La mujer del cielo
Capítulo 2: La mujer del cielo
Escucho las olas del mar a lo lejos. Lo último que recuerdo es la sensación de agua entrando por mis pulmones. Ahora, aun con los ojos cerrados, me siento fuera de peligro.
¿Morí? No lo creo. Se siente como si estuviera en una cama, aunque el movimiento continuo de la misma me causa intriga.
¿En dónde carajos estoy?
Al abrir los ojos, me topo con un techo para nada familiar. Los sonidos de unos pequeños ronquidos, acompañados de una respiración tibia sobre mi rostro; llamaron mi atención:
¡H-Hay un hombre acostado al lado de mí!
—¡¿Pe-Pero qué es esto?!— estoy desnuda, no tengo ni siquiera la ropa interior puesta.
Mi grito provocó que el hombre que estaba dormido, abriera los ojos sentándose en la cama. Él tiene el torso desnudo, gracias al cielo que lleva pantalones, porque si no me daba algo.
Más de lo que me está dando ahora, claro.
—Hasta que al fin despiertas— dice con una voz ronca, bastante varonil.
Desde que abrí los ojos, agarré la sábana y me tapé más con ella. Por más que busque mi ropa con la mirada, no la encuentro en medio de una habitación tan extraña.
Se supone que la última vez que estuve despierta, un tipo me perseguía para matarme.
¿Será qué...?
—¡No te me acerques!— grito cubriéndome más con la sábana —¡¿Quién diablos eres?! ¡¿Dónde estoy?! ¡¿Por qué estoy desnuda?!
—¿Esta es tu manera de agradecerme?— arquea la ceja poniéndose unas botas que sacó de debajo de la cama.
Todos los objetos del cuarto poseen una apariencia antigua, como de otra época.
El hombre no es la excepción. Él es alto, de cabello rubio, largo y trenzado. Sus ojos azules brillantes son la segunda cosa que llaman más mi atención sobre su persona. Lo primero es su cuerpo definido y esbelto, de hombros anchos y tatuajes a los costados de su abdomen y brazos. Ni hablar de algunas cicatrices que sobresalen de su torso.
No tiene la pinta de ser un asesino de escritoras. Es mucho más alto que el sujeto que me... ¿Qué fue lo que pasó exactamente en ese puente? No lo recuerdo con claridad.
Lo último que recuerdo fue que escapaba de alguien.
—¿Qué lugar es este?— desde que estoy aquí, el piso no ha parado de moverse de un lado a otro. Es como si estuviera en un... Espera.
—¡Oye!
A pasos rápidos, me levanto de la cama y tapándome con las sábanas, evado al hombre y abro la puerta de la habitación.
Un rayo de luz impactó contra mis ojos, estaba borroso hasta que la vista se me aclaró poco a poco, haciéndome dar cuenta de lo evidente.
—No puede ser— susurro corriendo hacia fuera. A mi alrededor no hay nada más que agua.
Estoy en un barco.
Aquí no solo está el hombre de antes, sino un grupo de individuos con vestimentas extrañas y miradas atemorizantes. Todos lucen como los piratas de las películas, ¡inclusive hay uno con un parche en el ojo!
—¡Eh! ¡La mujer del cielo ha despertado!— vocifera uno de ellos, desde la parte más alta de la embarcación.
—¡Definitivamente, es toda una belleza exótica!— le responde un compañero desde el otro extremo.
El acento de ambos es inusual.
¡¿Cómo llegué aquí?!
—Ven aquí— el hombre del cuarto me cargó de la cintura y dio media vuelta con el objetivo de llevarme de regreso a la habitación.
—¡¿Quién eres?! ¡Suéltame!— mis pataleos son innecesarios, es demasiado fuerte —¡Juro que si no me sueltas ahora mismo, yo...!
—¿Qué? ¿Qué vas a hacer?— con una indiferencia abrumadora, me tira en la cama —Estás en mi barco y en mi habitación, no tienes de otra que obedecer: quédate aquí y no salgas.
—¿Disculpa?— nada más hay que ver cómo me tiró. ¡Es un bruto! —¡¿Quién eres?! ¿Qué me hiciste?— los ojos se me humedecieron —¿P-Por qué estoy desnuda?
—No abusé de ti si eso es lo que quieres saber— contesta encogiéndose de hombros —Ahora dime, ¿de dónde saliste?
—¿A qué te refieres?— él no tiene por qué mentirme. Tomando eso en cuenta, la posibilidad de que me haya hecho daño es mínima.
—Mientras dirigía el barco, vi bastante bien cómo caíste del cielo directo al océano. Confío muy bien en mis ojos; no había más embarcaciones cerca, solo nosotros.
¿Qué caí del cielo? De lo único que caí fue de un puente, al menos eso creo. Tengo los recuerdos difusos.
—Con razón esos tipos me denominaron «mujer del cielo»— susurro bajando las cejas —Mire, si de entender la situación se trata, estamos iguales. No tengo idea de cómo acabé aquí, ni mucho menos, de por qué estoy desnuda.
—Estabas como un témpano de hielo cuando te encontré hace dos días, cosa rara tomando en cuenta que nos acercamos a verano. Tu tembladera era tal, que ayer tomé la decisión de desnudarte y transmitirte calor con mi cuerpo; veo que funcionó.
—Espera— se me cortó la respiración —¿C-Cómo que me transmitiste calor con tu cuerpo?
Cuando dije que era una persona solitaria, a pesar de mi edad, no mentía. Nunca había estado tan cerca de un hombre, menos de uno como él.
—¿Qué no entiendes de lo que dije?— acortó la distancia entre ambos, está tan cerca que mi rostro se ruborizó completamente —Tu cara me dice que nunca habías vivido una experiencia similar, ¿o me equivoco?
—¿Por qué le revelaría detalles de mi vida personal a un extraño?— retrocedo hasta apoyarme del espaldar de la cama —Y oiga, ¿cómo que nos acercamos a verano si estamos en pleno invierno?
—¿Qué?— arquea la ceja —Creo que estar cerca de la muerte te hizo perder el sentido del tiempo. A ver, dime, ¿al menos sabes en qué año estamos?— cuestiona con burla.
—2024, obvio— aseguro rodando los ojos. Por alguna razón, el hombre arrugó la frente tras mis palabras.
—¿Disculpa?— lanza una risotada —Está bien que te la quieras dar en chistosa, ¿pero decir que estamos en 2024? Eso es demasiado.
—No lo entiendo. Estamos en 2024— no me agradan sus juegos. Su camarote está decorado con objetos anticuados, igual los hombres de fuera, quienes están vestidos como si participaran en una mala película histórica —No me la quiero dar en chistosa ni nada por el estilo, estamos en 2024— reafirmo con el mentón tenso.
El hombre cambió su expresión burlesca por una más seria. Él se aproximó a mí jalándome del brazo, y luego me agarró de las caderas para que no me moviera. Sus ojos estaban fijos en los míos, no los apartó ni un solo segundo.
—¿En qué año estamos?— pregunta autoritario. Esta situación me asusta, necesito salir de aquí lo más rápido posible, no me he olvidado de Sarai.
—¿En qué... año estamos?— trago saliva. Está claro que para el tipo, mi respuesta siempre será la incorrecta.
—1715; hoy es dieciocho de junio de 1715.
¿Qué broma es esta?
—Jum, de acuerdo, hoy es dieciocho de junio de 1715— no me puedo aguantar la risa —¡Sorpresa!, ese es el chiste, ¿no?— mi risa nerviosa lo dice todo —Escucha, no te conozco ni tú a mí, pero necesito que me lleves a puerto. Antes de llegar aquí, huía de un sujeto que quería matarme, creo que le hizo daño a una compañera y debo...
—Me temo que eso no se va a poder— me suelta —Me declararon enemigo público en tres potencias, la marina no dudará en apresarme desde que mi barco toque sus puertos.
—¿Qué?
—Además— se sienta frente a mí, está muy cerca —Desde ahora en adelante, no te apartarás de mi lado.
¿Cómo así?
—Estamos muy bromistas, ¿no crees?— primero me dice que es el 1715, y ahora salta con que no me separaré de él.
¿Está loco?
—Eres la mujer del cielo con la marca en el pecho— señala la marca de nacimiento que tengo en el lado derecho de mi pecho, la misma con una pigmentación un poco más oscura que de la mi tono de piel —Creí que la bruja era una charlatana, pero no se equivocó. Dijo la verdad cuando profetizó que una mujer me caería del cielo en el momento menos oportuno.
»Tú eres esa mujer, y a partir de ahora, serás mi mujer.
—¿C-Cómo dijiste?
¿Yo, su mujer? Este hombre ya se está pasando.
Sí, es alguien sexy; no puedo negarlo. Pero además de estar medio loquito, no lo conozco.
¿Qué clase de hombre desnuda a una mujer mientras estaba inconsciente?
¡Un loco!
Por cierto, ¿dónde está mi ropa?
—No seré tu mujer, solo porque así lo digas— reprocho cruzando los brazos —Primero, antes de hacerme una propuesta como esa, debiste esperar a que por lo menos me vistiera. ¿Dónde dejaste mi ropa?
Me avergüenza no tener nada debajo de estas sábanas.
—La bruja dijo que estábamos destinados a cruzarnos— asegura levantándose, él abrió una especie de armario antiguo —Como supuestamente tu presencia me traería fortuna, tú vas a estar conmigo, quieras o no— sacó un vestido del sitio, tirándomelo en la cama, frente a mis narices.
El vestido es uno amarillo de falda amplia, con escote cuadrado y mangas abullonadas; estrechas en la muñeca, con pliegues de tela blanca como adorno en esta región.
He visto ese tipo de vestidos antes. Cuando investigaba para mi historia de época, sacaba referencias de Internet para colocarle más realismo a mis escritos. Esos encajes, la forma, hasta el escote, ¡todo en él data de los 1700!
—¿Qué se supone que tengo que hacer con esto?— pestañeo confundida.
Es como si estuviera siendo víctima de uno de esos programas de bromas. ¿Y si es así? Tal vez lo que pasó en la editorial fue el primer paso para sacarme de quicio... aunque no, ni siquiera un psicópata haría una broma tan jodidamente cruel.
Todo lo que ha sucedido hasta ahora se ve demasiado realista como para no ser verdad.
Oh, cielos. Fui perseguida por un asesino y ahora estoy atrapada en el barco de un loco obsesionado con la antigüedad que amenaza con secuestrarme.
¿Por qué tuve que ser yo? Ni siquiera tengo chiste ni soy tan bonita, ¡considero bastante surrealista que se fijara en mí!
¡Tiene que ser un sueño! ¿Y si ahora mismo estoy soñando mientras me ahogo? ¡¿Sigo debajo del río?!
—Tú como mujer debes saberlo más que yo— detesto lo chocante que puede ser —Es tu ropa. Eso era lo que llevabas puesto cuando te..., y espero que no lo olvides, rescaté de las garras de la muerte.
Que lo tenía puesto, dice.
—Muy bien, me estás empezando a asustar— respiro profundo —¿Dónde está mi ropa?
Antes de tener este estúpido delirio, al menos lo llamaré así hasta que despierte de este loco sueño, llevaba una camiseta holgada por dentro de un pantalón azul tiro alto. En los pies traía unos tenis, ¡así que es imposible que vistiera eso!
Es más, ¡ni siquiera es de mi estilo!
¡Por todas las religiones que existen, ¿qué está pasando?!
—Vuelvo y repito, eso era lo que llevabas puesto— contesta con un tono confundido y al mismo tiempo molesto —Dime algo, ¿acaso te diste en la cabeza cuando caíste al mar, o qué diablos?— se aproxima a mí tomándome del rostro, él me abre los ojos para desde su perspectiva, examinar algún signo de locura en mí —Si no fuera por tus incoherencias, diría que estás bien— me da unas pequeñas palmadas en las mejillas —Es posible que necesites descansar más tiempo.
—¡Dios mío, estamos en el año 2024 y yo no tenía esa ropa!— grito quitándomelo de encima —¡Está bien que te gusten los juegos de rol, pero ese no es motivo para que quieras enloquecerme!
—¿Juegos de rol?— levanta la ceja —¿Y eso es...?
—¿No sabes qué son los juegos de rol?— no soporto esta situación.
—¿Es una especie de juego de azar? Porque soy muy bueno en eso— y con la seguridad que lo dice, hasta alzó el dedo pulgar y todo.
—No puede ser.
Ya no quiero nada.
Con un gran sentimiento de confusión, desesperación e impotencia, me tiré en la cama y allí me hice bolita cubriéndome más con la sábana. No comprendo qué es lo que está pasando, pasé de un día regular a uno horrible.
Oh, cierto. ¡Han pasado dos días!
Que la tierra me trague y escupa en China, así estaré bien lejos de mis problemas.
Aunque, no creo que sea la solución.
El punto es saber cuál lo es.
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Espero que te haya gustado :D
¿Qué harías si abrieras los ojos y te encontraras con un hombre atractivo al lado tuyo? (=v=)
De estar siendo perseguida por un asesino a despertar trescientos años atrás, vaya choque :00
¿Opiniones?
Recuerda darle a la estrella si te está gustando la cosa, y claro, recomendar la historia!
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