CAPÍTULO 13: QUIERO TU PERDÓN

CAPÍTULO 13: QUIERO TU PERDÓN

Sebastian estaba en la puerta principal del edificio del McKinley. Esperaba que Blaine accediera por allí y así poder hablar con él. Había llegado muy pronto por lo que sabía que el otro aun no había aparecido. Iba vestido con su uniforme de Dalton porque tenía intención de arreglar las cosas con su amigo y después ir a clase.

Desde la puerta vio como un coche aparcaba en el estacionamiento y de él se bajaban tres personas, Brittany, Sam y Anderson. El más bajo tenía ojeras y parecía que no había dormido bien. Además, apenas llevaba gomina en el pelo lo que indicaba que no estaba de muy buen humor. El castaño se sintió mal porque sabía que era su culpa que estuviera así.

Se acercó a ellos y los dos rubios decidieron dejarlos solos, aunque antes de irse, Evans le acarició el brazo y la cheerio le dio un beso en la mejilla para darle su apoyo. El ojimiel estaba claramente incómodo pero no quería evitar esa conversación.

– ¿Podemos ir a un sitio más privado? – El más alto quiso saber sin atreverse a tocar a su amigo.

– Vamos al auditorio.

Caminaron uno al lado del otro pero sin tocarse. La situación incomodó a Smythe, que se había acostumbrado a que Anderson siempre fuera muy atento y cariñoso con él, siempre buscando una excusa para tocarse, para sentirse.

Los dos amigos se sentaron en dos de los asientos del auditorio del McKinley. Blaine evitaba mirar a Sebastian, no se sentía cómodo con él, ya no. El castaño lo miró con tristeza, sabiendo que esa situación era su culpa. Sin embargo, no quería perder su amistad con el otro, no quería volver a estar sólo otra vez.

– Blaine... Siento mucho todo lo que ha pasado. Yo sólo quería lo mejor para ti, quería que lo que había pasado no cambiara tu vida, quería ayudarte a recuperar todo lo que tenías antes. – El ojiverde se disculpó.

– ¿No lo entiendes? He cambiado, mi vida ha cambiado. Tres hombres me secuestraron durante diez días, me violaron, me golpearon, casi me matan... No puedes pretender que todo vuelva a ser como antes, no puedo. – Las lágrimas comenzaron a bajar por las mejillas del moreno.

– Blaine, yo...

– Además, ¿te has dado cuenta de que si todo vuelve a ser como antes, tú y yo no seremos amigos? Antes de ésto, tú y yo no hablábamos. Al menos, no hablábamos desde que casi me dejas ciego con un slushie. Pensé que querías que fuéramos amigos... Bueno, pensé que éramos amigos. – El ojimiel bajó la mirada a sus manos.

– ¡Lo somos! Eso es algo que jamás querría cambiar. Sé que has sufrido mucho, por eso quería que no perdieras nada, quería que volvieras con Kurt. Pensaba que era algo que tus secuestradores te habían quitado pero que merecías tener de vuelta. – El más alto no apartaba la mirada de su amigo pero en ningún momento sus ojos se encontraban. Sabía que había dañado al otro y que sería difícil recuperar lo que tenían antes.

– Soy yo el que decide lo que quiere, Seb. Ni tú, ni Kurt, ni mi madre, ni Cooper, ni Sam, ni Brittany... Yo soy el que toma las decisiones sobre mi vida porque es mi futuro, son mis sentimientos. – El componente de New Directions se quejó.

– Lo sé, cometí ese error y me gustaría que me perdonaras. – Smythe suplicó.

– No puedo... Me gustas mucho. No quiero ser sólo tu amigo.

Anderson se levantó y salió de allí, dejando al otro confundido. El Warbler no se esperaba esa declaración, pensaba que lo ocurrido evitaría eso y que, pidiendo perdón podrían retomar su amistad. Esperaba que nada cambiara entre ellos pero todo había cambiado y ya no había vuelta atrás.

Sebastian entró enfadado en la sala de los Warblers. A pesar de que no seguían en competición seguían ensayando para actuaciones benéficas. El castaño había estado de muy mal humor durante todo el día y sus compañeros lo habían notado. Poco después llegaron Nick y Jeff y se sentaron a su lado. Estuvieron presionado hasta que Smythe les contó lo que había pasado con Anderson.

– Lo entiendo. – El rubio le dijo.

– Lo que yo no entiendo es por qué no le has dicho que también te gusta y que quieres algo con él. – El moreno aclaró.

– No soy lo mejor para él. Blaine se merece algo mejor que yo. – Sebastian confesó.

– Una relación es buena cuando saca lo mejor de ambas partes. Blaine ha sacado lo mejor de Kurt, lo hizo más fuerte para que se enfrentara a sus miedos. Kurt sacó lo peor de Blaine, sus celos e inseguridades. Por otro lado, Blaine saca lo mejor de ti, con él has sido capaz de mostrar tu lado más leal, más solidario. Y tú has sacado lo mejor de Blaine. Lo has ayudado, te has preocupado por él y lo has cuidado, lo has hecho más fuerte, más seguro de sí mismo. Creo que sois una gran pareja. – Duval comentó.

– ¿Tú crees? – El castaño lo miró y los otros dos pudieron ver ilusión y esperanza en sus ojos verdes. Era algo nuevo para ellos, no lo habían visto nunca así.

– Estoy convencido de ello. – Sterling sonrió, sabía lo que pasaría a partir de ese momento.

– Creo que... Voy a hablar con él. Decirle a Hunter que me salto el ensayo por un asunto personal que no puede esperar.

Smythe salió corriendo y los otros dos Warblers rieron, esperaban que todo se solucionara de la mejor manera posible por el bien de los dos jóvenes.

Sebastian estaba esperando a Blaine en la entrada del McKinley, muy cerca del cohe de Brittany. Estaba muy nervioso porque sabía que era un momento muy importante para él. Necesitaba que el moreno lo escuchara y lo perdonara. Luego le invitaría al Lima Bean y luego a cenar a Breadstix. No era la mejor cita de la historia, pero no había reservado en ningún restaurante elegante, por lo que no podían ir a ningún otro sitio.

– ¡Blaine! – El ojiverde llamó a su amigo para que lo viera.

– ¿Qué quieres? – El más bajo suspiró cansado.

– ¿Podemos hablar? – El Warbler preguntó.

– Ya hemos hablado esta mañana. No hay nada que haya cambiado. – El ojimiel intentó seguir para llegar al coche de Pierce.

– Por favor, me gustas y quiero intentar algo contigo. – El más alto decidió confesarse en ese momento.

– ¿Qué? – El líder de New Directions susurró, se había quedado inmóvil y sin voz.

– Blaine, he sido un idiota, debí haber sido más valiente. Por favor, dame una oportunidad para compensártelo. – Smythe suplicó.

– Lo siento Seb, pero ahora sólo quiero ir a casa de Britt y comer helado de chocolate... Ya hablaremos... – Anderson se alejó parra llegar al coche de su amiga sin mirar atrás. La rubia observó disgustada al estudiante de Dalton antes de entrar al vehículo.

Blaine y Brittany estaban en la casa de la rubia viendo La Sirenita en la televisión. Era una película perfecta para ellos ya que el moreno era fanático de Disney y a la rubia le gustaban todas las películas de dibujos de princesas. Frente a ellos, una caja de galletas y un bote de litro de helado de chocolate. A pesar de que la película les gustaba a los dos, no le prestaban mucha atención.

– Creo que deberías darle una oportunidad a Sebastian. Se equivocó, lo ha reconocido y quiere compensarlo. Tienes que perdonarlo. – La rubia acarició el pelo de su amigo que metió la cuchara llena de helado en su boca.

– No sé si puedo. Podría perdonarle muchas cosas pero lo que hizo... – El ojimiel cogió más helado y lo metió en su boca.

– Quería lo mejor para ti y pensaba que querrías volver con Kurt. – La chica intentó convencerlo.

– ¿Qué habría pasado si yo no lo hubiera escuchado? ¿Cómo habría reaccionado a mi declaración? – El joven apoyó su cabeza en el hombro de su amiga.

– Olvida los "Y si...". Lucha por lo que quieres. ¿Realmente dejarías de intentar estar con alguien por una negativa? ¿O lucharías por seducirlo?

Anderson se quedó pensando, la animadora había dado con las palabras que le habían hecho plantearse las cosas. ¿Se iba a quedar esperando a una oportunidad que tal vez no llegaría nunca? ¿O por el contrario buscaría él esa oportunidad? ¿Sería capaz de perdonar a Sebastian?

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