Capítulo 4

Lecciones sobre caos

El sol apenas comenzaba a salir sobre el Campamento Mestizo cuando Thalíra salió de la cabaña de Ares, lista para un nuevo día de entrenamiento. El ambiente aún estaba tranquilo, salvo por los primeros murmullos de los campistas madrugadores. Decidió aprovechar la calma para practicar en soledad, pero ese plan no duraría mucho.

En el Pabellón de Comidas, mientras llenaba su plato de frutas y pan, una voz familiar la interrumpió.

—¡Thalíra! —gritó Travis Stoll, con una sonrisa amplia y sospechosa. Su hermano, Connor, iba justo detrás de él, con la misma expresión de complicidad.

Thalíra suspiró internamente. Había tenido un par de encuentros con los hermanos Stoll desde que llegó, y cada uno había terminado con alguna travesura que la involucraba sin que lo quisiera.

—Buenos días, Travis. Connor, —respondió, manteniendo su tono neutral mientras regresaba a la mesa de Ares para desayunar.

Los dos hermanos no se desanimaron y la siguieron hasta su mesa, ignorando por completo la regla tácita de que cada campista debía sentarse con los suyos. Los hijos de Ares los miraron con recelo, pero no dijeron nada, esperando ver qué haría Thalíra.

—¿Qué quieren? —preguntó finalmente, dando un mordisco a su pan.

Travis se sentó frente a ella con un aire de falsa inocencia.

—Solo queríamos invitarte a... una misión especial.

Thalíra alzó una ceja.

—¿"Misión especial"?

Connor se sentó a su lado, hablando en un tono más bajo.

—Un simple favor, realmente. Hay una... situación en la cabaña de Hermes. Nada complicado. Bueno, tal vez un poco complicado.

Thalíra dejó su pan en el plato y los miró directamente.

—Hablen claro. ¿Qué hicieron ahora?

—¡Nada! —exclamaron los dos al unísono, con demasiada rapidez como para ser creíble.

—Bueno, nada malo... técnicamente, —añadió Travis, rascándose la nuca.

Connor sacó un pequeño paquete envuelto en tela de su bolsillo y lo colocó frente a Thalíra.

—Esto. Necesitamos que lo entregues.

Thalíra miró el paquete y luego a los hermanos, cuyos ojos brillaban con una mezcla de urgencia y nerviosismo.

—¿Por qué no pueden entregarlo ustedes? —preguntó, sospechando que había algo más detrás de todo esto.

—Digamos que... si lo hacemos nosotros, podría haber algunas complicaciones, —respondió Travis, encogiéndose de hombros.

—Y tú eres nueva, así que nadie sospecharía, —agregó Connor con una sonrisa encantadora.

Thalíra cruzó los brazos, manteniendo su expresión seria.

—Si esto es algún tipo de broma, no voy a participar.

—¡No es una broma! —protestó Travis, levantando las manos en señal de rendición.

Connor se inclinó un poco más cerca.

—Mira, te lo explicamos. Es un regalo... para uno de los hijos de Apolo. Pero, uh, accidentalmente lo empaquetamos con algo que tal vez no debimos.

Thalíra frunció el ceño.

—¿Qué tipo de "algo"?

Los hermanos se miraron nerviosamente antes de que Travis respondiera.

—Digamos que... algo que explota.

El rostro de Thalíra se endureció.

—No.

—¡Es seguro! —insistió Connor rápidamente.

—Bueno, seguro para el que lo recibe, probablemente, —añadió Travis, ganándose un codazo de su hermano.

—Ya lo resolvimos. Solo necesitamos que alguien lo entregue antes de que cause... problemas mayores, —dijo Connor, tratando de sonar convincente.

Thalíra los miró durante unos largos segundos, evaluando si valía la pena involucrarse. Finalmente, con un suspiro resignado, tomó el paquete.

—Si esto explota en mis manos, los buscaré, y no les gustará lo que pase después, —advirtió con un tono gélido.

Los hermanos levantaron los pulgares en señal de aprobación.

—Eres la mejor, Thalíra, —dijo Travis, mientras Connor la empujaba suavemente hacia la dirección de la cabaña de Apolo.

Un giro inesperado

El camino hacia la cabaña de Apolo fue más tranquilo de lo que esperaba. Mientras caminaba, Thalíra no podía evitar pensar en la diferencia entre los hijos de Hermes y los de Ares. Sus medio hermanos eran ruidosos y directos, pero al menos eran predecibles. Los hijos de Hermes, por otro lado, parecían disfrutar jugando con las reglas y causando caos solo por diversión.

Al llegar a la cabaña de Apolo, encontró a Will Solace practicando con su arco cerca de la entrada. Al verla, Will sonrió.

—¡Hola, Thalíra! ¿Qué te trae por aquí?

Ella levantó el paquete.

—Esto. Los Stoll me pidieron que lo entregara.

La sonrisa de Will desapareció lentamente.

—¿Los Stoll?

Thalíra asintió, comenzando a sospechar que tal vez había cometido un error al aceptar la "misión".

Antes de que Will pudiera responder, el paquete en las manos de Thalíra comenzó a emitir un leve silbido.

—¿Qué demonios...? —murmuró, alejando el paquete de su cuerpo.

Un segundo después, una nube de polvo dorado explotó en el aire, cubriendo tanto a Thalíra como a Will. El polvo olía dulcemente, como miel y flores, y comenzaba a brillar con un extraño resplandor.

Will parpadeó, confuso, mientras Thalíra trataba de sacudirse el polvo.

—¡¿Qué fue eso?! —exclamó ella, tosiendo.

Desde una distancia segura, los hermanos Stoll observaban la escena, riéndose entre ellos.

—Es solo un poco de "polvo de amor temporal", —dijo Travis, sacudiendo un pequeño frasco vacío.

Connor añadió:

—Nada peligroso... probablemente.

Thalíra, ahora furiosa, comenzó a caminar de regreso hacia ellos, con el polvo aún brillando en su cabello y ropa.

—¡Stoll! —gritó, con su lanza lista en la mano.

Travis y Connor decidieron que ese era el momento perfecto para correr.

Mientras los perseguía, Thalíra no pudo evitar sonreír ligeramente. Quizás, después de todo, un poco de caos no era tan malo... siempre y cuando pudiera atraparlos después.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top