A quien pertenezco

Capítulo 5: A quien pertenezco

No existe mucha diferencia de cómo estaba en el barco del señor loquito y de cómo estoy ahora. Desde que me subí a la nave, fui llevada a una habitación particular y me he mantenido aquí sin hablar con nadie.

Afuera he escuchado a un par de hombres hablando sobre las «hazañas» del capitán Paradise, aquel que ha infundido temor por los mares haciendo uso de sus «grandes» habilidades; al menos era así hasta que ocurrió un suceso del que ellos no han profundizado.

Lo único que sé es que fue horrible, y que el tal vicealmirante Hendrick tiene algo que ver en el asunto.

Todavía no puedo creer lo que está pasando, de pelear con mi horrible bloqueo de escritora, pasé a estar atrapada con esta extraña gente que, aunque sean militares, no me inspiran confianza.

El mundo real no distingue entre buenos y malos como en las historias que estoy acostumbrada a escribir; en él solo existen personas que hacen cosas malas o buenas, como les sea conveniente.

—Buenas noches— el marino que antes peleaba con Paradise, entró a la habitación y se puso enfrente de mí. Él lleva otra ropa: una camisa y pantalones más informales, esto con el cabello suelto.

Es tan sedoso como un anuncio de Pantene.

—Umh, hola— saludo levantándome de la cama. Espero que sea una persona de confiar.

—Mi nombre es Phillip Amery, capitán de navío— se presenta cortés —Tengo tiempo persiguiendo al hombre con el que estabas, por lo mismo, quiero que me digas qué tipo de relación tienes con él.

—No estamos relacionados en lo más mínimo— niego con la cabeza —Yo... Mi nombre es Anyara Luna, pertenezco a la editorial Valle cuesta y ni siquiera sé cómo terminé aquí— se supone que me aventaron de un puente, pero ahora mismo estamos bastante lejos de allí.

¿Será que fui arrastrada por la corriente? No, es imposible.

Paradise mencionó que estábamos en mar abierto.

—¿Y entonces por qué te llamó su mujer?— levanta la ceja —Su amenaza fue clara, dijo que mataría a cualquiera que te llevase.

—No tengo nada que ver en eso, él está loco— será mejor que me crea —De un momento a otro me señaló como su mujer y yo no tuve de otra que hacerle caso hasta encontrar ayuda.

—Ump— se acerca a mí, mirándome fijo a los ojos —Capturamos a un par de piratas que dicen que eres la «mujer del cielo». Todos concuerdan en una historia que, para ser sincero, me causó intriga.

»Lamentablemente, tengo tiempo siguiéndole el rastro a Paradise, por lo que me hago una idea de cómo es y créeme, no gastaría su tiempo protegiendo a una mujer cualquiera, ni la proclamaría como suya delante de todos.

—Estoy diciendo la verdad si de eso sospecha— frunzo el ceño —Y si con eso estamos, tengo derecho a hacer una llamada.

—¿Una llamada?— parece desconcertado —¿De qué hablas?

—Pues, me refiero a llamar a un familiar mío o a un abogado si me acusan de algo que no soy— cruzo los brazos —¡Exijo que me presten un celular!

—¿Celular?— parpadea confundido —¿Y se puede saber qué es eso?

¿Qué?

No, no puede ser que sigamos en lo mismo.

—¿Es una broma?— sonrío alejándome de este otro demente —Un celular... un aparato para llamar y enviar mensajes...

—Cada palabra tuya me resulta sospechosa— se lleva las manos a la cintura —Espero que pienses bien lo que dirás en el transcurso de nuestro viaje. Una vez lleguemos a tierra, no podrás mentirnos.

—¿Pero mentirles con qué?

¿En serio me ve cara de estar con un hombre como Paradise?

—Si de verdad le importas, él no dudará en venir por ti— sonríe con una mirada que intensifica mi desconfianza —Hasta entonces, estarás con nosotros y nos dirás todo lo que sabes de ese sujeto.

—¡No sé nada!— salí de un loco, para meterme con otro —¡Apenas lo conocí hoy! ¿Los que le hablaron de mí no le dijeron eso?

—Me contaron muchas cosas— concluye dejándome sola.

Estaré metida en graves problemas si ellos piensan que tengo algo que ver con ese tipo.

¡¿Por qué se le ocurrió decir que era su mujer?! ¡Ni él mismo se cree semejante cuento!

Yo, una escritora más o menos reconocida en la literatura histórica erótica, ¡teniendo algo que ver con un supuesto capitán pirata!

¡Eso se dice y no se cree!

«Tú eres esa mujer, y a partir de ahora, serás mi mujer».

¿Por qué... estoy pensando en eso?

¡Es absurdo!

«¡Mataré a todo el que se lleve a mi mujer!».

—¡Ah!— lanzo un grito tirándome en la cama. Allí me quedo bocarriba con la vista en el techo —¿Será cierto que el señor loquito vendrá por mí?— lo que menos quiero es tener a un demente detrás.

Lo importante es llegar a tierra y poner la denuncia de mi intento de homicidio, ya después veré la manera de lidiar con el capitán delirios.

Una orden de alejamiento debería bastar.

¿Será que mi accidente es una excusa, y en realidad se enamoró de mí?

Amor a primera vista...

No, no puede ser. Yo también estoy enloqueciendo.

Dios mío.

—Soy patética— me hago bolita pensando en un millón de cosas —Que alguien me preste la mínima atención fue suficiente para hacerme un quilombo de ideas— echo el más desganado de los suspiros —Claro que ese tipo no se enamoró de mí, solo está loco. Él mismo lo dijo, de encontrarse en otra situación ni siquiera me hubiera mirado.

Soy un asco en las relaciones amorosas, gracias a eso nunca he tenido un encuentro con nadie a mis veintidós años. Soy más de las que se refugia en el trabajo y en mis letras; para alguien que le ha sido difícil mantener amigos, obvio que se le complicaría la idea de un novio.

Es más, Sarai era lo más cercano a interacciones sociales que podía tener. Aunque solo habláramos en la editorial, mis ratos con ella eran gratos.

Creo que un poco más y seríamos amigas.

Un poco más...


***


El sonido del mar se escucha distinto. Los rayos de luz tenue entraron por la ventana e impactaron con mis ojos, haciéndome abrirlos.

No ha entrado nadie desde anoche y no sé qué pensar al respecto, de igual forma, ya no se siente el mismo movimiento continuo del barco, solo uno más ligero.

Es evidente que amaneció, en la habitación entra mucha más luz que antes. Ella está mejor acomodada que la del señor loquito; a diferencia de la suya, que estaba repleta de cachivaches, esta posee un diseño minimalista.

Una cama, al lado un armario y en una esquina se aprecia un escritorio de madera, con varios libros en su superficie y un jarrón.

También, el piso está revestido de un material que a simple vista se nota que muy barato no es.

Si observo con atención, esta habitación tiene algo diferente que me pone a pensar. Lo que tiene de decoración antigua lo tiene de costosa.

—Este jarrón...— lo tomo de la mesa. Estoy segura de que lo he visto antes —No puede ser...

Ya recordé. Este jarrón, color blanco pálido, data de miles de años, reconocería esa flor azul marina esculpida en su superficie. Recuerdo haberlo visto en una página web que hablaba sobre objetos valiosos que desaparecieron con el tiempo, necesitaba esa información para mi historia.

—Se supone que debería tener el dibujo de un sakura en el fondo de su interior— oh, si lo tiene —A ver la inscripción japonesa...

¡También la tiene!, esta se encuentra en el borde inferior del jarrón. Según la leyenda, el que hizo este jarrón fue un samurái que había dejado la violencia hasta que tuvo que eliminar al asesino de su hermano. Se dice que el objeto fue un tributo a su ser querido, y que los caracteres fueron escritos con la sangre de su enemigo.

Hasta donde leí, se supone que este jarrón dejó de existir por razones misteriosas. Si está aquí es porque al final no desapareció, ¿será el original?

—¿Eres la llamada «mujer del cielo»?— la brusca apertura de la puerta hizo que cada vello de mi cuerpo se pusiera de punta.

Por poco y se me caía el jarrón de las manos, lo dejé en su lugar desde que el gigantesco hombre entró a la habitación. Él, de cabello largo y liso hasta los hombros, ojos grandes y cuerpo velludo; se acercó a mí con pasos chocantes. No se detuvo hasta quedar enfrente de mis narices.

—Amh, hola— saludo en voz baja. Por alguna razón, mi cuerpo grita peligro.

—Con que Paradise se consiguió otra mujer— sonríe mirándome de arriba hacia abajo y viceversa —Interesante...

—No soy nada de él— contesto con el mentón tenso —Ni siquiera lo conozco.

—Eso no fue lo que dijeron sus hombres. Ellos insistieron bastante en que eras la mujer de su capitán, aunque dijeron algo que me dejó dudando, que supuestamente caíste del cielo.

—Eso. No. Es. Verdad— maldita sea la hora en que ese hombre gritó tales vacuencias —¡Ya se lo dije al capitán Amery, Paradise está loco!

—Necesitaremos que vengas conmigo— acortó la distancia. Noto amenaza en su lenguaje corporal.

«Espero que pienses bien lo que dirás en el transcurso de nuestro viaje. Una vez lleguemos a tierra, no podrás mentirnos».

—¿Por qué?— no estoy dispuesta a ir a ningún sitio hasta que me expliquen la situación —Quiero hablar con el capitán Amery.

—Me temo que eso no se va a poder. Fui asignado a tu caso esta mañana— agranda el tamaño de su sonrisa —No te preocupes, sé muy bien cómo tratar a la mujer del imbécil que se hace llamar «el soberano del mar».

—Hey, hey, espera— él no muy bien me tomó del brazo, cuando yo me alejé de inmediato —No me agarres así que soy sensible— ni loca me iré con un tipo que se nota que le tiene tirria a mi supuesto hombre.

Puedo cometer un millón de errores, pero no soy tonta. Estos «marinos» no me creen cuando les digo que no tengo nada que ver con Paradise, sabrá Dios lo que me hagan para sacarme información.

—No estoy para rodeos, ven aquí.

—¡No me toques!

El marino se abalanzó a mí para cargarme en su espalda en contra de mi voluntad, obvio. No valió lo mucho que pataleé para evitarlo, él es más fuerte que yo.

Tengo un mal presentimiento, ¡un muy mal presentimiento!

—Me pregunto a qué sabrá la mujer de aquel pirata despreciable— dice con diversión, teniéndome en su hombro —El capitán no tiene por qué saberlo, será un pequeño secreto entre tú y yo.

¿Qué?

—¡Suéltame!— ahora más que nunca debo escapar de aquí —¡Como me pongas un dedo encima...!

—Sé una buena mujer y quédate quieta.

¿Acaba de... darme una nalgada?

¡Hijo de...!

—¡Ah!— lancé un grito divisando el primer objeto que tenía a la vista, este fue el jarrón de antes, que alcancé rápidamente de la mesa y en menos de un segundo se lo rompí en la cabeza.

De tenerme sujeta en brazos, el hombre me soltó de inmediato agarrándose la enorme herida que le ocasioné. No me quedé para observar su reacción; hui corriendo del cuarto, evadiendo a los demás guardias que caminaban por los alrededores del barco.

Al principio ellos no se dieron cuenta de lo que pasaba, no fue hasta que el hombre salió ensangrentado de la habitación que las cosas a mi alrededor se alteraron. Ya para ese entonces, me encontraba del otro lado de la embarcación, buscando la mejor manera de bajar de allí.

No fue hasta que me detuve en observar mi entorno que lo noté:

—¿Dónde carajos estoy?

No nos encontramos en un puerto común; es como si al puerto, la gente y a todo lo que se ubica de aquí al horizonte, se los hubiera tragado una película antigua. Desde la ropa que llevan las personas, hasta la construcción de las calles y casas..., todo me indica un gran retroceso en la historia.

—¡Mira lo que me hiciste, zorra!— mientras me situaba cerca del barandal, el hombre salió de la habitación y vino hacia mí, aun con la cabeza y rostro ensangrentado.

Creí que darle con el jarrón bastaría para dejarlo desmayado, pero no.

Es una bestia.

—Será mejor que no oponga resistencia— me advierte uno de los marinos que lo acompañan —Queremos interrogarla por su relación con el pirata Johansel Paradise.

—¡Ese hombre quiere muchas cosas, pero hablar conmigo no está entre una de ellas!— señalo con el ceño fruncido —¡No hablaré con nadie que no sea el capitán Amery!

Al menos a ese tipo no le vi intenciones de hacerme daño.

—¡¿Pero qué estás diciendo?!— por más que me resista, el imbécil me jala del brazo y allí me sacude brusco; eso para dejarme sin fuerzas.

—¡Suéltame!— definitivamente, salí de una mala situación para meterme en otra peor —¡Este hombre quiere abusar de mí!

—¿Es eso cierto?— le pregunta el marino, mientras me sujeta del brazo.

—¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no!— es un descarado —¿Confías más en las palabras de la mujer de un pirata que en las mías?

—¡No soy su mujer!— ¿Ya para qué insistir si no me creen? —¡Digo la verdad, ese tipo es un degenerado!

—¡Te enseñaré a no levantar falsos contra un marino!

La gota que derramó el vaso. Él levantó la mano para golpearme, por lo que no tuve de otra que cerrar los ojos por impulso, al mismo tiempo que me cubría el rostro con la mano que me quedaba libre.

—¿Qué está pasando aquí?— una voz familiar lo detuvo. El capitán Amery subía al barco cuando la escena llamó su atención.

—A-Ayúdeme, por favor— los ojos se me llenaron de lágrimas. Él se ve como la única persona cuerda en medio de este sitio de locos. Por ahora planeo pegármele como una pulga —¡Este hombre se propasó conmigo!

—¡Miente!— me agita como un trapo —¡La supuesta mujer del cielo no ha dejado de hablar sandeces desde que fui a buscarla a su habitación! ¡Se rehúsa a cooperar!, todos aquí son testigos de ello.

—¿Qué te pasó en la cabeza?— viene a nosotros con los brazos cruzados en su espalda. Él porta una mirada seria; no se parece en nada al hombre que hace una noche peleaba con Paradise, ahora luce más centrado.

—No bien entré cuando ella me atacó con un jarrón— me empuja tras esas palabras.

Debido a lo brusco y repentino que fue, perdí el equilibrio y caí al suelo. Es la segunda vez que alguien me empuja así.

—¿Hablas del jarrón de cerámica con una flor azul?— levanta la ceja.

—No lo sé con claridad, señor.

—¡Lo hice en defensa propia!— sin importar su parecido, no creo que sea original. ¡La verdadera desapareció hace más de trescientos años! —¡Créame, ese hombre quiere lastimarme!

—Era un tesoro fascinante— suspira caminando hacia mí —Me lo pagarás con la cabeza de Paradise— se pone de cuclillas viéndome a los ojos. Su mirada me transmite preocupación —Desde ahora en adelante estarás en deuda conmigo, tu vida es mía hasta que la saldes.

«¡Tú no vas a ninguna parte porque tu vida me pertenece!».

«Desde ahora en adelante estás en deuda conmigo, tu vida es mía hasta que la saldes».

¿Qué?

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.

.

.

Espero que te haya gustado el capítulo :D

Un capitán pirata y un capitán de la marina apropiándose de la vida de Anyara. No puede ser mejor (?

Ahora es cuando nuestra protagonista se dará cuenta de dónde está, o mejor dicho, de cuándo está jsjsjs

No olvides darle a la estrella y recomendar la historia! Me motiva mucho a continuar, sabiendo que te gusta y eso ♥

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¡Sean bienvenidos, nuevos lectores! 

Alcanzamos las 1.6k vistas! :DDDD

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