Capítulo 21: El parásito ataca de nuevo...

(Sorry, había un pequeño error de enumeración en el pasado xD...pero en fin...lo normal, ya se solucionó :3)

Días después, Raptor y Sparta iban a una revisión de nuevo, algo ya muy temido por la pandilla en general dado las diferentes personalidades medicas que había en el centro.

La ginecóloga ya se había tardado viendo a la pantalla y moviendo el aparato para que la imagen del ultrasonido revelara el estado de los hijos de la pareja. Raptor estaba algo nervioso, aunque no tanto como Sparta quien también ya estaba cansado de sentir el frío gel que le aplicaba cada cuando la doctora en su búsqueda de la imagen y no es como que un Mayo grabando todo fuera de ayuda."Es para que Víctor vea lo que se está perdiendo, así sentirá que estuvo con ustedes en todo momento" señalo Mayo con carita suplicante, la única razón por la que no le pudieron negar que grabara.

— Emmm ¿Ya sabe que son? — preguntó Sparta fastidiado.

— Mi cámara se aferra a la vida, casi no tiene batería ¡Vamos! ¿¡Por qué se tarda tanto!? — gritó Mayo.

— ¡De seguro aún no halla como hacerle! — gritó desde afuera la doctora Jiménez, notablemente divertida ante lo que su amiga sufría por creerse doctora solo por entrar a Temas Selectos de Biología.

— ¡Tu no digas nada Loba, eso pasó solo con mi primer paciente oficial! — reclamó la ginecóloga García.

— El es tu primer paciente oficial — le dijo su residente, entrando a la sala. La ginecóloga lo fulminó con la mirada y este se agacho visiblemente asustado.

«¿Que más mala suerte nos puede tocar» pensó Raptor.Justo al acabar ese pensamiento, la forense Odriozola entró. ¿Cómo sabían que era ella? No creo que muchos doctores entren a un consultorio vestidos de La Santa Muerte, riendo macabramente.Mayo se quedó estático grabando.

— Serás mi paciente muy pronto~ — presagió funestamente la forense con una sonrisa.

— ¡Que no espantes a los pacientes! — gritó Loba desde afuera, pero eso no impidió que ella siguiera en su papel de la Santa Muerte muy feliz de la vida.
La ginecóloga se empezó a reír. — Si le hizo bien, lo admito — dijo riendo. El resistente Garduño se acercó a terminar el ultrasonido a sabiendas de que su ginecóloga no terminaría en un buen rato.

— Veamos, parece que están bien, solo sigan las recetas y siga con el ácido fólico que tiene indicado— les dijo el residente, mientras la ginecóloga seguía riendo. Mayo continuaba grabando todo.

— Y por cierto — dijo la forense, apuntando a Mayo — Hernández me dijo que tenían consulta está semana, puede que tú también seas mi paciente — terminó de decir y se fue corriendo justo a tiempo ya que después de huir la doctora Jiménez entró.

— ¡MAL, DEJA DE REIRTE, ESTO NO ES GRACIOSO! — le reprendió cruzando los brazos.

— Tu vete a tu "charla" con Cástor y ya — le respondió su amiga limpiándose un par de lágrimas.

— AAASSSSHHHH, PERO SI ERES UNAAAA ....—. La sonrojada doctora amenazó con ahorcarla, pero Garduño se interpuso

— Les sugiero irse, cuándo pelean, si que pelean realmente — les dijo el residente. Los tres no dudaron en salie casi corriendo de ahí.

—¿¡QUIÉN ES CÁSTOR!?— La forense Odriozola volvió, esta vez sin la capucha de la túnica puesta y amenazando con su hoz de plástico.

— ¡Corran!— Grito Mayo asustado tras ver como esas tres iban a comenzar una guerra que quien sabe cuando terminaría.

[...]

Los días pasaban y Flex comenzaba a frustrarse de más, todo se le estaba viniendo encima y, aunque todos lo notaban, no había algo que pudieran hacer para alegrarle la vida al chico.
Comenzaba a estar trabajando sin descanso, no bebía ni comía por periodos prolongados de tiempo y por si fuera poco era rara la ocasión que hablaba con alguien por mas de un minuto pues comenzaba a volverse cada vez más solitario.

Esa noche el trabajo lo había agotado y no tenía ganas de seguir escribiendo como loco, así que fue al jardín y se dejo caer en el césped húmedo por el rocío. Miraba las estrellas preguntando cuando volvería a tener a su lado Musik a su lado y no en una camilla lleno de tubos y rodeado de aparatos.
Puso el dorso de su brazo sobre sus ojos y las lagrimas comenzaron a salir silenciosamente de sus ojos, no podía soportarlo más, estaba consciente de cómo se estaba hundiendo pero no le importaba, sabía que estaba bajando repentinamente de peso, que su cuerpo le pedía descansar a gritos y que su mente le suplicaba que por un momento se relajara y comenzara a pensar con claridad.

Escucho pasos acercarse a su posición, sabia que no vivía solo pero ninguno de sus compañeros de casa se había metido demasiado en sus problemas.
Sintió como el peso en su abdomen lo obligaba a esforzarse a respirar y al mirar quien era, se topo con una melena castaña que identifico como el despeinado cabello de Mónica. Volvió a cubrir sus ojos esperando poder ignorarla y que así se fuera.

.- A papá no le gustaría ver como te hundes.- señalo la pequeña con una voz dulce. El no contesto, no quería hablar más del tema con ella

.- Cuando estaba triste y me negaba a comer o a salir de mi habitación porque otros niños me recordaban que no tenía papá, mi mamá, solía decirme algo.- hizo una breve pausa para mirar a Flex que, aunque intentara ocultarlo, lloraba a cantaros bajo su brazo

.- Ella me decía "Piensa en que diría tu padre, ¿le gustaría verte así?¿Estaría orgulloso?" y entonces yo me levantaba y quería demostrarle que, si algún día volvía, yo era la mejor hija del mundo a pesar de que el nunca estuvo.- Flex sintió como su corazón se hizo chiquito ante las palabras de la menor

.- Se que estas triste por papá y que por eso no comes, no duermes y ya no sonríes, pero dudo que el quisiera eso para alguien como tu.- la escucho suspirar.- alguien a quien ama tanto como alguna vez amo a mi mamá.- Mónica se levantó.- El volverá, yo lo se, debes demostrarle que te mantuviste en pie por el, era eso lo que quería decirte. Buenas noches Flex.- la escucho alejarse y se dio el lujo de llorar un poco más alto, sollozando e hipando.

Se quedo por unos minutos en la misma posición mientras reflexionaba lo que la pequeña le acababa de decir. Era cierto que le dolía cada día el no tener noticias del castaño, pero la niña esta vez tenia razón, no ganaba nada llevando su vida como la llevaba hasta ese momento, necesitaba seguir adelante pasara lo que pasara, aunque sabía que le dolería hasta el alma en el camino, tenía que continuar.
Se levanto, se seco las lagrimas y entro a la casa. Miro a la pequeña ir a su habitación a dormir y después el fue a su recamara, la cual por primera vez en días no veía tan solitaria pues tenía esperanza en que Musik volviera y llenara es espacio libre a su lado.

[...]

En su pequeño departamento, Rius revisaba aquel objeto una y otra vez, leyendo en la caja si dos rayitas era "Doblemente negativo". No quería aceptarlo. No podía estar así. 

Sollozos venían de su parte, su alma rompiéndose en millones de pedazos. Había jurado proteger a Sparta y Víctor y ahora le sucedía esto. La vida lo odiaba, y demasiado. No salía de una y entraba a otra.

Miró hacia su celular. Tenía demasiadas llamadas perdidas de Timba, y aún no podía creer como no tiró la puerta cuando lo fue a buscar a su casa. Con mucha suerte aún no aparecía en su trabajo, y esperaba que así siguiera el resto del tiempo.

— No puedo... no... si esto les hizo a Sparta y a Víctor, otro más no... no puedo dejar que lo sepa — murmuraba Rius, destrozado.
Su mano fue por inercia a su vientre. Sabía lo que era, pero en el pasado, antes de Timba, había tenido cuatro abortos. No aguantaría uno más y era eso por lo que no quería aceptarlo, esta vez, la culpa no era solo de Timba.

Del albino solo salían sollozos, sollozos que expresaban todo; miedo, desesperación, tristeza, pero sobre todo, negación. Negación ante lo que la vida le estaba dando.

— Espero que tu no termines igual que tus hermanos pequeño... — susurró Rius débilmente, mientras seguía sollozando tratando inútilmente de aceptar lo que el futuro le estaba deparando.



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