Capítulo 23
El Renacer
La luna llena brillaba intensamente sobre el campamento mestizo, iluminando el altar central donde el cuerpo inerte de Thalíra yacía, rodeado por los ingredientes que el grupo había recolectado. Todos los campistas estaban reunidos en un silencio expectante, como si el aire mismo contuviera la respiración. Incluso los dioses parecían estar mirando desde las alturas, esperando el resultado del ritual.
Annabeth organizaba los ingredientes con precisión absoluta. La savia dorada del Jardín de Atenea estaba en una copa de cristal, la antorcha encendida con la Llama Eterna brillaba cerca del altar, y la pluma del Nido de Ícaro reposaba junto al loto negro. El reloj de arena dorada estaba colocado al centro, simbolizando el paso del tiempo y la urgencia del momento.
Will supervisaba el cuerpo de Thalíra, comprobando que su estado no hubiera empeorado. Travis y Connor observaban desde un lado, claramente nerviosos, mientras Percy miraba a Annabeth con confianza en sus habilidades.
—¿Estás lista? —preguntó Percy, rompiendo el silencio, ella asintió.
—Esto tiene que funcionar. No hay margen de error.
Annabeth levantó la copa de savia dorada y comenzó a recitar las palabras en griego antiguo. Las runas alrededor del altar comenzaron a brillar, y un viento sobrenatural recorrió el área.
—"Por la voluntad de los dioses, que la vida y el alma vuelvan a unirse. Que el sacrificio traiga renacimiento y la maldición sea extinguida."
Percy encendió la antorcha en el momento exacto en que Annabeth derramó la savia sobre el loto negro. La flor comenzó a brillar con una luz etérea, y la gema que contenía el alma de Thalíra flotó en el aire, vibrando con fuerza.
De repente, un grito desgarrador resonó en el aire. La gema estalló en un destello de luz, y la figura espectral de Thalíra apareció brevemente antes de ser absorbida nuevamente en su cuerpo.
El silencio que siguió fue abrumador. Will se inclinó sobre el cuerpo, esperando cualquier señal.
—¿Funcionó? —susurró Connor, su voz cargada de esperanza.
Entonces, Thalíra inhaló profundamente, como si regresara de las profundidades del océano. Sus ojos se abrieron lentamente, brillando con un destello dorado antes de regresar a su color habitual.
El campamento entero estalló en vítores y aplausos. Los semidioses levantaron sus armas al cielo, gritando el nombre de Thalíra como si fuera una heroína renacida. Sus compañeros más cercanos se acercaron rápidamente.
Percy y Annabeth ayudaron a Thalíra a sentarse, mientras Connor y Travis no podían contener sus sonrisas de alivio.
—¡Sabía que volverías! —gritó Connor, aunque su voz temblaba.
Thalíra parpadeó, aún desorientada. —¿Qué... qué pasó?
Will le dio una cálida sonrisa. —Nada que no podamos explicarte luego. Ahora descansa.
Los vítores continuaron, pero Travis no podía contenerse más. Caminó hacia Thalíra, ignorando a todos los presentes, y, con un impulso repentino de emoción, la abrazó fuertemente.
—¡Travis! —exclamó Connor, sorprendido.
Thalíra se quedó inmóvil por un momento, pero luego relajó sus brazos y correspondió el abrazo. Un suave brillo rosado comenzó a envolver su cuerpo, como si la conexión entre ellos emitiera una energía pura y cálida.
—¿Qué está pasando? —preguntó Percy, entrecerrando los ojos ante la luz.
Annabeth lo observó con interés, pero Travis estaba demasiado ocupado ocultando su rostro contra el hombro de Thalíra para notar nada.
—Parece que me extrañaste mucho—. Se burlo Thalíra, tratando de ocultar su vergüenza.
—¡No es así! —dijo Travis apresuradamente, separándose con torpeza mientras su rostro se volvía rojo como un tomate.
—¿Ah, no? —preguntó Connor, con una sonrisa burlona.
El brillo rosado se desvaneció lentamente, pero no antes de que Thalíra le dedicara a Travis una pequeña sonrisa.
—Gracias, Travis —dijo suavemente, sus palabras cargadas de gratitud y algo más que él no supo identificar.
Travis apartó la mirada, rascándose la nuca. —No fue nada... Es decir, claro, somos amigos, ¿no?
Los ojos de Thalíra brillaron por un momento, pero no insistió. Annabeth observaba la escena con una ligera sonrisa, claramente viendo lo que Travis no quería admitir.
El resto de la noche se convirtió en una celebración en honor a Thalíra. Los campistas cantaron, bailaron y compartieron historias sobre su valentía. Thalíra, aunque aún un poco débil, se dejó llevar por la alegría, agradecida por estar viva y rodeada de aquellos que la querían.
Travis, por su parte, evitó cruzar miradas con ella el resto de la noche, mientras Connor se encargaba de recordarle lo "valiente" que había sido.
—Tal vez deberías abrazarla más seguido. Tal vez ella brille como una lámpara cada vez que lo hagas —se burló Connor.
—¡Cállate! —replicó Travis, empujándolo.
A pesar de todo, Travis no pudo evitar sonreír cuando sus ojos se encontraron con los de Thalíra al otro lado de la fogata. Quizás no estaba listo para admitirlo, pero algo había cambiado entre ellos esa noche.
Y mientras las estrellas brillaban sobre el campamento mestizo, Thalíra supo que no estaba sola. Su presencia, siempre sería una llama que nunca se apagaría.
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