Prólogo

Aviso: La historia sigue el final de la primera temporada pero sin lo del acosador.

Tn: es de la misma edad que Miércoles y Enid, normie de estatura mediana con el pelo corto, castaño y ojos negros. Le gustan mucho los libros y las películas clásicas. Trabaja en la biblioteca ya que es un trabajo que le apasiona y le permite estar entre las hojas de cientos de libros.


Un nuevo año había comenzado en la academia de Nevermore y Enid estaba emocionada de conocer a los nuevos estudiantes. Aunque para Miércoles, no era más que una pérdida de tiempo que podía utilizar para leer. Además, los nuevos no llamaron nada su atención ya que eran unos conocidos de la manada de Enid, es decir, más hombres lobos. 

—Ella es Miércoles Addams, aunque ya os he hablado de ella—dijo la rubia emocionada.

—Hola—saludaron todos.

—Hola—dijo fríamente—Enid, debo ir a Jerichó a por unos libros que no he encontrado en la biblioteca de aquí.

—De acuerdo roomie—contestó sonriente—no vuelvas tarde.

—No.

Tomó el autobús a Jerichó, eran unos veinte minutos y se puso a mirar por la ventana. El resto de personas a bordo eran gente mayor que iba de visita al pueblo.

Al bajar, observó que el conductor, quien le había mirado mal desde que se subió, soltaba un suspiro de alivio y le pareció escuchar la palabra friki y monstruo. Ella ya estaba acostumbrada y le daba exactamente igual lo que le dijeran.

Camino por el pueblo hasta dar con lo que estaba buscando, la biblioteca. Según le había dicho Enid, allí había libros de hace tantos años como los vampiros que estudian en Nevermore. Si eso era cierto, tenía que tener mucho información a mano.

La entrada no era demasiado grande, pero era diferente a la última vez que pasó por allí con Enid, en lugar tener una cantidad de polvo y suciedad, estaba limpio. Abrió la puerta haciendo sonar la pequeña campana sobre ella. Algunos voltearon y al verla con el uniforme pusieron caras raras o se alejaban para no estar cerca de ella.

Cerca del mostrador, un hombre viejo y con boina estaba sentado de manera cómoda aunque un poco educada mientras ojeaba una revista. 

—Hola, estoy buscando unos libros—dijo en un tono algo amable.

Este la miró de arriba a abajo y luego gruñó.

—¿Acaso no tienes biblioteca en esa academia?, si quieres algo busca tú misma—no parecía que fuese a cambiar de opinión.

Ella rodó los ojos y se puso a buscar entre los estantes. Había cientos y cientos de libros en aquella librería tan larga que no iba a terminar nunca. Había muchos montones apilados.

—Perdona, ¿necesitas ayuda?—preguntó una voz a su espalda.

Al girarse, vio a un chico cargado con unos libros bajo el brazo.

—¿Trabajas aquí?—preguntó ella desconfiada ya que algunos habían intentado ligar con ella y mantenía siempre las distancias.

—Si, soy Tn, encantado—extendió su mano.

Ella dudó unos segundos pero finalmente aceptó.

—Miércoles.

Este esbozó una pequeña sonrisa.

—¿Y qué buscas?

—Estoy buscando estos libros. Dicen que pueden estar aquí, en alguna parte—miró a todos lados, demasiados libros hasta para ella.

El chico examinó la lista mientras murmuraba algo, probablemente los nombres.

—Son muy viejos—comentó—si están, tienen que estar en la parte baja del almacén.

—¿Crees que puedes tenerlos?

—Es una posibilidad, no puedo garantizarte nada—le devolvió la lista—si quieres podemos echar un vistazo, cuatro ojos verán más que dos.

—Perfecto, vamos entonces—Miércoles esbozó una pequeña pero desapercibida sonrisa.

—Un segundo, buscaré un par de linternas.

Tras cogerlas junto a las llaves, escuchó que el hombre sentado le dirigía unas ''bonitas'' palabras Miércoles.

Abrieron la puerta del almacén, siguieron el pasillo hasta llegar a la puerta del fondo, llena de suciedad y polvo.

—Perdona a mi jefe—dijo el chico—odia a los excluidos.

—¿Y tú no?

—¿Por qué debería odiar a la gente que no me ha hecho nada?, puede que de pequeño si porque era más inmaduro y la ideología en casa era la que era...pero ese tiempo pasó.

Miércoles no dijo nada y este abrió la puerta con dificultad debido a la vieja cerradura.

Se abrió ante ellos un largo y ancho pasillo con estanterías llenos de libros viejos. El olor a polvo echaba hacia atrás y Tn tosió.

—¿Cuanto llevan sin abrir aquí dentro?—preguntó iluminando el interior.

El chico le dio una linterna a la joven y se pusieron a buscar entre la oscuridad ya que la bombilla estaba fundida y no funcionada.

Miércoles se cubrió con un pañuelo mientras buscaba uno por uno. Ambos iban por sitios diferentes para cubrir más terreno.

—He encontrado uno—dijo Tn al cabo de poco—aunque esta algo viejo, se puede leer.

Miércoles sonrió bajo el pañuelo al encontrar otro. Estuvieron allí metidos durante más de quince minutos, encontrando lo que buscaban. Tenían polvo, estaban algo delicados, pero pudieron encontrarlos. Solamente faltaba uno.

—Creo que podría estar por esa estantería—Tn iluminó a lo lejos—están ordenados por fechas.

Fueron sin perder tiempo hasta el final y tras iluminar toda la parte superior, la encontraron en la inferior, entre unos cuantos libros más.

—Listo, aquí tienes el último—dijo el chico secándose el sudor de la frente.

Al salir, pudieron respirar aire puro. Tn se sacudió el polvo de la ropa al igual que Miércoles.

—Gracias por la ayuda—ella estaba agradecida, algo muy raro.

—No ha sido nada.

—¿Cuánto tiempo tengo para devolverlos?—preguntó.

—Te los puedes quedar—contestó para sorpresa de ella.

—¿Qué?

—Son muy viejos, están descatalogados y salvo tú o yo, nadie los va a pedir—respondió sonriente.

Ella dudó unos segundos mientras le miraba.

—De verdad, además, tú sabrás apreciarlos. Si los devuelves, tendrán que volver al interior y con el tiempo será imposible de leer.

Miércoles asintió pero antes de salir, se volvió hacia él.

—Me gustaría agradecerte como es debido, ¿puedo invitarte a un café?—sostuvo la mirada al chico.

—Claro, salgo en diez minutos

—Muy bien, te espero allí en el Weathervane—señaló el sitio.

Salió por la puerta y se dirigió allí pidiendo lo que siempre pedía mientras empezaba a revisar los libros. Estaban en mejor estado de lo que pensaba, aunque viejos, había visto libros más modernos en peor estado.

El chico acudió a la hora prevista, cambiado a una ropa más de calle. Pidió lo mismo que ella.

—Gracias por invitarme—dijo este.

—Es lo menos que puedo hacer por alguien que me ha ayudado mucho.

Ambos se pusieron a hablar sobre los libros y Miércoles descubrió que el joven tenía un gusto muy similar al suyo. Incluso discutieron puntos de vista y debatieron de una manera tan inteligente que Miércoles se vio sorprendida.

—Es la primera vez que alguien me sorprende a nivel de lectura—dijo terminando su café.

—Lo tomaré como un halago

—Deberías.

Cuando se hizo tarde, el chico se ofreció a llevarla y ella de buen grado aceptó. El autobús aún tardaría y encima estaba empezando a llover.

Durante el camino, ella miraba de reojo a veces al chico, que miraba fijamente la carretera.

—Nunca te he visto por el pueblo—rompió el hielo—¿eres nuevo?.

—Ah, no, es que siempre me pasaba el día en el colegio y luego en casa, no tengo demasiados amigos.

—Ya veo—dijo—lo que llaman ratón de biblioteca—pensó.

La dejó y se despidieron. A Miércoles le cayó bien y se despidió con la mano.

—¡Miércoles!—gritó Enid cuando la vio entrar—¿por qué no me has dicho nada?—parecía muy nerviosa.

—Enid, ¿qué ocurre?

—¡Esto!—le enseñó el teléfono—¡Yoko te ha visto con un chico!.

—No te doy con los libros porque su contenido es más valioso que lo que se encuentra dentro de esa cabeza tuya—ignorando a la chica dejó los libros en su mesa antes de sentarse sobre la cama agotada.

—Cuéntame todos los detalles—pidió ella.

—No hay nada, me ha ayudado con los libros y le he invitado a café—contestó molesta.

Miércoles no quiso hablar más del tema y lo tuvieron que dejar estar.

A la mañana siguiente, Enid volvió a la carga y la gótica suspiró.

—Entonces...¿no querrás su número de teléfono verdad?—preguntó mostrando un pequeño papel doblado.

—¿Cómo has...?—preguntó sorprendida.

—Por favor, soy la reina de los chismes y le sigo en sus redes sociales. Es mono, te pega como pareja.

Miércoles le pidió el teléfono.

—Te lo daré...si vamos a tomar café está tarde y así lo conozco.

Ella aceptó de mala gana, aunque no estaba molesta por ello, sino la impresión que se podía llevar Tn y la boca suelta de Enid.

Al llamarle, hablaron alegremente aunque no lo mostró al estar Enid delante e inventó una excusa que necesitaba ayuda con otro libro para poder quedar a tomar algo.

—Claro, nos vemos a la misma hora de ayer.

Después, colgaron y Enid dio saltos de alegría.

—Enid...ya o te mataré—ella dejó de saltar pero esbozaba esa sonrisa.


Espero que les haya gustado la introducción a está historia :)

¿Hay algo en concreto que les gustaría ver?.

Por cierto, habrá contenido picante e.e

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