Capítulo 4


               
                 ¤Antiguo Egipto¤
                       (2565 A.E.C)

Ya había pasado un día entero desde que habían escapado del Reino. Para este punto ya todo palacio habría notado la ausencia de Izuku y Mirio. El pecoso no podía evitar sentirse triste por dejar toda su vida y su familia atrás pero no importaba porque el estaba con el amor de su vida. Al menos sería feliz con la persona que ama.

Desde que salieron, no se habían detenido para nada, debía estar lo más lejos posible antes del amanecer. Ya era cerca del medio día y debido al cansancio se detuvieron en un pequeño osasis. Aún les faltaba para mucha para llegar a la península del Sinaí.

-Deberíamos seguir- dijo Izuku inquieto. Temia que el ejército apareciera en cualquier momento y los atrapara. Por lo que más temia era la vida de Mirio, su padre lo mataría.

-¿No estás cansado? - Mirio estaba mojando su rostro al la orilla del pequeño manantial. Izuku por su parte estaba sentado debajo de una palmera.

-No, estoy bien- aseguró el pecoso. La verdad estaba un poco cansado pero eso no le importaba en ese momento.

-Seguro - Mirio se acercó con un poco de agua en un recipiente - te vez un poco agitado y rojo por la calor - tomó un poco de agua en las manos y mojo el rostro y cabellos de Izuku - no quiero que te sobreexijas ¿si mi amor? - Izuku asintió con las mejillas sonrojadas.

-Estoy bien lo prometo- el rubio le dio un beso cortó en los labios.

Lograron llegar a salvo hasta la península del Sinaí. Por suerte no se encontraron con ningún ejército en el camino hacía allí. Pero solo era cuestión de tiempo para que las noticias de la desaparición del príncipe heredero de Egipto se esparciera por las otras naciones.

El lugar que escogieron para quedarse fue la ciudad fenicia de Tiro. Con el poco oro que llevaban lograron comprar un pequeño terreno a las afueras de la ciudad. También compraron algunos animales para criar.

-Este lugar no es acto para alguien tan noble como tú Izuku - dijo con pesar Mirio - lamento no darte algo mejor.

Era cierto que Izuku había nacido en cuna de oro, estando acostumbrado a la opulencia pero eso a Izuku ni le importaba. Además Mirio al ser de famosos noble tampoco estaba acostumbrado a eso.

-Tranquilo. Estaré bien - aseguró Izuku abrasandolo- yo soy feliz al estar aquí, a tú lado. Prefiero eso a una vida llena de lujos al lado de alguien que no amo.

-Tratare que darte lo mejor. Lo prometo- Mirio beso sus manos - te haré el hombre más feliz del mundo - se acercó y tomó los labios del pecoso.

Los días en la pequeña granja eran tranquilos y felices. Al principio tal y como Mirio había dicho, les fue muy difícil acostumbrarse a esa vida. No solo a Izuku sino también a Mirio, que pasó de usar la espada a una pala para labrar la tierra. Izuku por su parte ejército el rol de la ama de casa. Le costó mucho aprender a conocínar pero apesar de la práctica no logró ser bueno. Mirio era mejor en ello.

-¿Estas cansado? - le preguntó el pecoso a Mirio. Los dos estaban en la cama listo para dormir.

-Algo... - Izuku había notado que Mirio etabana distraído desde que había vuelto de la ciudad. Parecía preocupado e inmerso en sus pensamientos.

-¿Sucede algo? - el rubio lo miró dudoso - si hay algo grave no me lo ocultes, por favor - Mirio dio una largo suspiró.

Se puso de pie y camino hacía una pequeño bolso junto a su ropa. Sacó dos papiros de allí y se los entregó a Izuku. El pecoso los desembolvio con cuidado y al verlos un escalofrío recorrió su cuerpo. Miró nervioso a Mirio quien lo abrazo enseguida. Lo que había en esos papiros era una imagen de Izuku y Mirio, información de ambos y unas gran recompensa por su captura. Ya habían paseado más de dos meses desde su escape y lo más seguro era que habían estado buscándolo hasta debajo de las piedras.

-Esta mañana, vi varios de estos por toda la ciudad - empezó a decir Mirio a la vez que apretaba el abrazo - se dice que un general secuestro al príncipe heredero - Izuku sintió un dolor en el pecho - además vi a varios soldados de nuestro ejército.

-Nos encontraran- a ese punto Izuku ya había entrado en pánico- tenemos que irnos. Subir a un barco e irnos lejos de aquí.

-No, eso no pasará. Estaremos bien - aseguró Mirio- Izuku está vida, apesar se ser humilde y modesta me gusta mucho. Soy más feliz de lo que lo fui nunca. ¿Y sabes por qué? Es porque estoy junto a ti. Puedo amarte con libertad, sin miedo a ser atrapados y condenados. Sin miedo a que alguien más pueda tenerte. No podemos dejar esto atrás.

-Pero... - a Izuku también le gustaba esa vida y tampoco quería abandonarla pero sabía que debían hacerlo - si nos atrapan. Te mataran, estoy seguro. No padre no tendrá misericordia y si nuestra relación se hace pública y se enteran que fui el de abajo... no quiero que nos atrapen - se aferró al cuerpo del rubio.

-Tranquilo, me asegurare de que eso no suceda. Irnos y comenzar de nuevo será muy difícil y nada garantiza que volvamos a encontrar algo tan bueno como lo que tenemos aquí.

-Esta bien, confiere en ti pero si las cosas se complican, prometeme que escaparemos sin dudarlo.

-Lo prometo.

Los labios de ambos se fusionaron en un cálido beso. Las manos de Mirio recorrieron el torso se Izuku hasta el borde de la camisa y tiró de ella para sacarla. Esa era la única prenda que Izuku llevaba encima, aparte de los calzoncillos. Mirio por su parte estaba casi desnudo, tan solo llevaba los calzoncillos como única prenda. El rubio recorrió el abdomen de Izuku con sus labios. Beso cada centímetro de aquella hermosa piel.

-Te amo Izuku, nunca lo olvides - dijo Mirio.

-Yo también te amo Mirio.

El rubio empezó a entrar poco a poco en Izuku, hasta sentir como las salidas paredes del pecoso lo envolvían por completo. No perdió tiempo h empezó a moverse disfrutado de aquella placentera sensación. El pecoso por su parte se aferraba con fuerza a la espalda ancha del rubio, gimiendo de placer al sentir las potentes embestidas. El rubio no tardó en venirse dentro de Izuku y este lo Izuku en medio de ambos.

-Siempre estaremos juntos Izuku - escuchó susurrar a Mirio, antes de cerrar los ojos.

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Holi amigos aquí les traigo otro capítulo de esta historia. Espero que les guste el capítulo. Sin más que decir me despido.

Eso es todo amigos.

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