[2da temporada] las olimpiadas del triunfo.

Aquella pelea había dejado en claro que, efectivamente, sostenían una relación con un completo extraño.

Las difamaciones que salieron de la boca de ambos ese día habían herido el orgullo de ambos. Y ninguno estaba dispuesto a disculparse o retractarse.

Uno pensaría que ambas escuelas tienen la misma historia original sobre el odio entre sus fundadores. Lo cierto es que cada universidad tenía y contaba a sus alumnos una versión modificada, una a la cual le convenía a la respectiva universidad.

En la universidad Saito se encontraba un pequeño pero elegante edificio al estilo barroco en el cual se encontraban fotos de su fundador, sus títulos, logros, información básica y en medio del lugar, una estatua que estaba prohibida tocar. Lo más interesante de aquel edificio era que, en sus paredes se encontraba impreso el origen de la rivalidad con Stuart Walmsley.

El edificio se usaba para introducir a las nuevas generaciones y los estudiantes de historia podían entrar al pequeño museo sin importar el horario. Al museo lo llamaron “Fontibus Ex Quibus odium” o, abreviado FEQO. (Su traducción literal es “cimientos de odio”, idioma original: Latín.)

Aquellas paredes relataban cómo es qué, en algún pequeño pueblo...

~138 años atrás, aproximadamente.~

En aquella época de otoño, exactamente un octubre, dos pequeños niños regresaban de un largo día de juegos alrededor de todo el pueblo.

Chío se encontraba caminando arriba de la acera, simulando una cuerda floja infantilmente. Su brazo lo sostenía su mejor amigo Stuart, ayudándole a no perder el equilibrio.

Ambos amigos se reían por trivialidades que ocurrían en sus conversaciones. Hasta que el grito de una niña les llamo la atención.

-Chíonii~ - grito una voz femenina.

El pequeño Chío sonrió ampliamente al ver a una sonriente niña correr hacia él.

Erina! - le saludó Chío, alejándose de Stuart para acercarse a su querida amiga Erina. - ¡Erina! ¿Cómo estás?

Ambos amigos se abrazaron y se besaron la cara cariñosamente. Llevaban tres meses de conocerse y claramente, se gustaban.

Stuart, a quien Chío había dejado atrás, se acerco a los chicos.

-¡Sruartshii! ¡Un gusto verte! - Erina le sonrió al rizado, pero este solo le dedicó una mirada fría y un asentimiento de cabeza.

Para Erina esto no era para sorprenderse, Stuart siempre fue un poco grosero y frío con ella desde el principio. Pero, aún así, no podía evitar sentirse intimidada.

Cómo siempre, la chica ignoro esto y decidió seguir hablando con Chío, quien realmente le gustaba, era un niño dulce, tierno y atento.

-Estabamos por ir a la plaza a pasear y comprar unos helados para este calor, ¿Te gustaría acompañarnos? - le pregunto Chío a su amiga.

La niña de trenzas negras asíntio con felicidad y Chío busco el dinero para aquellos helados entre sus bolsillos. Pero no lo encontró.

-Ho, no. - susurro el niño de pequeños ojitos.

-¿Que sucede? - pregunto Stuart, confundido por el rostro triste de su amigo.

-Deje mi dinero en la montaña. A~ahora vengo, v~voy por él. - pidió el niño mientras corría en dirección hacia el lugar en donde estaban anteriormente.

20 minutos. 20 minutos fueron los que tardo el pequeño niño japonés en encontrar su dinero y volver.

Para cuándo regresó, feliz y contento con su monedero en manos, no encontró a sus amigos. Los busco por un pequeño lapso de tiempo y, para cuando los encontró, el monedero que llevaba en sus manos fue soltado.

Chío había visto como es que Stuart se había inclinado justo para besar a sueños niña de largo cabello. Los había encontrado justo en medio de un pequeño callejón en el pueblo.

Erina no opuso mucha resistencia.

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Tch! - escupió rabia Jimin, recordando aquella fúnebre historia que había leído en las paredes de la FEQO.

Se encontraba guiando a sus alumnos estrella hasta el edificio donde se llevaría a cabo el próximo evento de las olimpiadas del triunfo: el auditorio.

Entraron por la puerta de atrás y ni bien entraron, se encontraron con Jungkook y sus alumnos.

-Ratas de Walmsley. - susurro uno de sus alumnos.

-Exactamente, señor Jun; ratas de Walmsley. - apremio Jimin a su alumno, diciendo aquello lo suficientemente alto como para que Jungkook le escuchase.

Después de aquel comentario, Jungkook ni siquiera le dirigió la palabra a su novio, ignorandolo por completo.

-Chicos, recuerden que este evento no es solo para demostrar su conocimiento, sino también para poner en alto el apellido Walmsley. - les recordó el profesor Jungkook a sus alumnos estrella.

-¡Si, profesor Jeon! - grito un alumno con euforia.

-¡Larga vida al espíritu del honorable señor Stuart Walmsley! - añadió un segundo alumno.

-¡Vamos a romperles el culo a esos SaitoIdiotas! - tercio otro chico.

Tanto Jimin como sus alumnos gruñeron con rabia, mientras mantenian una sonrisa formar y una postura recta al estar frente a tanto público.

El auditorio se encontraba dividido, la mitad derecha le pertenecía a Walmsley, mientras que en la otra mitad izquierda era lugar para Saito.

Los alumnos, profesores y empleados de la isla se encontraban eufóricos. Esperando a que el torneo comience.

La ejecución era sencilla, sería algo así como unas olimpiadas matemáticas. Se les haría preguntas y se le daría la palabra al alumno que presione el botón primero. Si se equivocan, se le cede la palabra al siguiente.

En total eran 115 preguntas y el evento duraría todo lo que fuera necesario. Y ningún alumno ni profesor, se iría del auditorio sin haber escogido a un ganador, eso seguro. Terminé a la hora que termine.

El presentador anuncio a ambas escuelas y la euforia no tardó en subir de nivel.

Jimin y Jungkook esperaban ganar, ambos habían dejado de hablarse durante todo este tiempo solo para centrarse en entrenar a sus alumnos. ¿Habría valido la pena? En sus cabezas, si.

Además, quizás su pequeño desacuerdo se vería minimizado una vez que uno de los dos gané. Quizás.

El evento empezó oficialmente, aquí se decidiría todo.

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