Cenizas al viento

Capítulo 18: Cenizas al viento

La próxima vez que me aparezca un video de cualquier red social hablando de lo hermosa que era la vida en los 1700, juro que entraré a un estado cataclísmico.

No puedo empezar a contar las cosas que me han hecho desde que me convertí en una viajera del tiempo, y no feliz con eso, estoy de vuelta a este infierno.

No me he levantado de la cama desde el incidente con los marinos de aquel pueblo que preferiría olvidar. Ni siquiera pregunté por el nombre porque no me importa, quisiera enterrar todo lo que pasó y que las sábanas me traguen.

La forma en la que ese hombre me tocaba... Yo...

—Hmp— gimoteo con los ojos aguados. Incluso la cama, que antes clasifiqué como una roca, no se siente tan mal.

—Oye— él entró a la habitación.

No había vuelto a ver a Paradise desde la noche anterior en la que se hizo con la vida de varios marinos y convirtió el pueblo en un caos, mientras que yo era llevada a un barco al que no deseaba regresar.

Por un momento me sentí feliz de verlo, porque claro, él tarde o temprano me iba a salvar la vida (aunque admito que me puso a dudar). Sin embargo, ahora no puedo evitar temer a su furia.

»¿Planeas seguir aquí todo el día?

—Y toda la noche— le doy la espalda.

—Déjate de lloriqueos— el muy bruto patea el colchón para reafirmar sus palabras —Párate de ahí, ya.

—Lo dices porque no fue a ti a quien un tipo le apretó los senos como si fueran un par de guayabas.

—No eres la primera ni serás la última a la que le sucede algo como esto. Mejor da las gracias porque no llegó a más— ¿Qué se cree? —Además, ¿qué carajos es una guayaba?

No conoce la fruta más rica del mundo.

—¿Y eso lo hace menos malo?— sueno la nariz. No puedo creer que me diga algo así.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo?

Sin importarle mi estado de ánimo, el capitán despreciable me jala bruscamente del brazo para que lo mire a los ojos. Él tiene la mitad del cuerpo recargado sobre la cama, a la vez que me encuentro sentada en ella, siendo víctima de lo mucho que le encanta romper mi espacio personal.

No sé si sea cosa mía, pero sus ojos lucen más brillantes como Johansel que como Kilian. El policía los tiene más oscuros.

¿Por qué si son la misma persona?

—En el cielo— que Dios me perdone si considera mis palabras como blasfemia —Recuerda que soy un ángel.

—¡Hablo en serio! ¡No estoy para escuchar tus jueguitos de cínica!— reprende sacándome de la cama —Me dirás ahora mismo dónde estabas— reclama acorralándome contra la pared.

Su reacción es normal. Me desaparecí por casi una semana en la que no hubo ningún rastro de mí. Era de pensar que me había ahogado cuando caí al mar.

No obstante, la forma en la que me agarra los hombros me está lastimando.

—¡O-Oye!— intento quitarme sus manos de encima —¡Me estás haciendo daño! ¡Suéltame, ya!

—¿Qué te estoy haciendo daño, dices?— él no tiene la misma paciencia que antes. No se andará con rodeos, puedo notarlo —¡Ahora mismo sabrás lo que es sufrir daño!

Paradise procedió a jalarme del brazo de nuevo, esta vez conduciéndome hacia la salida de la habitación. Siendo objeto de las miradas de sus hombres, el pirata no frenó su trayectoria por todo el barco hasta que nos paramos en la orilla, muy cerca del borde de la embarcación.

El suelo no para de moverse de un lado a otro como si de un péndulo se tratase, lo que me hace desconfiar de la estabilidad de la marea. Paradise está viéndome, algo observa que me provoca mucha intriga.

—¿Por qué me trajiste hasta aquí?— llevo uno de esos camisones transparentes que usaban las mujeres de la época. Creí que le importaba que los demás hombres vieran mi cuerpo desnudo. La prenda no es que haga mucho frente a la poderosa luminiscencia del sol.

»¿Qué estás planeando?

—¿Dónde estabas?— insiste con el ceño fruncido —¡Te ordeno que respondas mi pregunta!

No me creerá si le respondo. Él me tachará de loca y querrá lastimarme por «burlona».

—En una pequeña isla cerca de aquí— susurro —De allí fue que me llevaron al lugar donde me encontraste.

—¿En una pequeña isla? ¿Cuál?

Y yo qué sé.

—Amh...

Mi respuesta puede salir bien o muy mal.

»¿Y yo qué voy a saber? No soy de aquí.

—¿Ah, sí? ¿Y de dónde eres?— arquea la ceja —Vamos, dime. Porque ese acento que tienes no me indica nada.

—¡Lo importante es que estoy aquí! ¡¿Por qué debería responder tus preguntas?! ¡Ya me tienes!— este hombre me está poniendo nerviosa.

Paradise me jaló del brazo hasta estamparme contra el reborde del barco. Él me tiene sujetada de una forma tal, que podría caer al agua de un solo movimiento.

¿Acaso... planea aventarme? No puede ser, ¡quiere hacerlo!

—¿Quieres saber la verdad? ¡Vengo del siglo XXI!— grito en medio de la desesperación —¡Ahí era donde estaba antes de regresar a esta época horrible!

—¡Ya te dije que no estoy para tus juegos!

Sucedió lo inimaginable. Sin pensarlo dos veces, Paradise me empujó fuera del barco; impactando mi cuerpo contra las cálidas aguas del mar caribe.

Él me veía a una altura de metros mientras yo hacía todo lo posible para sobrevivir. Agitaba los brazos una y otra vez, esperando no hundirme en las profundidades. Contrario a lo que muchos creen de las personas que se están ahogando, es imposible emitir algún sonido teniendo agua queriéndose apoderar de nuestros pulmones.

Johansel Paradise había prometido que me tiraría al mar si no resultaba ser la mujer que esperaba.

¿Es así? ¿Yo no soy aquella mujer? ¿Qué le hizo pensarlo?

Moriré sin saberlo.

Luego de luchar tanto por mi vida, terminé cediendo a la corriente. Antes de detenerme, alcé la mirada, percatándome de que el barco permanecía en el mismo sitio. Paradise me observaba con frialdad, era como si esperaba a que me rindiera y termine por aceptar mi derrota ante la muerte.

En lo que me hundía, recordé el motivo de mi odio: sus ojos; más específicamente la mirada que ellos reflejaban.

No era la primera vez que el hombre me miraba así. Reconozco esa frialdad que grita desprecio por todos lados. Yo no le importo, le valgo menos que una pluma.

Él era la persona más valiosa para mí, cuando para Johansel no pude significar menos. Por eso lo odio. Esa es la razón por la que, desde el primer momento que lo vi, no pude evitar sentir algo de rechazo...

Lo odio, pero no es algo que sienta completamente. Es confuso.

Yo lo conozco; lo conozco desde antes. Es como si hubiera despertado de un profundo sueño.

Mi visión empezaba a tornarse borrosa cuando algo cayó al agua. Por debajo de la misma, Paradise nadó a mi dirección y rodeándome con los brazos, me sacó a la superficie.

De haber estado bien, mi primera reacción hubiese sido golpearle la cara sin parar, pero solo tosí varias veces mientras me aferraba a su cuerpo. Él me obligaba a necesitarlo.

—¿Por qué... lo hiciste?— pregunto con la garganta irritada. Casi no puedo enunciar palabras. La adrenalina liberada en el momento provocó que mis músculos se tensaran.

—Recuérdame— contesta agarrándome fuerte. Sus ojos colisionan en los míos a la espera de una respuesta que desconozco —¡Recuerda quién soy!

—¿Qué quieres de mí?— mis ojos están llenos de lágrimas. No entiendo nada y eso me atormenta.

—Recuérdame, Ángel— insiste rodeándome la cintura —¡Recuerda quién es Johansel Paradise!

«¿Hasta cuándo seguirás pensando en Johansel? ¡Él fue lo peor que pudo pasarte!»

«No puedo. Por más que quisiera, no puedo borrarlo de mi mente. Él es el único hombre que amo».

Yo...

Sin darle respuesta, apoyé la frente en su pecho. Si ignoro lo que sucede y comienzo a prestarle atención a nuestro alrededor, puedo sentir los rayos del sol impactando con mi piel, la brisa marina que me está haciendo temblar y los latidos de mi corazón incrementándose.

Paradise decía algo, pero no logré escucharle. Nada más me limité a estrujar su camiseta al mismo tiempo que lo abrazaba con los ojos rojos debido a las lágrimas. Quería llorar, pero estas no salían de allí.

El impacto, junto a todas las emociones que pasaban por mi mente, hizo que se activara un mecanismo de defensa que no me ha abandonado desde que comencé esta aventura:

El desmayo.


***

Está oscuro. La sensación debajo de mis pies me hace dar cuenta de que estos se encuentran pisando agua. No veo nada a mi alrededor, solo el piso húmedo que incomoda mis dedos.

El hecho de que lleve un vestido blanco me hace dar cuenta de que estoy soñando. Posiblemente, no haya despertado después de haber sido rescatada del agua.

La prenda que llevo puesta, contraria al camisón de antes, posee un diseño peculiar: El tono de blanco lo describiría como marfil. El vestido es de algodón, siendo sencillo si lo comparamos con el vestido azul y de patrones dorados que me fue dado por el vicealmirante, pero no tanto como el que me dieron en el pueblo.

La cintura es ajustada con una falda amplia que cae suavemente al suelo. En la misma llevo un lazo celeste que forma un pequeño moño en la parte trasera. Ahora bien, las mangas me llegan hasta los codos; son abombadas y están rodeadas por encajes en todo el perímetro.

—¿Por qué hay agua por todas partes?— susurro. Se siente como si el agua me persiguiera por donde sea que vaya.

Tengo un vestido, pero no llevo zapatos. El agua está helada.

O más bien, tengo frío.

En el momento que aparté la vista del agua y alcé la cabeza, ella apareció frente a mí. No conforme con verse igual que yo, está vestida de la misma manera. Sin embargo, sus labios tienen una tonalidad azulada, casi cianótica. Ese detalle me hace cuestionarme si yo los tengo igual, incluso las yemas de sus dedos guardan una apariencia similar.

»Tú...— respiro profundo. Después de pensarlo bastante, llegué la conclusión de que ya sé de quién se trata, o mejor dicho, sé qué cosa es esta mujer.

No me explico cómo no pude verlo antes. Tal vez se deba a la enorme negación que tuve desde que me empezaron a pasar estos eventos sobrenaturales. Y es que era imposible que esta persona fuera yo.

»Dime algo, ¿tú y yo somos la misma persona, verdad?— la razón por la que solo me aparece en sueños y tras desmayarme es porque es parte de mí. Ella forma parte de mi subconsciente —¡¿Todos esos recuerdos son míos?!

—Debo regresar— es la primera vez que la escucho hablando. Su voz, que es idéntica a la mía, suena suave. Ella tiene un tono bajo, como si estuviera susurrando —Debo volver...

¿Se refiere a 2024?

¡No, no puedo volver! ¡No puedo permitir que el vicealmirante gane!

—¡No abandonaré 1715!— grito. Más que agradecimiento al capitán despreciable, es cuestión de orgullo.

¡Hendrick Amery no se saldrá con la suya!

—Ese hombre... asesinarme vida tras vida. Hará lo mismo en 2024, debo volver...

¿De qué está hablando?

—¡Ahg!

¡¿Qué es esto?! ¡Un fuerte dolor de cabeza provocó que me cayera al suelo de rodillas! Mi cabeza está a punto de explotar. Un recuerdo invade mi mente de manera intermitente: el día en que me empujaron del puente. Ese hombre...

»¡Que pare ya!— mi súplica sale como un chillido de mi garganta. No puedo dejar de retorcerme en el suelo lleno de agua. La escena de mí corriendo de aquel sujeto se está reproduciendo en mis ojos.

¡¿Qué significa?!

»¡Basta!— no fue hasta que grité con todas mis fuerzas que el dolor cesó. Igual el recuerdo del evento que lo cambió todo —Tú...— me pongo de pie frente a ella —¡¿Tú eres yo, verdad?!

Necesito que responda.

—Debo...

—¡Responde lo que te pido!

Quise tomarla de los hombros, pero una fuerza similar a una descarga me repeló de ella; alejándome a varios centímetros.

»¿Por qué no puedo tocarte?

La mujer dejó de mirar hacia la nada para verme a los ojos. Su mirada es lo único diferente a mí, en ella hay oscuridad.

—Obtendrás respuesta si me das la mano— la levanta poco a poco —Pero tu vida será una miseria si lo haces. No puedes tocarme porque no quieres hacerlo.

—Me estoy reprimiendo...— me sorprende lo claras que se ven las cosas.

Mi vida será una miseria si la toco...

¿Qué es mejor? ¿Vivir una ignorancia feliz o enfrentarme a una tormentosa verdad?

Cuando estaba en el pueblo y caí encima del marino, varios recuerdos llegaron a mi mente mientras caía. Hubo unos fragmentos en particular que me rompieron el corazón, y eran de mí queriendo morir.

Supongo que a eso me enfrentaré si apoyo la mano en la suya.

No estoy lista.

Sonará cobarde, pero no deseo indagar más.

Es momento de despertar.

—Hmp— mis palabras fueron tomadas de un modo literal.

Abrí los ojos. Paradise está acostado a mi lado. Por la oscuridad de la ventana deduzco que anocheció. Deben ser horas de la madrugada. El muy desgraciado está durmiendo placidamente a mi lado mientras me da la espalda.

Sin emitir algún sonido que pudiera despertarlo, tomé la almohada y con todo el amor del mundo, ¡me acerqué a él despacio; decidida a asfixiarlo!

—¡Maldito pirata desgraciado!— grité como loca. Paradise despertó en cuanto le tapé el rostro —¡Eres tú o soy yo, infeliz! ¡Voy a matarte!

¡Él me rompió el corazón! ¡El chapuzón me hizo recordar aquella mirada, la misma que me hizo cuando me abandonó! ¡¿Quería que recordara a Johansel Paradise?! ¡Los pocos recuerdos que tengo se resumen a querer matarlo!

¡Lo amaba, y ahora lo odio!

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Nos leemos de nuevo ;)

Espero que te haya gustado el capítulo :D

Y sí, la mujer desconocida y Anyara son la misma persona. Esto responde la pregunta de dónde estaba su versión de 1715, y es que nuestro "ángel" es su propia versión. 

¿No les pareció raro que cuando ella volvió a 2024, despertó en el hospital, evindeciando que estuvo allí durante todo el tiempo que estuvo en el pasado?

Existen dos, y ella es las dos.

Por cierto, se volvió a hacer mención de la persona del primer capítulo. No crean que esa trama quedó en el aire, tengan pendiente que alguien tiró a Anyara del puente y que todavía anda por ahí; en el presente, claro.

Tras el anterior capítulo y este, la chica recordó un par de cosas. Así que no crean que es la misma del principio, ella se acuerda de varios eventos...

¿Teorías?

¿Impresiones?

¿Comentarios?

Y bien, ¡dale a estrellita y no olvides recomendar la historia! La trama es bien dificil de promocionarse en tiktok, por lo que sería lindo que la recomienden :"3

Si te gusto como autora, sígueme en wattpad y claro, en Instagram como:

Isandy_ds

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