Capítulo 25

Señales Confusas

El campamento Mestizo se había calmado tras los eventos del ritual, pero el ambiente aún estaba cargado de una energía renovada. Los semidioses seguían hablando de la hazaña ocurridas durante la profecía del renacimiento. Sin embargo, entre los murmullos, había dos personas que no podían dejar de pensar en un momento muy particular: el abrazo entre Thalíra y Travis.

Thalíra, mientras entrenaba sola en la arena de combate, no podía quitarse de la cabeza el leve brillo rosa que había aparecido cuando Travis la abrazó. Nunca había experimentado algo así, y aunque intentaba convencerse de que solo fue un efecto secundario de su renacimiento, no podía evitar sentir que significaba algo más profundo.

—¿Qué está pasando conmigo? —murmuró, lanzando un golpe preciso al autómata frente a ella. El brillo no solo la confundía, sino que también la hacía cuestionarse ¿Qué pensaría Travis?

El hijo de Hermes siempre había sido un bromista, alguien con quien podía relajarse y reír. Pero ahora, cada vez que recordaba los momentos con él o como cuando la sostuvo con tanta fuerza y calidez, su corazón latía más rápido de lo que estaba dispuesta a admitir.

Por otro lado, Travis intentaba actuar como si nada hubiera cambiado, pero cualquiera que lo observara detenidamente podía notar que algo andaba diferente. Desde el ritual, había desarrollado un hábito de buscar a Thalíra en cualquier lugar del campamento, asegurándose de que estuviera bien. Si alguien lo notaba, él se justificaba con bromas.

—Travis, ¿por qué estás vigilando a Thalíra como si fuera a explotar? —preguntó Connor una tarde, mientras jugaban con una moneda mágica que cambiaba de color cada vez que alguien mentía.

—No estoy vigilando a nadie. —La moneda brilló en rojo, y Connor se rio mientras Travis suspiraba—. Está bien, tal vez solo quiero asegurarme de que esté bien después de todo lo que pasó. ¿Eso es un crimen?

—Claro que no, pero... hermano, estás siendo muy obvio. —Connor lo observó con una mezcla de diversión y preocupación—. ¿Estás seguro de que esto no es algo más?

Travis lo miró, pero no respondió. En lugar de eso, tomó la moneda y empezó a pasarla entre sus dedos torpemente. Connor levantó las manos en señal de rendición.

—Solo digo que, si sientes algo, deberías pensar en ello antes de que sea demasiado tarde.

Más tarde ese día, Travis decidió que necesitaba despejar su mente, así que se dirigió a la arena de combate. Cuando llegó, encontró a Thalíra practicando con su lanza, su expresión concentrada mientras lanzaba golpes rápidos y precisos. Por un momento, Travis se quedó parado en silencio, observándola. Había algo en la forma en que se movía, una mezcla de fuerza y gracia, que lo dejó sin aliento.

—¿Planeas quedarte ahí todo el día o vienes a entrenar? —preguntó Thalíra sin mirarlo, su tono ligero pero con un toque de burla.

Travis sonrió y caminó hacia ella, recogiendo una espada de práctica del estante cercano. —¿Entrenar contigo? No sé si tu ego pueda soportar la humillación.

Thalíra rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír. —No me culpes si termino ganando. Te lo advertí.

Se colocaron frente a frente, y Travis adoptó una postura de combate exagerada, lo que provocó una risa de Thalíra. Sin embargo, cuando comenzaron a entrenar, ambos se tomaron el enfrentamiento más en serio. Travis intentó usar su velocidad para ganar ventaja, pero Thalíra anticipaba cada uno de sus movimientos con precisión.

En un momento, ella logró desarmarlo, y la espada de Travis cayó al suelo con un ruido seco. Antes de que pudiera retroceder, Thalíra lo empujó ligeramente con el mango de su lanza, haciendo que tropezara y cayera sentado.

—¿Siempre eres así de torpe o solo cuando peleas conmigo? —bromeó Thalíra, ofreciéndole una mano para ayudarlo a levantarse.

Travis tomó su mano, pero en lugar de levantarse de inmediato, tiró de ella suavemente, haciendo que perdiera el equilibrio y terminara sentada junto a él en el suelo. Ambos comenzaron a reír, el sonido ligero llenando el aire alrededor de ellos.

—Eso no cuenta como una victoria, ¿sabes? —dijo Thalíra entre risas.

—Claro que cuenta. Es mi estilo único de combate. —Travis le guiñó un ojo, pero su sonrisa se suavizó cuando sus miradas se cruzaron.

Por un momento, el tiempo pareció detenerse. Thalíra sintió su corazón latir más rápido, mientras Travis luchaba con el impulso de decir algo que no estaba seguro de cómo expresar. Finalmente, ella apartó la mirada, rompiendo el hechizo.

—Será mejor que sigamos entrenando. —Su voz fue un poco más suave de lo habitual mientras se levantaba.

Travis la observó mientras se alejaba para recoger su lanza, sintiendo un extraño vacío en el pecho. No sabía qué era exactamente lo que sentía por Thalíra, pero estaba empezando a aceptar que ya no podía ignorarlo.

Esa noche, Thalíra estaba sentada cerca de la fogata, mirando las llamas bailar mientras repasaba los eventos del día. No podía dejar de pensar en Travis y en la forma en que él siempre lograba hacerla reír, incluso en los momentos más serios. Pero al mismo tiempo, ese brillo rosa del ritual seguía rondando en su mente.

—¿Qué significa esto? —murmuró para sí misma.

Al otro lado del campamento, Travis estaba acostado en su litera, mirando el techo de la cabaña de Hermes. Connor dormía profundamente, pero Travis no podía conciliar el sueño. Sus pensamientos estaban llenos de Thalíra, de su risa, de la forma en que su cabello brillaba bajo la luz del sol.

—¿Por qué tenía que ser ella? —susurró, pasando una mano por su cabello—. ¿Por qué justo ahora?

Ambos sabían que algo estaba cambiando, pero ninguno de los dos estaba listo para enfrentarlo todavía.

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