bienvenida.
Jungkook permanecía cubierto por una toalla, vigilando atentamente cómo es que un paramédico vendaba la herida de jimin cuidadosamente, quién estaba igualmente cobijado por una toalla igual a la de Jungkook.
-Listo, cámbiese el vendaje tres veces al día y estará mejor en una semana o menos. - recito el muchacho guardando los utensilios que utilizo en el kit de primeros auxilios.
Jimin asíntio, silencioso y tímido.
El paramédico se levantó, para después sentarse en el asiento que le correspondía.
Aún seguían en el helicóptero de rescate, en camino a la isla Rosa María, la isla en la que las universidades se habían instalado hace unas tres semanas atrás.
Jungkook observo al peliblanco, analizando su semblante inquietó y temeroso.
-¿Ocurre algo, jimin? - pregunto el más alto, sacando de sus pensamientos al más pequeño.
-jungkook... - el bajito se mordió el labio con nerviosismo, no sabía cómo empezar a sincerarse con el hombre que acababa de empezar... Lo que sea que acabarán de empezar.
-Puedes decirme con confianza. - poso su mano encima de la de jimin, rápidamente noto como el menor se tenso, ruborizandose tiernamente.
-Jungkook... ¿Que~ - estaba a nada de preguntar, pero inmediatamente el helicóptero comenzó a tambalearse.
-Estamos por aterrizar, por favor mantengan la calma y sostenganse bien. - pidió el piloto.
La pareja de profesores asíntio, inmediatamente olvidandose del tema de conversación.
Jimin miro a través de la ventanilla, poniéndose nervioso al ver la cantidad de gente que esperaba el aterrizaje del helicóptero en tierra firme.
Para cuándo el helicóptero se detuvo y la puerta fue abierta por un rescatista, jimin pudo mirar a tanto alumnos como profesores esperándolos a unos metros, la realidad le golpeó con guante blanco en la cara.
Cuando sus piececitos tocaron el concreto del área de aterrizaje, inmediatamente sintió una oleada de miedo, ya no estaban en aquella isla tranquila y deshabitada, ahora se encontraban bajo la mirada atenta de compañeros de trabajo y alumnos, ya no estaban solos.
Sintió una mano en su espalda, conecto su mirada con la de Jungkook, mirada que en un abrir y cerrar de ojos lo tranquilizó. Jungkook lo empujó suavemente hacia adelante, guíandolo hacia la multitud de gente.
Cuando estuvieron a menos de tres metros, sus compañeros y compañeras de trabajo, junto con el director se le acercaron.
-¡Jimin, hijo! ¡Me alegro de que estés a salvó! - se avalanzo el director, abrazándolo con fuerza, por un segundo Jimin juro que su espalda se rompería.
-¡Jimin! ¿Estás bien?, ¿En dónde te habías metido?, ¡con un demonio! - maldijo con una felicidad desmedida la señorita Coral, secretaria del director Rogers he íntima amiga de Jimin.
Compañeros y alumnos rodearon al profesor de cabellos blancos, una cálida bienvenida definitivamente si obtuvo. Estaba tan concentrado en saludar a sus alumnos, que al momento de buscar a jungkook con la mirada esté estaba siendo llevado adentro de la isla por sus compañeros de trabajo y alumnos.
Se mordió el labio inferior, ¿Debía seguirlo o dejarlo ser recibido por sus compañeros?
-Buenos, bueno, jóvenes, dejen al señor Park tranquilo. Acaba de venir de una experiencia traumática, no le pregunten nada hasta que esté recuperado. - regaño el hombre de bigote gris a los chicos, quienes acataron a la orden a regañadientes.
La multitud, junto con jimin, procedieron a retirarse del lugar, pues el aire helado y el cuerpo mojado de jimin no eran buena combinación. Jimin caminaba cojeando de vez en cuando, repentinamente alguien se había puesto a su izquierda he hizo que le tomara del hombro, sirviendole de apoyo.
No supo porque pensó que sería jungkook, no disimuló su desilusión cuando observo al profesor Russo a su izquierda, tomándolo de la cintura para ayudarlo.
El hombre a su lado solo se limito a sonreírle con timidez, para solo seguir ayudándole a caminar.
Aunque, bueno, sintió su corazón romperse en pedazos cuando vio la incomodidad reflejarse en los ojos de jimin.
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Jungkook quería quedarse junto a Jimin, de verdad que lo quería, porque sabía que este nuevo ambiente sería difícil de digerir para su delicado jimin.
Pero cuando vio que estaba siendo vigilado por su jefe y compañeros de trabajo, decidió que era prudente reunirse con ellos.
Fue abrazado una que otra vez, su espalda fue palmeada con alegría he inmediatamente decidieron llevarlo a su cabaña.
-Mierda, deberíamos celebrar el regreso de nuestro querido jeon en el bar de la isla. - ofreció un hombre de rizos negros, golpeando amistosamente el hombro de Jungkook.
Inevitablemente algunos concordaron con el hombre.
-Yo... Prefiero descansar. Estoy muy cansado y no creo poder beber con ustedes. - se disculpo Jungkook, a lo que sus compañeros bufaron con burla.
-Ya chicos. El hombre tiene razón, hay que dejarlo dormir. - alzó la voz el director.
-¡Sin el celebrado no será divertido! ¡Venga Jungkook, una copa y te vas a dormir! - ánimo un hombre de barriga enorme.
-Me temo que no puedo aceptarlo. Diviértanse sin mi, estoy seguro que yo no haré gran diferencia.
El hombre estaba a punto de protestar, pero una señora de tacones altos y chongo empujó a la multitud de hombres en dirección al bar.
-Venga chicos, déjenlo dormir hombre. El pobre necesita descansar.
El director al lado de Jungkook rio a carcajadas, palmeo la espalda del pelirojo con suavidad.
-Estas son las llaves de tu dormitorio, edificio 038. - le entrego el objeto tintineante. - las duchas están en el límite de nuestro territorio y si tienes hambre ya sabes dónde encontrar el restaurante 24/7.
Palmeno por última vez la espalda mojada de Jungkook y siguió a sus empleados.
El pelirojo suspiró con frustración, ¿Jimin estaría igual de triste que él?
No tuvo tiempo de pensar en eso de manera tendida, pues un estornudo le indico que debía ducharse antes de que se resfriara.
Antes que nada debía coger ropa, por lo que se encamino hacia su dormitorio compartido con otros 5 compañeros.
Al encontrar su edificio subió las escaleras y se dedicó a encontrar su dormitorio.
Una vez lo encontró metió la llave en la ranura y al entrar pudo sentir el entrañable sentimiento acogedor que le proporcionaban las paredes de concreto.
Busco su cama directamente, sin darse el lujo de pasear por los lujos del lugar.
Obviamente, su cama era la única que no estaba destendida. Se acerco a su ropero, sus cosas no habían sido tocadas en todas estas semanas.
Buscando ropa encontró su celular, inmediatamente lo tomo y se desplomó en su cama. Encendió el aparato y entro a WhatsApp, dispuesto a preguntarle a jimin como se encontraba.
Después de unos segundos buscando su contacto, se dió cuenta de algo que le apretó el corazón.
No tenía su número. Era obvio, a una isla lo último que necesitas es saber el número de teléfono de la persona a la que acompañas.
Suspiró y dejo caer el celular en la cama lejos de él. Se froto la cara contra sus manos con frustración, era un idiota.
En la tranquilidad de su dormitorio se permitió ahogarse en la incertidumbre. No podía dejar de pensar en jimin, que estaría haciendo, con quienes y si estará pensando en él... Como él lo hace.
Decidió no deprimirse y levantarse, tomo su ropa y salió del edificio en dirección a las duchas.
Una ves adentro de ese pequeño cubículo que solo le cubría de la cintura para abajo, se dejó hacer por el agua helada.
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Para cuándo terminó, salió del edificio con una toalla pequeña en el pelo.
Estaba por cruzar la puerta, cuando escucho una conversación ajena a pocos metros de él.
-¿Que quieres decir con eso? - pregunto casi en un gruñido.
Se detuvo, no quería escuchar una conversación ajena, por lo que decidió pasar de largo y salir he ignorar la discusión.
-Russo, no hagas esto más difícil... - pidió una vocesita endulzada.
Inmediatamente reconoció la segunda voz, era jimin.
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