38.


- ¿Ahora sí vas a decirnos de dónde coños sacaste las entradas VIP? Ya me estoy cansando de las vueltecitas, mi querida - Jill me increpa, apoyando el brazo sobre la mesada impidiéndome el paso, con su mejor cara de "más vale que me contestes, si no quieres morir".

Por todos los medios posibles intenté esquivar este momento, al menos lo intenté mientras nuestra comunicación ocurría a través de la pantalla de celular. Pero ahora que están las tres en casa y este es el día en el que se termina el secretismo, estoy juntando coraje para decirles la verdad. Al menos una parte ella.

Jade mira divertida toda la escena, con aires de superioridad por haber sido la primera en enterarse de absolutamente todo, observando como juego con Jill al gato y al ratón. Afortunadamente mis tres amigas congeniaron desde un principio, no es para menos siendo que están todas locas. Sobre todo la australiana y mi coterránea que se parecen bastante entre sí, debo decir.

- Jill, si me dejas llevar el vino a la mesa con mucho gusto te lo explico. Deja de ser un grano en el culo por cinco minutos -corriendo su brazo de delante de mi cara, paso de ella para hacer lo que debía, colocando una botella de vino tinto sobre la mesita ratona junto a las tres copas que, también con dificultad, había dejado.

Era temprano todavía, apenas las siete de la tarde y habíamos quedado en mi apartamento para arreglarnos juntas como si tuviéramos diecisiete años, a punto de salir a la disco. Nunca entendí esa manía compulsiva que tenemos las mujeres de hacer todo en grupo, pero acepto la convención social porque me resulta divertido, salvo esa de ir al baño. Finalmente descorcho la botella y ,como buena anfitriona que soy, le sirvo una copa a cada una quedándome yo con mi clásico café, porque con los nervios que cargo soy incapaz de meter cualquier otra cosa en mi estómago anudado. Todavía me estoy preguntando a qué se refería Jimin con eso de las sorpresas.

- Bueno... Ya estamos servidas. Suéltalo Victoria San -Yuuko interviene inmediatamente después de que apoyo mi trasero en el suelo, sin darme espacio siquiera para tomar aire.

- Vamos Vicky, las tienes muriéndose de curiosidad hace más de una hora -Jade me insta a abrir mi boca en ese mismo instante.

- ¿Las? - Jill notó el furcio que el subconsciente de Jade acaba de cometer, dejando a esta de una pieza tragando saliva desesperada.

- Si... Las. Tuve la desgracia de que Jade me agarrara con las manos en la masa. Ella ya sabe la razón de las entradas VIP. De todos modos, deberían estar disfrutando en lugar de hacerme un cuestionario policial.

- HABLA YA

- Bueno, bueno. Calma esas ansias Jill... Les explicaré, tampoco es la gran cosa... -tomo una gran bocanada de aire, antes de sacar de mi boca como por un tubo la información -Tengo entradas VIP porque trabajo para ellos, la compañía me las obsequió por mi cumpleaños junto con el merchandising que van a ver en mi cuarto -es una mentira parcial, no pienso decir nada sobre Jimin y Jade lo nota, mirándome con reprobación por no ser completamente honesta.

« Se van a enterar de todos modos», pienso mientras mi estómago me da el enésimo aviso de que mis nervios están a punto de estallar.

- ¿Trabajas para BTS? Nunca nos dijiste nada, estoy ofendidísima en este momento -Jill tiene la peor cara de mierda que jamás le haya visto.

- Nunca preguntaron para quien trabajaba, por si no se dieron cuenta. De todos modos no iba a decírselos, tengo un contrato de confidencialidad.

- ¿Y si todavía lo tienes por qué nos lo confiesas hoy? Podrías haber dicho que te las ganaste en un sorteo de la radio, o algo así -Yuuko está más despierta que de costumbre. Ninguna deja escapar un mínimo detalle de lo que digo.

- Porque se termina hoy. Es el último concierto, como ya sabrán porque salió hasta en las noticias marcianas. ¿Ya me dejan en paz? Quisiera terminar mi café y poder empezar a arreglarnos, salvo que vayamos a salir con estas pintas de recién levantadas -soy cortante en cada una de mis frases, no tengo ganas de contestar a nada más. Tengo un presentimiento raro sobre esta noche, así que preferiría disfrutar de la compañía de mis queridas amigas y dejar este tema.

- Tienes razón -Jade sale al rescate - Tenemos poco más de hora y media hasta que nos pasen a buscar.

- Suficiente tiempo para mí, con quince minutos estoy perfecta -Dice Jill sorbiendo de su copa de vino como si no hubiera un mañana, sólo para rellenarla al instante.

- ¿Jill, me puedes explicar por qué razón estás tomando de esa manera? Te ves más histérica de lo normal -espeto, de repente.

- Porque si voy a estar cerca de esos siete sementales, mínimo necesito una botella de vino entera para enfrentarme a ellos. No capto cómo es que ustedes están tan tranquilas.

«Si... estoy tranquilísima», el nudo en mi estómago no hace más que seguir contrayéndose.

- A mí me dan lo mismo, voy porque quiero pasar el rato con mis amigas y eso es todo -Yuuko se ve tan impasible con respecto al tema, que me saca una sonrisa al instante. No le interesa nada, en lo más mínimo.

- Trabajo para ellos, ya los conozco Jill. No hay razón para sentirme nerviosa -miente, miente, que algo quedará.

- Me sumo a Yuuko San en esto -Jade da un sorbito de su vino tinto, con total pasividad. A pesar de que sabe lo que significa para mí estar allí en el día de hoy, está tan calma como agua de tanque.

- Bueno... en ese caso -Jill rellena su copa por cuarta vez -Con permisito dijo Monchito -ahí nomás se zampa la copa completa como si quisiera emborracharse lo más rápido y eficazmente posible.

Media hora más tarde, con Jill hasta las pestañas de tinto, nos levantamos para comenzar a arreglarnos. Por lo visto la australiana está completamente decidida a hacerme ver como una vampiresa, porque se pone a sacar conjuntos de mi armario combinándolos cómo si en lugar de a un concierto, fuera a bailar en el caño de algún bar de mala muerte. No sé en qué momento se desmadró tanto la cosa, como para que entre las tres se pusieran a elegir la ropa que me voy a poner.

A trompicones las empujo para correrlas de mi armario, haciendo espacio para poder buscar el conjunto que realmente me quiero poner. Jimin me dijo que, por esta vez, llamara la atención, pero no quiero hacerlo pareciendo una señorita de la noche, no sé si me explico.

- Vamos a hacer algo -propongo- ¿Qué tal si pongo algo de música y cada una se dedica a lo suyo silenciosamente? No necesito asesoras de vestuario, me puedo vestir sola, mamis.

- Me parece una idea excelente -Apoya Jade.

Conecto mi celular a los parlantes, buscando algo que sé que a todas les va a gustar, dado que nos criamos en la misma época. Una buena lista de música electrónica de los 90 para levantar el ánimo. Un beat bastante pegadizo, comienza a sonar cuando un tema de DJ Bobo aparece. Automáticamente las tres comenzamos a mover los pies al ritmo de la música, mientras cada una se pone a lo suyo.

https://youtu.be/_0JrmT3FjBE

Ahora que estoy en paz, puedo elegir mi conjunto para esta noche. Me decanto por un chupin de color morado intenso, con roturas en casi todas partes y de tiro alto. Un crop top blanco y suelto de cuello bote, que permite ver un poco de mis clavículas ahora marcadas y unos borcegos acordonados que llegan a la mitad de mis piernas. Completo el look con un cinturón negro de charol, unos pendientes argolla gigantes y, obviamente, la sudadera de BTS negra cruzada sobre mis hombros. «No sea cosa de que me dé frío y me quede ahí congelándome mientras tanto», pienso mientras me miro al espejo, notando que esta nueva Victoria se ve de puta madre. El cabello enrulado cuelga libre sobre mi cintura, tan sólo con una pequeña raya al costado en la zona de la frente, dejando ver mi cara al completo mientras doy pequeños retoques al maquillaje, un poco más extravagante de lo que estoy acostumbrada.

- ¿Qué tal me veo? - pregunto, todavía insegura de haberme pasado con esa combinación de morado y blanco que decora mis párpados.

- ESTAS DIVINAAAAAAA -gritan a coro, como si se hubieran puesto de acuerdo.

- Gracias... -el rojo de mis mejillas se deja ver por primera vez, ahora que me acuerdo para quién me acabo de vestir de esta manera tan nueva para mí.

- Si esta noche no terminas con alguno de esos hombres, dejo de llamarme Jill -su afirmación rotunda no hace más que sacarme una risotada. Si tan sólo supiera...

Quince minutos después y ya con todo listo. Me resta tomar mi bandolera negra para guardar billetera, documentos y celular. El timbre suena. Por la hora me doy cuenta de que debe ser el coche de la empresa que viene a buscarnos, así que me limito a contestar con un "Ya bajamos, un momento por favor" y arrastro a mis amigas fuera de mi apartamento como alma que lleva el diablo. Mis nervios están en su punto álgido. Sólo quiero llegar y que todo esto se termine. Por fin se va a terminar la espera, junto con el secreto.

Dentro del auto todo es un jolgorio, las chicas van hablando entre sí, riéndose como descocidas de vaya uno a saber que, porque no estoy prestando la más mínima atención. Mis ojos están centrados en el paisaje nocturno que pasa ante mí, mientras intento controlar mi respiración para no colapsar. Aquellas tres no parecen darse cuenta de que estoy perdida en una nube o puede que se hayan dado cuenta y que les dé igual. Me conocen lo suficiente como para no molestarme, además de que están un poco pasadas de alcohol. Sobre todo Jill.

Treinta interminables minutos después, nos encontramos con el auto descendiendo hacia el garaje que se ubica bajo el estadio. Jimin tenía razón, la puerta trasera es un infierno de mujeres gritando, paparazzis y empleados de seguridad intentando contener la situación. Supongo que están esperando verlos entrar pero, si estoy bien informada, ellos están dentro desde hace unas cuantas horas ya. Pruebas de sonido, exploración del escenario, pruebas de efectos especiales y todo aquello que nos es ajeno al común de los mortales.

Tal y como Jimin me pidió, le envío un mensaje de texto avisándole que estábamos allí. El chofer recibe una llamada inmediatamente después y nos guía hasta un ascensor ubicado a la derecha de dónde nos encontrábamos.

- Pulsen el 2, las recibirán allí. Tengan a mano sus pases, por favor -muy educadamente nos guía y se nos queda mirando hasta que las puertas del ascensor se cierran.

Mi idea era que, probablemente, alguien del staff vendría a recibirnos para llevarnos a los camerinos, los cuales estaban habilitados para nosotras gracias al pase de backstage que venía con las entradas. Cuán grande fue mi sorpresa al ver que quien nos recibía era el mismísimo Jimin, portando una enorme sonrisa y mirándome de arriba abajo como si quisiera comerme. Ganas de vomitar, eso fue lo que sentí en ese momento.

- Cariño... ¡Llegaste! -dice tirando de mí, haciéndome salir del ascensor en un parpadeo, para tomarme entre sus brazos y abrazarme hasta dejarme sin aire.

- ¿Cariño? ¿Qué está pasando aquí? No me digas que esa persona que le mandaba mensajes era... -detrás de mí, Yuuko y Jill están cuchicheando respecto a lo que acaban de ver, por supuesto que totalmente atónitas ante la repentina revelación. Lo único que consigo ver a un costado de mí, es a Jade mordiéndose los labios con fuerza para no estallar en una carcajada ante la escenita que están montando aquellas dos.

- S-si... Llegué -quiero que me trague la tierra, pero YA.

Jimin deposita un casto beso sobre mis labios, apartándose de mí en el acto para saludar a mis amigas. Sin dejar de tomarme por los hombros, eso sí. No sea cosa que me vaya a ir corriendo de allí inmediatamente, ante la vergüenza monumental que estoy pasando.

- Buenas noches, chicas... Jade ssi, un gusto verte de nuevo.

«Me quiero morir». Las miradas de Yuuko y Jill de dirigen a mí como puñales. Si hubieran podido asesinarme en ese momento, lo hubiesen hecho sin dudar.

Después de las presentaciones de rigor, Jimin nos guía hacia los camerinos donde se encuentra el resto de los chicos. Todos ellos están haciendo un escándalo allí dentro. Cantando, bailando, molestándose entre sí como lo hacen siempre. Nada fuera de lo normal, salvo porque se ven como un panteón de dioses griegos enfundados en esos trajes negros.

- ¡¡¡¡¡¡NOONA!!!!!! - el montón de guapetones se acerca a mí al mismo tiempo, dándome un caluroso abrazo cada uno. Inclusive Yoongi está siendo cariñoso, a pesar de que el contacto humano le gusta poco y nada.

- ¡Hola chicos, gusto en verlos! Mucho tiempo sin saber de ustedes, los extrañé... -que más da, la realidad es que los extrañé. Son una manada de locos muy queribles -Les presento a mis amigas: Yuuko, Jill y Jade -las señalo una por una y ellos hacen lo propio presentándose a sí mismos, aunque en realidad no hiciera falta.

Extrañamente los nervios desaparecieron al instante en el que los vi a todos juntos. Sus amables sonrisas, su reacción al verme, todo me recordó que ahora me habían adoptado en su familia y sus actitudes lo demostraban. El staff, que estaba en la sala atareado terminando de hacer su trabajo, se quedó de piedra cuando nos vio entrar. Más de piedra se quedaron cuando notaron que Park Jimin tenía a esta mujer atrapada de la cintura y no parecía dejarla ir a ninguna parte.

Mis amigas no son la excepción. Parece que a Jill se le pasó la borrachera en el preciso momento en el que vio al platinado arrastrándome fuera del ascensor. De hecho, ninguna de las tres consigue articular palabra alguna, más allá de un tímido saludo.

- Bueno, las voy a guiar al sector desde el cual van a mirar el concierto, ya casi empezamos -Jimin nos guía por los pasillos semi oscuros del backstage hacia el costado del escenario desde donde podemos ver absolutamente todo. -Por cierto, estás hermosa cariño -susurra en mi oído antes de dejarnos allí, en nuestra posición privilegiada, dejando un beso húmedo sobre mi frente.

- Vas a tener que dar mil millones de explicaciones después de esto, Victoria. ¿Park Jimin? ¿En serio? - Jill está cruzada de brazos y puedo jurar que tiene ganas de golpearme hasta dejarme sangrando en el piso, sólo con ver la cara que lleva.

- Perdón chicas... De verdad lo lamento -un puchero totalmente honesto se forma en mis labios.

- ¿Perdón de qué? Estás loca si piensas que voy a enojarme por esconderlo. Entiendo perfectamente Vicky San. Sabes cómo es Jill, no le hagas caso -un abrazo de Yuuko me hace sentir mejor. Jill, al ver esto, destensa su cara para sumarse al abrazo grupal mientras mi mano se estira fuera, para tomar a Jade y sumarla también. No sé qué haría sin estas hermosas mujeres en mi vida, para ser honesta.

Cuando terminamos nuestro abrazo, ya liberada de la tensión inicial, presto atención a mis alrededores. El estadio está repleto hasta arriba de gente, unas pequeñas luces redondas se agitan en la oscuridad del espacio abierto y los gritos (femeninos en su mayoría) no dejan de corear los nombres de los chicos uno por uno. Se me pone la piel de gallina, al darme cuenta de la magnitud de la situación que estoy viviendo.

De repente, todo se oscurece aún más y un denso humo comienza a aparecer en el centro del escenario, acompañado con luces de colores cambiantes. Un sonido de tambores estridente me hace sobresaltar, dejándome intrigada acerca de lo que va a pasar, totalmente inmersa en aquel escenario en el que los chicos van a aparecer en cualquier momento. Salgo de mi congelamiento cuando Yoongi pasa corriendo a mí lado tirándome algo por el camino.

- ¡Victoria, agarra esto! ¡Lo vas a necesitar!

« ¿Una caja de pañuelos descartables, que diablos pasa? » pienso, al momento en el que cuatro plataformas salen de golpe de abajo del escenario, presentando a Jimin, Jk, Jin y Tae que comienzan a cantar a capella una de sus canciones. No pasa mucho rato para que un beat intenso aparezca. Allá van Nam, Suga y Hobi a hacer lo propio, saliendo por los costados y por detrás del escenario. Con razón Yoongi había pasado tan rápido que, por poco, me deja girando como un trompo.

El concierto es un total descontrol. Todos saltan, cantan y bailan al ritmo de su música, incluidas nosotras que, sepamos las canciones o no, estamos poseídas por el momento. Puedo escuchar algún que otro grito con comentarios subidos de tono, dedicados a Jimin y al resto, pero no puede importarme menos. Estoy extasiada, disfrutando como nunca de poder ver al hombre que amo, haciendo lo que sabe. Jimin se está dejando la vida en el escenario, no puedo dejar de mirarlo totalmente hipnotizada a cada paso que da o movimiento que hace. Profesionalismo en su estado puro, de parte de los siete.

Una hora y media después de cantar, bailar y no sé cuántos cambios de vestuario, hacen la típica amenaza de irse para luego volver y dar el bis. Desaparecen de nuestra vista de golpe y porrazo, por el costado del escenario contrario al nuestro, dejándonos a todos con ganas de más. Ni siquiera yo quiero que se termine, tan a gusto que estoy aquí.

De un momento a otro, una luz púrpura se enciende sobre el escenario, apuntando a un punto fijo. Dentro de ese punto está Yoongi totalmente vestido de blanco, sentado frente a un piano de cola tan blanco como su atuendo. Una melodía familiar llega a mis oídos. Desde el momento en el que presionó las teclas del piano, sé lo que está tocando. Es una de las canciones que le envié...

Entendí el porqué de los pañuelos cuando veo a Jimin aproximarse y sentarse en una banqueta alta, cantando las primeras notas de la estrofa principal. Uno a uno, el resto se va sumando a la melodía, mientras mis ojos se convierten en las cataratas del Niágara ante esta visión. Mis párpados se cierran instantáneamente, permitiéndome escuchar en profundidad aquello en lo que Yoongi había trabajado. Los arreglos que le hizo al tema, los agregados de rap para su línea, las armonías vocales. Todo está perfectamente combinado para hacer que una simple canción que no me valía para nada, sea ahora una balada matadora. Min Yoongi hizo magia de la simpleza. Los chicos hicieron que mi música tome vida propia, delante de miles de personas y yo... Bueno... No puedo estar más agradecida con la vida, por haberme puesto en el camino de Park Jimin.


Y... SE TERMINÓ!!!!! Final feliz, como a mí me gustan. Meloso, como a mí me gustan y lacrimógeno, como a mí me gustan. 

Queda un capitulito de after, así que me despido ahí. 

Abrazo violeta!

Noona ♥

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