Capítulo 5

La Caza del Polvo de Amor 

Thalíra corría detrás de los hermanos Stoll, su lanza resonando con cada paso, mientras el polvo dorado seguía brillando de manera molesta en su cabello y ropa.

—¡Cuando los atrape, los haré correr el doble! —gritó Thalíra, sus ojos brillando con una mezcla de furia y diversión contenida.

Los hermanos, por supuesto, no estaban para nada preocupados. En lugar de eso, se reían y hacían todo lo posible por mantenerse a una distancia segura de la furia que había desatado su broma. El campamento parecía un caos mientras varios campistas observaban, algunos riendo, otros cubriéndose la boca para evitar atraer la atención de Thalíra.

Travis hizo un giro brusco hacia la cabaña de Apolo, pero Thalíra fue más rápida. Con un salto ágil, se adelantó y bloqueó su camino, apuntándole con la lanza.

—¡Esto se acaba aquí! —declaró, respirando pesadamente mientras miraba a los hermanos que intentaban alejarse con sonrisas nerviosas.

Connor, viendo que no había escape, alzó las manos en señal de rendición.

—¡Okay, okay! ¡Tranquila, Thalíra! ¡Es solo una broma!

Thalíra frunció el ceño, sin bajarse de su posición.

—¡Una broma que involucra polvo de amor! ¿En qué demonios estaban pensando?

—Es solo temporal, lo prometemos —dijo Travis, con una expresión sincera que hizo que Thalíra dudara por un segundo, pero no lo suficiente.

—¡¿Y si me enamoro de alguien sin querer?! —gritó, sorprendida por la idea.

Los hermanos Stoll intercambiaron una mirada.

—Eso no es exactamente cómo funciona, —dijo Connor, visiblemente desconcertado.

—No te preocupes —agregó Travis, claramente disfrutando de su caos—. El polvo solo hace que las emociones se vuelvan más intensas. No es como si fueras a enamorarte perdidamente de alguien.

Thalíra lo miró, con una mezcla de incredulidad y creciente frustración. Sin embargo, antes de que pudiera responder, una risa suave llegó hasta sus oídos. Era Will Solace, quien había llegado detrás de ella sin que se diera cuenta, todavía cubierto por el polvo dorado.

—Parece que no hay mucho que hacer ya, Thalíra —comentó Will con una sonrisa divertida. Estaba mucho más calmado que ella, lo que solo aumentaba la irritación de la joven.

—¿Tú también estás...? —Thalíra se giró, sorprendida al notar que él, también, estaba cubierto con el mismo resplandor dorado.

Will se encogió de hombros, tomando con calma la situación.

—Parece que los Stoll se encargaron de esparcirlo por todo el área. Pero no te preocupes, a mí me sucede lo mismo. Aunque —su tono cambió, ligeramente más juguetón— no estaría tan seguro de que el polvo no tenga un efecto si nos quedamos aquí.

Thalíra lo miró de forma desafiante.

—¿Y qué pasa si... mis emociones se salen de control genio? —lo desafió, con una mezcla de sarcasmo y nerviosismo.

Will levantó ambas manos, como si se estuviera defendiendo.

—No creo que sea tan malo, ¿verdad? —respondió con una sonrisa tranquila, pero el brillo travieso en sus ojos era inconfundible.

El tono del chico de Apolo la desconcertó. ¿Era esa una sonrisa que indicaba interés? Thalíra no podía estar segura. Pero no. Lo que estaba sintiendo era, en el mejor de los casos, un incremento de los nervios debido al maldito polvo. Nada más.

De repente, el caos fue interrumpido por un sonido familiar. A lo lejos, en el campo de entrenamiento, un grupo de campistas se estaba reuniendo. Con un poco de suerte, Thalíra podría hacerle una pequeña demostración de su habilidad para calmarse y tomar control, algo que sin duda apreciaría más que correr tras los Stoll como si no tuviera otro objetivo en la vida.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer algún movimiento, una mano la tocó en el hombro. Al girarse, vio a uno de las hijas de Afrodita, una chica rubia que la miraba con una sonrisa de simpatía.

—Parece que los Stoll realmente saben cómo armar un espectáculo, ¿eh? —comentó la chica, ajustando su blusa con un aire despreocupado.

Thalíra la miró, sorprendida por la aparición repentina.

—Yo solo quiero... hacer ejercicio, sin que me molesten.

La chica rió suavemente.

—No te preocupes. Todos somos un poco víctimas de sus bromas. Pero lo importante es cómo decides manejar la situación. Tal vez nada de esto sea tan grave.

El comentario hizo que Thalíra se sintiera un poco más tranquila, aunque aún desconfiada. La sensación del polvo dorado era extraña y su mente no dejaba de jugar con la idea de que, quizás, los Stoll tenían razón en algo.

—¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó la chica, con una curiosidad genuina.

Thalíra no lo pensó mucho, mirando a Will, que ahora estaba intentando deshacerse del polvo con poca suerte.

—Creo que... voy a unirme a la clase de tiro con arco, —decidió, sin dudar, comenzando a caminar en dirección al campo de entrenamiento.

Will la siguió, sonriendo aún, como si no le molestara el enredo.

—Entonces, ¿en qué equipo estás? —preguntó, curioso.

—Aún no lo sé —respondió Thalíra, mirando a los dos hermanos Stoll que, finalmente, habían desaparecido entre la multitud—. Pero me aseguraré de que el polvo de amor no me afecte. ¡A este ritmo, estoy empezando a dudar de todo lo que sé!

Will la observó, divertido por su frustración, pero respetando su distancia, sabiendo que era mejor no meterle más ideas en la cabeza.

El día apenas comenzaba, pero Thalíra ya estaba lista para demostrar que el caos de los Stoll no iba a interferir con su objetivo de entrenar y mejorar.

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