Capítulo 10

Aviso de los cielos

La brisa nocturna soplaba suavemente por el campamento, moviendo las hojas de los árboles y haciéndolas susurrar en la penumbra. Thalíra no podía deshacerse de la sensación de que algo importante se avecinaba. Esa noche, se retiró temprano a la cabaña de Ares, luego de hablar un poco más con Percy y Annabeth, pero algo en el aire parecía distinto. El silencio en la cabaña de Ares no era el habitual caos; era un silencio expectante, como si algo estuviera por ocurrir.

Mientras se sentaba en una de las literas, intentando relajarse, una voz, clara pero distante, se filtró en su mente.

"Thalíra, prepara tu mente y cuerpo. Una prueba te aguarda."

Era la voz de Ares. Su tono se sentía como una orden, fría y directa, como si estuviera guiando a Thalíra hacia algo importante. Thalíra cerró los ojos, procesando la información, mientras un escalofrío recorría su espina dorsal. Sabía que, aunque sus padres no podían comunicarse con ella de la misma manera que con sus otros descendientes. Aun así, su voz era lo suficientemente clara como para entender que debía estar preparada.

Poco después, se levantó, decidida. Cuando salió al exterior, fue sorprendida por la presencia de Quiron junto a un satiro que conocía muy bien, estos la esperaban con una mirada de seriedad.

—Thalíra. —Quiron la miró con una intensidad que parecía atravesarla. —Es hora de que te pongas a prueba. Afrodita y Ares han acordado que esta es tu oportunidad de demostrar que tanto haz aprendido desde tu llegada al campamento. Ten en cuenta que esto no se trata solo de poder físico. ¿Estás lista?

Thalíra asintió con determinación, aunque un nudo se formó en su estómago. No sabía exactamente qué se esperaba de ella, pero en ese momento, no podía permitirse dudar. Afrodita y Ares nunca le habían dado indicaciones claras, y sabía que cualquier muestra de debilidad podría costarle mucho.

De repente, escucho la voz de Afrodita en su mente:

"Esta es una prueba de tu capacidad para unir lo que eres, lo que naciste para ser. No solo tu fuerza, también tu elegancia, tu intuición... y tu corazón. Esas son las cualidades que te definen."

Thalíra frunció el ceño, pero no hubo tiempo para pensar mucho más, pues Quiron hizo un gesto para que lo escuchara atentamente.

—Lo que tienes que hacer es simple. No solo se trata de pelear, sino también de encontrar equilibrio en el caos. Hay una serie de desafíos que te pondrán a prueba tanto física como mentalmente. Cada uno estará relacionado con un aspecto de tus padres. Tienes que enfrentarlos, no solo con fuerza, sino con estrategia y perseverancia.

Thalíra miró a Quiron, con la determinación brillando en sus ojos.

—Entendido. ¿Qué debo hacer primero?

Quiron sonrió al ver su determinación.

—Mañana te darán las instrucciones, Siprián te acompañara en esta cruzada. Ten cuidado, esta prueba no es algo que puedas tomar a la ligera.

Thalíra miro al satiro y este le sonrió.

—Es un placer estar contigo y protegerte, Thalíra.

Quiron se fue y dejo a Siprián junto a Thalíra para que pudieran ponerse un poco al día.

Siprián, el sátiro que había sido su "tío" y tutor para la sociedad humana, se acerco a ella y la invito a sentarse con él en uno de los troncos que se encontraban en el suelo.

—¿Sabes? No haz crecido nada, creí que tus músculos aumentarían o algo así —bromeó con su característico tono despreocupado, dejando caer su cuerpo junto a ella con un movimiento ágil.

Thalíra soltó una leve risa, algo que no había hecho mucho en los últimos días.

—¿Y tú qué sabes de cuerpos humanos? —replicó, lanzándole una mirada juguetona.

Siprián se llevó una mano al pecho, fingiendo estar ofendido.

—¡Me subestimas! Pasé años mezclándome entre mortales, fingiendo ser tu "tío". He aprendido más de lo que crees. —Luego, la miró con una expresión más seria—. ¿Y tú? ¿Cómo estás, niña? Hace tiempo que no hablamos como antes.

Thalíra suspiró, jugando con sus pies. Junto a Siprián se sentía como una niña pequeña.

—Es difícil resumirlo todo. —Se encogió de hombros, pero la mirada paciente de Siprián la animó a continuar—. Desde que llegué aquí... ha sido intenso, ¿sabes? Encontrar mi lugar entre los demás, entender quién soy realmente, lidiar con la presión de ser hija de dos dioses tan... complicados.

Siprián asintió lentamente, frotándose la barbilla.

—Sí, Ares y Afrodita. Una combinación interesante, por decirlo suavemente. —Hizo una pausa y luego sonrió de lado—. Pero siempre supe que tenías algo especial, incluso cuando eras pequeña y te negabas a hacer tus tareas porque estabas ocupada "explorando tu potencial".

Thalíra no pudo evitar reír ante el recuerdo, aunque pronto su expresión se tornó más seria.

—No es solo eso. No se trata de ser especial. Se trata de entender qué significa eso. A veces siento que no encajo en ninguna parte. En la cabaña de Ares, soy demasiado delicada para ellos. Y en la de Afrodita... —hizo una pausa, buscando las palabras—, bueno, digamos que no soy exactamente su idea de gracia y belleza.

Siprián la observó con atención, su mirada cálida pero firme.

—Thalíra, ¿sabes qué es lo que siempre he admirado de ti? —preguntó. Cuando ella lo miró, curiosa, continuó—. Tu habilidad para ser tú misma. Incluso cuando el mundo te pide que seas otra cosa, sigues siendo Thalíra. Eso es lo que importa.

Ella le dedicó una pequeña sonrisa, pero pronto el tema cambió hacia algo más inmediato.

—Hablando de ser yo misma... parece que voy a tener que probarlo de nuevo. Y tú... tú vienes conmigo.

Siprián arqueó una ceja, con una sonrisa astuta.

—Por su puesto, soy tu protector. No me perdería tu primera misión oficial nunca.

Thalíra sonrió, apartando la mirada hacia el cielo.

—¿Puedes contarme mas sobre la misión? No tengo muchos detalles aún.

—Bueno, parece que hay un objeto antiguo en el mundo mortal que ha empezado a causar problemas. Algo relacionado con una disputa entre Ares y Afrodita hace mucho tiempo. Quieren que tu lo recupere antes de que alguien más lo encuentre.

La chica frunció el ceño, claramente preocupado.

—Y dejaron que yo me encargues de esto... sola—. Ella miro al satiro, dejando se ver vulnerable por primera vez— ¿de verdad seré capaz de hacerlo?

—No estas sola —corrigió Siprián rápidamente—. Yo estaré contigo, Thalíra. Ellos lo decidieron. Y si, eres capaz de cumplir esta misión sin fallas.

Thalíra se rascó la cabeza, claramente tratando de procesar la información.

—Bueno, supongo que siempre es bueno tener un sátiro experimentado a tu lado.

—Pero Thalíra, esto puede llegar a ser peligroso. ¿Sabes en qué te estás metiendo?— Hizo una pausa, su tono tornándose más suave— Se que eres capaz de hacerlo pero... no puedo evitar sentirme preocupado por ti.

—No sé muy bien del todo. —Ella bajó la mirada hacia sus manos, nerviosa—. Pero, Siprián, siento que tengo que hacerlo. Esta misión... no es solo para ellos. Es para mí. Quiero demostrar que puedo hacerlo, que soy capaz de algo más que estar entre dos mundos sin saber a cuál pertenezco.

Siprián la miró por un largo momento, evaluando sus palabras. Finalmente, suspiró y le dio un golpecito en el hombro.

—Está bien. Pero te advierto una cosa: no importa lo que pase, no importa lo que nos encontremos ahí afuera, yo no te dejaré sola. Así que, más te vale no meterte en problemas, ¿entendido?

Thalíra soltó una risa, asintiendo.

—Entendido.

Ambos se quedaron en silencio, mirando las estrellas. Aunque la misión que les esperaba era incierta y probablemente peligrosa, había algo reconfortante en saber que no la enfrentaría sola. Y con Siprián a su lado, Thalíra se sentía un poco más preparada para lo que estaba por venir.

El cielo sobre el Campamento Mestizo estaba teñido de dorado por el amanecer cuando Thalíra terminaba de ajustar la mochila sobre su espalda. Siprián estaba cerca, revisando algunos mapas con desinterés fingido, mientras que ella intentaba calmar los nervios que bullían en su pecho. La misión se sentía más real con cada minuto que pasaba.

A lo lejos, pudo escuchar pasos apresurados y murmullos familiares. Cuando levantó la vista, vio a Percy, Annabeth y los hermanos Stoll acercándose, sus expresiones mezcladas entre entusiasmo y preocupación.

—¡Ahí estás! —Percy llegó primero, con una sonrisa relajada en el rostro—. Venimos a desearte suerte.

—Y a recordarte que no te metas en problemas innecesarios, aunque sé que probablemente lo harás —añadió Annabeth, cruzándose de brazos con una sonrisa pequeña pero cálida.

Connor Stoll asintió con un gesto exagerado.

—Exacto, recuerda que no todos los problemas pueden resolverse a golpes... aunque si necesitas a alguien que te respalde, ya sabes dónde encontrarnos.

Thalíra se rio suavemente, agradecida por su apoyo.

—Gracias, chicos. De verdad.

Percy le dio un leve empujón en el hombro.

—Sé que lo harás bien, Thalíra. Si te metes en algún lío... bueno, seguro Siprián estará ahí para sacarte de apuros, ¿verdad? —añadió, lanzándole una mirada al sátiro, quien se limitó a levantar las cejas con una sonrisa traviesa.

—Claro, claro. No dejaré que termine convertida en estatua o algo así —respondió Siprián, ganándose un bufido de Thalíra.

Mientras todos charlaban animadamente, Thalíra sintió una ligera presión en su brazo. Giró la cabeza y vio a Travis a su lado, con las orejas notablemente sonrojadas. Su expresión era desinteresada pero nerviosa, y evitaba el contacto visual directo.

—Eh... yo... bueno, quería darte algo —dijo en voz baja, casi inaudible para los demás. De su bolsillo sacó un pequeño amuleto de metal en forma de escudo, atado con un delgado cordón de cuero.

Thalíra parpadeó, sorprendida.

—¿Qué es esto?

—Es... solo un amuleto de buena suerte. Lo hice hace tiempo, pero pensé que... tal vez podría servirte. Ya sabes, para que recuerdes que tienes amigos aquí. —Su voz era torpe, y su mano temblaba ligeramente mientras se lo entregaba.

Ella tomó el amuleto con cuidado, sintiendo el peso del gesto más que el del objeto en sí.

—Gracias, Travis. Es... es muy lindo.

Travis apartó la mirada rápidamente, murmurando algo incomprensible, antes de retroceder un par de pasos hacia Connor, quien lo miraba con una sonrisa de diversión apenas disimulada.

Siprián, que había estado observando todo desde su lugar, se acercó en cuanto los demás comenzaron a despedirse.

—Vaya, vaya... —canturreó, con un brillo burlón en los ojos—. Parece que nuestra Thalíra tiene admiradores. ¿Es esto un romance de campamento que empieza a florecer?

Thalíra lo fulminó con la mirada, aunque sus mejillas estaban notablemente encendidas.

—Cállate, Siprián.

Él levantó las manos en un gesto de inocencia exagerada.

—Solo digo que es lindo ver que los muchachos reconocen tu... encanto. Quizá deberías llevar ese amuleto bien visible, por si acaso alguien más quiere sumarse al club de admiradores.

—¡Siprián!

El sátiro se rio con ganas, claramente disfrutando de incomodarla. Finalmente, recogió sus mapas y comenzó a caminar hacia la salida del campamento, todavía sonriendo de forma divertida.

—Vamos, princesa. Tenemos una misión que completar.

Thalíra lo siguió, mirando el pequeño amuleto en su mano antes de colgarlo cuidadosamente en su cuello, ocultándolo bajo su camiseta. A pesar de la burla de Siprián, una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top