II:《Mar》
Pov Lance.
Decidí acercarme lo más rápido que podía aunque el mar era un impedimento ya que hacía mis movimientos más lentos, el agua era una claro problema además que no me preocupó que mi ropa se mojará.
Cada vez me acercaba más a aquel cuerpo que, en serio, esperaba que estuviera inconsiente y no sin vida; el agua salada logró llegar hasta el inicio de mi cuello, antes de que subiera más logre tomar por lo menos el antebrazo de él y arrastrarlo con ayuda del mar hacia la orilla de cierta dirección.
Me parecía muy liviano, tomando encuenta que el mar también me ayudaba. Hice que sus delgados y pequeños brazos rodearán mi cuello para así poder sujetarlo mejor. Sin mirar más hacia atrás, lo llevé hacia donde quería desde un inicio. Extrañamente no sentía sus piernas chocar mi espalda, realmente extraño pero decidí no tomarle importancia, pensando que muy probablemente el mar las hacia flotar, claro, no comprobé mi teoría ya que quería llegar cuanto antes a la orilla y sentir de nuevo la seca arena.
Podía sentir levemente su respiración y algunos leves quejidos. Eso me daba muchas esperanzas de que seguía vivo. Pero no parecía moverse o aferrar más el agarre. Mi teoría era que estaba profundamente dormido.
Después de un pequeño rato, llegamos a la orilla y con cuidado, logré dejarlo acostado en la suave arena. Pero al momento de hacerlo me sobresalte al ver lo por completo. Su cuerpo completo.
Lo que más me sorprendió y destaca era la parte de su cintura para abajo. No era tonto para saber que aquel niño tenía cola de pez. Una muy hermosa y, aunque no muy larga, era acoplada a su estatura. Supuse que por su edad, su cola era de aquel largo. Esas escamas de un color rojizo eran muy bellas. Hermosas, deslumbrantes y cualquier palabra sinónima que se me pudiera ocurrir en ese momento.
Estaba realmente sorprendido y confundido. No llegué a creer que fuera falso. Miré su desnudo torso para nada formado, muy normal en alguien de su edad. Sin embargo, aunque no tuviera mucho resaltó en esa parte física, su piel se veía suave y hermosa. Dudaba si era hombre o mujer, pero en ambos casos sería una sirena. Mitad humano mitad pez, como suelen decir los cuentos de fantasía.
Admiré su rostro. Sus pestañas, mejillas, sus cejas, sus labios... era muy admirable y me recorría una extraña sensación que no sabia de cifrar en ese entonces. Su cabello mojado que le llegaba hasta los hombros. Tenía aspecto de ser mujer pero... su rostro no era muy femenino. Se notaba, que era un niño. Un varón con mínimos rasgos naturales femeninos. Como serían sus pestañas o pelo. Quizás la piel. Esa piel tan blanca pero de un calor tan vivo como el durazno quizás.
Me había quedado estático ante tal encantadora vista. Era realmente extraño y sorprendente encontrarme con un ser sacado de cuentos de fantasías. Y algo me decía que debía abarcar cerca de mi edad. Millones de preguntas surcaron mi mente, haciendo imposible dejar de mirarlo. Sin perder cada detalle de él cómo si quisiera hacer una obra exactamente de él. El tiempo se detenía .
Tenía unas inmensas ganas de sacarle un foto para subir la en alguna página o grabar un video mientras inspeccionaba su cola de pez y comprobar que él era 100% real. Mis amigos de la ciudad se volverían locos y envidiarian mi extraña suerte. Lástima que recordar que mis padres me habían quitado todo aparato electrónico vino a mi cabeza de inmediato provocando que casi toda mi emoción se esfumara. Y la ilusión de mostrar aquella increíble criatura.
Mi consiencia me gritaba que debía despertar de aquel extraño trance para ayudarlo. Aunque no sabía cómo. Y muchas dudas navegaban mi mente buscando rumbo a la respuesta.
Debía hacer algo y rápido. Ahora que lo pensaba, ya no estaba seguro si debí haberlo sacado del agua, pero mi instinto me decía que de cierto modo, era lo correcto.
No sé mucho sobre las sirenas. Lo esencial es que permanezcan en el agua ya que es como una clase de habitad natural para su especie. Pero si lo acababa de sacar de ahí. Quería ayudarlo pero no sabía como. La desesperación quería tomar el control de mí.
Me acerqué hasta quedar sentado a lado suyo mientras con sumo cuidado, lo tomaba de la nuca, rodeándolo desde su cuello hasta el otro hombro contrario. Acerque su cara a mi pecho. Mientras sentía le tan relajada respiración y parte de su cabello negro hacer contacto con mi blusa. La formaba alborotada de su cabello me causaba ternura. Y no sabía por qué. Me puse de rodillas mientras mi otra mano sostenía fuertemente pero con delicadeza, parte de su aleta. Mirandolo curioso y con una extraña admiración. Supuse que en esos momento era normal ya que ver una criatura así no es algo que puedas contemplar todos los días.
Lo sacudí un poco mientras empezaba a llamar con la voz un tanto elevada. Pensando que quizás así, despertaría.
—Oye,Oye, Oye.. — decía continuamente y casi desesperado. Pero por alguna razón no sentía enojo... el ver aquella criatura durmiendo, tan pacífica e inmune a los problemas, daba la vaga sensación de estar siempre así con él.—Oye, despierta. —dije algo preocupado pero también usando un tono de voz suave que hasta a mi me llegó a sorprender.
Me sobresalte al sentir en breve como el pelinegro se había removido un poco. Noté que sus cejas se arrugaron, frunció el ceño. Tenía cierta ilusión en mis ojos, además de alguna clase de ataque de nervios ya que la verdad... no sabia que hacer o decir, una vez él estuviera despierto.
Sin embargo, no lo solté, inclusive cabe destacar que lo sujete con un poco más de fuerza y me acerqué a su rostro para ver si hacía algún otro movimiento, si daba alguna otra señal de vida.
Y como si algún dios leyera mis pensamientos, el abrió sus ojos. Y la verdad casi me asustó. Los abrió de una manera tan repentina que casi me asusté como ya había mencionado. Y me alejé tan pronto de su rostro. Y claro, no logré ver bien el color de su iris.
Él, por otro lado; Al despertar y verme de pies a cabeza, cubriendo parte de su rostro con ése negro pelo, reaccionó y se apartó muy bruscamente de mí.
Y por reflejo yo sólo caí para atrás sentado, aún observándolo con asombro sin perder alguno de sus movimientos. Sin querer perder lo de vista.
Él parecía tenso y preocupado. Estaba a un metro de distancia enfrente mío a la defensiva. Eso pude notar. Alzó su mirada atento de igual modo, en mis movimientso, sólo que la diferencia es que lo él lo hacía como si se preparaba a cualquier ataque mío. Aunque pude ver bien su rostro, desafiante y precavido, estaba listo para cualquier cosa a pesar de que quizás, podría perder. Pero lo que él no sabía es que mis intenciones, por el momento, no eran dañarlo de ninguna forma. Creí que era normal su comportamiendo hacia mí, sólo se esta defendiendo. Aunque yo tuviera casi trece años, podía comprender su comportamiento.
Pero, todavía no podía ver como yo quería el color de sus ojos.
De pronto, logré ver una faceta de dolor. Y llevo una de sus manos a un costado de su cadera. Por alguna razón, me preocupe. No lo había notado antes. Que despistado fui. Tenía una dolorosa herida. Y aunque el corte no parecía realmente profundo, era suficiente para que le provocará un dolor reflejado en sus expresiones.
—¿E-E-Estas bien?— le pregunté. Soné más nervioso de lo que pensé. Él sólo pareció escucharme pero no digo nada. Seguía estando a la defensiva.
Probablemente él no podía entenderme. Quizás hablaban otra lengua extraña o desconocida para los humanos. No me sorprendería ya que él es una criatura del mar.
Su herida en serio me preocupaba. Las ganas de ayudarlo eran inmensas.
—¿Te encuentras bien? — pregunté nuevamente, sólo que esta vez más en confianza y sin tantos nervios. El azabache sólo me siguió ignorando. No despejaba su vista de mí y miraba de reojo su herida en el costado de la cintura, cerca desde donde comenzaba a formarse sus escamas salmón. Y aún así, no me daba un gesto o señal de que me entendía. Y creía que tal vez no pensaba en responderme. No me tenía confianza.— No te haré daño. —dije tratando se sonar serio y sincero. Me acerqué sólo un poco más y él había notado mis intensiones.
Su rostro se volvió molesto y se preparó para atacar. Y mi intuición me advertía que no sería para nada bueno acercarme más si no ansiaba salir, también yo, herido.
La situación presentada ante mis ojos era realmente increíble pero también riesgosa.
Me puse de pie y estiré mis brazos hacia cada costado, quería que él entiendiera que no tenia ningún arma. Estaba tan indefenso como él. Pero al menos él parecía defenderse mejor que yo. Cada vez la curiosidad me carcomia. Ahora sé lo que llegan a sentir los explorados e investigadores de criaturas exóticas y asombrosas. Lo seguía mirando de manera comprensiva y sincera. Casi inocente.
—No te haré daño. Juro que sólo quiero ayudarte. Probablemente no me entiendes pero... —me detuve para pensar un poco. Moví mis manos en el aire para tratar de hacer por medio de señas algo que él pudiera entender. Que él notará que yo no quería hacerle daño y que de verdad quería ayudarlo. Y que mi atención estaba puesta en él. — Si yo de verdad te quisiera hacer daño o algo parecido, lo hubiera hecho cuando estabas inconsiente. — dije para mi mismo ésta vez y despreocupado. Me acerqué un poco más ya que él parecía haberse calmado y no querer atacarme. Aunque sabía que si cometía algún error el todavía podría atacarme. Podía verse una criatura indefensa e inocente, pero algo me decía que también podía llegar hacer muy peligrosa. Aquello me gustaba.
Su mirada ahora parecía reflejar inseguridad, seriedad y algo de descofianza.
—Tranquilo amigo... —la verdad no sabía si denominarlo amigo era lo correcto. A mi también me llego atacar la inseguridad envuelta en preocupación. — ¿Te encuentras bien? —para cuando me di cuenta ya estaba a lado suyo revisando su herida aunque no tenía ni la más remota idea en cómo ayudarle. Él sólo me miraba con el ceño fruncido y serio. Aguantando el dolor de aquella herida. Miré sus ojos por unos momentos. Momentos que disfrute ya que sentía como nuestras miradas habían conectado. Y al fin pude apreciar el color de esos ojos... hermosos violetas con apenas un ligero destello rojizo. Aquel momento fue más corto de lo imaginado ya que él desvío su mirada y se concentró más en su herida.
Oh, es cierto. La herida.
Pensé mientras mis labios formaban una extraña mueca analizando la situación. ¿Qué podía hacer? La única opción que me parecía la mejor y rápida era pedir ayuda a mi abuela. Pero también tenía miedo de cómo lograría reaccionar ella. Quizás, incluso no acepte ayudarme. Mi corazón se envolvió en la tela de la suma desesperación y angustia al no poder encontrar una salida rápida ante esta situación. Logré sentirme muy desepcionado de mismo.
Aquel rasguño marcado de forma vertical no era ni muy larga pero tampoco ni muy corta. Y frotaba un rojo desagradable para nada bonito. Y a su alrededor, aquella piel blanca y suave tornaba ligeramente un tono morado rojizo. Escuché un pequeño gemido de dolor y me alerte. Lo miré a los ojos.
Ahora su expresión parecía de pedir ayuda y algo más. Aquel encantador violeta en sus ojos parecía perder su brillo que me deslumbraba.
Sin pensarlo más y sabiendo que era la mejor opción decidí arriesgarme. Era un niño de doce años que no tenía conocimientos sobre heridas graves como esa. Aunque no podía ayudarlo de la manera en que yo deseaba, sabía que la única forma era pedir ayuda de alguien más.
Fecha de publicación: 08 de Junio del 2017
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