Es un fic muy angustioso (hay incluso intento de suicidio)... No sé...
2- Sebastian es un policía al que infiltran como alumno en Dalton porque hay un asesino que está matando a los Warblers y allí conoce a Blaine...
3- Los Anderson llevan a Blaine a Dalton porque la "elección" de su hijo de ser homosexual choca con su vida ultraconservadora (siento la expresión). Blaine llega allí siendo un adolescente tímido, retraído y que intenta ocultar su sexualidad y sus gustos. Todo "choca" con su nuevo compañero de habitación en el internado, Sebastian Smythe...
CAPÍTULO 14: FIX YOU
Blaine entró al auditorio acompañado de Brittany. No sabía que quería su amiga pero tampoco había preguntado. Sabía que con la rubia era mejor dejarse llevar. El auditorio estaba vacío y la ojiazul lo hizo sentarse en uno de los asientos centrales de la primera fila. Después ella subió al escenario. En ese momento, el moreno pensó que la chica le iba a mostrar algún número de baile. Sin embargo, la melodía que empezó a sonar en el piano no coincidía con nada de ese estilo.
Todos los Warblers excepto Sebastian entraron y bajaron las escaleras de las gradas. Cada uno de ellos le dio una rosa roja al ojimiel, que los miraba con sorpresa y nerviosismo. Cada una de las notas previas a la entrada del cantante principal era una tortura para él. Sabía quién le regalaba esa canción y mentiría si decía que no le ilusionaba.
Todos los componentes de New Directions acompañaron a Brittany sobre el escenario mientras los estudiantes de Dalton subían, haciendo que los dos coros se mezclaran frente a Anderson. Su pasado y su presente, las personas a las que más quería, las personas en las que más confiaba. Smythe caminó hasta ponerse frente a Blaine y comenzó a cantar.
Fix You *
Blaine se sintió especial. Sabía que tenían que hablar pero por su parte había perdonado lo ocurrido. Podía ser que el castaño se había equivocado pero no podía guardarle rencor para siempre. Lo importante era lo que los dos sentían, lo que los dos querían. Por eso lo único que importaba era su creciente amor y su deseo de estar juntos. Lo demás podría arreglarse con tiempo, paciencia y confianza. Los ojos color miel brillaban, hacía tanto tiempo que no se sentía tan amado y especial.
La canción terminó y Sebastian miró esperanzado a su amigo. La sonrisa del moreno lo tranquilizaba. Sabía que no todo estaba perdido. El castaño vio como el estudiante del McKinley subía las escaleras y se colocaba frente a él en el escenario. Su corazón se aceleró porque necesitaba saber qué opinaba el chico que le sonreía.
Anderson no dijo nada más, juntó sus labios con los de Smythe en un beso muy dulce. El gesto sorprendió al más alto, que dejó que el otro llevara la iniciativa. Era el líder de New Directions el que tenía que poner los límites porque no quería asustarlo. Blaine apoyó la mano que no sujetaba las flores en el pecho del otro mientras disfrutaba de ese beso lenta y suavemente. Se separaron por la falta de oxígeno, juntando sus frentes y mirándose con amor. Tardaron en darse cuenta de que todos los habían dejado solos pero es que, en ese momento, no existía nada más que ellos en el mundo.
– ¿Esto significa que somos novios? – Sebastian preguntó inocentemente.
– Sí, aunque vas a tener que tener mucha paciencia. No voy a poder profundizar las muestras de cariño entre nosotros... Todavía tengo muy presente lo que pasó. – El moreno comentó.
– Lo sé y no me importa. Tú marcas el ritmo, yo estoy aquí para ti. – El ojiverde besó la frente del otro, algo que sabía que podía hacer, algo que había hecho muchas veces mientras eran sólo amigos, aunque en ese momento tenía un nuevo significado. Tenían un futuro que a ambos les ilusionaba, aunque sería un camino lento, querían que fuera seguro.
Sebastian entró en casa de la mano de Blaine. Su madre estaba allí, sentada en el sillón mientras cosía el bajo de unos pantalones que se había comprado. Miró a los dos chicos entrar y los saludó sin prestarles demasiada atención. No era muy extraño ver a los dos jóvenes de la mano, besándose en la mejilla o la frente o abrazándose. Pero lo más especial para ellos era cogerse de la mano porque era el primer contacto que tuvieron, ese gesto para el que el moreno tuvo que reunir toda su fuerza para poder hacerlo.
– Hola chicos, veo que habéis solucionado vuestros problemas. Me alegro mucho. Blaine, tienes que saber que no ha parado de llorar en estos dos días. No sé que pasaría pero espero que no volváis a discutir así. – La mujer les dedicó una sonrisa sincera.
– Yo también espero que no vuelva a pasar. – El moreno dijo sinceramente.
– Por mi parte no debes preocuparte. No pienso volver a hacer una estupidez como esa. – El castaño prometió y se ganó que su novio le diera un rápido pico en los labios que no pasó desapercibido para Sandra. Cuando el ojimiel se dio cuenta de lo que acababa de hacer bajó la mirada y sus mejillas se pusieron rojas. El más alto besó la frente de su pareja con una sonrisa.
– Así que... ¿Ya puedo considerar a Blaine como mi hijo? – La mayor sonreía feliz.
– No corras tanto, mamá. – El ojiverde pidió antes de que el otro se asustara. – Acabamos de empezar, literalmente.
– Aun así, no sabéis cuanto me alegro. Ya era hora que mi hijo sentara la cabeza... – La señora Smythe se tapó rápidamente la boca, temiendo haber hablado de más.
– Tranquila mamá, sabe mi pasado. No hemos hablado de eso todavía pero lo sabe... – El Warbler bajó la mirada, pero la mano de Anderson apretó con más fuerza la suya y supo que todo estaría bien.
– ¿Tu madre lo sabe? – Blaine lo miró extrañado.
– Antes traía a mis... amigos aquí. – Sebastian no se atrevía a levantar la mirada.
– ¿Qué? – El moreno lo miró sorprendido.
– Te lo cuento en otro momento... Vamos a mi habitación. – El castaño pidió.
– ¡Puerta abierta y nada de quitarse la ropa! – La mujer advirtió.
Blaine y Sebastian pasaron la tarde entre besos, risas y caricias. Todo era extremadamente inocente para que el moreno no se asustara. Los dos sonreían sinceramente y mostraban su felicidad. Les había costado mucho admitir sus sentimientos y atreverse a tener una relación y por eso disfrutaban de lo que habían conseguido.
Sandra pasó frente a la puerta un par de veces para comprobar que no hacían nada inapropiado. En el fondo, a ella no le importaba que su hijo tuviera relaciones íntimas con Anderson porque sabía que no era como todas las veces anteriores en las que había descubierto a desconocidos en la cama de su hijo o huyendo en mitad de la noche. Ella sabía que su hijo amaba a Blaine y que el joven todavía no estaba preparado para la intimidad. Por eso sería estricta en ese momento y luego les iría dando algo de espacio, poco a poco. Aunque siempre pareciendo estricta para no perder autoridad y que no se tomaran demasiadas libertades.
La tercera vez que fue a la habitación, decidió entrar e interrumpirlos. Los dos estaban en la cama, con sus libros a su alrededor, estudiando.
– Blaine, cariño. ¿Te quedas a cenar? – La señora Smythe preguntó.
– Claro, será un placer. Gracias. – El ojimiel respondió con una sonrisa.
– ¡Eres todo un caballero! Olvídate de formalidades. Vamos a ser familia. – La mujer comentó despreocupada.
– Mamá... – Sebastian advirtió molesto.
– Hijo, te pareces a tu padre. Siempre serio y molesto... Acabas de empezar con tu novio, todo debería parecerte bonito y de color de rosa. – Sandra bromeó.
– El rosa no es mi color. – El Warbler comentó haciendo que los tres acabaran riéndose. Anderson le dio un beso en la mejilla sin importarle que la madre de su novio estuviera allí. La escena llenó de felicidad a la mayor, eso era lo que quería para su hijo.
*La canción es Fix You de Coldplay
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