Capítulo 7

Destellos y Chispas

Luego de comer Thalíra había planeado pasar la tarde entrenando en el área de combate cuerpo a cuerpo. Sin embargo, sus planes cambiaron drásticamente cuando un par de hijas de Afrodita la interceptaron justo después del desayuno.

—Thalíra, ¡tienes que venir con nosotras! —dijo Lila, una de las hijas mayores de Afrodita, mientras la tomaba del brazo con una sonrisa radiante.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Thalíra, desconfiada.

—¡Es un crimen que alguien con tu cabello lo mantenga siempre atado en una trenza tan... funcional! —exclamó Camila, otra hija de Afrodita, poniendo énfasis en la última palabra como si fuera una ofensa personal.

—Es práctico, —protestó Thalíra, intentando liberarse, aunque las dos chicas no parecían dispuestas a dejarla ir.

—Lo práctico no tiene por qué ser aburrido, —respondió Lila, guiñándole un ojo—. Además, somos tus hermanas. ¡Déjanos mimarte un poco!

Antes de que Thalíra pudiera oponer más resistencia, se encontró siendo arrastrada hacia la cabaña de Afrodita. El lugar, como siempre, irradiaba un aroma dulce y relajante, con una decoración tan impecable que Thalíra se sintió fuera de lugar al instante.

—Esto es... demasiado brillante, —murmuró mientras Lila y Camila la sentaban frente a un gran espejo.

—Shh, confía en nosotras, —dijo Camila, empezando a deshacer la trenza de Thalíra—. Solo espera y verás.

Thalíra se resignó con un suspiro. Mientras trabajaban, las chicas charlaban animadamente sobre la vida en el campamento, compartiendo anécdotas sobre los demás campistas y dando pequeños consejos de supervivencia social que Thalíra escuchaba a medias. Sentía una extraña calidez al estar rodeada de sus "hermanas", aunque sus métodos fueran completamente opuestos al caos de la cabaña de Ares.

Después de un buen rato, Lila dio un paso atrás, examinando el resultado con una sonrisa satisfecha.

—Perfecto.

—No me mires así, —dijo Thalíra, frunciendo el ceño—. ¿Qué me hicieron?

—Solo un toque de magia, querida hermana, —dijo Camila, dándole un pequeño empujón hacia el espejo.

Thalíra no pudo evitar quedarse sin palabras al verse reflejada. Su cabello rojo, normalmente atado en una trenza apretada, ahora caía en ondas suaves que enmarcaban su rostro, resaltando sus ojos verdes. Habían añadido un par de pequeños accesorios dorados que brillaban bajo la luz, dándole un aire elegante pero no excesivo.

—Es... —comenzó, pero no encontró las palabras adecuadas.

—Hermoso, lo sabemos, —interrumpió Lila, con una sonrisa triunfante—. Ahora, sal ahí fuera y deslumbra a todos.

Thalíra rodó los ojos, pero una pequeña sonrisa asomó en sus labios.

—Gracias... supongo.

Cuando salió de la cabaña de Afrodita, se encontró con Travis y Connor Stoll, quienes estaban caminando hacia el área del bosque, probablemente tramando alguna nueva travesura.

—¡Eh, Thalíra! —llamó Connor, alzando una mano para saludarla. Sin embargo, su sonrisa traviesa se congeló cuando la vio.

Travis, que estaba a su lado, se quedó completamente inmóvil. Sus ojos se clavaron en Thalíra, y por primera vez en mucho tiempo, el mayor de los hermanos Stoll parecía haber perdido la capacidad de hablar.

—Wow... —fue todo lo que Connor pudo decir, dándole un codazo a su hermano, quien seguía sin reaccionar.

—¿Qué les pasa? —preguntó Thalíra, confundida por sus expresiones.

Travis carraspeó, intentando recuperar la compostura.

—Nada, nada... solo que... te ves... diferente. En el buen sentido, quiero decir, —balbuceó, pasando una mano por su cabello desordenado.

Thalíra arqueó una ceja, sin saber si debía agradecer o sentirse incómoda.

—Mis hermanas maternas, —dijo simplemente, como si eso lo explicara todo.

Connor soltó una carcajada.

—Ah, sí. Las hijas de Afrodita, eso tiene sentido. Aunque debo admitir que hicieron un buen trabajo.

Travis, por su parte, seguía mirándola, tratando de encontrar algo inteligente que decir, pero sus pensamientos eran un caos. Había algo en la forma en que las ondas de su cabello reflejaban la luz y cómo sus ojos parecían aún más brillantes que antes.

—Bueno, nos vemos, chicos, —dijo Thalíra finalmente, incómoda por su atención.

Mientras ella se alejaba hacia el campo de entrenamiento, Connor miró a su hermano con una sonrisa maliciosa.

—¿Qué fue eso?

—¿Qué fue qué? —replicó Travis, aunque su tono lo delataba.

—¡Te quedaste como un pez fuera del agua! —bromeó Connor, dándole un codazo.

Travis negó con la cabeza, intentando ocultar la leve sonrisa que había aparecido en su rostro.

—Cállate, Connor.

Pero mientras caminaban hacia el bosque, Travis no pudo evitar mirar de reojo en la dirección en la que Thalíra había desaparecido, con el corazón latiendo un poco más rápido de lo habitual.

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