Capítulo VI
Durante el día Leslie se sentía como en una nube, no acababa de hacerse a la idea; por fin compartiría lecho con su marido, y en sus aposentos.
Tenía sentimientos encontrados, su cuerpo rebosaba adrenalina por la angustia que había pasado cuando se sintió descubierta. Pero la cosa no había terminado mal para ella, más bien todo lo contrario, tendría una oportunidad para acercarse a él y conquistarlo. ¿Pero eso era lo que ella quería? ¿Realmente Williams no le había dado la menor importancia, a lo que estaba haciendo en la despensa?
Apenas podía pensar de forma racional. Aquel beso le había abierto la puerta a un sinfín de sentimientos y emociones; desconocía hasta dónde podía llegar sin perder la cordura, su cuerpo vibró bajo el contacto Williams. Se dejaba llevar por un sueño, rememorando una y otra vez el beso.
Si hasta ahora había dudado de los sentimientos de él hacia ella. Dejando por sentado que Williams no sentía nada por ella, tan sólo desprecio por ser una Mac Duggal . Ahora sabía que, al menos, no le era indiferente, que existía una atracción entre ambos, y que cuando permanecían juntos, más de un cierto tiempo, la química de sus cuerpos reaccionaba y se buscaban para saciar su sed. Una sed que ella sentía que iba en aumento. No creía que fuera amor, más bien era algo tan terrenal y primitivo como el deseo que una mujer siente en su bajo vientre antes de un orgasmo; excitación, estremecimiento; y ansias de algo más íntimo en su interior. ¿Él habría sentido lo mismo?
***
Su nana se había encargado de todas sus pertenencias y las había trasladado a la torre del hada, a mediodía; hasta entonces, vetada tanto a ella como a su sirvienta.
El jefe del clan MacGregor salió de la estancia, a grandes zancadas, dirigiéndose al patio de armas, donde sus más fieros guerreros le esperaban, para las clases matutinas de lucha. Necesitaba desfogarse y ellos serían su vía de escape, para aplacar sus calenturientos pensamientos.
Aquella mañana había bajado al salón para desayunar con Leslie, cuando el olor a pan caliente y a galletas le llamaron la atención. Sabía por Alex que su esposa había bajado a la cocina ,como todas las mañanas, unas horas antes. Pregunto por ella y al no recibir una respuesta de dónde se hallaba exactamente, decidió buscarla por su cuenta.
Sus extraños paseos por la Torre vieja y por las almenas, donde alguna vez la había visto mirar a la Luna con tristeza. La extraña conversación que tuvo Cedric con Leslie, justo antes de marcharse, activo su desconfianza. No pudo escuchar lo que hablaban, pero le pareció muy sospechoso.
Según se marchaba de la cocina escuchó unos pequeños ruidos en la despensa, y cuando la encontró allí, rebuscando debajo de las estanterías sus sospechas se afianzaron en su mente.
Recordó unas viejas palabras, que su hermano mayor le había dicho en una ocasión, "Ten siempre cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos." Seguiría ese sabio consejo, y la pondría prueba para vigilar su comportamiento.
La decisión de tenerla en su habitación, no era una decisión precipitada, sino más bien al contrario, era algo meditado; debía averiguar si sus sospechas eran ciertas.
Leslie podría ser el caballo de Troya de sus enemigos, y debía averiguarlo cuanto antes; por el bien de su clan y de él mismo. Tenía un gran autocontrol de sus sentimientos y pensamientos en el campo de batalla. Conseguía mantener la mente fría, concentrarse en la mejor opción para conseguir el éxito, y salir vencedor, pero con Leslie tenía problemas, para encontrar una solución satisfactoria. Su cabeza decía una cosa, su corazón otra, y su cuerpo parecía ir por libre, tan solo se dejaba llevar por un deseo primitivo, por poseerla y hacer la suya.
Aquella mañana Leslie casi no pudo ni comer, por los nervios en el estómago que se habían ido acumulando poco a poco, desde el momento en que Williams la había besado en aquella despensa.
Cuando ella fue a visitar la habitación se dio cuenta de lo magnífica que era. Las paredes estaban cubiertas de Tapices, como en la antigua torre, pero las partes en las que se veía la piedra, podía apreciarse el encalado en blanco, que proporcionaba calidez y luminosidad, al granito gris oscuro del castillo. El suelo estaba cubierto de madera noble de los abetos del bosque cercano. Una gran chimenea, en la pared central, se llevaba toda la atención un cuadrado en la parte superior con el escudo de armas y debajo una gran espada que por su apariencia parecía realmente pesada de las que se debían sujetar con dos manos.
Los muebles eran realmente hermosos, aunque sobrios. Dos baúles, un par de sillas al lado del fuego y una pequeña estantería que hacía las veces de mesita junto a un sillón le llamó la atención, porque había unos libros perfectamente colocadas, que parecían muy antiguos. Al girarse y ver la gran cama con dosel, frente a ella, no pudo evitar imaginarse junto a Williams; abrazada a un cuerpo tentador, fuertes músculos que la sujetaban.
— Señor, ¡Que calor! — apenas fue un susurro, que salió de su boca.
— Mi querida niña, ¿Ha ocurrido algo? — Fedra había entrado en la habitación, y ella absorta en sus pensamientos, no la había escuchado.
— ¿Que? No-no, no hay nada de qué preocuparse, mi querida nana.
— ¡No sabes cuánto me alegro de que su marido haya recapacitado!, y por fin acepte...
— Fedra yo también estoy muy contenta. — la realidad, es que lo estaba, albergaba en su corazón una pequeña llama de esperanza.—, así ya no tendrás que preocuparte de mí, cada noche.
Leslie le dio un tierno beso en la mejilla a su vieja y querida Fedra, saliendo después de la estancia, para dirigirse al salón, donde le esperaba su esposo, como cada noche.
***
— ¿Estás seguro de lo que estás haciendo?
— ¿Porqué lo preguntas, Alex? ¿No sé qué quieres decir?
— Veo un interés en ti, que no es que tenías al principio, tus ojos no me pueden engañar.
— Tan sólo lo hago para que cesen las habladurías sobre mi matrimonio a prueba. Soy consciente de que Leslie sufre con sus comentarios; Es una mujer y tiene su orgullo. Que su marido la rechace en su lecho, no debe resultarle agradable.
— ¿Eso quiere decir que estas reconsiderando el hacerla tuya?
— No, mi decisión es firme. No deseo causarle daño alguno. Tan solo será una forma de acallar comentarios y de tenerla más vigilada.
— ¿Sigues desconfiando de ella?
— Si, si esta mañana la he encontrado en la despensa...
— ¿En la despensa? ¿Y que hacías tú, en un lugar para las mujeres?
— Emmm, yo la fui a buscar y... la encontré en el suelo buscando, no se que cosa.
Williams volvió su cara, para que no le clavase la mirada de interrogatorio, su hermano le conocía bien. Podía ser jefe del Clan, pero su familia era su punto débil.
La tragedia de la muerte de Adam, su hermano mayor, y de su sobrino, a manos de los McCloud fue un duro golpe. Él no debía haber sido el jefe del Clan, Adam es el que tenía el honor de serlo y después sería su hijo Arthur, pero ambos murieron en una batalla defendiendo el Castillo Shelton. A Williams le gustaban los libros e incluso había pensado en una vida monacal, antes de la tragedia. Pero el odio, la rabia y la venganza le hicieron tomar el camino de las armas, y convertirse en el más fiero de los guerreros de los Highlands. Muy pocos jefes sabían leer y escribir a la perfección, y muchos menos tenían conocimientos de matemáticas y de historia antigua.
Todos estos conocimientos le hicieron merecedor de un aprecio y de un cariño especial, de todo su Clan. Era justo y amable con todo el mundo, fuese de la clase social que fuese; los trataba de igual modo, con severidad pero también con nobleza.
— ¿Porque me da la impresión de que a sucedido algo, entre tu y Leslie?
Estaban caminando por el borde de las almenas y Williams apoyo sus grandes manos sobre una piedra. Miró durante un instante las rocas y el mar; el suave vaivén y el sonido del agua chocando contra ellas le relajaban.
— Está bien Alex, a ti no te puedo mentir. la besé... no sé cómo sucedió pero la besé.
— ¡¡La Besaste!! ¿Como que la besarte?
— ¡No alces la voz, por Dios te lo pido! — su voz sonaba arrepentida, apoyo la cabeza sobre sus manos y el pelo suelto le tapó la cara. — Ella estaba allí, yo me acerque. Luego la toques su cara, su pelo, y una cosa llevo a la otra... ¡ella me lo pidió! me pidió que la besara, y lo hice.
— Hermano, esto lo cambia todo.
— No, no cambia nada. Tan solo ha sido un beso. — Pero a quién quería engañar, no fue solo un beso. —, yo hablaré con ella, le haré entender que ha sido un error, y que no volverá a suceder. No pasará de esta noche, sin que hablemos de lo sucedido.
— Créeme si te digo, que las mujeres son muy complicadas, Un beso no es tan solo un beso, para ellas. Que te sirva de ejemplo, nuestra hermana Margaret. Han pasado 2 años y su actitud no ha cambiado, está triste, huraña y huye de la gente. Mide bien tus palabras, cuando hables con ella, pues puedes provocar mucho dolor.
Alex le puso la mano en el hombro, le dio unos golpecitos, y después se marchó, para dejarlo a solas con sus pensamientos. Williams no quería ser como el bastardo de Cedric, y no permitiría que sus instintos como hombre, rebasaran el límite de su cordura. Pero en esta Unión a prueba, ambos saldrían dañados.
El hermano pequeño de Williams, fue muy amable con Leslie, especialmente aquella noche. Aunque realmente, desde que llegó, había sido el único que había estado más cercano, y le había ofrecido su amistad, e incluso a ella le dolía admitir que mucho más allá de las atenciones de su marido, Alex parecía realmente interesado en ella. Almenos es lo que había percibido durante ese mes, en el castillo.
Horas más tarde en la habitación ella tenía los nervios a flor de piel.¿Como era la intimida te entre un hombre y una mujer? Desconocía por completo y lo que debía hacer o decir, para satisfacer a su marido.
Volvería a ponerse aquel llamativo camisón, de la noche de bodas para ella seria su primera experiencia, y quería sentirse hermosa para él.
Se preguntó si era mejor esperarle en la cama o quizás sentada cerca del fuego. Pero se quedó paralizada en el centro de la estancia, cuando escucho la puerta abriéndose, y después cómo se cerraba detrás de ella.
Williams se deleito viendo el cuerpo perfecto de su esposa, através de aquella fina tela, gracias a la luz que proporcionaba el fuego de la chimenea. Venía dispuesto a hablar, pero como siempre, cuando estaba a su lado, todo era más difícil y complicado.
— ¿Qué haces así? ¡¡Cúbrete!! si hubiera sido otro... te prohíbo que vuelvas a usar ese tipo de ropa, en mi presencia.
Tan pronto salieron esas palabras de su boca, sintió un gran arrepentimiento, por lo que estaba haciendo. Debía decepcionarla, debía hacerla creer que no le importaba, para que no se hiciera ilusiones.
Si en ese momento la hubieran clavado un puñal, no habria sentido tanto daño, como el que le estaba haciendo Williams, con sus palabras.
¿Qué es lo que había pasado, en el intervalo entre la mañana y la noche?, ¿Porqué había cambiado su actitud,con ella?. Su voz sonaba enfadada, además de fría.
A grandes pasos él se dirigió directo a la cama, cogió una de las pieles que la cubrían, y se la tiro a los pies, para que se tapase.
— ¿Por qué? ¿Qué he hecho para que me trates así?
A Leslie la única respuesta que se le ocurría, era que la había descubierto; de alguna manera, había descubierto sus planes. Y ahora debía enfrentarse a su castigo por traición. Su cuerpo temblaba, y apenas podía controlarlo, cuando se agachó y se envolvió en la piel.
— Perdonarme mi señor, yo-yo no quería... — sus rodillas no pudieron sostenerla, ni un segundo más y cayó frente a él.
Williams abrió desmesuradamente sus ojos; ante la presencia de aquella mujer a sus pies. ¿Porque le había gritado de aquella forma? ¿No se lo merecía?
— Perdóname Lesly, perdóname tú a mí. Lo siento.— William se agachó inmediatamente y la tomo en sus brazos, llevándola directamente a su lecho, sin decir una palabra, hasta que llegó allí. — Soy un necio, un bruto, un animal que...
Ahora sí que Leslie no entendía absolutamente nada, que estaba pasando. Estaba perdida, pero sabía que debía permanecer en silencio, hasta que él se explicase con mayor claridad.
— Lo de esta mañana, no se volverá a repetirse. lo prometo. Tienes que saber, que no quiero que albergues ningún tipo esperanzas, para nosotros.
— ¿Puedo haceros una pregunta? mi señor.
— Leslie, llámame Williams, por favor.
— Entonces, ¿Porque me habéis traído a vuestros aposentos, si no vais a ejercer vuestros derechos como marido? Si Tan desagradable os resulto ¿Porqué...?
— Yo tan solo quiero protegerte, cuidar de ti, hasta que acabe el año, y te devuelva tu familia. ¡Y por todos los Santos! no me resultais, en lo absoluto, desagradable.
Él se obligó a soltarla y a separarse de ella, para dirigirse al fuego, y reconfortarse junto a las llamas. Quería medir bien sus palabras, pero cada vez que abría la boca, veía como la expresión Leslie iba cambiando, del miedo del principio, a la rabia contenida en estos momentos. Sus ojos violetas, se habían oscurecido, su cuerpo estaba tenso como la cuerda de un arco, antes de disparar su flecha. Sentada en la cama, observó los puños apretados, sobre la piel.
Leslie tenía muchas virtudes, y entre ellas la paciencia estaba llegando a su fin. En cuanto a sus defectos, quizás el peor de todos es que, salia su alma la guerrera, cuando alguien le hacía daño; olvidaba las formalidades y decía lo que sentía sin tapujos.
***
Gracias por leer esta historia. Me gustaría que tuvierais algún tipo de referencia conmigo, y al menos, si os gusta, hicierais un click en la estrellita.
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