6-Problemas y un baile
Punto de vista de Tn.
No sabría muy bien como explicarlo pero desde que estaba saliendo con Miércoles, me sentía con más fuerza que nunca. El trabajo se hacia corto y la escuela más de lo mismo. Con Clara la cosa iba bien, era bueno tener una amiga fuera de la escuela. Lo peor fue la parte de hablar con Enid ya que me hizo un interrogatorio, y no solamente eso, sino que subió a su página la noticia de que estaba saliendo con ella con una foto de ambos en el momento del beso.
—Está mujer quiere morir de la manera más horrible y lenta posible—pensé mirando la foto y llevando mi mano a la cara en parte por la vergüenza.
Las charlas con Miércoles eran como habitualmente, de libros y viendo cuando podíamos quedar para estar juntos un rato. Yo ese día le mentí porque quería darle una sorpresa. Tomé el coche a la tarde y acudí hasta la academia, había hablado con Enid por si iban a Jerichó, no quería ir allí y que Miércoles hubiera venido al pueblo.
Enid esperaba en la entrada y me dio un abrazo.
—¿Y bien?, ¿qué se siente estar con Miércoles?—preguntó muy animada.
—Felicidad—respondí con mi mejor sonrisa.
—¡Ay, que tierno!—dijo mientras daba un bote.
Fuimos hasta la habitación a la hora que sabía que no estaba escribiendo. Los alumnos me miraban cuando pasaba cerca de ellos, no era por ser un normie, sino porque estaba de novio con Miércoles, de eso estaba seguro. Al llegar, Enid abrió la puerta y ella estaba allí, tan guapa como de costumbre mirando unas cosas en uno de los pesados libros. Le encantaba investigar y era una apasionada de la lectura. Al cerrar la puerta, Enid le dijo que tenía una sorpresa.
—Si es otro de tus chismes no me interesa, ahora estoy entretenida leyendo esto—respondió mientras pasaba una página con delicadeza.
—Pensé que querías quedar con Tn para tomar algo y ya sabes, tener un tiempo a solas—comentó mientras me guiñaba el ojo—¿o no quieres verle?.
—Siempre quiero verlo, pero no quiero que se agobie de estar conmigo—contestó con la vista pegada al libro. La serenidad de la imagen me provocaba una ternura increíble.
—Nunca me agobiaría de estar contigo—al hablar, ella volteó sorprendiada—hola—salude con una gran sonrisa.
Enid se despidió y nos dejó a solas. Vi a cosa acompañar a la joven rubia y me despedí de él también, me hacia gracia ver una mano moverse sola y encima entenderme.
—¿Qué haces aquí?—preguntó mientras se levantaba y se acercaba a mí.
—Tenía ganas de ver a mi tormenta—contesté—y de paso traerte algo.
Ella vio la gran bolsa y al dársela la colocó encima de la cama. Me preguntó de que podría tratarse ya que aquello pesaba un poco, no era como el anillo que le había regalado. Al sacarla pudo ver un maletín, lo abrió y se trataba de instrumentos para hacer autopsias pero eran profesionales. El forense había recibido un juego nuevo y más moderno, pero solamente era un poco mejor, no mucho, así que le pedí que me los diera ya que era un buen amigo de mi padre. Él, encantado me los dio pues no sabía a quien se lo iba a poder vender. Todo lo hice pensando en ella.
—¿Qué?, ¿te gusta?—ella esbozó una sonrisa y dijo que le encantaba. Que tenía muchas ganas de probarlo con su hermano, algo que esperaba que no fuera cierto, pero siendo ella...temía lo peor.
La tome lentamente del brazo y la puse encima mía, ella me rodeó con los brazos y nos besamos durante unos pocos minutos. Ella me dijo que antes odiaría hacer eso, que si su yo de antes la viera, seguramente se arrancaría el corazón y se lo comería. Me alegraba saber que había camibado, aunque solamente fuera un poco, lo suficiente para que me permitiera estar junto a ella.
—¿Qué tal tus clases?—tenía curiosidad.
—Aburridas, supongo que es lo malo de saber tanto sobre los temas—contestó mientras me abrazaba.
—Ya veo—nos separamos y le propuse ir a tomar algo de café a la cafetería de la academia.
Ella me miró con esos ojos, me dijo que estuviéramos un rato más así, ¿quién soy yo para negárselo?. Nos fundimos en muchos besos, sentía la boca ya seca, pero por otro lado quería continuar así que le mordí el cuello numerosas veces mientras ella acariciaba mi cabeza y dejaba escapar algún que otro sonido. Al cabo de un rato, tras una serie de mimos, caricias y besos salimos de la habitación no sin antes arreglarnos la ropa. Tenía mucha sed así que fuimos a la cafetería para poder recuperar un poco de tanto beso. Cada vez que la miraba, sentía que mi mundo se paraba.
Allí estaban Bianca, Enid y Yoko charlando alegremente cuando nos dijeron que nos sentásemos con ellas. Pedimos lo nuestro y les acompañamos. Me sentía uno más cada vez que me sentaba con aquellos estudiantes de la academia.
—Vaya, parece que alguien ha estado ocupada—comentó la sirena mirándonos—tienes el cuello lleno de marcas—le dijo a Miércoles que sacó el espejo de su teléfono. Si, ahí estaban mis besos, como grabados a fuego. Yo también tenía muchos al parecer pues la mirada de Bianca se dirigió luego a mi.
Miércoles volteó a verme y yo agaché la cabeza avergonzado.
—Te pedí que no me dejases marca—me regañó.
—Lo siento—fue lo único que pude decir.
—¡Oh, es que hacéis tan buena pareja!—Enid estaba más entusiasmada de que de costumbre, y eso ya era decir. Aunque prefería eso que sus gritos que me dejaban sordo.
Estuvimos charlando un rato sobre lo que se iba a organizar en el baile. Tenía muchas ganas de ir con ella. Enid me preguntó sobre si iba a ir y asentí, haciendo que sonriera muy feliz.
—Enid controla tus sonrisas, empiezan a ser agotadoras—la joven lobo no dijo nada, pero me miró y guiñó el ojo.
La gente de Jerichó se sorprendería mucho si conociera a la gente de Nevermore pues seguramente se pensaban que eran arrogantes pero era todo lo contrario, solamente era gente que quería pasarlo bien durante aquella época de su vida. Me molestaba bastante cuando recordaba el incidente que ocasionó Lucas Walker. Ahora había mucha más seguridad y se asegurarían de que todo fuera como tocaba además de tener ya más o menos listo la temática del baile.
El tiempo apremió y yo tenía que regresar a casa a hacer unas cosas. Me despedí de las chicas y fui con Miércoles hasta el coche.
—Oye, siento mucho lo del cuello—me disculpe—supongo que eso afectará a tu imagen.
—No te preocupes, solamente debo romper unos huesos más y listo. Además, me importa bien poco lo que tengan que opinar de mí—dijo en aquel tono tan frío suyo.
Me acerque a ella y me la quede viendo durante unos segundos. Esos ojos tenían algo que te atrapaban. Ella me preguntó que si tenía algo en la cara.
—Tienes unos ojos y unos labios maravillosos—dije sonriente y feliz como un idiota.
—Deja de ser tan cursi, me resulta vomitivo—yo no estaba sorprendido por su actitud, sabía lo mucho que le molestaba que actuase así de cursi. Era algo que me hacia mucha gracia.
—Pues vas a ir con este cursi al baile—comenté divertido.
—No hagas que cambie de idea.
Yo la abrace durante unos segundos antes de separarme y sonreír. Ella suspiró, sabía que le había ganado, al menos esa vez.
—Será mejor que me vaya—el cielo estaba empeorando—nos vemos.
Acerque mi rostro y nos dimos un pequeño beso. Ella permaneció allí, esperando a verme partir como de costumbre hasta que me perdí de su vista.
Punto de Vista de Miércoles.
Regresé a mi habitación después de estar con Tn. Realmente me molestaba cuando se ponía así de idiota por el tema del amor, pero en el fondo sabía que me gustaba esa pequeña sensación de estar con él. Al llegar, Enid estaba revisando sus cosas para organizarlas un poco.
—¿Qué tal Romeo y Julieta?—preguntó con voz tierna mientras me miraba.
—Ojalá tener el mismo final, ambos muertos por idiotas—respondí antes de sentarme en la cama.
—¿Sabes?, nunca pensé que te vería en ese estado de enamoramiento—colocó sus cosas en un cajón y aplaudió de haber terminado la faena.
En aquel instante tuve una visión, no había tocado nada, simplemente me vino de golpe antes de caer tumbada sobre mi cama. Lo que veían mis ojos era horrible, no podía estar pasando aquello. Volví en mí al cabo de una hora, con sudores por todo el cuerpo. Enid me miró preocupada y me preguntó sobre lo que había visto. Miré el reloj, había permanecido demasiado tiempo así.
—¡Tn se encuentra en peligro!—dije yendo a por mi abrigo.
—¿Otra vez?—ella recogió su abrigo.
No me gustaba tener que pedir favores pero era la única solución. Al cabo de unos diez minutos estabámos saliendo Enid y yo en el coche de Bianca. Al contarle sobre ello, se ofreció sin dudarlo y yo suspiré agradecida. Mi corazón apretaba tan fuerte que dolía. Al llegar a Jerichó fuimos a casa de Tn pero allí estaban sus padres que salían corriendo y me dijeron que se encontraba en el hospital. Fuimos todos juntos, al parecer Tn les había dicho sobre lo nuestro. Ellos comentaron que al principio se mostraron muy inseguros, pero que al ver la forma en la que él hablaba de mí, pensaron que tal vez se habían hecho una idea errónea sobre mí. Aunque ahora mismo, lo que más me preocupaba sin duda era su salud.
Llegamos al hospital y el médico nos dijo que había tenido mucha suerte, pues la paliza que había recibido en está ocasión era tan grave y dura que por poco pierde la vida. Al escuchar eso, una furia incontrolable se formó en mi interior, deseosa de ir a comprar una pala para romperles todos los huesos, cavar un hoyo y enterrarlos bañados en su propia sangre. Enid y Bianca me abrazaron.
—Pasen primero ustedes—dijo el hombre a los padres.
La media hora que estuvieron ellos se hizo eterna. Bianca fue a ver a Lucas Walker, tal vez él sabría algo por los contactos ya que ahora trabajaba en el ayuntamiento, tal y como hubiera deseado su padre quien murió el año anterior.
—Lo importante es que está vivo—dijo la loba tratando de animarme.
Pero yo estaba con la mirada pérdida. Cuando salieron sus padres, me abrazaron y dijeron que Tn desde que me conoció, siempre estaba mucho más feliz. Eso me llegó realmente, una cálidez invadió mi frío cuerpo, calentando este como nunca había hecho nadie.
Entramos y mis ojos se humedecieron un poco. Allí estaba él, tumbado y con vendas por todo su cuerpo. Pero lo peor fue verlo conectado a máquinas, realmente tenía mal aspecto. Me acerqué a él y enseguida volteó la cara. Tenía un ojo vendado, nunca había visto a alguien así. Le tomé de la cara, le dije que estaba allí antes de darle un pequeño beso.
—¿Eres tú?—preguntó—¿Miércoles?.
—Sí—le tome de la mano—estoy aquí, Enid también.
Notaba algo extraño en su ojo aparte del hinchazón. Me contó un poco a duras penas lo que había pasado. Le habían atracado unos matones, no sabía quienes eran, pero estaba seguro que Thomas no había sido pues eran mucho más grandes.
—Miércoles...hay algo que debo decirte, prefiero hacerlo yo antes que el médico—su voz era débil.
Se acomodó como pudo en la almohada.
—Miércoles...me estoy quedando ciego—al decir eso mis ojos se abrieron de par en par—la paliza ha dañado mis ojos. Seguramente en unos pocos días lo vea todo negro. Lo que peor llevo es que no podré ver nunca más tu bello rostro ni tus labios—el nudo de la garganta asfixiaba.
Enid rompió a llorar. Yo le abrace y le acaricie el cabello, tratando de reconfortarlo. Odiaba que dijera cosas cursis, pero en ese momento me robó el corazón. Le pedí a mi compañera un poco de intimidad. Cuando lo hizo, me subí encima suya y le di todos los besos y caricias que pude antes que viniera el médico a confirmar la peor de las noticias sobre su vista.
El tiempo de volver llegó y me marché en silencio, le dije que volvería a verlo cuanto antes. Antes de salir de la habitación, nos miramos y me esbozo una sonrisa. Era su manera de darme las gracias por haber estado ahí.
—Idiota—pensé limpiando mis ojos.
Por primera vez me sentía tan vulnerable como las personas a las que veía a diario. Él había arrancado el corazón de mi pecho y se lo había quedado. Al llegar a la habitación ya era de noche.
—¿Quieres hablar de ello?—Enid en pijama estaba sobre la cama, con los ojos llorosos.
—No—respondí secamente.
—¿Qué buscas?—preguntó viéndome rebuscar.
—Perfecto, esto servirá—saqué un largo y afilado cuchillo.
Enid dio un salto.
—¿Qué vas a hacer?—preguntó asustada.
—Voy a descuartizar y desangrar como cerdos a esos idiotas—Enid me abrazó por detrás—¿qué haces?.
—No, él no querrá eso. No es la Miércoles de la cual se enamoró—yo tuve que dejar el cuchillo cuando me dijo que fueramos paso a paso.
Esa noche apenas pude pegar ojo pensando en él. Las clases del día siguiente fueron aburridas, tanto que no prestaba la más mínima atención. Bianca y Yoko trataban de animarme pero ni el club de esgrima me ayudaba. Ni siquiera tocar el chelo.
—Miércoles—me llamó Enid a verme entrar.
—¿Qué sucede?—preguntó cerrando la puerta.
—Hola mi tormenta de veneno—abrí los ojos, no podía creer que estaba allí.
Al lado de Enid, se encontraba mi madre.
—¿Qué haces aquí?—pregunté fría y volviendo a mi habitual personalidad.
—Enid me ha contó tu problema—yo la miré furiosa—no puedo creerlo. Mi hija tiene novio, y la causa del hospital no eres tú.
—Enid te voy a matar, serás mi siguiente victima—dije avanzando.
Mi madre se puso en medio y me dijo que dejase eso para otro momento pues lo primero era Tn, quien estaba a punto de perder la visión. Al parecer el día anterior mientras yo estaba dándome una ducha, ella llamó y lo cogió Enid quien le contó todo.
—Hay una forma de curar a tu chico—dijo haciendo que captase mi atención—hay una crema que restaura el daño causado. Ya me he encargado de todo, solamente faltaba una planta que crece en el bosque cercano aquí—dijo sacando una maleta con todo ya hecho.
—Madre...—comencé.
—No debes darme las gracias, sólo te pido conocerlo—el nudo en mi garganta dejaba de apretar por momentos.
Enid fue a recoger la planta que necesitábamos cuando me quedé a solas con ella. Normalmente no lo haría, pero le expliqué como fue que nos conocimos y cuando empezamos a salir. Mi madre acarició el anillo que me había regalado y dijo que le recordaba mucho a su padre pues era una persona muy atenta a los detalles.
Pasamos un rato elaborando la crema, no era algo sencillo pero mi madre había hecho todo. Una vez estuvo lista, vi que era algo viscoso y verde, pero según el libro funcionaba. Ya preparada, nos marchamos a Jerichó. Large nos llevó con su habitual silencio. Mi padre y mi hermano no pudieron acudir porque tenían asuntos que atender pero me enviaban saludos.
—¿Ves como todo iba a ir bien?—Enid me abrazó con fuerza y alegre. Yo no opuse resistencia alguna, lo único que quería era que funcionase.
Al llegar, ahí estaba él. Le expliqué la situación y esa sonrisa tan suya se formó en su rostro. No pude aguantarme las ganas y le besé con pasión.
—Será mejor dejar eso para después, ¿no crees querida tormenta?—preguntó mi madre haciendo que nos separásemos.
Le coloqué la crema como indicaba, tardaría unos días en hacer efecto y había que ponerla unas dos veces al día. Mi madre me dijo que ella se quedaría, que yo podía volver a la academia para no perder el ritmo de la clase.
—Gracias—me susurró Tn cuando me acerqué a darle un beso.
—Idiota—le dije—no vuelvas a asustarme.
—Te quiero—cuando dijo eso un rubor salió de mí. ¿En serio?, ¿en ese momento?.
Nos dimos un pequeño beso y me tenía que ir por el maldito horario de la academia. Mi madre y yo nos miramos y asentimos antes de marcharme. Durante el camino de vuelta, acabé dormida en el coche y luego Large se marchó al pueblo para estar con mi madre.
Con Tn fuera de peligro y sabiendo que se iba a curar, las tranquilidad y calma regresaron a mi vida pero con ganas de encontrar a esos malnacidos para matarlos de la peor forma posible, nadie más que yo podía torturar a Tn. Pero entonces llegó el día del baile, Tn no podría venir aunque se curase de los ojos pues su estado físico aún era malo. No sentía ganas de ir pero me vendría bien para despejar mi mente y de paso, divertirme bailando. Tal vez el baile, la música y ver al resto bailando de manera rara podría hacer que el tiempo pasase más deprisa en lugar de quedarme en mi habitación encerrada leyendo y con la imagen de Tn postrado en cama viniendo a mi mente cada cierto tiempo imposibilitando la concentración en la lectura.
Decidí ir con Eugene ya que el resto de personas tenía pareja y por lo menos el beber y bailar me serviría para despejar mi mente pues empezaba a doler de tanto pensar en el tema.
—Estás muy guapa—me halagó Eugene viendo mi vestido nuevo que había comprado expresamente para la ocasión. Me sentí mal por él, aún intentaba conquistar a Enid que si bien estaba soltera de nuevo tras la ruptura con Ajax, había ido con un amigo de este, tal vez para darle celos o simplemente para no ir sola.
Entramos y todo estaba decorado según Enid, con mucho amor. Yo apenas le podía prestar atención a la decoración. Ese año tocaba los unicornios, algo tan colorido que me causaba que el estómago se me revolviera. Pero no quise que la fiesta fuera mal así que hable con todos como siempre y baile un rato con Eugene. La música por lo menos tenía algo de letra y no tan repetitiva, ese año habían seleccionado buenas canciones.
—¿Quieres bailar preciosa?—preguntó una voz detrás mío mientras me hallaba sentada en la silla para descansar un poco los pies.
—No gracias—no tenía ni fuerzas para amenazar a ese idiota.
Luego otros dos lo intentaron y tuve que negarme ya molesta. Y cuando parecía que todo iba a tranquilo mientras me terminaba mi segunda copa, sentí la presencia de alguien, veía su sobra cerca mía y suspiré, aquella persona lo iba a acabar pagando.
—Mira, si vienes a por un baile que sepas que...—al voltear mis labios se cerraron.
Era Tn, apoyado en una pequeña muleta para poder andar, vestido con un traje azul marino y con los ojos ya recuperados del todo pues los veía en buen estado, como si nunca hubiera recibido aquella paliza que por poco lo mata.
—¿Cómo has...?—él sacó una poción.
—Tu madre me la dio, tengo energías para un buen rato. Luego tendré que descansar pero...—me abracé fuertemente a él.
Nos miramos tras separanos y nos dimos un corto y rápido beso.
—¿Entonces no bailarás conmigo?—preguntó con esa sonrisa.
Yo le tome de la mano y nos fuimos al centro de la pista. Allí bailamos, al principio solamente yo fui la que bailó mostrando mi manera de moverme cuando sonó otra canción y me abrace a él pues era lo que llamaban música romántica. No me importaba, solamente él y yo pegados y moviéndonos de manera lenta, disfrutando del otro.
Punto de vista de Tn.
El tiempo en el hospital sirvió para que Morticia y yo nos conociéramos mucho mejor. Era una mujer muy inteligente y me contó cosas de Nevermore así como también de Miércoles y un poco de su pasado. Era increíble que la Miércoles de la que me hablase era tan distinta a la de ahora pues me habría matado diez veces en el pasado, como mínimo.
Antes de irse de vuelta a la mansión agradeció que cuidase de Miércoles, aunque todo lo contrario, era ella quien cuidaba de mí. Le echaría en falta aunque pronto la vería de nuevo en el fin de semana para padres de Nevermore y estarían por Jerichó. Mis padres con ella se llevaron muy bien pues me alegraba saber que habían aceptado mi relación. Creo que el ver que me protegía de Thomas les cambió de idea, era algo que no sabría decir con certeza. Pero lo importante es que la aceptasen, al menos por ahora, ¿quién sabe si cambiarían de idea?.
—Tn, ten, un regalo—me dio un frasco rojo.
Después de explicarme el funcionamiento, sonreí y agradecí de gran manera. Luego solamente tuve que llamar a mis padres y recoger el esmoquín para ir al baile. La poción hizo efecto y me encontraba mucho mejor, pero solamente sería temporal.
Al llegar, allí estaba, sentada con ese precioso vestido. Casi se me cae la baba. El encuentro fue tal y como lo esperaba, ella negándose a bailar hasta que vio que era yo.
Sentir sus manos en mi cuello mientras bailaba de la manera más lenta y romántica posible me hizo querer besarla durante toda la noche. Pero haberlo hecho delante de tanta gente haría que ella desease matarme. Apenas pude hacer algo con la muleta, al pedirle perdón, ella me dijo que dejase de pedir disculpas o me mataría.
—No tenías que haber venido, deberías descansar—dijo ella con tono triste.
—¿Y dejar a mi chica a merced de esos buitres?—pregunté alzando la ceja.
—Los habría desplumado, troceado y cocinado—ambos nos reímos.
La fiesta no tardó mucho más en terminar pues me costó tiempo darme una ducha, vestirme y llegar hasta allí. Pero por lo menos, pude bailar algo y ver a Enid bailar como una loba, y también intentó imitar el baile de Miércoles del curso anterior aunque no le salió muy bien y fue ella quien le enseñó los pasos ante nuestro asombro. Era una gran bailarina, al contrario que yo.
Quise tomarme un poco más de poción pero Miércoles lo impidió diciendo que para lo que quedaba, era mejor descansar en las sillas. Estuve con ella, Bianca y Xavier hablando. Cuando la fiesta terminó, todos se marcharon a los jardínes y demás zonas a seguir bailando con sus móviles y a beber ya que según ellos, la noche era joven.
—Ven conmigo—dijo Miércoles tomando mi mano.
Fuimos hasta su habitación y le dijo a cosa que se marchase. Este me dijo que se alegraba de verme allí pues sabía que había estado en el hospital.
—Enid no vendrá, ya he hablado con ella y estará con Yoko está noche—comentó mientras se quitaba los zapatos.
—Ya veo—me senté en su cama y me tumbé cansado—perdona que me tumbe, es sólo que mi cuerpo pide descanso.
Entonces sentí como se ponía encima mío y me miraba a los ojos.
—No creo que está noche vayas a tener de eso—yo tragué saliva y me puse rojo como un tomate.
—¿Qué quieres decir?—pregunté viendo la cercanía de sus labios.
—Es tu culpa por venir. Ahora toma un poco de poción, aunque mejor sería que te la tomases entera porque te va a hacer mucha falta—su sonrisa y sus ojos me asustaron un poco.
—¿Miércoles Addams deseando ser amada y besada?—me eché a reír cuando me mordió la oreja.
—Será mejor que no cuentes a nadie de esto o la paliza será una suave brisa—amenazó ella.
Yo dejé escapar una risita nerviosa antes de tomarme la poción. Ella me dio un beso, la notaba triste y al preguntarle que le ocurría, su respuesta me llenó de ternura.
—Te has convertido en mi debilidad. Maldigo el día que entré en esa librería—la besé un poco y poco a poco fuimos a más. Yo estaba rojo, nervioso y sudando, y no por el calor.
Ella se quitó el vestido y apagó las luces.
—Te quiero—susurró ella.
—¿Puedes repetirlo?, suena bien cuando lo dices—dije en el mismo tono.
—Idiota...
—Por favor...—rogué.
Ella me besó.
—He dicho que te quiero.
Me quitó la camisa pero en está ocasión no me la rompió. Fue una noche increíble, llena de pasión, besos, caricias, mimos y un sin fin de palabras cursis. Me sorprendió que ella fuera capaz de decir frases tan bonitas, pero lo hizo con la condición de que nadie se enterase.
A la mañana siguiente me hallaba desnudo en la cama de Miércoles, me volteé para verla dormir y vi que no estaba. Al mirar por la habitación, ella se encontraba ya vestida y leyendo de buena mañana.
—Buenos días, has dormido mucho—comentó ella mirándome—son las 10.
—Debo ir al hospital a por el chequeo—dije levantándome. Cosa no había vuelto y Enid tampoco por suerte—¿ocurre algo?—pregunté ya que me estaba mirando.
—Nada, ¿recuerdas a Thomas?—preguntó.
—Si, ¿qué ocurre?—estaba rara.
—Mira que el palo que le metí por el culo era grande pero ese no está tan mal ahora que lo veo a la luz del día—yo enseguida me cubrí.
Me di una ducha con ayuda de ella ya que apenas me quedaban fuerzas y la poción parecía haber agotado su efecto. Luego me despedí de ella pues enseguida llegaría Enid.
—Nos vemos pronto—la besé y estuvimos cinco minutos así.
—Será mejor que te vayas o no me contendré—dijo con una sonrisa.
Ese día llevaba el pelo recogido y estaba muy guapa, mis halagos la hicieron sonreír. Nos besamos por última vez y me marche.
Al salir me coloque de nuevo la chaqueta cuando vi llegar a Enid con Bianca y Yoko.
—Buenos días Tn—dijeron.
—Buenos días—devolví el saludo.
—Menuda noche eh—Bianca señaló mi cuello.
—Si—dije feliz.
Pedí un uber para poder regresar e ir al hospital a seguir con el descanso. Había sido una noche maravillosa, ahora tocaba descansar para recuperarme del todo.
Esa misma tarde, Enid y Miércoles hablaron por el grupo. Algo extraño pasaba, está vez, una chica había recibido una paliza. Y el patrón era similar al mío. No creía en las coincidencias, y menos en aquel pueblo. Miércoles vino a verme enseguida, me dio un beso y me dijo que se quedaría para protegerme, no se fiaba que no me fueran a atacar de nuevo y terminar la faena.
—¿Me ayudarás?—preguntó ella—Jerichó puede estar en peligro, y también Nevermore.
—Por supuesto—asentí serio.
Enid, Yoko, Bianca, Xavier y Eugene también se unieron. Enseguida todo el grupo se puso a investigar, vigilarían muy de cerca para evitar otro incidente. Los policías también harían rondas nocturnas en grupos y armados ya que las dos palizas fueron brutales.
Daba gracias de poder seguir con vida. Miércoles se quedaba conmigo, cuidando de mí y hablamos de libros y leíamos juntos, cada uno el suyo, disfrutando de la tranquilidad y compañía del otro.
Quería recuperarme pronto, necesitaba ayudarlos, aunque ellos tenían poderes y se podían transformar, el estar yo en Jerichó era una ventaja pues podía informar de primera mano si veía a algún sospechoso o algo. O si los reconocía, pues su gran estatura y corpulencia no eran dificiles de localizar. La pregunta era si sería capaz de hacerlo, pero mis dudas se disiparon como el polvo en el viento cuando vi a Miércoles a mi lado. Sentía que sería capaz de todo.
Continuará...
Espero que les haya gustado. En principio iba a ser un baile tranquilo...y miren jeje.
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