Capítulo 31
Una Conversación Bajo las Estrellas
Aquella noche estaba despejada, y las estrellas brillaban con una claridad impresionante, cubriendo el cielo como un manto de pequeños destellos plateados. El aire fresco de la madrugada se sentía agradable en la piel, y la luz del fuego crepitante iluminaba suavemente el campamento. Las risas y conversaciones de los demás campistas ya se habían apagado, y ahora todo estaba tranquilo, solo interrumpido por el sonido ocasional de un animal nocturno en la lejanía.
Thalíra y Travis estaban sentados junto al fuego, con las piernas cruzadas sobre la tierra, mirando hacia arriba. Los árboles circundantes proyectaban sombras tenues, y el sonido del fuego crackleaba en el aire. Por primera vez en el día, ambos se sentían tranquilos, sin el ajetreo del campamento, sin la presión de las misiones o de las expectativas ajenas.
Travis había estado observando las estrellas en silencio durante un rato, pero no podía dejar de sentir la presencia de Thalíra a su lado. Algo en la quietud de la noche, en la paz que compartían, hacía que las palabras fluyeran de forma natural.
—¿Sabes? —dijo Travis, rompiendo el silencio, su tono pensativo—. Siempre me ha fascinado el cielo nocturno. Hay algo tranquilizador en ver cuán grande es el universo, como si todos los problemas de uno fueran tan pequeños comparados con todo eso.
Thalíra asintió, girando su rostro hacia él. Un pequeño destello de comprensión brilló en sus ojos.
—Sí, yo también siento lo mismo. Pero... ¿alguna vez has mirado al cielo y pensado que tú no eres parte de eso? —preguntó Thalíra, su voz baja y casi vacilante.
Travis la miró, sorprendido por la pregunta. Thalíra parecía más pensativa de lo normal, casi melancólica.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Travis, preocupado, sin saber si había entendido bien.
Thalíra se quedó en silencio por un momento, con la mirada fija en las estrellas, como si intentara encontrar las palabras correctas.
—Quiero decir... A veces me siento pequeña, como si no tuviera un lugar real en el mundo. Como si no fuera suficiente para alguien, o que mis esfuerzos nunca sean lo suficientemente buenos. Es como si todo lo que hago se desvaneciera, y... no sé, no pudiera dejar de preguntarme si soy lo que la gente necesita de mí.
La sinceridad en su voz hizo que el corazón de Travis se apretara. Pocas veces la había visto tan vulnerable, por un momento, no supo qué decir. No entendía completamente lo que era sentirse así, pero sentía el peso de sus palabras.
—Thalíra, eso no es cierto —respondió finalmente, mirando hacia ella con más seriedad—. Eres increíble tal como eres. No tienes que ser más para ser suficiente. No hay nada malo en dudar de uno mismo, pero no dejes que esas dudas te controlen. Siempre he pensado que eres fuerte, que... que tienes una forma de ver el mundo que inspira a los demás. No veo por qué pensarías que no eres suficiente.
Thalíra lo miró en silencio, como si estuviera procesando sus palabras. Su expresión estaba suave, pero algo en su mirada decía que las palabras de Travis le habían tocado más de lo que quería admitir.
—Es solo que... no sé. Siempre me he sentido como la que está un paso detrás de los demás. Como si siempre estuviera intentando alcanzar algo, pero nunca logrando llegar. Y, a veces, tengo miedo de que eso nunca cambie.
La tristeza en su tono hizo que Travis sintiera un nudo en el estómago. Pensó por un momento en lo que acababa de decirle, en lo que había compartido con él. En ese momento, algo dentro de él lo impulsó a abrirse, algo que rara vez hacía.
—Yo... también tengo mis propios miedos —dijo Travis, su voz más suave de lo usual—. A veces siento que no soy lo suficiente para t... todos. Sé que parezco un tipo confiado y todo eso, pero en el fondo, no estoy tan seguro de mí mismo. He tenido mis propios altibajos, y a veces me pregunto si la gente realmente ve lo que hay dentro de mí. Como si... si no soy el tipo de persona que, por ejemplo, se merece a alguien tan genial como tú de... amiga.
Las palabras de Travis flotaron en el aire por un momento. Thalíra lo miró con una mezcla de sorpresa y comprensión. Nunca lo había imaginado luchando con inseguridades, pero de alguna manera, sus miedos ahora parecían más humanos, más reales.
—¿Tú también? —murmuró Thalíra, asintiendo lentamente—.
Travis se encogió de hombros, sonriendo tímidamente.
—Creo que todos tenemos algo de inseguridad dentro de nosotros, ¿no? Pero lo importante es cómo seguimos adelante a pesar de todo eso.
Thalíra asintió lentamente, su mirada suavizándose al escuchar esas palabras. El aire entre ellos estaba cargado de una nueva comprensión. Era como si, en ese preciso momento, ambos hubieran abierto una puerta que hasta entonces había estado cerrada.
Después de un rato, Thalíra miró las manos de Travis. Estaba tentada a hacer algo, algo que, aunque sencillo, sentía que era lo que más necesitaba hacer en ese momento. Finalmente, con un gesto suave y seguro, alcanzó su mano.
Travis, al principio sorprendido, no sabía cómo reaccionar. Su cuerpo se tensó, y su mirada se encontró con la de Thalíra, que sostenía su mano con una suavidad reconfortante.
—No tienes que estar solo en esto, Travis —le dijo ella, su voz tranquila y firme, llena de una calidez que lo envolvió por completo—. Todos tenemos miedos. Pero estamos aquí, juntos. Y eso es lo que importa.
Travis sintió cómo su pecho se relajaba, y por primera vez en mucho tiempo, la sensación de estar acompañado le pareció suficiente. Sin decir nada más, apretó ligeramente su mano, como si quisiera devolver el apoyo que ella le había brindado con su gesto.
Ese momento, bajo las estrellas, se convirtió en un punto de inflexión. Ambos se miraron el uno al otro, con una comprensión más profunda, más humana. La vulnerabilidad compartida les había unido de una manera en que ni ellos mismos podían anticipar, y en ese instante, ambos supieron que algo había comenzado a crecer entre ellos, algo sólido, basado en la confianza y el apoyo mutuo.
Thalíra, en silencio, sonrió levemente, y Travis, por primera vez, sintió que todo lo que había dicho y hecho hasta ahora valía la pena. Sin palabras, sabían que este momento, este simple gesto, sería el comienzo de algo más grande.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top