Capítulo 23: Cosas de papás...
Al día siguiente, Flex, terminaba de prepararse para ir a trabajar, las cosas no cambiaban y dejarse derrotar por sus sentimientos no era lo que la niña y sus amigos deseaban ver en él.
Tomo las llaves de la casa y se dispuso a salir cuando el teléfono comenzó a sonar
- ¡Sparta, Raptor! ¡Contesten el teléfono! - espero a que alguien bajase, pero tal parecía que ambos habían salido de casa mientras el se preparaba para salir.
Entro de nuevo y contesto el teléfono resignado a que llegaría tarde.
- ¿Sí?
- ¿Es usted el tutor de Mónica Rivera? - suspiro ¿ahora que tontería había cometido aquella enana?
- Si, soy yo ¿ella esta bien? - indago esperando que se tratase de algún malestar del estomago
- Si, ella se encuentra bien es solo que agredió a un niño de su clase, necesitamos que se presente ahora mismo en la oficina de dirección. - se apretó el puente de la nariz "¿por qué a mí?" pensó fastidiado
- Iré de inmediato
- Muchas gracias señor Rivera
- No hay de que. - colgó el teléfono. No era el señor Rivera, no desde hacía ya un tiempo, sin embargo, seguía siendo el único tutor que la pequeña tenía ahora que el reptil había salido con su pareja a quien sabe dónde.
Salió a la calle y camino hasta la escuela. En el camino le marco a su jefe para informarle que legaría tarde por cuestiones familiares y lo único que había recibido fue un severo "lo descontaré de tu paga"
Molesto y resignado a que en algún momento debería lidiar con esa clase de cosas llegó por fin a la escuela, donde lo dejaron pasar luego de mostrar su identificación e identificarse como el tutor temporal de la niña.
Camino con rapidez hasta la oficina de la directora, donde la niña estaba sentada fuera esperando a que Sparta o Raptor llegaran, al ver a Flex solo pudo torcer la boca y quejarse por lo bajo
- A mí también me da gusto verte Mónica. - soltó con sarcasmo el mayor. - Sparta y Raptor no estaban en casa y yo soy lo único que tienes de momento, así que si preguntan yo soy tu familiar más cercano ¿vale? - la niña asintió con molestia.
Se sentó junto a ella a esperar, supuso que el chico o chica al que había agredido estaba dentro con sus respectivos padres quienes seguramente pedían que reprendieran a la hija de Musik
- ¿Qué fue lo que sucedió? - trató de indagar, pero la castaña se negaba a responder. - Necesito como defenderte Mónica, esto es algo serio y no tengo como decirles a los tutores del otro niño que lo que hiciste tiene justificación. - no recibió respuesta, de manera que se dejo caer sobre el respaldo de la incómoda silla. Pasaron minutos antes de que la niña se decidiera a hablar
- Me llamo huérfana. - se giró hacia la niña, quien tenia un par de lagrimas corriendo por sus mejillas
- ¿Qué? - Mónica se pasó las mangas por la cara en un desesperado intento por no llorar
- Él se acercó a mi cuando estábamos en receso, su grupo de amigos comenzó a llamarme huérfana y...yo...lo golpee...
Flex sintió como el corazón se le encogía ante lo que acababa de decir la pequeña. ¿Cómo pudo ser tan desconsiderado? Si bien era verdad que el sufría la situación por el amor que le tenía a Musik, ni por un momento se le ocurrió ponerse en los zapatos de aquella niña que no solo había perdido a su madre sino que también sentía que estaba perdiendo a su padre y seguramente estaba peor que el, seguramente se sentía sola y como cereza del pastel ella si entendía lo que a el le pasaba, incluso lo había sermoneado con eso, esa niña había sido más madura que el y lo único que había hecho había sido darle la espalda por ser un recordatorio constante de una traición por la que ella no tenía ni un poco de culpa.
- ¿Los Rivera? - Ambos alzaron la cabeza ¿Cuánto tiempo había pasado?
Se levantaron a la par y caminaron hacia la entrada de donde salieron los afectados mirándolos con odio y rabia puros, ambos ignoraron ese hecho, incluso Flex le dirigió una mirada cargada de desaprobación al chiquillo, quien solo se encogió de hombros con una expresión despreocupada.
Se sentaron en las acolchonadas sillas frente al escritorio, donde la directora se sentó poco después mirándolos a ambos.
- Buenos días señor Rivera, soy la directora Ramírez. - Ambos adultos se dieron la mano cordialmente. - Perdone por llamarlo tan temprano y de manera tan repentina, pero este es un asunto urgente que debe ser atendido en el momento
- No se preocupe, entiendo la gravedad de la situación, me gustaría que me explicara que es lo que sucede con mi hija. - la niña volteo a verlo con sorpresa mientras el mantenía un semblante relajado a pesar de que conocía la reacción de Mónica
- Bueno, la pequeña Mónica ha cambiado su comportamiento drásticamente. - señalo la directora. - Se ha vuelto muy agresiva, antisocial, completamente cerrada, no participa en clase, agrede a sus compañeros, agrede a sus maestros, es una niña muy irrespetuosa y cuando llego aquí era una pequeña muy amable ¿hay problemas en casa señor Rivera? - Sabía lo que la directora insinuaba, estaba casi seguro de que ya tenía a servicios infantiles y a un psicólogo en el teléfono
- No maestra, sucede que su padre ha sufrido un accidente muy grave y hace poco la niña perdió a su madre, póngase en los zapatos de ella, analice la situación e imagínese por lo que mi pequeña Mónica está pasando, ningún niño debería sufrir algo como eso solo y sin embargo aquí esta ella, lidiando día con día con eso mientras escucha como sus compañeros también la agreden. - la defendió el peliazul con seguridad
- ¿Cómo que la agreden?
- ¿Qué fue lo que le dijo el mocoso ese? - pregunto con voz firme
- Me dijo que solo le había ofrecido una paleta y ella simplemente se había lanzado sobre el para morderlo y golpearlo. - confeso inocentemente la señora
- ¡Eso no es cierto! - vocifero la menor. - ¡él y su grupo de amigos fueron a decirme huérfana! ¡Se burlaron de mi y casi me quitan mi lunch! - comenzó a llorar a todo volumen y Flex miro a la directora con los brazos cruzados
- Yo no...yo no sabía eso...
- Pues ahora lo sabe, ella solo se estaba defendiendo de un grupo de abusadores y déjeme decirle que autorizo que mi hija se defienda, si es necesario a golpes, pues no voy a permitir que se le falte al respeto y mucho menos que le hagan daño físico y usted quiera mandarla al psicólogo como si ella tuviera la culpa. - gruño el mayor asustando a la mujer por lo imponente que se veía
- Perdónenos señor Rivera, nosotros nos encargaremos de esto inmediatamente. - susurro la mujer con miedo
- Eso espero o me encargare yo mismo de hundir esta escuela. - amenazo el peliazul. - Con su permiso, vámonos Mónica. - tomo a la pequeña de la mano con delicadeza y el saco de la oficina. Al salir la cargo y la llevo fuera de la escuela, era más que obvio que ese día no iba a trabajar
- ¿No fuiste muy cruel? - cuestiono la niña ya más tranquila
- Se lo merecía ¿no? - pregunto el con seguridad
- Claro, aunque quiero ver como hundes la oficina señor súper influyente. - menciono la niña entre risas
- Te sorprendería lo que un padre es capaz de hacer por sus hijos. - confesó el bajándola en una banca del parque y poniéndose de rodillas para estar a su altura
- Tú no eres mi papá. - afirmo ella
- No, eso es cierto, pero quiero mucho a tu papá y quiero que sepas que puedes contar conmigo de ahora en adelante
- ¿Cómo si fueras mi segundo papá? - la miro a los ojos, se parecía tanto a Musik
- Algo así, solo hasta que tu padre despierte y sepamos si quiere seguir conmigo como mi novio. - señalo algo triste
- ¿Me compraras helado?
- Tal vez
- ¿Me llevarás al parque?
- Solo si cumples todas tus tareas. - le recordó Flex. - y si prometes portarte bien en el colegio. - ella hizo pucheros
- ¿Me compras una cabra? - pregunto con ilusión
- No abuses Mónica. - soltó un quejido mientras se cruzaba de brazos
- Yo quería una cabra. - dijo ella. - ¿aun está en pie lo del helado?
- Claro que si. - ambos se levantaron y caminaron al puesto de helados más cercano
Quizá tener a esaniña a su lado no sería tan malo después de todo...
[...]
Mayo estaba en su revisión. Sparta y Mike lo acompañaban mientras Trolli y Raptor se quedaban con los gemelos. Nadie sabe cómo, pero Víctor apareció en la clínica, así que entre un Mayo emocionado y un Víctor más que contento, pasaron.
La ginecóloga Márquez era muy diferente a la ginecóloga García. Ella solo necesitó unos minutos para encontrar lo que sería el hijo o hija de Víctor, mientras tanto Sparta era el que grababa todo.
— Mmm, por como vemos aquí está la cabeza, los brazos se están empezando a formar y aquí están sus piernas — decía la ginecóloga, mientras todos asentían como si la entendieran, aunque solo veían rayas y manchas — bien, el peso y el tamaño es ideal para tus dos meses Mayo — le dijo.
— Todo gracias a mis amigos, y sobre todo a mi... esposo — dijo Mayo, sonriendo.
— ¿Ah, como? — dijo Víctor, como saliendo de un sueño. Se había quedado mirando el ultrasonido.
— Emocionado por ver a tu primer hijo ¿No? — dijo la ginecóloga, sonriendo maternalmente.
— ¡¡QUE VA A SER NIÑA!! — casi gritó Sparta indignado.
— ¡¡Será un niño!! —debatió Mike molesto.
Desde hacía un tiempo, Sparta y Mike tenían una frecuente pelea, y era el sexo del hijo del Mayictor. Mike tenía el par, y Sparta era imposible que de los tres que esperaba no salieran un niño y dos niñas o viceversa, pero el caso era que estaban peleados a muerte para saber que sería el hijo de ese par.
— Bueno, con todo esto sigue como estás, continua con el ácido fólico y todas las instrucciones que te dí — le recetó la ginecóloga apagando las máquinas.
— Gracias Melany — le dijo Mayo.
— Te recuerdo ¡Que me digas madrina! Niños sin saber quiénes son sus padrinos de bautizo y tú desperdiciando ese título — le contestó la ginecóloga.
— Lo que tú digas Melany — contestó Mayo riendo y bajando de la camilla.
-Muchas gracias madrina, vendremos en un par de meses- sonrió Victor
-Aquí los espero. Cuidense los dos- Ambos asintieron y todo el grupo salió del consultorio- Que bonita pareja- exclamó la doctora antes de continuar su trabajo
[...]
Debía admitirlo, estar ahí, viendo el estado de su hija lo ponía algo nervioso. Más con lo que sucedía en ese momento.
La doctora Sandoval estaba revisando varias hojas del hospital, que a Rius no lo hacían más que ponerlo algo nervioso, sobre todo cuando le dijo a su residente, el doctor Cabral, que llamara a otro ginecólogo y al doctor Leonel de Oncología para una pequeña junta de diagnósticos.
- No se preocupe, es algo rutinario en algunos casos – trato de calmarlo la doctora Sandoval, aunque intuía que era por algo más ya que "Oncología" no le sonaba para nada. No sabía que estaba a punto de ser informado de una jugada cruel del destino.
El primero en llegar fue el doctor Leonel, quien se veía algo confuso por estar en aquel sitio. Cuando habló con la doctora Sandoval, alejado de el, Leonel perdió el color y alzó la voz.
- ¿¡4 meses y tiene esto desde hace años, por qué no avisaron antes!? – vociferó y la doctora Sandoval iba a decir algo, hasta que alguien más entró al consultorio.
- Espero que sea importante Sandoval - sentenció una voz que reconoció al instante, era la ginecóloga de Sparta, Malinalli García - por qué estaba a punto de ir a co... - todas sus palabras se desvanecieron al ver al doctor Leonel ahí, pues palideció y casi gritó - ¿¡QUÉ HACE EL JEFE DE ONCOLOGÍA AQUÍ!? -.
- Srta. García, hay un protocolo a seguir - la regañó Sandoval. Pero la doctora García seguía pálida.
- Ammm ¿Pueden decir que sucede? - preguntó. Los tres doctores voltearon a ver al paciente y volvieron a mirarse entre sí.
- ¿Pueden darnos unos minutos? Hay algo de lo que debemos discutir mis colegas y yo - dijo la doctora Sandoval, con la mirada oscurecida, saliendo del consultorio con sus dos acompañantes.
Por primera vez, agradecía que la ginecóloga García tuviera la voz "fuerte", pues se podía escuchar lo que decía ella, que no era muy alentador.
- Pues... viendo esto comparto su diagnostico - hubo un silencio - pero... pero... no creo que debamos precipitarnos - hubo una pausa más pequeña - no, pero para entrar aquí estudié de todas las áreas, incluyendo psicología - ahora se escuchaba molesta - no va acceder por las fáciles a someterse al tratamiento ¿Usted que dice, doctor Leonel? - por un largo rato no hubo sonidos y, por fin, regresaron a la habitación para hablar con Rius.
- Bueno... estuve viendo con mis colegas algo de lo que es importante que este enterado - comenzó la doctora Sandoval.
- ¿Mi bebé está bien? - preguntó Rius, asustado.
- No es tu hija la que nos preocupa, es usted- mencionó la doctora Sandoval.- Conocí a la doctora García y sabía perfectamente que ella dejaría la discreción de lado para decir las cosas sin ningún tipo de tacto.
Dicho y hecho, la doctora García se acercó.
- Tiene usted un tumor en el cerebro, en una parte inoperable - explicó haciendo que Rius sintiera en ese momento un miedo horrible, llevando sus manos a su vientre.
- La única forma de ayudarlo es por la quimio, pero... por su actual estado... puede causar la muerte de su bebé
Como si un cubo de agua fría le cayera encima, la cruel verdad parecía haberlo golpeado con fuerza. Rius empezó a sacar lágrimas de dolor y desesperación.
- Tendría usted que someterse a este tratamiento, aunque los daños que pueda ocasionar no sean del todo seguro, tal ves pueda perder al feto en el proceso, pero aunque el embarazo llegue a termino, usted estaría en grave situación, por lo que desde ahora... -.
- No -.
Rius silenció al doctor Leonel, ante la mirada de las dos ginecólogas.
- No voy a someterme a ningún tratamiento que afecte a mi hija. Yo acabo de sentirla, de tenerla, es el embarazo que ha durado más de un mes, aunque yo muera, prefiero eso a que mi hija, mi luz, mi pequeño ser para vivir, muera sin haber conocido a a su madre – aclaró Rius con una determinación que hizo que hasta Odriozola, que iba a decirle que sería su paciente, se quedara callada y se reservara cualquier comentario
El doctor Leonel asintió y procedió a retirarse, García tomo del brazo a Odriozola y se la llevó sin que esta se quejara y Sandoval se quedo con el para darle las indicaciones y los riesgos que estaba por enfrentar.
- Yo estaré bien si ella está bien, solo me interesa ella ahora - continuo Rius con firmeza - hasta no tener a mi hija sana en mis brazos, no haré nada que pueda dañarla
Si era el o su único hijo, la decisión ya estaba tomada incluso antes de que alguien tuviera la oportunidad de contradecirlo.
Aceptaba su destino, sabía que el final para el, no estaba tan lejos como imaginaba...
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