Capítulo 2
En tierra de guerreros
Las carcajadas resonaban en la cabaña de Ares esa noche. Thalíra estaba recostada sobre su litera, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, observando las vigas del techo mientras intentaba encontrar algo de paz en el caos a su alrededor. Era curioso cómo, a pesar de la algarabía, encontraba una cierta comodidad en el desorden de sus medio hermanos. La cabaña estaba llena de trofeos de guerra, armas desgastadas y marcas de peleas en las paredes. Nada estaba perfectamente ordenado, pero Thalíra lo prefería así.
"Es como un reflejo del caos interno de todos aquí," pensó con una pequeña sonrisa.
Había pasado el día lidiando con miradas, rumores y una broma particularmente pegajosa de los hermanos Stoll. Pero mientras se acurrucaba bajo las mantas, sintió que por primera vez en mucho tiempo, su entorno no la juzgaba por lo que era. En la cabaña de Ares, los estándares eran claros: fuerza, valentía y camaradería. Aquí nadie parecía preocuparse por la parte de ella que venía de Afrodita. Claro, todavía había reservas en sus nuevos medios hermanos, pero algunos ya comenzaban a tratarla como parte de la familia, incluso si no lo decían en voz alta.
—¿Te vas a quedar despierta toda la noche o vas a roncar como los demás? —murmuró Clarisse, desde la litera cercana.
Thalíra giró la cabeza hacia ella, encontrando la mirada burlona de Clarisse.
—¿Tú roncas? Porque entonces será una competencia interesante —replicó Thalíra con una sonrisa ladeada.
Clarisse soltó una breve risa nasal, sorprendida por la respuesta rápida.
—Buena respuesta, novata. Descansa, mañana tenemos entrenamiento temprano, y más te vale no hacer que la cabaña de Ares quede en ridículo.
Thalíra asintió, aceptando el desafío sin palabras. La relación con Clarisse aún era incierta, pero al menos no era hostil.
A la mañana siguiente
El aroma del desayuno inundaba el aire mientras los campistas se dirigían al Pabellón de Comidas. Como era costumbre, Thalíra se sentó en la mesa de Ares. El lugar estaba lleno de hijos e hijas del dios de la guerra, devorando sus alimentos con el mismo entusiasmo con el que se lanzaban a la batalla. Era ruidoso, desordenado y todo lo contrario de lo que esperaba en la mesa de Afrodita, donde las conversaciones parecían girar más en torno a temas triviales.
Aunque estaba acostumbrándose a la atmósfera de la mesa de Ares, no pudo evitar notar las miradas rápidas que le lanzaban algunos de sus compañeros de otras mesas, especialmente los hijos de Afrodita. Había un aire de confusión, como si no pudieran entender por qué alguien con su apariencia preferiría estar rodeada de guerreros salvajes.
Travis y Connor Stoll, sentados en la mesa de Hermes, parecían estar cocinando algo en sus mentes mientras lanzaban miradas furtivas hacia Thalíra.
—No les des la satisfacción de mirarlos, —dijo Clarisse con la boca llena de tocino—. Esos dos no tienen remedio.
Thalíra sonrió con un toque de diversión, cortando un trozo de pan con calma.
—¿Siempre son así? —preguntó.
—Desde que tengo memoria. Pero si los pones en su lugar, normalmente retroceden... al menos por un tiempo.
En ese momento, Percy pasó frente a la mesa de Ares con Annabeth a su lado. El hijo de Poseidón saludó con una sonrisa mientras Annabeth asintió con un leve gesto, sus ojos grises analizando todo como siempre.
—¿Ya te recuperaste del recibimiento de los Stoll? —preguntó Percy, deteniéndose por un momento.
—No fue nada que no pudiera manejar, —respondió Thalíra, encogiéndose de hombros.
—Bien, porque hoy nos toca entrenamiento en parejas. Quirón dijo que sería algo especial para integrar a los nuevos. Tal vez te toque conmigo o con Annabeth —añadió Percy, señalando a su amiga, quien levantó una ceja.
—Espero que sepas mantenerte en pie si te toca conmigo, —bromeó Thalíra, lo que provocó una risa por lo bajo de Percy.
Annabeth miró a ambos con un ligero suspiro.
—Solo no me hagan perder el tiempo, —dijo antes de seguir caminando hacia la mesa de Atenea.
El campo de entrenamiento estaba lleno de campistas agrupados en parejas mientras Quirón daba las instrucciones. Thalíra fue emparejada con Travis Stoll, lo que provocó risitas de los hijos de Hermes y miradas de advertencia de Clarisse.
—Prometo no ser muy cruel contigo, novata, —dijo Travis, girando su espada juguetonamente.
—Y yo prometo no romperte ningún hueso, —replicó Thalíra, empuñando su lanza con una sonrisa que no llegó a sus ojos.
La batalla comenzó, y Travis intentó usar su agilidad para esquivar los ataques de Thalíra. Sin embargo, ella pronto demostró que su estilo de lucha no solo dependía de fuerza, sino también de cálculo. Cada movimiento era preciso, bloqueando a Travis y obligándolo a retroceder.
En un momento, con un giro rápido, Thalíra desarmó a Travis, apuntando la punta de su lanza directamente a su pecho mientras él levantaba las manos en señal de rendición.
—De acuerdo, de acuerdo, me rindo. ¿Siempre eres tan intensa? —preguntó con una sonrisa nerviosa.
—Solo cuando alguien intenta humillarme en público, —respondió ella, bajando la lanza.
Aunque Travis intentó hacer una broma para aliviar la tensión, no pudo evitar sentirse un poco más intrigado por la semidiosa que parecía ser más de lo que mostraba.
Desde una distancia, Percy y Annabeth observaron la escena.
—Te dije que sería interesante tenerla aquí —murmuró Percy.
—Interesante no siempre significa bueno, —respondió Annabeth con un tono que, aunque crítico, no carecía de curiosidad.
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