Capitulo 8: Bebé (II)
Yusaku suspiró cansado después de cerrar la puerta del cuarto, había tenido un largo día en su trabajo de medio tiempo y además la universidad... odiaba tanto tratar con idiotas que se creían mejor que él, en especial idiotas como Antinomia Bruno, Dojun Kengo, Zaizen Akira y los demás idiotas que ahora se creían sus amigos por haberlos ayudado en un proyecto estúpido hace tres años, proyecto donde él hizo más de la mitad del trabajo y los demás sólo trataban de no arruinar su progreso.
Odiaba a esos imbéciles, los odiaba en serio.
Pero ver la hermosa escena de su amado omega acostado en su cama matrimonial, amamantando a su pequeña hija, aún sin nombre, y con días de nacida mientras tarareaba tranquilamente una canción que él desconocía con una pequeña sonrisa; la atmósfera tan cálida y maternal que el albino emitía por aquella acción tan natural y adorable le relajaba tanto que no pudo evitar sonreír igual que su esposo.
— Ryo-.
— ¡No te acerques maldito infeliz!
Y entonces todo el ambiente se rompió.
Yusaku observó con tristeza como el de ojos azules se aferraba a la lactante, que había comenzado a llorar asustada por el grito, y retrocedía enfurecido hasta un rincón de la cama con una clara expresión de odio y amenaza contra el alfa. El mayor no tuvo que pensar demasiado para comprender que Ryoken lo veía, de nuevo, como una amenaza hacia él y su cría.
— Ryoken...
— ¡Que no te me acerques maldito infeliz! —El de ojos verdes se acercó al menor, que aún aferraba a la bebé a su pecho en un acto de clara protección— ¡Que te alejes!
— ¡Ven acá! —Yusaku agarró con fuerza un tobillo del omega para obligarlo a acercarse a él.
— ¡Suéltame! —Ryoken aún sostenía entre sus brazos a la niña al tiempo que se retorcía tratando de escapar del agarre del alfa— ¡Que me sueltes!
Ambos forcejearon unos minutos mientras la pequeña niña lloraba, al final la paciencia del mayor con olor a cítricos se agotó y terminó por golpear al omega en el rostro después de inmovilizarlo abajo suyo; el albino, aún adolorido por el golpe, protegía como podía a su cachorra recién nacida de las acciones de Yusaku, pero ahora no podía hacer más que abrazarla y tratar de intimidar aunque sea un poco al contrario.
— Intente ser gentil debido a que aún te recuperas de la cesárea... —El tono de voz tan neutral del alfa intimidaba al omega, aún así el menor seguía aferrado a su hija y enseñaba sus dientes en señal de amenaza— Pero si no te relajas y me dejas ver a mi hija, no responderé por mis actos y créeme que me importará bien poco si a ella le pasa algo debido a tu terquedad, ¿lo entiendes o no?
El de ojos zafiros no respondió, solo alterno su vista entre el alfa y su pequeña niña, que lloraba asustada por los gritos y el sonido de su corazón aún acelerado por el mismo miedo y la adrenalina, sabía que eso no era una amenaza, esa era una muy clara advertencia. Y no lo permitiría, no permitiría que ese maldito imbécil asesinara a alguno de sus hijos solo porque él intentó defenderse...
Yusaku ya le demostró que era capaz de matarlos, aún siendo también sus hijos, cuando casi apuñaló a Hoshi por su desobediencia a los días de que se enteró de que esperaba a Sora, desde entonces siempre trataba de complacer al alfa para que sus hijos no pagaran las consecuencias.
Él era su madre, debía mantenerlos a salvo del modo más fácil y longevo posible... así que solo suspiró molesto antes de relajar un poco su agarre en la pequeña lactante, permitiendo que el mayor, que sus niños tenían la desgracia de tener como padre, viera a su hermosa hija de finos cabellos blancos como nieve con un pequeño mechón azul y ojos zafiros como los del omega; la bebé gimoteaba mientras movía sus diminutas manos en dirección al pecho de su madre, indicando que aún tenía hambre.
— Es tan pequeña... tan linda~.
Yusaku volvió a sonreír al mismo tiempo que acariciaba con cuidado la mejilla de su hija y dejaba libre a Ryoken, que solo se enderezó con cierto esfuerzo para poder seguir alimentando a la niña, el alfa observó aquello con gran cariño antes de acercarse a besar al omega, que solo se dejó para poder estar tranquilo después.
Agradeció tanto en su mente que el mayor se fuera después de eso, argumentando que debía ir a hacer la comida para ellos y los niños. El menor solo lo observó irse antes de volver a tararear la canción de hace un rato y calmar a su pequeña bebé que aún parecía nerviosa por lo anterior.
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Para las curiosas, la canción que tararea Ryoken en multimedia (?)
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