Capitulo 4: Bebé (I)

El día en que Ryoken supo que Yusaku le había arruinado la vida, había visto a la nieve caer desde la pequeña y única ventana que tenía en aquel cuarto, que el alfa solía llamar "su nido de amor", donde lo violaba cada maldito día desde que lo tenía cautivo.

Ese día vio caer algunos copos de nieve tan puros y blancos como las sabanas de la cama matrimonial donde estaba encadenado desde hace meses, le parecían tan hermosos y crueles... le recordaban a los días felices donde jugaba a atrapar uno junto a su madre o cuando su padre le ayudaba a hacer "experimentos" con la misma nieve... los extrañaba, extrañaba tanto a su familia... comenzó a llorar mientras se acurrucaba en el frío piso a un lado de la cama. No quería estar ahí, en ese maldito mueble donde Yusaku lo sometía para jugar con él a su antojo.

Lloro un buen rato hasta que escucho como la puerta de aquel cuarto era desbloqueada y abierta mientras el olor a cítricos que tanto odiaba, comenzaba a invadir todo el cuarto junto un delicioso olor a comida que despertaba su apetito...

— Ryoken~ ¿Donde estas~? —Ni siquiera iba a contestarle, ese infeliz ya sabía que estaba en la habitación— ¡Aquí estas! ¿Que haces oculto en este rincón tan solo~?

— Déjame en paz, maldita sea.

— Ay vamos... ¿Acaso hice algo mal para que estés tan moles-?

— ¿¡En serio tienes el descaro de preguntarme eso después de-!? —Ni siquiera pudo terminar la oración cuando le comenzó a arder la garganta, corrió por instinto en dirección al baño antes de que la cadena en su tobillo se enderezará haciendo que cayera justo al borde donde la madera del cuarto cambiaba al azulejo del baño y vomitara ahí mismo.

Yusaku observó todo en absoluto silencio y con la misma calma que tanto lo caracterizaba, pareció meditar un poco la situación antes de sonreír al tiempo que se acercaba a su amado omega que trataba de limpiarse mientras lloraba de la vergüenza e impotencia por lo ocurrido hace un momento.

— Ryoken...

— ¡Déjame en paz, maldita sea! ¿¡No entiendes que te odio!? ¿¡No entiendes que te odio por lo que me hicis-!?

— Si no te calmas, vas a dañar al bebé. —El mayor interrumpió al albino, que seguía sentado en el piso, con una calma que espantaba al menor junto a una sonrisa que lo hacía lucir demasiado tétrico.

— ¿Q-Qué... dijiste...?

— Tu olor se esta mezclando con uno que aún desconozco, has tenido muchos mareos últimamente, también, aunque lo niegues, tu apetito ha aumentado bastante... —El omega solo parecía horrorizarse con cada palabra que el alfa de cabello azul decía con esa misma sonrisa tan tétrica— y el hecho de que ahora acabas de vomitar solo reafirma mis sospechas de que estas embarazado~ ¡Oh Ryoken, no sabes lo feliz que me haces~!

Ryoken solo lloraba sin moverse o reaccionar ante el abrazo tan cariñoso que recibía o las palabras del de ojos verdes sobre que iba a ser un buen padre y obviamente se haría cargo por completo del niño o niña, no quiso creerlo. No quería creerlo.

Pero era cierto, estaba encinta. Algo en su interior se lo reafirmaba, una extraña pero agradable calidez en su vientre y pecho lo hacía...

No quiso comer nada y esta vez en lugar de darle una opción, Yusaku lo obligó casi a tragarse todo lo que había en la bandeja, afirmando que ahora va a tener que mejorar sus hábitos por su cachorro en espera. Pero él no quería a ese bebé, porque sería un recordatorio eterno... un recordatorio eterno sobre lo que aquel maldito alfa le había hecho...

Pero no tuvo opción, por nueves meses llevó en su interior al hijo o hija de ese bastardo maldito... 

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