Tres siglos de diferencia
Capítulo 7: Tres siglos de diferencia
Primero, Sarai; ahora, Henry. Ambos están aquí, al igual que yo. Sin embargo, por más que tengan el mismo rostro, no son las personas que conozco.
Sus gestos, modo de hablar e incluso su forma de caminar es distinta.
Ni siquiera saben quién soy.
Al principio creí que la chica se trataba de una viajera al igual que yo, alguien que se encontraba demasiado confundida como para reconocerme, y el que se viera más joven fue un efecto secundario de su salto temporal. No obstante, con Henry en la ecuación se desmonta mi teoría.
¿Y si en realidad estoy delante de nada más ni nada menos que de sus vidas pasadas?
¿Ellas... existen?
Tiene mucho sentido. Ellos no son mis compañeros de la editorial, son gente de esta época. Tanto ella como el vicealmirante Hendrick son la versión trescientos años antes de Sarai y Henry.
¿Tendré una versión mía por ahí?
Aunque, si yo estoy aquí, no creo que sea posible que haya dos Anyara existiendo al mismo tiempo.
Pero, ¿qué tal si sí?
Todavía no termino de entender cómo funciona esto.
—Deberíamos celebrar por tus cuatro millones— recuerdo que me propuso Sarai al ver el alcance que consiguió mi libro tras sus primeras semanas de publicación en el sitio web de la editorial.
Esa no fue la historia que me catapultó; fue una que me hizo tener una buena base de lectores para que el nuevo libro creciera, ya lo que siguió a continuación fue historia.
El amor entre un almirante y una esclava capturó el corazón de muchas lectoras.
Y sus bolsillos también.
—Suena bien— sonreí con la vista en la computadora. No podía dejar de mirar mis cifras en aumento.
—Disculpen— Henry se acercó a nosotras, con la misma postura ligeramente encorvada que ponía cada vez que debía hablar con las demás personas. Él no nos miraba fijo a los ojos, ni siquiera se mostraba interesado en conversar de temas más allá del trabajo —Yo... Emh, estoy teniendo algunos inconvenientes con mi computadora, me preguntaba si alguna de ustedes podría...
—Claro— Sarai ni siquiera lo dejó terminar —Mi computadora es toda tuya— se hizo a un lado, pero no lo suficiente para tenerlo lejos.
Henry pudo completar su pendiente. En ese rato de silencio, contemplé un gran número de expresiones en el rostro de la chica, estas iban de admiración a picardía.
—Gracias— dijo sin más, alejándose en dirección a su cubículo. Eso fue antes de que se le asignara una oficina.
—Y Henry— Sarai no lo iba a dejar marchar tan fácil —¿Estás disponible esta noche? Anyi y yo iremos a celebrar por sus millones.
—Lo siento, pero estoy ocupado— siempre lo estaba —De nuevo gracias, adiós.
—Ah, qué difícil— suspiró la chica volviendo al trabajo.
Henry no compartía con ningún compañero de la editorial, no participaba en reuniones sociales e iba siempre al punto.
Recuerdo que un día nos invitaron a una actividad «obligatoria», en donde como causa benéfica participamos en una que otra competencia. El hombre también tuvo que participar en varias, y para sorpresa mía, ganó el tercer lugar en cada una. Lo que más llamó mi atención fue que en múltiples ocasiones tuvo la oportunidad de ganar el primero o el segundo, pero no lo hizo.
Era bueno, pero por algún motivo, no quería reconocimiento.
Y ahora, lo veo como vicealmirante.
¿Cuánto reconocimiento se ha de conseguir para llegar hasta ese puesto?
—Llegué hoy a puerto, quería ser el que te diera la noticia de mi regreso— le respondió el capitán Amery con una sonrisa, es la primera que hace en el día.
—Entiendo— desvía la vista hacia nosotras. En serio parece una persona distinta, el Henry que conozco nunca me vería a los ojos ni por error —¿No estabas tomando tus clases de arpa?— le pregunta a la chica.
«Sarai» traga saliva jugueteando con los dedos, cambió de temperamento en cuanto se le puso enfrente.
—Yo...
—Me la topé de regreso y la invité a venir conmigo, quería que me pusiera al tanto de lo que me he perdido en estos dos meses— intervino el capitán —Fue grato conversar con usted.
—Amh, sí— tose un poco —Lo mismo digo, es usted una persona bastante amena, capitán Amery.
Por más que la chica no sea mi Sarai, me resulta desagradable verla en una situación en la que no quiere estar. Es irónico, a la Sarai de mi presente le habría encantado estar tan cerca de Henry. Aunque, es cierto, este no es Henry.
Primero hay que saber qué fue lo que la hizo enamorarse del escritor en primer lugar, porque dudo que sea un amor que haya sobrepasado sus vidas pasadas. Solo con observar el modo en que lo mira, tengo una pista de lo que siente por él.
En 2024: un cariño genuino;
En 1715: un miedo profundo.
—Ya veo— contesta rodeándole las mejillas —Ahora vete a tu cuarto, hay algo importante de lo que tenemos que hablar— concluye besándole la frente.
La chica le hizo una pequeña reverencia tanto al vicealmirante como al capitán antes de irse. Noté como anclaba las uñas en sus brazos mientras subía por las escaleras. En ese momento quise hacer lo que fuera para sacarnos de aquí a como diera lugar, ¿pero cómo si yo también soy una prisionera?
»Intentó escapar, ¿verdad? —se lleva las manos a la cintura —¿Hasta cuándo dejarás de cubrirle sus estupideces?
—Es una buena chica, solo debes tenerle paciencia— el capitán echa un suspiro —Todavía es joven, ya luego se acostumbrará.
—Jum, ¿y quién es la mujer que te acompaña?— me sonríe. Ahora soy yo la que evade mirarlo —No nos han presentado. Soy el vicealmirante Hendrick Amery— me extiende la mano, a lo que yo correspondo lentamente con temor a que se sienta ofendido.
El vicealmirante me iba a besar el dorso de la mano cuando lo que dijo el capitán Amery lo detuvo a medio gesto:
—Ella es la ahora mujer del capitán Paradise— me presentó sin ningún reparo.
—¿Qué?— nos mira extrañado.
—En mi último viaje me topé con el pirata y aunque no pude atraparlo, me traje a su supuesta mujer en su lugar— señala respirando profundo —Debiste ver cómo peleaba para tenerla devuelta, él mismo dijo que mataría al primero que se la llevara.
—No puede ser posible— su cara de asombro lo dice todo —Entonces tenía razón y a ese infeliz no le importaba Corina, dos años fue suficiente para que se olvidara de ella.
¿Corina?
—¿No dirás nada?— me pregunta el capitán —Esperaba que negaras tu relación con Paradise como lo has hecho desde que te conozco.
Vaya, ahora sí quiere escucharme. Genial.
—¿Qué quiere que diga?— cruzo los brazos —No importan mis argumentos, ustedes no van a creerme.
—Interrogamos a varios de los subordinados de Paradise y todos decían lo mismo sobre el origen de esta mujer; dijeron que cayó del cielo.
Esa historia de nuevo.
—Soy un ángel— veamos si caen en mi cuento —No pertenezco a esta realidad.
—Un ángel, dice— Henr... Hendrick levanta la ceja. Se me hace complicado separarlo del escritor considerando lo parecidos que son sus nombres.
—Sí, así e...
De repente, el hombre me jaló fuerte del brazo para luego tomarme del cuello. Cambiando completamente de actitud, chocó mi cuerpo contra la pared, donde incrementó la fuerza de su agarre.
Me... Me está arrancando el aire del cuerpo, casi no puedo moverme.
—No te pareces en nada a Corina— alega con una voz gruesa —¿Cómo ese pirata desdeñable tuvo el descaro de reemplazarla con una mujer tan poca cosa como tú? ¡Me parece un insulto!
—¡Hendrick!— gritó el capitán aproximándose —¡Ella es lo único que nos puede acercar a Paradise, matarla no sería conveniente, al menos no ahora!
—P-Por favor— golpeo sus brazos como puedo, unos segundos más y será mi fin.
—Que mataría al que se llevara a su mujer— suelta el agarre, haciendo que cayera al suelo con la respiración acelerada; no siento mis piernas y no soy capaz de controlar el ritmo de mi corazón —De acuerdo— se pone de cuclillas frente a mí, esto no ha terminado —Si de verdad eres importante para él, que lo demuestre— entierra los dedos en mi cabello —Planearé algo muy bonito para ti, pero ahora dime, ¿por qué esos hombres dicen que caíste del cielo?
—Y-Ya lo dije, soy un ángel.
—No estoy para juegos, dime la verdad— me jala del cabello para atrás, provocando que de mí saliera un gimo adolorido —¿De dónde saliste y cuál es tu relación con Johansel?
—¡Vengo del futuro!— quería la verdad, ahí la tiene —Y-Y no miento, ¡soy de ahí!
—Ah, menuda loca se consiguió el pirata.
—Tal vez no me crea, pero usted y yo nos conoceremos en trescientos años y-y será una persona bastante diferente a la que es ahora.
—¿De verdad? ¿Cómo seré?— percibo burla en su tono de voz.
—Será un escritor talentoso de cuentos de terror, alguien tímido e introvertido al mismo tiempo. Una persona callada; buena en todo, pero que lo oculta porque detesta que lo reconozcan por ello. Ese será usted en trescientos años, lo sé porque, como dije, nos conoceremos en esas fechas.
El vicealmirante esbozó una pequeña sonrisa, la cual se convirtió en una más grande y terminó en enormes carcajadas que se escucharon por toda la sala. Él se puso de pie con la mano en la parte baja de su abdomen, le causaba demasiado gracia lo que le decía la extraña que tenía delante.
—Un escritor de terror— siguió riéndose —Me alegra saber que seré bueno en todo, tal y como lo soy ahora. Dime, ¿cómo se siente conocerme en mi vida pasada?
Aterrador.
Si no hubiera sido por el capitán, me habría asesinado sin pensarlo.
—El escritor de terror jamás me habría hecho esto— me coloco la mano en la garganta. Retiro lo que dije sobre Henry, su versión como vicealmirante es mucho peor.
—¿Y qué hay de mi preciado hermano?— apunta al capitán —¿Cómo es él en el futuro?
—Al capitán Amery no lo conozco— alguien como él de seguro destila las mismas vibras en 2024. No me lo imagino haciendo bailes de Tiktok —No me importa si me cree, solo respondí a su pregunta de por qué me llaman la mujer del cielo.
Dudo que mi revelación importe mucho.
—Eres graciosa, lo admito— se encoge de hombros —Si no fuera porque eres la ramera de Paradise, te convertiría en mi mascota. Me divertiría escuchar más sobre el escritor de terror que seré.
—No soy ninguna ramera— hasta tragar saliva duele.
—¿Lo dice quien? ¿La que se acuesta con piratas?— arquea la ceja —Pero claro, no soy quien para juzgar, tienes suficiente con el mundo— mira al capitán —Quiero que toda la ciudad se entere de que tenemos a la mujer de Paradise y que la mandaremos a la horca en dos días, que la voz se riegue hasta los oídos del pirata.
»Si de verdad le importa, él vendrá en su rescate; dándonos la oportunidad de juzgarlo por fin.
—Un momento— no puede ser, ¡esto no me puede estar pasando! —Ustedes nada más dirán eso para que Paradise se lo crea y venga, ¿verdad? No van a hacerme daño, ¿verdad?
—No perdonamos a los que se involucran con piratas, sin excepción— lo último lo dijo con un choque en sus palabras —Morirás en dos días.
¡No, no, no!
¡No hice un salto en el tiempo para morir en un lugar tan feo!
Tal vez no sea un ángel, ¡pero es posible que tenga motivos para estar aquí!
Dudo que Paradise venga, debe haber algo que pueda hacer. ¡Algo!
—¿No dijo que era graciosa?— si tengo que perder mi dignidad con tal de sobrevivir, ¡lo haré! No me importa tener que rogarle a un tipo con la cara de Henry —Podría contarle una infinidad de cosas acerca de donde vengo, no solo del escritor de terror. ¡Podría ser su mascota si eso es lo que quiere!
¡No moriré!
—Sí, eres graciosa— le causó risa lo que dije —No me interesa saber nada que no trate de mí, así que declino tu propuesta. Aunque...— me levanta tomándome de los brazos, él y yo estamos bien cerca uno del otro —Dime, ¿ladrarías para mí?
¿Qué?
—¡Vicealmirante!— el capitán lo llama a la atención. Él me separa de su hermano, poniéndose en medio de ambos —Es suficiente. Con su permiso, me llevaré a la mujer.
—Lo supuse— comenta al ver que me quedé en shock por su petición.
Los ojos se me llenaron de lágrimas; esta es la segunda vez que siento un hueco tan profundo en el pecho. Es impactante que la persona con la que conviviste por mucho tiempo te trate de ese modo, como si no valieras nada.
***
«¡Vamos, Anyara! ¡Vamos, Anyara!».
Sin importar las porras de mis compañeros, me caí a mitad de la carrera.
Aquella vez que la editorial participó en una causa benéfica, me llevé unos buenos raspones en las rodillas. Casi no podía caminar gracias a ellos.
—¿Umh, hola?— me había separado del resto para lavarme las heridas con una manguera que estaba cerca. Hacía lo mío cuando noté una sombra sobre mí.
Se trataba de Henry.
Mientras yo perdía dándolo todo, él lo hacía a propósito; creo ser la única que se dio cuenta de ese detalle, los demás estaban demasiados ocupados prestándole atención a los ganadores.
Sin decir nada, el hombre se sacó un par de curitas del bolsillo, las cuales me pasó.
—Oh, muchas gracias— era la primera vez que se me acercaba —Sé que es por una causa benéfica, pero qué tedioso venir un domingo por la tarde, ¿no lo crees?— le intenté sacar conversación mientras me ponía las curitas en ambas rodillas.
—Sí— asintió mirando al resto —Ten cuidado cuando te levantes, nos vemos— se alejó.
—Oye— no me podía quedar con la duda —Una cosa.
—¿Sí?— dio media vuelta.
—¿Por qué escondes lo bueno que eres? Pudiste ganarles a todos, pero a último minuto decidiste quedar de tercero, ¿por qué?
—No sé de qué hablas— fue lo único que dijo antes de marcharse.
Ya después me enteré de que nadie había llevado botiquines, y que las curitas venían de parte suya. Él fue a la farmacia y las compró cuando me caí.
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Espero que te haya gustado el capítulo :D
Este es el séptimo de la historia, si sigues aquí es porque te gusta :3
Interesante lo del Vicealmirante Hendrick/Henry, eh :00
Anyara no dudará en decir que viene del futuro de acuerdo a su conveniencia, no le importará ocultarlo JAJAJA
Recuerda darle a la estrella y recomendar la historia, es tu manera de apoyarme :D
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