La Universidad
Recién acababan de regresar de su viaje a París, se habían divertido mucho y además de conocer un poco la ciudad con sus lugares más emblemáticos también habían comprado ropa, la cual se llevarían a la universidad.
Poco antes de terminar bachillerato ambas hermanas se habían examinado para poder entrar en la Universidad de Harvard en Cambrige, Masssachusetts y habían sido aceptadas, Valentina haría medicina y Laura diseño.
Dos días después ya se encontraban con todo lo que se iban a llevar empaquetado para que sus padres las acompañasen a la universidad, de hecho ya tenían planeado como sería su estancia. Al menos como querían que fuera, los primeros días dormirían en una residencia de estudiantes con otros compañeros pero en una habitación para las dos mientras se adaptaban a su nueva vida como universitarias.
Después de dejar las cosas en la habitación, Valentina fue por los horarios de las dos mientras que Laura desempaquetaba todo. Mientras la menor de las Sanders esperaba a que le trajeran su horario y el de su hermana vio entrar a una mujer rubia, le sonaba su cara pero no recordaba de qué era.
—Valentina ¿Qué coincidencia?—comento la mujer
—Ehhhh!!!!!—
—Nos conocimos en París—respondió la mujer
—Sami, Sami Miró—
—Sí estudiaremos aquí, vine por mi horario y el de Gabriella, aunque haremos las dos lo mismo—
—Quizás coincidamos alguna vez más—expuso Valentina
—Puede ser, sobre todo estando en la misma universidad—aclaró Sami
—Aquí tiene sus horarios señorita Sanders—dijo la mujer detrás del mostrador
—Gracias, debo irme—concluyo Valentina
—Por cierto, no conocerás la universidad. Es que no sé dónde estás la facultad de abogacía—preguntó Sami
—No, lo siento—finalizo Valentina
Como su hermana ya se estaba demorando mucho, Laura fue a buscarla a secretaría y se encontró con una mujer morena a la que reconoció, se trataba de Gabriella Montez, a la que había conocido en París.
—Qué casualidad. Así que estudiaremos juntas—
—Sí, haré abogacía junto con Sami, ha ido por nuestros horarios pero se tarda—
—Mi hermana también, vamos juntas a buscarlas—
Ambas fueron por ellas y las dos ya salían con los horarios, entonces se los entregaron a sus dueñas para que pudieran saber las clases que tenían. Después descubrieron que dormirían en la misma residencia, justo en la habitación enfrente a la suya.
Al día siguiente por fin empezaron las clases, Valentina se fue a la Facultad de Medicina y Laura a la de diseño. El día fue pesado porque lo único que hicieron fue presentaciones y explicaciones de cómo serían las clases y como serían las notas a lo largo del curso.
Por supuesto las hermanas se hicieron muy amigas de Sami y Gabriella, tenían gustos en común y salían a divertirse juntas siempre que podían, además estaban valorando si les decían de estar en la fraternidad que estaban pensando en crear, aunque todavía no sabían si lo harían.
El primer semestre de universidad estaba por terminar, Laura y Valentina sacaban buenas notas y les iba muy bien pero la menor de las Sanders destacaba entre sus compañeros, los profesores la estimaban porque siempre se esforzaba y hacía lo máximo por dar lo mejor, se notaba su amor por la medicina, por ello los profesores la adoraban, aunque ambas hermanas estaban hasta arriba de exámenes.
Aún así tenían tiempo libre para divertirse y descontrolarse después de hacer sus tareas con sus amigas Sami y Gabriella, aunque ellas dos tenían peores notas también les estaba yendo bien a pesar de que su carrera de abogacía era la que más abandones de estudiantes tenía.
Por fin sería fin de semana, en un principio había decidido salir a divertirse por ahí pero luego vieron que era mejor ir tranquilas, ya que el lunes tendrían un importante examen y sabían que si salían no estarían en buenas condiciones para sacarlo.
Ambas hermanas llevaban a cabo los últimos preparativos para la fraternidad que estaban por crear, en la universidad había varias, cada una tenía su propia casa en el campus y algunas habían intentado recultarlas pero ellas las habían rechazado todas, porque harían fiestas legendarias en su fraternidad, ellas no eran de hacer estúpidas pruebas para entrar ni de degradar a los futuros miembros y ya lo tenían casi todo listo para crearla.
—Bien entonces así queda todo—comentó Valentina
—Si, como yo he sido la de la idea debería ser la presidenta pero puedes ser tu si quieres, no tengo problema en eso—explicó Laura
—Me parece bien así, yo quedo de vicepresidenta y tu de presidenta—concluyo Valentina
—La llamaremos Omega Sigma Beta y aunque respetemos a todos debemos tener unas normas. Sobre todo para la convivencia, además no podemos dejar entrar a cualquiera y que después haya problemas, no solo con otros miembros sino también con otras fraternidades—apuntó Laura
—Perfecto, como toda fraternidad tendremos nuestras propias camisetas pero podemos hacer algo para distinguirnos. Quizás poniendo un logo a nuestra fraternidad además de las letras—expuso Valentina
—Divino hermanita—sonrió Laura y ambas se abrazaron
—Solo debemos buscar una casa o nada de esto servirá de nada. Se me ocurre que reclutemos a los miembros y que si de verdad quieren estar en nuestra fraternidad deben empezar colaborando en la búsqueda de casa, además ellos también vivirán en ella y podrán entrar tanto hombres como mujeres, nada de eso de solo chicas, aquí caben todos—
—Es más que perfecto—
—Pues ya es oficial. Omega Sigma Beta ya es una realidad—
Aunque aún no tenían miembros ni mucho menos una casa, ya podían decir que oficialmente Omega Sigma Beta pasaría a ser parte de las fraternidades de la Universidad de Harvard porque habían aceptado la solicitud de la fraternidad.
Meses Después
Ya había terminado el primer semestre y recién habían empezado de nuevo las clases, ahora tocaba dejar zanjadas todos los pendientes de la fraternidad, sobre todo encontrar una casa, después se centrarían en sus estudios y hacer fiestas épicas.
Sin contarlas a ellas la fraternidad Omega Sigma Beta tenía diez miembros y cada uno tenía un apodo cariñoso, ninguno era degradante porque su fraternidad no era así. Además les faltaba comprar la casa donde vivirían, el resto de detalles ya los habían arreglado y en la reunión que planeaban les entregarían sus camisetas. Las de las hermanas eran diferentes por ser la presidenta y la vicepresidenta y por eso mismo tenían ciertos privilegios.
La primera noche de volver a la Universidad después de las vacaciones de navidad, Laura y Valentina organizaron una reunión para entregarles las camisetas que los convertían oficialmente en miembros de Omega Sigma Beta, además del resto de detalles de la fraternidad que faltaban por resolver.
—Pues ya estamos todos—anunció Laura
—Antes de pasar a lo importante, queremos daros la bienvenida a la primera reunión de Omega Sigma Beta—expuso Valentina
—Aquí vamos a ser diferentes a otras fraternidades. Nada de drogas en nuestras fiestas pero si habrá alcohol, además en todas nuestras reuniones dejaremos escrito de lo que hablemos para evitar futuros malentendidos. También está prohibido insultar o agredir a nadie, ni de la fraternidad ni de fuera, si alguno lo hace será expulsado inmediatamente, tampoco podéis revelar datos de nuestra fraternidad a nadie, solo que se hable aquí, aquí debe quedarse. La lealtad es lo primordial—explico Laura
—Queda claro o alguno tiene alguna duda—añadió Valentina
Todos asintieron en conformidad, les parecía bien y eso era algo justo, además que era la primera fraternidad que no tenía eso de hacer pruebas para entrar o degradar para ver quien entraba y quien no, era por eso que querían ser miembros de la fraternidad.
—Como eso ya está claro, pasamos a lo demás—Ambas hermanas sonrieron—Ya están listas nuestras camisetas, todas son iguales, salvo porque llevarán vuestro apodo, así que por eso os pedimos la talla para haceros vuestra camiseta—
—Es genial—
—Rubiecita, Canijilla abrid esa caja de ahí por favor. Repartid el contenido entre vosotros—ordenó Laura
Ambas obedecieron y sacaron diez camisetas con sus respectivos a apodos y tallas, eran azul claro con el logo de la fraternidad que era un tribal en rojo con las letras de la fraternidad en negro y detrás lleva el apodo de cada uno de los miembros.
Una vez repartidas a sus respectivos dueños se miraron entre ellos y se las pusieron sin decir nada pero se notaba que les gustaban, como la mayor de las Sanders estudiaba diseño había sido ella quien había hecho el diseño de las camisetas. Sami a quien le llamaban Rubiecita se adelante, se la veía algo molesta como si no estuviera de acuerdo con algo.
—Algún problema Rubiecita—preguntó Valentina
—Solo me preguntaba si vosotras tendréis camisetas—respondió Sami
—No irás a cuestionarnos—añadió Laura
—Para nada, yo solo bueno...—trató de decir Sami
—Dejemos el tema. Nosotras también tendremos camisetas pero serán diferentes, privilegios de ser la presidenta y vicepresidenta—explicó Valentina
—Si alguien tiene algún problema con eso ya sabe que hacer—zanjó Laura
—No, es lógico. Vosotras creasteis esta fraternidad y queremos estar en ella—aclaró Tornilllos
—Todos pensamos igual—añadió Fosforito
—Canijilla, abre esa caja por favor—pidió Valentina
Gabriella era la más bajita, por eso de cariño le habían puesto ese apodo y ella estaba de acuerdo, no tenía ningún problema en eso. Ella hizo lo que la menor de las Sanders le había dicho y saco dos camisetas de tirantes idénticas, salvo que detrás de una ponía Fairy Tail y en la otra Cachetitos, debajo llevaba su apellido, eses eran sus apodos, para la mayor de las Sanders era el de Fairy Tail y para la menor Cachetitos, también saco dos camisetas más de manga corta idénticas a las otras dos.
—Ahora que oficialmente ya sois miembros de Omega Sigma Beta, pasemos al último punto de la reunión—expuso Laura
—Sí, la casa en la que viviremos. La casa de nuestra fraternidad—aclaró Valentina
—Opciones, ¿qué habéis encontrado?—preguntó Laura
Cada uno de los miembros saco una hoja con posibles casas, como Sami y Gabriella vivían juntos solo habían mirado una opción para presentar. Después de analizarlas descartaron seis de ellas, quedándose con tres buenas candidatas a ser la casa de Omega Sigma Beta. Antes de decidirse visitarían una por una para ver cuál de ellas se adaptaba mejor a lo que andaban buscando.
Una semana después ya estaban a tope de trabajaos de sus respectivas carreras pero de la misma manera que el primer semestre se las arreglaban bien. Mientras que Laura estaba en clases, Valentina había sido llamada al despacho del director, la menor de las Sanders estaba aterrada, no había hecho nada para que la tuviera que ir. Cuando llegó la secretaría la mandó pasar, Valentina tragó saliva y entro.
—Siéntese señorita Sanders—
—¿Qué se le ofrece señor Mendez?—preguntó Valentina
—Para empezar no se preocupe que no ha hecho nada malo. Simplemente quiero que sea la guía para el joven Efron que es nuevo y a partir de ahora estudiará con usted. No se preocupe que ya los profesores saben de esto y no le pondrán falta alguna—explicó el director Mendez
—Sí, señor Mendez—asintió Valentina
Ambos salieron y se encontraron con un joven castaño de ojos azules que a la menor de las Sanders le resultaba familiar, como si lo hubiera visto antes pero no recordaba donde.
El joven se presentó educado pero seductor sin dejar de sonreír, ahí fue cuando Valentina supo donde lo había visto, era el que le había tirado el café, estando en París, antes de venir a la universidad. Ahora sabía el nombre de ese idiota, Zac, Zac Efron, que para colmo estudiarían juntos.
—Mi hermano no se lo va a creer cuando se lo cuente—comentó Zac
—Vamos o quieres quedarte ahí plantado como un gnomo de jardín—preguntó Valentina
Zac sonrió coqueto y la menor de las Sanders lo ignoró, después lo llevo en un recorrido por la Facultad de Medicina para terminar entrando en la clase que le tocaba. Zac se presentó a todos, luego la profesora le asigno su asiento para el resto del curso y lo puso con Valentina, el joven sonreía seductor, a la menor de las Sanders no le gustaba pero no dejaría que ese idiota le impidiera ser una prestigiosa doctora.
A la hora de la comida Valentina se quedó con Zac en la biblioteca para ponerlo al día con lo que habían dado el semestre anterior. Mientras que su hermana, quien ya estaba al tanto todo y almorzaba tranquilamente en la cafetería.
—Puedo sentarme—preguntó un joven castaño de ojos azules
—Haz lo que te venga en gana mientas estés calladito—respondió Laura sin levantar la vista de su comida
—Me llamo Cole, Cole Carter—
—Un placer—dijo Laura estrechando la mano pero viendo sus tareas—Por favor mantén cualquier líquido lejos de mi camiseta—
—Bien—asintió Cole
Cole se veía incómodo por el trato de la mayor de las Sanders porque no entendía a que se refería, cuando termino su comida Laura se levantó pero él la detuvo agarrándola del brazo, a lo que ella lo fulmino con la mirada.
—Primero suéltame si no quieres que te rompa todos los dientes y segundo ¿qué osita te pasa?—preguntó Laura molesta
—Soy nuevo y bueno...—respondió Cole soltándole el brazo
—Ya y a mí que me cuentas idiota—escupió Laura
—Estoy algo perdido, por casualidad no sabes dónde está la facultad de Artes y Ciencias—preguntó Cole
—Para tu suerte sí, yo estudio Diseño, es el edificio al lado de la mía. Vamos sígueme—
Cole sonrió y asintió, a lo que la mayor de las Sanders puso mala cara, ambos salieron de la cafetería en silencio. El joven castaño quería decir algo pero no se atrevía a abrir la boca por miedo a que ella le gritase o algo así, así que se limito a seguirla.
Ahora que ya sabía donde quedaba su facultad, los dos fueron a las clases que les correspondían después del descanso. Cole se presentó a la clase y la profesora lo sentó al lado de la mayor de las Sanders, lo que a Laura no le hizo gracia, aún encima tendría que aguantarlo todo el resto del curso porque compartían algunas de sus clases.
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