Capítulo 9
—¿Entonces tu novio te prohíbe hacer cosas?
—¿A qué diablos viene esa pregunta? —le cuestionó Nila a Salvador mirándolo con una ceja arqueada.
Era increíble como una simple coincidencia los había juntado ese día, o mejor dicho la había dejado a su merced.
Cuando Joss le dijo reunión con los directivos de la universidad acerca de la presentación del festival de las flores, que había sido hace un poco más de tres semanas, Nila la ánimo a irse sin pensar en nada mientras iba al comedor; sin embargo, jamás espero encontrarse con Salvador quien al verla sola decidió quedarse y "hacerle compañía".
—¿Entonces?
—¿Tienes novia?
—No.
—Ahora todo tiene sentido —le dijo con una sonrisa ladina.
—¿Qué quieres decir? —le preguntó Salvador mirándola con curiosidad.
Era gracioso que además de la actitud altanera que siempre tenía con ella esa fuera la segunda emoción fuera la más recurrente en él.
«Ah, es que la pesadilla no entiende el idioma de los barrios bajos», se burló en su mente.
—Quiero decir que como no tienes una vida amorosa propia, tienes que meterte en la de los demás para entretenerte —le explicó empezando a comer, porque Salvador no iba a dejarla sola y ella no se iba a morir de hambre solo por eso.
La comida primero.
—Eres cruel.
—Soy sincera.
Salvador sonrió— No lo dudo, pero hay algo en lo que te equivocas.
Nila lo miró con el ceño fruncido esperando a que su molesto acompañante le dijera en que se equivocaba aunque conociéndolo seguro le diría alguna tontería.
—Te equivocaste en la parte en donde dices que me meto en la vida sentimental de los demás para entretenerme.
—¿Y no lo haces?
Si decía que no era un hipócrita.
—No, no me meto en la vida de los demás. Solo en la tuya —aclaró y Nila casi se atraganta con lo que estaba masticando.
—Imbécil.
—Cosas peores me has dicho —le respondió con mueca chulesca antes de empezar a comer.
Nila sabía que ese no sería el fin de su conversación, con Salvador era imposible y menos si aún se mantenía con ella; sin embargo, agradeció que no dijera nada por lo que restaba del tiempo mientras comían.
Durante ese corto tiempo también pudo apreciar que Salvador era atractivo, eso ni como negarlo, y por más que le buscará un defecto físico no lograba encontrarlo.
—Me estas mirando.
—No te estoy mirando.
—Me estas mirando, campanita —le volvió a decir el chico haciendo énfasis en el estúpido mote que le había puesto días atrás y que comenzaba a hartarla.
—No te estoy mirando y deja de decirme así.
—No te gusta bella. No te gusta campanita ¿Entonces cómo quieres que te llame?
—Por mi nombre, Nila, ya lo conoces. Utilízalo.
—No me gusta —se quejó y eso casi la hace reír.
—No me importa.
Su madre le había puesto ese nombre y era lo que importaba para ella, los demás podía irse al diablo con sus opiniones.
—¿Hay algo qué te importe? —le preguntó Salvador y ella hizo un gesto pensativo— ¿Es enserio?
—Silencio. Estoy pensando.
Sus palabras salieron como una orden y sabía a la perfección que eso frustraba al chico.
—No me equivoqué cuando te dije loca —murmuró.
—No me equivoque cuando dije que eras un idiota —refutó Nila restándole importancia al comentario con su tono.
Salvador tendría que esforzarse muchísimo para llegar a decir algo que la afecte, o que no pudiera responderle.
—¿Algún día dejarás de contraatacarme por todo?
—Déjame pensar —dijo haciéndose la loca de nuevo unos segundos— Sí, el día que dejes de ser mi pesadilla personal y pueda librarme de ti. Eres bastante molesto.
—¿Tú pesadilla personal?
—Sí, mi pesadilla personal —le respondió sin dudar hasta que vio la sonrisa burlona que aparecía en su rostro—. No pienses cosas raras —advirtió Nila.
Nunca sabía que esperar con Salvador, pero si de algo estaba segura era que su sonrisa irónica no auguraba nada bueno, al menos no para ella.
—No pienso cosas raras...
—Muy bien.
—Pero debo admitir que me encanta que pienses de mí así —agregó matando la poca esperanza que tenía de que diría algo estúpido.
—¿Te caíste de chiquito? —le preguntó Nila, porque no podía entender cómo podía convertir un insulto en un halago— Lo que dije no era un cumplido.
—Obviamente no viniendo de ti.
«Al menos te das cuenta.»
—Pero siendo modesto, yo sería la pesadilla que todos quieren y tú tienes el privilegio de tener —le dijo confiado con una sonrisa coqueta.
Maldito.
—¿O lo vas a negar?
Nila no respondió inmediatamente y para su suerte no tuvo que hacerlo porque fue salvada por la campana, literal, ya que el timbre de clases había sonado.
—Me voy —se despidió rápidamente antes de que él insistiera en el tema o peor la quisiera acompañar a su próxima clase.
—Nos vemos, campanita —le respondió riéndose si siquiera moverse de su sitio.
Nila sabiamente lo ignoró dejándolo solo; sin embargo, mientras se alejaba su corazón no dejaba de latir fuertemente y aunque quisiera negarlo sabía la razón.
«¿Por qué demonios no pude responderle a esa pregunta?» Se cuestionó molesta consigo misma de no haberlo hecho.
***
Algo estaba mal con ella. Nila lo sabía, lo sentía en sus huesos.
Se suponía que debía estar disfrutando de la noche de películas que tenía con su madre, pero no podía.
¿El motivo? Que su mente seguía pensando en la pregunta que le había hecho Salvador.
Nila sabía a la perfección que el chico se había referido a que si le parecía o no guapo y no tuvo que pensar dos veces para obtener la respuesta, porque por muy imbécil que fuera si estaba bueno, y lo peor de todo ello era que su mente no dejaba de evocar la imagen de Salvador una y otra vez.
Ni si quiera el conversar con Elián la hacía olvidarlo, por el contrario parecía peor.
«Lo prohibido siempre será lo más atractivo» susurró su inconsciente y Nila se quejó.
Salvador no era prohibido, no en ese aspecto, solo que ella no quería hablarle para evitar problemas.
A Joss no le agradaba.
A Elián no le agradaba.
A ella no le agradaba.
—Estas muy perdida ¿Quieres contarme qué pasa? —le preguntó su mamá llamando su atención y Nila hizo una mueca soltando un suspiro audible.
Era demasiado obvia.
No miro a su madre directamente durante unos segundos pensando en que decir, o mejor dicho si decirle lo que le pasaba. Claro, le tenía confianza, pero ese no era el punto.
—Nila, mírame —ordenó su progenitora y ella obedeció— Cuéntame qué pasa.
—Hay un chico —empezó diciendo entre dientes sin pensarlo y aunque se arrepintió no podía dar marcha atrás.
—Ya...
—No va por ahí, mamá —se quejó la chica, lo último que quería era que su madre pensará que la pesadilla de Salvador le gustaba.
—Okey, okey —le dijo alzando las manos—. Entonces hay un chico ¿Qué tiene?
—No me agrada.
—¿Por qué?
La curiosidad en su tono era evidente, además de que su rostro la delataba por completo. Eso era algo que amaba de ella su expresividad.
—Ok, todo empezó cuando nos conocimos en el presentación que se dio por el festival primaveral en la universidad. Él me dijo loca y yo le dije idiota —empezó relatando— Hasta ahí todo normal porque no pensé en volver a verlo...
—Ya entiendo. Lo volviste a ver.
—Si.... —se quejó haciendo pucheros—, y varias veces para mi desgracia, es como la suela en mi zapato, mi pesadilla personal...
—¿Pesadilla? —la pregunta de su mamá no tenía la misma intención que la de Salvador cuando le soltó eso, pero eso no evito que su mente la llevará de vuelta al chico.
—Sip.
—¿Segura?
—Si... —le respondió Nila quejándose de que su mamá lo dudará— ¿No me crees?
—No, no es eso.
—¿Entonces? ¿No estarás pensando cosas raras, verdad?
Su progenitora se rio de su pregunta y ella la miró mal. Lo último que quería era que su madre pensará lo mismo que Salvador.
—No pienso cosas raras, es solo que esta conversación me recuerda a la primera vez que me hablaste de Elián...
—Elián no se parece en nada a ese idiota.
—Lo insultas mucho —señaló su madre.
«No tienes idea», pensó apretando sus labios.
Sí, podía insultar mucho a Salvador, pero delante de su madre no iba a estar soltando groserías solo porque el chico la sacará de sus casillas.
—Como decía la primera vez que me contaste de Elián sonabas casi igual que ahora —continuo y Nila le dio una mirada desconcertada.
—¿Es una broma, verdad?
—No, no lo es —le respondió su madre con una risita—. Recuerdo que ese día te quejabas, y te quejabas del pobre chico por estarse escondiendo y como no entendía la realidad de la vida y te juraste hacerlo aterrizar o darle otra golpiza.
—Solo fue un manazo —murmuró—, y si te soy sincera no recuerdo haberte dicho eso —admitió porque en verdad no tenía idea de que había dicho eso, aunque conociéndose era muy probable de que sí hubiera actuado así.
—Estoy segura que no —concordó su madre—, pero a lo que iba, es que quizá al igual que con Elián solo falta que trates más a este chico, quien sabe y se hacen buenos amigos.
—Lo dudo —Eso jamás sucedería. No. Nila se negaba a creerlo.
—No pierdes nada intentándolo —insistió su madre.
Nila tenía que admitir que tenía razón, además eso ayudaría a matar dos pájaros de un solo tiro. Descubría si Salvador era o no tan imbécil como pensaba y también porque demonios la ponía tan nerviosa cuando la tocaba.
—Gracias por escucharme —le dijo abrazándola.
—Eres mi niña preciosa, no hay nada que no haría por ti —le respondió su mamá sacándole una sonrisa.
Nila había tenido suerte en ese campo, no todos podían tener una madre como la que le había tocado.
***
Amo a la mamá de Nila 🥺
Bueno, cumpliendo con las actualizaciones como siempre :3 Cuéntenme que les pareció el cap y no olviden dejar su voto y comentario si les gustó <3 Cada una de sus interacciones significa mucho para mí, y espero crezcamos cada día más.
Los quiero mucho!!!
Au revoir!!!
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