CAPÍTULO 1: ¿DÓNDE ESTÁ BLAINE?

CAPÍTULO 1: ¿DÓNDE ESTÁ BLAINE?

Susan Anderson entraba en el instituto William McKinley. Los pasillos estaban desiertos porque los alumnos estaban en sus clases. Los tacones de la mujer sonaban a cada paso. Sabía hacia donde se debía dirigir, no era la primera vez que iba a allí. La puerta estaba abierta, por lo que entró.

– Disculpe... Mr Schue. ¿Puedo hablar con los chicos? Querría saber si alguno tiene contacto con Blaine. Lleva diez días en Nueva York y no me ha llamado. Ni siquiera pidió permiso y me parece mal que pierda tantos días de clase. – La mujer explicó y Will asintió. Sin embargo, todos los allí presentes habían escuchado lo que había dicho, por lo que alguien se decidió a hablar, aunque tal vez no fue muy cuidadoso con sus palabras.

– Blaine no está en Nueva York. Yo llegué ayer de allí. Pasé unos días allí y no ha estado con Kurt. Según me dijo, Blaine se había enfadado con él. – Finn anunció. Él acababa de volver de la ciudad de los rascacielos después de su ruptura con Rachel y sabía que no estaba en el apartamento de su hermanastro.

– Quiero que todos digáis cuando fue la última vez que hablasteis con Blaine, aunque fuera por teléfono. Finn, llama a Kurt y pregúntale. Por favor, tienes que ser discreto, no queremos asustarlo sin motivo. Señora Anderson, hable con el banco y pregunte si ha utilizado alguna tarjeta de crédito. Es posible que eso nos de alguna pista.

– Nosotros no lo vemos desde que fue nombrado presidente. Esa noche tuvimos una fiesta pero después ya no lo hemos visto. – Artie informó y todos los demás asintieron. Nadie sabía nada del líder de New Directions. Minutos después Hudson informaba que Kurt no había respondido a las llamadas de Anderson después de ser proclamado presidente y que después Hummel había intentado llamarlo dos veces pero no había respondido. Todo parecía indicar que la última vez que Blaine había sido visto por algún conocido había sido esa noche.

Kurt y Rachel llegaba a la estación de tren de Lima. El castaño había viajado a su ciudad natal con un nudo en el estómago y llorando casi todo el camino. Las noticias que le habían llegado no eran nada tranquilizadoras. Blaine estaba desaparecido, nadie lo había visto o había hablado con él en los últimos diez días. En cuanto el joven vio a su padre, corrió a abrazarse a él. A su lado, los señores Berry esperaban a su hija, a la que abrazaron con nerviosismo. Los recién llegados comenzaron a preguntar sobre las novedades de la situación pero no había ninguna. Todos se dirigieron directamente al coche y viajaron hacia la casa de la familia Anderson. Tal vez allí encontrarían respuestas.

Cuando llegaron, vieron que Sam, Tina, Finn y Carole también estaban allí. Susan ni siquiera se percató de la llegada de los amigos de su hijo, simplemente estaba sentada, abrazando la chaqueta del uniforme que Blaine llevaba en Dalton. Su esposo, James, paseaba nervioso por el salón de la casa, con el teléfono móvil en la mano y comprobando constantemente que tenía cobertura. Cooper estaba sentado junto a su madre, acariciándola e intentando ser fuerte, aunque se notaba que estaba destrozado.

– ¿Alguna novedad? – Burt quiso saber mientras se acercaba a su esposa. Ésta fue la que respondió.

– Nada. La policía cree que se ha escapado. Faltan algunas cosas suyas. Su ordenador, algo de ropa y una foto. No sabemos qué foto es pero... Conozco a Blaine lo suficiente como para saber que él jamás haría eso. Ellos tampoco lo creen pero la policía insiste. No hay llamada pidiendo rescate y... Bueno, también han dicho que si no se ha escapado de casa es muy probable que no lo encuentren con vida.

– Imposible. – Kurt se negaba a creer que su novio se hubiera ido de casa sin avisar a nadie, dejando a todos preocupados.

El castaño subió a la habitación del menor y comenzó a revolver sus cosas. Puso toda la ropa del joven sobre la cama, sacó varios objetos y buscó entre sus cosas. Finn y Rachel lo miraban desde la puerta pero no se atrevían a interrumpirle. El timbre sonó y los tres bajaron rápidamente. Un agente entraba en la casa cuando llegaron a la planta baja.

– No tenemos ninguna pista. ¿Hay alguna novedad? – El policía quiso saber.

– Blaine no se ha escapado. Conozco a mi novio lo suficiente como para saber que si hubiera sido así, se habría llevado más cosas. Además, habría dicho algo para que no nos preocupáramos. En su habitación hay cosas muy importantes para él y de las que jamás se habría separado. La foto que se llevó... Es una mía en Nueva York, se la mandé hace días por Internet. Él la imprimió y la puso en su pared, me lo enseñó cuando hablamos por Skype. Si sólo hubiera podido coger una, sería la suya con su hermano y abuelo. – Hummel mostró la foto que él mismo había cogido de la pared. En ella, Blaine con cinco años estaba sentado sobre las rodillas de un hombre de unos 70 y, a su lado, Cooper sonreía con trece. Su voz temblaba pero necesitaba contarle al agente todo lo que sabía para que se olvidaran de la posible fuga y se centraran en buscarlo. – Falta ropa, pero no mucha. La que llevaría puesta, dos pantalones, dos camisas, una pajarita que no es su favorita, un pantalón y una camiseta de deporte y ropa interior. Lo que normalmente lleva al instituto cuando hace deporte. Suele llevar siempre un cambio por si le tiran un Slushie y otro cuando hace deporte para cambiarse. No se ha llevado sus partituras o su música, él no sabe vivir sin música. No se ha ido a ningún sitio voluntariamente. Se lo han llevado.

Todos los allí presentes miraron al joven, que al terminar su discurso empezó a llorar y fue a abrazar a su padre. El policía realizó una llamada para cambiar el estado de la búsqueda. Se avisaría a todas las comisarías y se comenzaría a investigar el posible secuestro del joven.

Todos los miembros de New Directions y los graduados estaban en la sala del coro. Se había suspendido el musical ese año porque nadie se sentía con ganas de hacerlo, al menos, no hasta que Blaine apareciera. Kurt había asistido a la reunión por la insistencia de Rachel y Finn, que le habían convencido alegando que era un momento para estar en familia.

En el aula todos los alumnos estaban sentados, con caras serias, algunos como Hummel o Tina con lágrimas en los ojos. Mr Schue estaba frente a ellos, mirándolos con cariño. Era un momento muy difícil. En ese momento Ms Pillsbury entró. Todos la miraron atentamente y también pudieron ver que Carole y Burt estaban fuera. La mayor tenía lágrimas en los ojos mientras que su esposo hasta se había quitado la gorra que llevaba habitualmente y la apretaba con fuerza en sus manos, Emma parecía a punto de llorar.

– Kurt... – La pelirroja apenas susurró. – ¿Puedes venir con nosotros? Tenemos algo muy importante que contarte.

– ¡No! – Sam se levantó. – Blaine es amigo de todos, todos queremos saber... ¡Tenemos derecho a saber!

– Es algo... Delicado. – La orientadora comentó.

– Sam tiene razón... ¡Hablamos de Blaine! ¡Es nuestro amigo! – Mike intervino, él necesitaba saber lo que había pasado.

– ¿Kurt? – Carole se acercó. – Tú decides. Yo creo que es algo muy difícil y que tal vez deba contártelo antes a ti. Luego tú decides que información le das a ellos.

El castaño se levantó y los adultos lo acompañaron hasta el despacho de Ms Pillsbury. Los demás se quedaron fuera pero podían ver a través del cristal lo que pasaba dentro. Vieron como el ojiazul se derrumbaba en los brazos de su padre. Vieron a Mr Schue sujetarse con fuerza a la silla de su pareja para evitar caer. Vieron a Carole secarse nuevas lágrimas que caían por sus mejillas. Vieron a Emma morderse el labio en un intento de reprimir su llanto. Vieron a la entrenadora Sylvester entrar y cerrar la puerta tras ella. Vieron como la pelirroja le informaba a la recién llegada y vieron como Sue tiraba al suelo varias cosas intentando soltar su rabia. Todos los miembros y ex miembros de New Directions se quedaron congelados, esperando la peor de las noticias, el peor de los desenlaces...

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