7.


Me acerco a gatas hasta la puerta balcón, al correr la cortina no se ve absolutamente nada. Inclusive el puente Banpo, desapareció totalmente de mi vista a causa del aguacero. «No puedo dejar que Jimin se vaya bajo estas condiciones...», pienso con preocupación. Miro la hora en mi celular, son las doce de la noche.

— Noona, ¿Cómo sigue la lluvia? Suena como un concierto ahí afuera.

— Si... Está lloviendo a baldes. ¿Viniste en tu auto?

— Sí, vine en mi auto. ¿Por qué? ¿Ya me vas a echar y estás viendo si puedo llegar a casa sin empaparme?— hace un pequeño puchero, que me enternece hasta el último vello del cuerpo.

— No seas idiota... —respondo cariñosamente —Sólo a una inconsciente se le ocurriría decirte que te vayas debajo de este aguacero. A ver si todavía, termino teniendo la culpa de que te accidentes y vienen todos a lincharme a la puerta... Vas a tener que quedarte aquí esta noche, me parece. Puedo prepararte mi oficina. El sillón es reclinable y puedes dormir cómodamente allí—la palabra sillón lo descoloca por completo. Al momento que la oye, todo su rostro se transforma en un gran signo de pregunta. 

— ¿El sillón de tu oficina? ¿Estás hablando en serio?— me mira triste. «Por favor Vicky no te rías»

— ¿Qué estabas esperando?

— Pues... 

— ¿Pues?

— Pues esperaba que me dejaras dormir contigo... —mi Victoria interior está saltando de alegría a partir de esa declaración, pero no voy a permitir que sea tan obvio. 

— Vamos a hacer algo, veamos una película y mientras tanto pienso que hacer contigo. Depende de cómo te portes. 

— Me parece un buen trato. Me portaré tan bien, que vas a querer que duerma contigo todas las noches— sonríe tan adorablemente que sólo tengo ganas de estamparle un beso en ese preciso instante, pero me contengo. «Tranquila... Ohhmmmm»

— Eliges tu— digo mientras le paso el control— Eres el invitado así que te cedo el mando.

— Ohhh, pero que gran honor. ¿Mmmm, que podría ser?— abre la app de streaming y se pone a mirar el inicio— K-dramas, Anime, Comedias románticas... Espera... ¿Te gusta el terror?

— Sí que me gusta, pero para verlo acompañada— ay sí, la táctica vieja y confiable de la damisela en apuros.

— ¿Qué tal ésta?— señala una película de terror que ya vi cuarenta veces. «Pues la veré cuarenta y una»

— Me parece excelente... Es una noche ideal para el terror ¿No lo crees? —los truenos que retumban por todos lados, no pueden ser más oportunos. 

— Tienes razón —responde sonriendo, aunque puedo notar que intenta controlar sus saltitos con cada trueno que suena afuera. 

Luego de que la película comenzara a correr, uno de sus brazos pasa por sobre mí, atrayéndome contra él. Me permito reposar mi cabeza sobre su hombro, recibiendo su cabeza sobre la mía en respuesta y, además, su mano libre tomando la mía por sobre sus piernas. Su dedo pulgar se mueve en círculos sobre mi piel, causándome un pequeño estremecimiento ante el contacto. 

— Tus manos son suaves, Noona...—dice, al tiempo que entrelaza sus dedos con los míos, después de haberme acariciado el dorso de la mano por unos minutos. 

En una hora y media de película, Jimin me habrá apretado la mano sobresaltado unas diez veces, acompañando esto con un pequeño saltito. Me causa mucha gracia verlo asustarse. «Supuestamente iba a ser yo, la damisela en apuros», pienso. 

La película era lo menos interesante de todo, después de todo ya la había visto. Lo más interesante era el contacto de mi piel con la suya, la suavidad de aquella pequeña mano que sostiene la mía. Sus dedos son cortos, finos y suaves. No puedo concentrarme en ninguna otra cosa que no sea este momento, pensando en cómo se sentirían las caricias de esa mano que sostengo. 

— Noona...— ninguna respuesta— Nooooooona— susurra en mi oído, alargando la palabra como un chicle.

— ¿Hmm?

— ¿Otra vez estabas en las nubes? La película terminó.

— ¿Ya? Oh, no me di cuenta— respondo avergonzada, cuando me doy cuenta de que me perdí casi toda la película pensando en cosas indebidas. 

— ¿Qué tanto piensas que no prestaste atención a nada y me dejaste asustándome sólo?

— Literalmente asustándote...

— Ah, de eso sí te diste cuenta ¿No?— intenta fingir enojo, pero sus suaves facciones no son capaces de reproducir ese sentimiento. 

— Perdón... Debo confesar que ya vi esta película más veces de las que puedo contar— la verdad no ofende.

— ¿Y entonces por qué me dejaste ponerla?

— Porque quería estar cerca de ti— respondo, sonriendo tontamente para no perder la costumbre. 

— Tramposa...— posa un rápido beso sobre mi frente, para luego mirarme todo sonriente. 

— Un poquito— guiño el ojo pícara— ¿Te parece si vamos a dormir?

— ¿Me porté lo suficientemente bien cómo para que me dejes dormir contigo? Prometo no hacer nada más que dormir-— con una mano toca su pecho mientras levanta la otra en señal de juramento— A menos que quieras hacer otra cosa, en cuyo caso...

— Puedes dormir conmigo, sí. —interrumpo bruscamente. Preferiría esquivar el tema por el momento  —Déjame buscar algo para que te pongas porque ese pantalón no se ve muy cómodo para dormir. Salvo que sea el último grito de la moda en pijamas incómodos...

— Ok, busca algo bonito para mí.

— Confórmate con que no te quede por las rodillas...— mido poco más de metro y medio, eso dice todo. 

Me levanto y paso sobre sus piernas que están estiradas en el suelo por debajo de la mesa ratona. Ya en mi habitación, abro la puerta del ropero en busca de un pantalón de Jogging que  no tiene hecho el doblez, por lo cual me queda súper largo. Además tiene cordones para ajustarlo, Jimin es fibroso pero flaquito y lo más probable es que termine con el pantalón por el piso al segundo de ponérselo. «Aunque eso tampoco estaría mal...» CALMATE VICTORIA. La imagen del torso desnudo en la video llamada de antes vuelve para perseguirme.

Vuelvo al comedor. Jimin ya está levantado esperándome.

— Te conseguí éste. Debería quedarte bien ya que no lo arreglé para mí todavía. Puedes cambiarte en mi habitación mientras voy al baño a cambiarme yo también.

Le entrego el pantalón para luego ir al baño, donde ya había dejado acomodada mi ropa de dormir. Al entrar a mi cuarto, ya vestida,  me encuentro con Jimin tapado hasta la nariz, descansando del lado izquierdo de la cama. Fue tan listo como para darse cuenta de que mis almohadas estaban sobre el lado derecho, así que evitó invadir mi espacio.

— ¿Tanto frío tienes?— pregunto extrañada

— Si, Noona. Ven aquí de una vez que la cama está congelada— golpea el colchón suavemente para que vaya.

Me acerco a la cama. Jimin estira su brazo derecho invitándome a apoyar la cabeza sobre él. Acostada sobre su brazo, me pongo de costado hacia él que, con su brazo izquierdo, me acerca contra su pecho. Mi nariz queda hundida en el aroma a Jimin que desprende su camiseta y mi brazo libre termina pasando sobre su cintura.

— ¿Estás cómoda? Te vas a ahogar con el rostro metido ahí— dice entre risitas

— Sí, estoy perfectamente...— respondo, hundiendo un poco más mi nariz en su pecho.  Su cuerpo está tibio y su abrazo me hace sentir más cómoda todavía. No quiero moverme de aquí...

— Si tú lo dices... 

Con su mano libre  me acaricia la cabeza, pero en lugar de darme sueño mi cerebro empieza a carburar a mil kilómetros por hora. Ojalá me sintiera más segura de mí misma como para dar un paso más, pero ese no es el caso. Mi autoestima no me permite ser atrevida, aunque siento como hiervo por dentro. Tenerlo así, abrazándome, apretándome contra él, me hace sentir como un volcán en erupción. Sólo puedo limitarme a acariciar tímidamente su espalda, aunque quisiera hacer otra cosa...  Me maldigo una y mil veces por ser así.

De repente, siento la mano de Jimin retirarse de mi cabeza y su brazo se posa en mi cintura mientras su mano pasa por debajo de mi camiseta, acariciándome la espalda también. Ahora sí que calor es poco, pero no puedo hacer esto, ya sé adónde va la cosa, siempre lo supe, pero del dicho al hecho hay un largo trecho y mis hechos están alejadísimos de mis capacidades de atrevimiento.

Una lágrima de frustración rueda por mi mejilla. Parece mentira, una mujer de mi edad preocupándose por esas cosas. He trabajado en el amor propio durante los últimos años, pero ahora que me encuentro en esta situación, soy totalmente incapaz de sentirme segura. Siento su cuerpo firme cerca del mío, su espalda bien formada... Sólo puedo preguntarme que carajos hace este hombre en mi cama. Estoy totalmente lejos de sentirme digna de él, lo estuve desde el primer momento. Ahora una lágrima se transforma en unas cuantas. Mantengo mi cabeza hundida en su pecho, aspirando su aroma con cada sollozo que se me escapa. Trato fuertemente de no hacer ruido para que no lo note, fracasando miserablemente en el intento.

— Noona. ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?— Jimin me toma de la barbilla tratando de levantar mi rostro hacia él.

— No es nada, estupideces mías...— respondo, al tiempo que mis lágrimas comienzan a mojar su camiseta.

— ¿Estupideces dices? No pareces una mujer que llore por tonterías. Dime la verdad, no soy idiota y sé que algo te pasa. De hecho...— hace una pausa— Creo imaginarme cuál es el problema.

— A ver cerebrito, dime— tuve que ahogar un sollozo mayor para poder responderle, disimulando lo más posible. 

— Estás incómoda en esta situación porque piensas que deberíamos hacer algo más que dormir, pero por alguna razón no te atreves. ¿Verdad?— él también sabe leer a la gente, no hay manera de esconderme. 

— S-si...

— ¿Puedes decirme la razón? Supongo que es una de esas cosas que te molestaban, junto con la tontería de la edad— Jimin es inteligente además de hermoso y adorable. Me pregunto adonde tiene los defectos porque todavía no le vi ninguno. Eso hace que me sienta más insegura todavía.

— Voy a ser honesta contigo, Jimin— digo entre lágrimas— No creo ser digna de ti. No entiendo por qué habiendo tantas mujeres hermosas haciendo fila, decidiste estar aquí conmigo— no quiero ser dramática. Odio el drama, no quiero que me vea llorar y no voy a poder evitar hacerlo— Discúlpame un momento.

Me suelto de su abrazo y me levanto sin siquiera mirarlo. Sólo quiero estar sola unos minutos para calmar mi mente. Me meto en el baño, cierro con llave y me siento en el suelo con la espalda apoyada en la puerta. Necesito llorar tranquila sin que me esté mirando con pena. Al instante Jimin golpea suavemente la puerta.

— Noona... abre. Quiero hablar contigo— dice con dulzura.

— Dame unos minutos Jimin, por favor— respondo tratando de contener el llanto, aunque sea mientras termino la frase.

Siento a Jimin deslizarse hacia el suelo, supongo que su espalda está apoyada del otro lado de la puerta.

— Noona, no eres la única que se siente incómoda con su cuerpo.

«Aha... El adonis Jimin debe estar de broma con esa escultura que tiene por cuerpo»

— Déjame contarte algo —continúa mientras lo escucho en silencio— Hace algunos años, muchas personas comenzaron a decir que era gordo, que era un cerdo, que debería suicidarme o abandonar el grupo. Eso hizo mella en mi autoestima y llegué a pasar largo tiempo matándome de hambre, sólo por la opinión de gente mal intencionada.

«¿Qué? ¿Quién podría haberse tomado el atrevimiento de tratar así a este hermoso hombre? Habrán sido novios celosos que querían lastimarlo porque sus novias amaban más a Jimin que a ellos»

— Me tomó muchos años amarme a mí mismo. Entender que las opiniones de los demás no importaban, fue muy difícil de hacer. Puedo entender lo que sientes, pero lo que no puedo terminar de entender es a que te refieres con "Sentirte digna de mí". Eres digna de mí simplemente porque yo te elijo, eso es todo. Abre la puerta, quiero mostrarte algo. Quiero que veas lo mismo que yo veo.

Me levanto del suelo lentamente y me lavo la cara. Tengo los ojos hinchados como si me hubieran dado un golpe en cada uno. Al abrir la puerta, me encuentro con su mano extendida, esperando por la mía. Salgo del baño sin levantar la vista del suelo, tomo su mano y lo sigo.

— Ven conmigo, Noona.

Una vez en mi cuarto, habiendo prendido la luz, me enfrenta con el espejo de cuerpo entero que tengo en el ropero, en el que nunca me miro. Se pone detrás de mí, me toma de los hombros y apoya cariñosamente su cabeza en la mía.

— ¿Qué ves? —me pregunta.

— Un hombre hermoso apoyando su cabeza en la mía — respondo evasivamente.

— ¿Quieres saber lo que veo yo?— supongo que se dio cuenta de que no va a sacar nada bueno de mí.

— Si...

— Veo una hermosa sonrisa, unos ojos vibrantes, una pequeña nariz que encaja perfectamente con tu rostro de piel suave. Veo un cabello castaño, largo y enrulado, que muchas mujeres sólo pueden conseguir con rizadores. Veo un cuerpo pequeño y curvilíneo, digno de ser abrazado, besado y mimado. También veo...

— ¿Qué más ves?— Jimin se había quedado en pausa

— Veo... Tienes unos pechos enormes y bien torneados. Para que te voy a mentir. Los veo, están ahí— del llanto a la risa en un minuto. Ese comentario no lo esperaba.

— ¡¡¡Jimin!!!— suelto en medio de una carcajada

— ¿QUÉ? ¡ES CIERTO!

Me doy vuelta hacia él, abrazándolo fuertemente por la cintura. Tengo mucho trabajo por delante si quiero llegar a algún lado con esto. Jimin ve algo en mí que, claramente no estoy viendo. Algo más allá de mi cuerpo y de mis años. Quizás debería dejar de analizar y preguntarme todo, esa es la lección que tengo que aprender.

Me toma de la barbilla nuevamente, intentando levantar mi rostro hacia él. Esta vez se lo permito. Se inclina hacia mí  para, en ese preciso instante, posar sus labios sobre los míos. Nuestro primer beso, un beso inocente, sin otra razón de ser que la de hacerme sentir mejor.

— ¿Vamos a la cama?— todavía sostiene mi barbilla mientras me mira fijo a los ojos

— Vamos...

Volvemos a la posición inicial, pero esta vez no hundo mi rostro en su pecho escondiéndome de él. Una vez que mi vista se adecúa a la oscuridad, puedo verlo claramente. Su mano libre vuelve a acariciar mi espalda. Mi mano, acaricia su hermoso y perfecto rostro.

— No sé quién se atrevió a decirte todas esas cosas horribles, eres el hombre más hermoso en el que haya posado mis ojos— su piel es tan suave que parece de porcelana. Quisiera frenar el tiempo y quedarme así, acariciando su rostro por siempre.

— Noona, tú también eres hermosa. Va siendo hora de que dejes de pensar tonterías. Te elegí desde el primer momento en el que posé mis ojos en ti. Quiero quedarme contigo. No vuelvas a decir nunca más que no eres digna de mí, ni bobadas por el estilo, si no quieres hacerme enojar. No vas a querer verme enojado ¿O sí?

— Pues no. Prefiero ver esa sonrisa que ilumina habitaciones.

Vuelvo a poner mi brazo sobre su cintura pero, esta vez, me decido a ir un poquito más allá. Dejo resbalar mi mano un poco más hacia abajo, dejándola apoyada sobre su turgente trasero de bailarín. 

— Mírala tú, tocando traseros— me dice mientras me mira divertido. No puedo sacarle los ojos de encima, Jimin es como una pintura renacentista.

Claramente mi descaro llevó a que don desvergonzado hiciera lo mismo, posar su mano en mi trasero.

— ¿Noona, sabes qué? Voy a conservar la calma por esta noche. Sólo quiero tenerte entre mis brazos, besarte y dormir pegado a ti.

— ¿Todo eso con la mano en mi trasero?

— No pienso sacar la mano de ahí hasta que me tenga que levantar.

— Pues es justo. Pienso hacer lo mismo.

Jimin acerca su rostro al mío, besa mi frente, mis mejillas, mi nariz y me da un leve beso en los labios. Ya no puedo contenerme más. Quizás no planee llegar mucho más allá, pero necesito probar sus labios de una manera un poco más... deliberada. 

Aún con la mano en su trasero, me levanto un poco para quedar a su altura. Inconscientemente mi lengua pasea por mis labios, humedeciéndolos... Beso sus comisuras, su labio superior, luego su carnoso labio inferior y le doy una pequeña mordidita cariñosa.

— Noona, si te vas a poner así voy a romper mi promesa.

— Shhhh. No vas a romper nada, sólo déjame besarte como quiero hacerlo desde el primer momento en que te vi ¿Si?

— Bueno pero después no te quejes si....

«Ya cállate Jimin». Estampo mis labios contra los suyos con toda la pasión que vengo reservando, me separo un poquito para pasar suavemente mi lengua por sus labios, sintiendo su suavidad y su calor. «Voy a tener que sacar mi mano de dónde está si quiero hacer esto bien»

- Oye dijiste que...

«Que te calles» Vuelvo a besarlo, tomándolo por la nuca para atraerlo un poco más hacia mí. Mi lengua se abre paso entre sus labios, lentamente, buscando la suya; el sabor del café todavía perdura, puedo sentirlo mientras su lengua encuentra la mía. Mi interior está en llamas, tranquilamente podría ir más allá, con este beso profundizándose, haciéndose más apasionado cada vez. Por esta vez, decido dejarlo pasar, separándome suavemente de él mientras dejo algunos suaves y húmedos besos más sobre sus labios, ahora hinchados y rojizos. 

— Noona... Eso fue... —creo que es la primera vez que se le pierden las palabras

— Si...  No hace falta que termines la frase , opino igual —le respondo, apretándome contra su pecho un poco nuevamente. 

Es un buen besador, sigue sumando habilidades a la lista. Si bien tengo curiosidad por saber que otras habilidades tiene, prefiero guardarme eso para después.

— ¿Te parece si dormimos? —vuelvo a posar mi mano en su trasero, después de acariciar su suave cabello.

— Me parece. Si no dormimos ahora, no voy a poder seguir conteniéndome.

— Buenas noches entonces, mi dulce y hermoso Jimin— le doy un besito suave y me acurruco contra él.

— Buenas noches, mi hermosa y adorable Noona...

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