8.

Un rayo de sol golpea mi cara, haciéndome notar que anoche me olvidé por completo de cerrar las cortinas. Abro los ojos con dificultad, sólo para comprobar que anoche no fue un sueño, ahí está él, todavía durmiendo con su mano en mi trasero, tal y como dijo. 

No sé en qué momento me quedé dormida. Suelo tener insomnio y dar vueltas por horas antes de poder pegar un ojo, pero anoche me dormí al instante. No sé si por la comodidad, si por el calor de su cuerpo o por el cansancio que toda la ansiedad me había hecho acumular. Probablemente fuera la sumatoria de todas esas cosas.

 Lo miro casi sin parpadear. A pesar de tener los ojos todavía hinchados y casi no poder mantenerlos abiertos, necesito guardar su imagen en mi retina. «De verdad parece un ángel, si no es el hombre más hermoso que haya pisado el planeta, está mínimo en el segundo puesto», pienso mientras lo observo. No quiero mover un músculo, ni siquiera me atrevo a parpadear para no despertarlo. «¿Qué hora será? Siento como si hubiera dormido un año», dejé mi celular en la mesa del living y no pienso moverme de aquí.

— Buenos días Noona— el sonriente rostro de Jimin me saluda entre dormido— ¿Tengo algo raro en la cara o qué?

— Si, un moco— le contesto, mientras mi dedo índice aterriza en una de sus fosas nasales.

— ¡Noona! Bonita manera de despabilarme tienes, prefería tu mano en mi trasero— aunque intenta parecer fastidiado, aquella sonrisa que porta no me convence para nada. Es un actor horrible, a decir verdad. 

— Allí estaba hasta hace cinco segundos, te mereces el dedo en la nariz por haberme interrumpido.

— ¿Interrumpido qué?— pregunta, mientras entrecierra sus ojos. 

— Interrumpido mi momento de admirar tu belleza— «Me estoy volviendo cursi, ¿En qué momento pasó esto?»

— Ahh, ¿eso era lo que hacías tan entretenida?

— Pues sí— respondo, mientras una gran sonrisa se dibuja en mi rostro recién despierto. 

— También debería meterte el dedo en la nariz, por arruinar mis planes... 

— ¿De qué hablas?

— Quería despertarte yo a ti, con un beso cual Blanca Nieves.

— Eso puede arreglarse...— cierro los ojos, haciendo de cuenta que sigo dormida pero dejando mi rostro apuntando hacia arriba, para facilitarle el trabajo al idol devenido en príncipe azul.

Deposita un cálido y largo beso en mis labios. Pasé de sentirme el enanito Gruñón a Blanca Nieves, en apenas un segundo. «Deme la manzana más potente que tenga, así me tiene que dar muchos de esos para despertarme», le pedí a la bruja imaginaria.

Continué haciéndome la dormida, quiero más.

— Ya veo...- siento un dejo de entretenimiento en su voz— Blanca Nieves está en coma profundo. Quizás si le hago respiración boca a boca se despierte— una sonrisa se me escapa. También soy una horrible actriz.

Me besa una vez más, otra más y otra. De repente empiezan a llover besos por todos lados, a toda velocidad. Quiero reírme, pero estoy en coma profundo, no quiero arruinar el juego.

— ¿Con qué esas tenemos eh?— me besa nuevamente; mientras mantiene sus labios pegados a los míos, empieza a hacerme cosquillas y ya no aguanto la risa.

— ¡Ok, ok! ¡Ya estoy despierta!

— Las cosquillas eran el secreto— sonríe malicioso— Ni Blanca Nieves dio tanto trabajo.

— Me vengaré, que lo sepas...

— Estoy deseando verlo— dice socarrón, al tiempo que me saca la lengua— ¿Desayunamos?

— Sólo un ratito más... — lo abrazo e inmediatamente me acurruco contra él — ¿Sí?

— Un ratito. Más de eso puede ser perjudicial para la salud— corresponde a mi abrazo sosteniéndome fuerte sobre su pecho, dejándome escuchar el latido de su corazón. 

No quiero levantarme nunca, no quiero pisar el mundo real ni dejar los brazos de Jimin. Si por mí fuera no desayuno, no almuerzo, no hago nada. Me dedico a vivir del aire y ya. 

Nos quedamos unos cuantos minutos así, acurrucados bajo las mantas, huyendo del sol que entraba por la puerta del balcón. ¿Ya dije que odio las mañanas? No hay nada más exasperante que tener el sol en la cara apenas abro los ojos, aunque ahora el sol más brillante me está sosteniendo entre sus brazos y la mañana no parece tan horrible.

— Vamos Noona, tengo hambre y sólo hay dos opciones: O cómo el desayuno, o te cómo a ti.

— No tengo buen sabor y mi carne es durísima...  Vamos señor príncipe azul.

Me incorporo y me siento al borde de la cama. Mi cabello es un desastre, un rodete es la mejor opción ahora que tengo todo enredado. Jimin no se mueve de su lugar.

—  Vamos Jimin... ¿Qué haces? Tanta insistencia y me dejas levantándome sola, eso es trampa— girando mi rostro hacia él, lo observo con desaprobación. 

— Sólo quiero verte salir de la habitación — responde muy livianamente, mientras una sonrisa ladeada se hace presente en sus labios. 

— Eres un....

— ¿Un qué?

— ¡Un mirón!

— No es para menos...

— Aissshhh... Te espero en la cocina, voyeurista. —me retiro muy graciosamente, contoneando el trasero a consciencia mientras camino. La risa de Jimin se deja oír desde la habitación, aparentemente entretenido con mi actuación. 

Primero lo primero, mi rutina de recién levantada no va a frenar por ningún Jimin. Busco mi celular, son las once de la mañana «¿Qué hago despierta a esta hora? Este hombre está dando vuelta todo, hasta mis horarios».

 Conecto el celular a los parlantes y me decido por comenzar el domingo con una buena actitud. El disco de reggae de Sting y Shaggy es la mejor opción. Amo a Sting desde que era pequeña, mis padres eran fans. Mientras voy al baño bailando al ritmo de la música, para lavarme la cara, me cruzo con Jimin en el camino que viene restregándose los ojos. Lo observo rápidamente, mi pantalón le queda justo, mucho mejor que a a mí. 

— Noona, ¿Puedo darme una ducha?

— Claro que sí, puedo buscarte otra camiseta si quieres. No cuentes conmigo para la ropa interior, eso sí.

— No te preocupes por eso. No uso— comenta muy casual. Roja debe haber sido poco, pero ya me estoy empezando a acostumbrar a sus comentarios desvergonzados— ¿Quieres venir conmigo?

— NO— cortito y al pie— Espera que me lave la cara y los dientes, ya te busco algo. Por cierto, hay un cepillo de dientes nuevo en el mueble del baño, lo tenía de recambio.

— AUCH, ¿por qué ese rechazo tan brusco?... Está bien, acepto la ropa y el cepillo de dientes. Tú te lo pierdes. 

Termino de lavarme la cara, me dirijo a mi cuarto y consigo una camiseta de mangas largas de color negro. «Esto debería quedarle». Tomo una toalla también.

— Toma, desvergonzado.

— Algún día voy a conseguir que seas una desvergonzada tú también— toma las cosas que le acabo de conseguir, para meterse al baño. Inmediatamente después, oigo el sonido el agua cayendo. 

No voy a mentir, quisiera estar ahí frotándole la espalda. No es que no tenga deseos ni necesidades, de hecho mis hormonas se encendieron como luces de navidad. Sólo quiero tomarme las cosas con calma, creo que es lo correcto en este momento.

Mientras se da su ducha, prefiero ponerme a hacer el desayuno para pensar en otra cosa, la imaginación se me está volando para cualquier lado y no quiero pensar en eso ahora.

Tomo el pan de molde de una de las alacenas. «Tostadas francesas, café y jugo de naranja natural. Ya que me levanté a esta hora, al menos voy a desayunar como corresponde».

El proceso de las tostadas francesas está casi en su punto cúlmine, cuando Jimin sale del baño. Las mangas de mi camiseta le quedan bien, dado que todo me queda largo no es de extrañarse que así sea.

— Noona ¿Tienes un secador de cabello?— sale agitando la cabeza como un perro recién salido del agua.

— Jimin, estás mojando las paredes ¿No te alcanzó con la toalla?— verlo así, me saca una carcajada instantánea. Es una especie de Caniche humano.

— ¿Me quieres matar de un resfrío o qué? No me dijiste si tienes o no un secador de pelo...

— Lamento informarte que no uso, cariñito— contesto sarcástica mientras me suelto el pelo y le muestro mis rulos— Representar al rey león no era uno de mis sueños de infancia...

— ¿Cariñito?— se acerca a mí con su cabello mojado apuntándome, me abraza y, en el proceso, me empapa el rostro— Este cariñito se va a pescar una gripe por tu culpa.

— Si serás...— voy a mi habitación, mientras me seco el rostro con la manga de la camiseta. Tomo una toalla seca, para pasársela a Jimin y que termine de secarse el cabello a mano. 

— Toma, sécate bien y deja de llorar. No te vas a morir por no usar el secador una vez. ¿Puedo terminar de preparar el desayuno?— si fuera otro le hubiera puesto la toalla de sombrero, pero la ternura que me despierta, frena mis impulsos de destrucción. Le alcanzo la toalla delicadamente, aunque poniendo una mueca de fastidio ficticio. 

— NO. ¿Me secas tú?— sonríe tiernamente, estirando la mano con la toalla para que yo la tome. «El pequeño Jiminie necesita mimos desde temprano», pienso entretenida.

— Ven aquí, pequeñito — mi tono condescendiente es más que evidente.

Se sienta en el piso sobre los almohadones, dándome la espalda mientras mira hacia afuera a través de la puerta balcón. Me arrodillo detrás de él para quedar a una altura decente de su hermosa cabecita y suavemente empiezo a secarle el cabello con la toalla, mechón por mechón, totalmente embelesada por su sola presencia frente a mí.

Unos diez minutos después me doy cuenta de que sigo con la toalla en la mano, secando su cabello con el cerebro en las nubes. Me despierto de mi ensueño sola. «Oops...»

— Ya está...

— Noona, debo tener el cabello súper seco. Estuviste con eso mucho tiempo ¿Aparte de engripado me querías dejar calvo?

— Si, para que no te miren — sonrío de oreja a oreja, aunque él está de espaldas y no puede verme— ¿Ahora si me dejas terminar de preparar el desayuno? Tengo hambre, Jimin...

— Todavía no, necesito un último favor— girando su cabeza hacia a mí, coloca la sonrisa más tierna que puede expresar, para atacarme con su dulzura infantil— ¿Me peinas?

Mis ojos no tienen más espacio para rodar hacia arriba, es increíble la cantidad de facetas que es capaz de mostrar en tan sólo un día. Más bien en tan sólo una hora. Jimin parece muy demandante de afecto y cariño constante, me pregunto porque será, pero estoy dispuesta a darle todo el cariño que quiera. Se lo merece, en este poco tiempo que pasamos juntos se la pasó siendo afectuoso conmigo de mil maneras, puede demandarme todo lo que quiera.

— Está bien, te peinaré, pero luego de eso me dejas terminar con el desayuno. TENGO HAMBRE.

— Luego de eso te ayudo a terminar con el desayuno— responde guiñando un ojo y se da vuelta esperando que vaya a buscar el peine al baño.

Desenredo su cabello, lo dejo partido al medio con una raya prolijísima.

— Estás listo— anuncio.

En ese momento se levanta, girando hacia mí para tomarme por la cintura y darme un cálido besito en los labios.

— Gracias, Noona. Vamos por ese desayuno. ¿Qué estabas haciendo?— se acerca a la cocina a curiosear.

— Tostadas francesas, café y jugo natural de naranja ¿Te parece bien?

— Me parece perfecto.

Toma dos tazas, las llena de café y las lleva a la mesita. También sirve jugo de naranja en dos vasos. Mientras tanto, termino de cocinar las tostadas, las coloco en un plato y las llevo. Nuevamente nos encontramos sentados lado a lado.

— Mmmm. Huele delicioso —dice relamiéndose

— Comamos entonces.

Estábamos disfrutando nuestro desayuno, cuando me doy cuenta de que Jimin no tocó su teléfono desde que llegó. «¿Habrá avisado que sigue aquí?», pienso con algo de preocupación. 

— Jimin... ¿Por casualidad le avisaste a alguien que seguías aquí? Con la tormenta de anoche debieron haberse preocupado.

— ¡Tienes razón! Van a matarme, ahora vuelvo.

Se levantó a buscar su bolso, que había dejado a la entrada, acto seguido tomó el celular de adentro de un bolsillo. Cuando encendió la pantalla puso cara de horror.

— Tres llamadas perdidas de Nam, un mensaje de Jin, como cuarenta mensajes de Tae. Me van a matar...

«¿Quién será Tae? probablemente sea uno de los que todavía no conocí»

Veo a Jimin presionando la pantalla con desesperación, para luego colocar el teléfono contra su oído.

— Hola Nam... Perdón por no haber visto el teléfono, estoy bien no te preocupes— me parece que lo está regañando con ganas— Si, sí. Sigo aquí. Con esa tormenta no podía irme y...— interrumpido, pone cara de pequeño siendo regañado por su madre— Disculpa Nam, también dile a los demás que me disculpen, cuando llegue a casa más tarde hablamos... Si, está bien. Quédate tranquilo... Ok, nos vemos luego— corta, volviendo a dejar su celular y su bolso dónde estaban.

— ¿Soy yo o te han regañado fuerte?

— Un poquito, Nam es muy protector con todos. En realidad, todos somos protectores con todos. Yo también me hubiera preocupado si hubiera sido cualquier otro, pero en verdad me olvidé del planeta... Todo por tu culpa, querida Noona.

— ¿Yo qué? No tengo la culpa de que seas tan zoquete.

— Zoquete dice. Mira si serás atrevida. Te daría unas nalgadas para darte una lección de respeto.

— Soy mayor que tú, las nalgadas debería dártelas yo por ZOQUETE— me levanto de repente, persiguiéndolo alrededor de mi pequeño comedor, dándole pequeños golpes en el trasero— Ven aquí, niño distraído— continúo mi persecución amenazándolo con la palma abierta y dándole un golpecito cada vez que me deja alcanzarlo (Porque me deja. Si corriera realmente, ya se hubiera escapado)

— Bueno, bueno ya...  Me merezco esas nalgadas— dándose vuelta frente a mí, se coloca en posición sacando trasero. 

— ¿Estás seguro de que quieres hacer eso?— soy pequeña de estatura, pero soy lo bastante fuerte como para hacerle doler las nalgas durante un par de días.

— ¿Qué tan fuerte puedes golpear? No sentiré nada, dame esa nalgada.

— ¿Seguro?

— ¡Que sí!

— Ok...

Me estoy relamiendo, Jimin no tiene idea de con quien se acaba de meter. Caliento mi palma, mido la distancia y cuento.

— 1...2...3— PAFFFFFFFFFF. El golpe resuena en el comedor. Creo que me pasé un poquito, aunque podría haber sido peor, de haber querido no se hubiera podido sentar durante una semana.

— ¡AUCH!—frota su dolorido trasero con desesperación, para calmar el picor- ¡NOONA!

— ¿Qué? Te pregunté si estabas seguro y dijiste que sí. Tú te lo buscaste.

— Tienes un punto...— a pesar de que todavía le pica el trasero, está dispuesto a perdonarme de inmediato. Se incorpora y viene a abrazarme— Nunca, jamás, te haré enojar. Si así me dejaste el trasero, no quiero saber cómo me dejarías la cara.

— No me atrevería a golpear ese hermoso rostro, lo arruinaría. ¿Podemos terminar de comer de una vez?

— Si, hagamos eso.

Al rato de terminar el desayuno, nos dispusimos a levantar la mesa y lavar los trastes. Mi teléfono suena mostrando un mensaje del señor Lee en la pantalla de notificaciones.

— Jim... Un mensaje del señor Lee. Quiere que mañana vaya a firmar el acuerdo de confidencialidad y que de paso me quede a almorzar con el grupo, para conocer a los dos que me faltaron.

— Entonces mañana almorzaremos juntos... 

— Así parece...— me da un poco de vergüenza, todos saben que estuvo aquí conmigo. Vaya uno a saber que estarán pensando o cómo se tomarán mi presencia sabiendo eso. El estómago me está dando una alerta de ansiedad.

— No estés nerviosa, no pasa nada— Jimin se dio cuenta de mi situación e intenta calmarme un poco— Los chicos serán amables contigo, a los que ya te conocen les caes bien. Además tienes que conocer a Tae y a Cookie. Tae es mi mejor amigo.

«No pressure. El mejor amigo va a estar analizándome seguro», pienso comenzando a sentirme un poco más nerviosa de lo que debería. 

— Si, supongo. Debo ir de todos modos. Por suerte no voy a tener que ir a la empresa nunca más luego de eso...

— ¿Ni siquiera a visitarme?

— Salvo que queramos problemas... NO.

— ¿Problemas? ¿De qué hablas?

— Déjame pensar... Una relación con una persona del Staff no creo que se vea bien, ni dentro de la empresa, ni fuera de ella. Mucho menos fuera de ella. Ah y no olvidemos que soy extranjera y bastante mayor que tú. ¿Quién mejor que tú para saber sobre eso?

— ¿Relación? ¿Tenemos una relación?— preguntó, abriendo los ojos de par en par. Aparentemente, de todo lo que dije eso fue lo único que escuchó. 

— ¿Todo tienes que responder con otra pregunta?

— Estás haciendo lo mismo en este momento— mi evasiva no funcionó— Respóndeme ¿Tenemos una relación?

— No sé qué tenemos, ni que vamos a tener, pero sea lo que sea no se va a ver bien.

— Nos conocemos hace poco, pero por lo que vi, estás muy pendiente de la opinión ajena en todos los aspectos. No lo critico, pero relájate. Sea como sea vamos a estar bien, Noona, disfrutemos de esto y veamos qué pasa. Luego veremos cuando surja un inconveniente, si surge alguno, cómo lo solucionamos— sonríe amablemente mientras acaricia mi cabello

— Tienes razón, perdona. No sé cómo vas a hacer para aguantarme —a veces realmente consigo frustrarme a mí misma. 

— Yo sé cómo, tú no te preocupes por eso. Mañana va a estar todo bien y verás que te haces problemas por nada. Tranquilízate ¿Sí?

— Ok, me calmaré... —respondo, sosteniéndolo en un fuerte abrazo. Por alguna razón que desconozco, me siento contenida por él. 

— Noona, debo irme... —dice, apretando un poco más su agarre sobre mí. 

— ¿Ya?

— Si... Tengo que preparar muchas cosas y, además, me están esperando. De todos modos mañana vamos a vernos.

— Oh...

— Tampoco quiero irme, pero tengo que. Me comprendes ¿Verdad?

— Si, comprendo— respondo, con una evidente decepción en la voz. 

— Me llevo tu ropa puesta, este pantalón es demasiado cómodo como para devolvértelo. 

— Está bien, llévatelo, después de todo te queda mejor que a mí.

— ¿Me acompañas a la puerta?

— Sí, pero espera un minuto.

Tomo uno de los contenedores que había traído, pongo el Lemon pie en el, dejando para mí sólo una porción. Lo coloco dentro de la bolsa de papel, junto con el otro contenedor.

— Toma, lleva esto. Convídale a los demás, a ver si dejan de lado un poco su enojo porque te olvidaste de ellos

— ¿Soborno con comida? Excelente idea, Noona— me besa la frente, toma la bolsa y comienza a acercarse hacia la puerta. 

Una vez en la puerta, se pone los zapatos (que, por cierto, no pegan ni de casualidad con el pantalón que se lleva), su sweater, su campera de cuero, se cuelga su bolso cruzado sobre el pecho y toma del gancho el barbijo y la gorra. Es una hermosura, realmente. No me canso de mirarlo.

— Voy a extrañarte, Noona. Quisiera quedarme aquí contigo y no tener que volver a salir...

— También voy a extrañarte, pequeño desvergonzado— estamos casi cara a cara, ya que el espacio para dejar los zapatos está unos centímetros más abajo que el resto del piso— Pórtate bien ¿Sí? Mañana te veo.

Un abrazo larguísimo sirvió de despedida por ese día. Me da un último gran beso y sale por la puerta. No llega a cerrarla, que vuelve a entrar para besarme otra vez.

— No puedo contra esto— dice sonriendo dulcemente— Creo que me voy a enamorar de ti...

Dicho esto, salió por la puerta y se fue.

«Lo mismo digo, Jimin... Lo mismo digo»


Se me fue un poquito a largo esto. Pero andaba inspirada!! Parece que Vicky está formando una linda relación con Minie. Me da ternurita lo bien que se llevan y lo mucho que él la apoya. ¿Está mal que opine sobre mis propios personajes? Si está mal, me da igual. Son taaaan lindos. 

Ya saben! Comentarios, sugerencias, teorías, fotos de Jimin :P Dejen su cariñito aquí!

Abrazos violetas!

Noona ♥

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