Capítulo 13

Primeros contactos

Thalíra salió de la cabaña de Ares con el amuleto en la mano. Había estado pensando en ello toda la noche. El gesto de Travis, aunque torpe y reservado, le había salvado la vida durante la misión. Por ello, sentía que debía agradecérselo personalmente. Además, no quería quedarse con algo tan importante para él, aunque en el fondo le costaba desprenderse de ese pequeño objeto que tanto le había protegido.

La búsqueda no fue difícil. Conocía bien las rutinas de los hermanos Stoll y sabía que Travis solía estar en la armería a esta hora, revisando "posibles materiales útiles" que pudiera tomar prestados para sus travesuras. Al llegar, lo encontró inclinado sobre una mesa, organizando unas dagas y algo que parecían explosivos caseros.

—¿Travis? —llamó Thalíra, con la voz más tranquila que pudo reunir.

Él se sobresaltó al escucharla y dejó caer una de las dagas, que por poco se clava en su pie.

—¡Thalíra! ¿Qué haces aquí? —preguntó, visiblemente nervioso, mientras se apresuraba a recoger la daga.

Ella sonrió ligeramente, acercándose un par de pasos mientras sostenía el amuleto frente a él.

—Vine a devolverte esto. —Su tono era serio, pero había un dejo de calidez en su mirada—. Quería agradecerte... no sé con que material lo hiciste, pero este amuleto me salvó la vida. Sin él, probablemente no estaría aquí hablando contigo.

Travis miró el amuleto en sus manos como si de repente fuera un objeto desconocido. Sus orejas se tornaron rojas, y comenzó a frotarse la nuca, visiblemente incómodo.

—Yo... no es para tanto. Sólo pensé que... bueno, que podría ayudarte. Pero si te salvó, eso es bueno, ¿no? —rió nerviosamente, evitando su mirada.

Thalíra lo observó con detenimiento, y por un momento, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

—Es más que bueno, Travis. Es increíble. Gracias por pensar en mí. Pero este amuleto significa mucho para ti, y no puedo quedármelo. —Extendió la mano para devolvérselo.

Travis se quedó mirándola, y por un instante, dudó. Luego, negó con la cabeza y empujó suavemente su mano de vuelta.

—No. Quédate con él. —Finalmente la miró a los ojos, con una mezcla de determinación y vergüenza—. Si realmente te protegió, entonces está donde debe estar. Es... bueno, es mi manera de asegurarme de que vuelvas sana y salva. Siempre.

Las palabras lo hicieron sentirse aún más incómodo, pero no apartó la mirada. Thalíra lo observó, sorprendida por su sinceridad, y sintió un calor inesperado en su pecho. Durante un segundo, no supo qué decir.

—Travis... —comenzó, pero él se apresuró a interrumpirla.

—¡Ah! Además, Connor dice que soy pésimo para llevar amuletos, así que seguro te sirve más a ti. —Se rio nerviosamente, tratando de desviar la atención.

Thalíra entendió lo que estaba haciendo, pero decidió no presionarlo. En cambio, guardó el amuleto de vuelta en su bolsillo y le dedicó una sonrisa sincera.

—Está bien, lo guardaré entonces. Pero te lo advierto, si algo me pasa, voy a culparte. —Le guiñó un ojo, intentando aligerar el ambiente.

Travis soltó una carcajada, más relajado ahora.

—Trato hecho. Pero no te preocupes, sé que puedes encargarte de todo. Eres Thalíra, después de todo.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, hasta que Thalíra dio un paso atrás.

—Bueno, gracias otra vez, Travis. Nos vemos en el entrenamiento. —Se giró para irse, pero antes de salir por completo, miró por encima del hombro—. Y ... en serio, eres mejor de lo que crees.

Él se quedó paralizado por un segundo, y luego vio cómo se alejaba. Una sonrisa se formó en sus labios mientras se sentaba de nuevo junto a sus herramientas, completamente distraído ahora. Connor, quien había estado observando todo desde las sombras, salió con una sonrisa burlona.

—Bueno, hermanito, creo que alguien está perdidamente enamorado.

Travis se giró, lanzándole un pequeño trozo de tela que encontró cerca.

—¡Cállate, Connor!

Pero el rubor en su rostro era imposible de ocultar.

Luego de desayunar algo ligero Thalíra busco la lanza en su cabaña y se dirigió de camino hasta llegar al pórtico de la Casa Grande. La lanza que había obtenido en su misión, envuelta cuidadosamente en un paño grueso, descansaba en sus manos. Era más que un arma; era un símbolo de su conexión con los dioses que la habían reclamado. La misión no solo le había permitido probarse a sí misma, sino que también le había dejado claro que no estaba sola, incluso si sus padres no siempre estaban pendientes de ella.

Quirón estaba en el pórtico, revisando un pergamino mientras disfrutaba del aire fresco. Su expresión, siempre tranquila pero atenta, se iluminó al ver a Thalíra acercarse.

—Thalíra —la saludó con una leve sonrisa—. Me alegra verte. Supongo que has venido a mostrarme algo importante.

Ella asintió, todavía sintiendo una mezcla de orgullo y emoción por el éxito de su misión. Sin decir una palabra, colocó el paquete sobre una mesa cercana y retiró con cuidado el paño que cubría la lanza. La luz del sol iluminó la superficie de la lanza, resaltando su intrincado diseño. El arma era imponente y hermosa, con un mango oscuro adornado con grabados dorados y una punta que parecía brillar con un resplandor interno. Había una energía palpable en ella, como si estuviera viva.

Quirón se inclinó hacia adelante, estudiando la lanza con detenimiento. Sus ojos mostraban tanto admiración como respeto.

—Una obra maestra de Hefesto, sin duda alguna —dijo finalmente, con un tono solemne—. No es solo un arma; es un símbolo de que los dioses confían en ti, Thalíra. Esto no es algo que otorguen a cualquiera.

Thalíra asintió, sintiendo el peso de sus palabras. Aunque había logrado cumplir la misión, el camino no había sido fácil, y ahora entendía mejor lo que significaba ser hija de dos dioses tan diferentes como Ares y Afrodita.

—Fue... complicado, Quirón. No solo enfrentar los peligros, sino también entender lo que significa todo esto. A veces siento que mis padres me ven como un proyecto, algo que debe cumplir con sus expectativas. Pero recibir esta lanza, especialmente de Hefesto, me hace pensar que quizás... quizás soy más que eso.

Quirón la miró con una mezcla de orgullo y ternura.

—Eres mucho más que sus expectativas, Thalíra. No eres solo la hija de Ares y Afrodita; eres tú misma. La lanza puede ser un regalo de Hefesto, pero eres tú quien decidirá cómo usarla y qué significará en tu vida.

Thalíra se quedó en silencio por un momento, procesando sus palabras. Luego, tomó la lanza con ambas manos y la levantó ligeramente, observándola con una nueva perspectiva. No era solo un arma; era una extensión de lo que ella podía llegar a ser.

—Gracias, Quirón. —Su voz era suave pero firme—. No puedo prometer que siempre sabré qué hacer, pero voy a intentarlo.

Quirón asintió, satisfecho con su determinación.

—Eso es todo lo que los dioses —y el mundo— pueden pedir de cualquiera de nosotros. Ahora, te mostrare como puedes portar de manera mas cómoda esta hermosa arma.

Quirón le mostró que los objetos hechos por Hefesto suelen transformarse para que no sean notados por los mortales. La ayudo a convertir la lanza en un brazalete hermoso, de color negro con diseños dorados al igual que en su forma original.

Luego de esto, Quirón le aconsejo descansar por el día de hoy, pero Thalíra se nego alegando que se sentía con demasiada energía.

Thalíra sonrió, mientras caminaba a, sintió una nueva chispa de confianza. Puede que el camino no siempre fuera claro, pero estaba lista para enfrentarlo, lanza en mano, y con un grupo de personas que creían en ella a su lado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top