3-Un día completo
Punto de vista de Tn
Empezamos a caminar por los puestos que habían montado. Eran especialmente para niños pequeños pero también había algo para más mayores e incluso máquinas de juegos que ya estaban ocupadas por niños. Compramos unos buñuelos ya que era la época que empezaba a hacer más frío y si bien todavía no había llegado, ese día era algo más fresco. Ella comía en silencio, observando con aquella mirada tan sería y fría que le caracterizaba. En cierto momento nuestras miradas se cruzaron y ella soltó un que y yo solamente sonreí.
—No es nada. ¿Te interesa algún puesto en particular?—pregunté mirando a mi alrededor.
—No, pensaba que había al menos algo de interés, pero no hay ninguno que haya captado mi atención—respondió.
Me acompañó a ver algunos puestos cuando me fije en una cosa que tenía uno de ellos. Le dije a Miércoles que esperase. Al acercarme, vi con una sonrisa, era perfecto para ella. Y encima era barato así que lo compre sin esperar a que alguien se lo llevase.
—¿A dónde has ido?—preguntó terminando de limpiarse las manos.
Yo sonreí, se fijó que tenía las manos en mi espalda.
—Adelante, suéltalo.
Le revelé lo que llevaba y abrió un poco los ojos. Era un muñeco diábolico con el pelo naranja y un cuchillo en la mano.
—Para ti, un peluche terrorífico—le puse cierto tono de terror ante la mirada fría de la joven.
—No soy como Enid, yo no tengo peluches y mis muñecas acaban sin cabeza—comentó mientras lo sujetaba y examinaba.
—Puedes hacer que este sea el verdugo—me encogí de hombros—pero sino te gusta...—a la que fui a quitárselo, lo retiró hacía ella.
—He decidido quedármelo—por dentro estaba aguantando las ganas de reírme.
Paramos en un banco a descansar los pies y estar a la sombra. Miré mi teléfono y pude ver que tenía algunos mensajes de Enid deseando buena suerte. Sin duda era la mujer más chismosa que había conocido nunca pero era muy amable conmigo a pesar de ser un normie.
Al voltear a Miércoles para preguntar si quería regresar a los puestos, ella miraba uno en concreto que era de dianas. Nos acercamos y ella pidió probar suerte.
—Te deseo suerte jugadora—dijo el hombre a cargo.
Ella sin pestañear tiró los tres prácticamente seguidos y acertó de lleno dejando con la boca abierta a todos los presentes, yo incluido. El encargado le preguntó si quería subir el nivel y ella asintió. Tiró de una palanca y las dianas empezaron a girar a gran velocidad.
—Eso es muy complicado—susurré para que no jugase.
Pero de nuevo, demostró tener una gran habilidad para el juego y dio de lleno justo en el centro. El hombre aplaudió junto al resto de personas antes de darle un enorme muñeco que guardé en la bolsa y que según ella, era para mí.
—¡Eso ha sido genial!—dije una vez estábamos lejos—¿cómo lo has hecho?.
Miércoles no me dijo nada, solamente me esbozó una media sonrisa. Tomamos un café para recargar fuerzas. Le invité y aunque ella no quiso al principio, tuvo que aceptar ante mi cabezonería. Sentí toda la fátiga en mis piernas después de haber estado caminando todo el rato casi sin decanso e ir de un puesto a otro. Además, todavía sentía el cansancio del día anterior que había tenido que trabajar mucho más para poder contar con ese día libre y estar con Miércoles.
—¿Qué tal tus clases?—rompí el hielo ante tanto silencio.
—Este curso es mejor que el anterior, estamos dando temas y teniendo debates interesantes—contestó antes de dar un sorbo—eso y las clases de esgrima con Bianca es lo mejor de la academia.
—Eso es bueno—comenté.
Ella me preguntó ahora por mis clases.
—Aburridas, creo que es más entretenido mi trabajo—al decir eso, ella dijo que si que tenían que ser aburridas para que un puesto de trabajo en la biblioteca sea mejor. Yo asentí—así es, pero así puedo ganar algo de dinero para gastar por ejemplo hoy.
Esas horas me permitieron conocer mucho mejor a Miércoles, poco a poco se abría ante mí y yo escuchaba todo lo que tenía que contar con atención. Sin embargo, todo lo bueno se acaba y ella tenía que regresar a Nevermore. Caminamos hasta la parada de autobús ya que ella se negaba a que la llevase pues no quería ser una molestia. Intenté convencerla de llevarla, que no suponía ningún problema para mí, pero fui inútil.
—Gracias, pero ya has hecho mucho por mí—asentí como símbolo de rendición—no me gusta admitir está clase de cosas pero...me lo he pasado bien hoy. Y es raro porque solamente disfruto con el dolor de la gente y torturando cosas.
Ahí estaba ella, tan fría como siempre.
—Bueno, me alegra saber que te lo has pasado bien—dije—te desearía suerte pero creo que alguien como tú no la necesita.
El autobús llegó y me despedí de ella antes de que se subiera. Me quedé allí parado, viendo como se marchaba, esperando por un segundo que ella se asomase en la parte de atrás para despedirse, pero no fue así. Una vez ya no veía el transporte, me fui a casa.
Punto de vista de Miércoles.
El camino de regreso a la academia fue en silencio, mirando al resto de personas que sobretodo era gente mayor y algunas madres con sus niños. Al llegar a mi parada y bajarme, pude notar las miradas de todos e incluso se apartaban con cierto miedo y otros, ponían cara de asco.
Cruce el pequeño camino hasta llegar a la entrada, subí las escaleras y entré al cuarto donde Enid estaba escuchando música mientras cosa leía una revista. Al verme, apagó la música y se acercó dando saltos.
—¿Qué tal ha ido la cosa?—preguntó emocionada y con ganas de publicar cosas en su página de chismes.
—Me he divertido, no ha estado mal—contesté sin ganas mientras sacaba el peluche y lo dejaba sobre la cama.
—¿Eh?—Enid se acercó—¿un peluche?, creí que no te gustaban.
—Bueno, este es diferente—comente.
—¿Por qué es de Tn?—yo negué.
—Porque es malvado, oscuro, siniestro...—expliqué.
Pero sabía que ella no se creía nada de eso.
Le conté todo lo que había pasado para que me dejase tranquila y ella fue a publicarlo. Solamente esperaba que no pusiera nada fuera de lugar, pero con esta chica nunca se sabía.
Esa misma tarde regresé al dormitorio después de la clase de esgrima y ganar a Bianca. Había pasado tanto tiempo que ya era casi de noche. Al entrar, vi a Enid llorando.
—¿Qué ocurre?—pregunté fríamente—¿te has quedado sin esmalte para uñas?.
—¡Es Tn!—al decir su nombre mis ojos se abrieron—¡ese tal Thomas le ha dado una paliza!.
—¿Estás segura?—pregunté ya seria.
—¡Totalmente, mis fuentes no mienten!.
Me estuvo durante unos minutos enseñando fotos donde se veía a Tn tirado en el suelo indefenso mientras Thomas le daba con un palo. Seguramente buscaba venganza por lo sucedido en el cine así que lo pagó con él. Una sensación de rabia y furia invadieron mi cuerpo mientras veía cada imagen pero lo peor llegó al verle sangrar por la boca al joven y con un ojo hinchado.
—Enid, voy a Jerichó—dije mientras me ponía las botas.
—¿Qué planeas?—preguntó ella secándose las lágrimas.
—Patear el culo de un normie—contesté fríamente.
—¡No puedes!—dijo—¡hay que denunciarlo!.
—No le harán nada, y las personas como Thomas solamente pueden aprender a base de fuerza.
La cara de Enid cambió en un momento.
—¡Ahí tenemos a Miércoles defendiendo a su chico!—sacó las garras.
—¡Deja de decir tonterías, necesito ir de inmediato y lo más pronto posible!.
No tenía ganas pero le tuve que pedir el favor a Yoko quien había sacado su licencia para conducir hace poco. Se notaba que aún le costaba el manejo pero pude llegar pronto. Enid simplemente me acompañó porque no quería ver como dejaba a aquel chico.
Gracias a las fuentes de Enid, no tardé en localizarlo mientras estaba en un callejón haciendo unas pintadas y sus compañeros en lugar de estar allí, se encontraban tomando batidos. Era el momento perfecto para actuar.
—¿Eh?, tú eres la excluida de Nevermore eh—dijo mientras dejaba los botes en el suelo y se limpiaba las manos. ¿A qué has venido?. Tenía esa actitud chulesca que de costumbre.
—Le has dado una paliza a Tn, no has parado de acosarle, ¿por qué?—pregunté fría y acercándome poco a poco.
—Ese chico es un debilucho que se junta con gente como tú, es una vergüenza. Los excluidos no sois más que monstruos que se creen mejores. Tn es un idiota que no ve la realidad—hizo una pausa—pero debo de reconocer que hay chicas guapas. Dime, ¿qué técnica de seducción has hecho con Tn para que no te odie?, ¿le has enseñado la ropa interior o algo?—cada comentario suyo me hacia enfurecer más y más hasta tal punto que sentía una vena en mi cuello.
—Te vas a arrepentir de lo que le has hecho.
Antes de poder seguir hablando, le atizé una patada en la rodilla derecha que le hizo caer de rodillas al suelo. A esa altura, golpeé sus oídos haciendo que soltase un grito de dolor. Luego incrusté mis dedos en sus ojos y eso hizo que se tirase al suelo mientras se llevaba las manos a la cara. Podía pegarle una paliza pero supuse que el ser humillado en tres golpes era suficiente. Al levantar un momento la vista, cerca de un contenedor vi un palo como el que había usado para golpear a Tn así que lo agarré mientras una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Arrastré el palo haciendo ruido mientras me acercaba a mi presa. No podía evitar disfrutar del momento, era un animal herido ante una presa.
—Pobre Thomas, los chicos malos y rebeldes que se meten con la gente como Tn merecen un buen castigo—dije fríamente, tanto que me pareció ver que se le erizaba la piel.
—¿Qué vas a hacer?—no sabía donde me encontraba porque aún no podía ver.
—Oh, pronto lo verás...o mejor dicho...sentirás.
Le dí la vuelta usando mi pie y su trasero quedó en posición. Levanté el palo, y con toda la fuerza que pude reunir, lo bajé hasta el centro haciendo que el joven soltase un gran alarido de dolor.
—Si cuentas algo de esto te haré pedazos—dije antes de marcharme mientras escuchaba que la gente se aproximaba.
Volví con Yoko y Enid, sentándome como si nada a tomar un poco de café antes de regresar. Al ser preguntado por ello y ver a tanta gente reunirse en un mismo punto, solamente esboce una sonrisa que las dejó heladas.
—He disfrutado poniendo a ese chico en su lugar—dije.
De regreso, me sentía satisfecha aunque confusa. Normalmente solamente habría defendido a mi hermano Pugsley o Eugene quienes eran tan inocentes como niños de cinco años. Aunque ahora había llegado al extremo de hacer algo como aquello a Thomas por defender a Tn. Pero no podía negarlo, había sido maravilloso.
La noticia de que Thomas había recibido una paliza no se hizo esperar y Enid estaba sin palabras viendo el estado en que había quedado, sobretodo por el palo insertado en el culo. Aquella humillación seguramente le haría recapacitar las cosas.
—¿No te has pasado un poco?—preguntó la rubia revisando la noticia.
—En absoluto—me senté a escribir un rato mientras cosa dormía un rato.
Aquel año los alumnos podíamos estar afuera hasta las 23:00, siempre y cuando no cometiéramos alguna falta. Enid se fue con Yoko a hablar con unas amigas de lo sucedido junto a otras chicas. No me importaba, así tenía un poco de paz.
O eso pensaba pues escuche la puerta.
—¿Quién es?—pregunté. Pero no hubo respuesta, solamente otro golpe—como sea una broma...
Al abrir pude ver a Tn con la cara algo mejor que en las fotos.
—¿Podemos hablar?—preguntó.
Le dejé pasar mientras me preguntaba que estaba haciendo allí.
—Por lo que veo, te has tomado la justicia por tu mano—comenzó—le has dado una paliza. Por no hablar del palo en el culo.
Por su tono pude discernir que estaba enfadado.
—Esto traerá problemas a tu academia, has sido muy imprudente—dijo en un tono autoritario y mandón como si fuera un profesor.
—Te he defendido—estaba un poco sorprendida por su actitud, e incluso me molestaba.
—No tendrías que haber hecho eso, ahora me vendrán a pegar sus amigos—al verle la cara, pude notar la seriedad y el verlo así me provocó un pequeño dolor en el pecho.
Pero entonces, se echó a reír.
—Tenías que haberte visto la cara—dijo con una carcajada—¿crees que estoy molesto?, en absoluto, aunque si preocupado por ti y la academia—se sentó en mi cama.
Casi suspiro de alivio pero me mantuve firme.
—No tenías que hacer eso por mí—al verle de cerca, pude ver el moratón de su cara y su labio hinchado.
—¿Te duele?—pregunté en referencia al labio.
—Ah, un poco—alargué la mano y toque su labio inferior suavemente, tenía un pequeño corte.
Él me miró con esos ojos que me dejaban sin habla. Odiaba sentir eso, pero al mismo tiempo no. Era algo extraño y sentía un pequeño nudo en la garganta, era asfixiante.
—¿Y tu ojo?—él negó con la cabeza.
—Puedo verte perfectamente—esbozo una sonrisa para que no me preocupase—puedes estar tranquila. El nudo en mi garganta se deshizo por completo.
—¿Entonces no estás molesto?—dijo que no con la cabeza.
Me dio un abrazo y las gracias por haberlo defendido, pero me pidió que no lo hiciera más porque eso traería problemas a la academia y no quería que los marginados y normies tuvieran más odio. Al separarnos, me dijo que tenía que irse, pues ya era tarde. No quería que se fuera pues acababa de llegar, y más teniendo que haber venido en coche.
—El próximo día te invito a un buen café para agradecerte, si quieres claro—propuso.
—Por supuesto—asentí ocultando mi sonrisa.
Algo dentro de mí quería pedirle que se quedase un poco más, pero entendía que dada la situación sus padres estarían preocupados. Mientras me ponía las botas, este habló un poco con cosa, realmente se hacia raro que un normie hablase con él y se llevase tan bien.
Bajamos las escaleras y llegamos pronto al recinto donde tenía el coche. Antes de separarse para caminar el pequeño trozo hasta el vehículo, me miró.
—Ya nos vemos, y gracias de nuevo por defenderme—dijo con cierta tristeza—me has ayudado ya dos veces.
—Para eso están los amigos—contesté.
Este sonrió y se acercó a mí, poco a poco fue acortando la distancia entre nosotros, mi cara estaba cerca de la suya. No podía creerlo, por su acción, sabía que me iba a besar. Yo tenía en mente negarme, pero mis ojos se cerraron un poco mientras esperaba sentir sus labios sobre los míos cuando note que me dio un beso en la frente.
—Gracias Miércoles por todo lo que haces por mí. Aparte del café, tengo una sorpresa para ti, pero tendrá que esperar—dijo con una sonrisa—estoy seguro de que te gustará.
Yo estaba aún en shock por el beso en la frente. Se subió y se marchó mientras yo me despedía con la mano, sintiendo sus labios en mi frente, y por un momento, deseando que hubiera sido en los labios. Al voltear para marcharme, sentí unos pasos.
—¿Me has espiado Bianca?—pregunté—te he notado por el perfume.
—Entiendo como te sientes, yo también he pasado por esa fase—dijo—todos pasamos por ella.
Yo la miré extrañada.
—¿De qué hablas?—ella sonrió mostrando su perfecta dentadura.
—Estás enamorada de ese normie—yo negué enseguida y la amenace—primero se niega, luego empiezas a aceptar la situación. Después tienes miedo de que no te corresponda y empiezas a actuar de ciertas maneras para estar con él. Por ejemplo, buscar una excusa para que venga a verte o invitando a verle una película que no te interesa para nada solamente para pasar un buen rato.
—Ya he sufrido un desengaño y no quiero pasar por otro. Además, no es seguro que sienta amor por él—dije firme.
—Todas las personas tienen desengaños amorosos querida—dijo soltando una pequeña risa—pero debes arriesgarte. En fin, si necesitas consejo, pídeme ayuda a mí.
—Gracias—fue lo único que pude decir.
—No es nada, tú me ayudas a mejorar en la esgrima y yo te doy consejos para afrontar una situación que a la señorita Addams le cuesta ya que nunca ha tenido un interés por el amor.
La joven se despidió y se marchó por el pasillo hasta llegar a su dormitorio. Yo volví al mío pensando en lo sucedido. Enid había regresado hace poco ya que estaba algo cansada de hablar de chismes, algo muy raro en ella.
—Enid, tengo que contarte algo—capte su atención.
—¿Thomas te ha llamado pidiendo perdón como un niño?—yo negué enseguida y le dije que Tn había estado allí.
Abrió los ojos y en un segundo la tuve a mi lado. Enseguida prestó atención a todo. Dio unos cuantos gritos cuando le conté lo del beso y me dijo que sin duda le gustaba. Pero antes de poder seguir escuchamos la voz de la vigilante diciendo que era hora de ir a dormir.
—Mañana hablamos—dijo la mujer lobo feliz.
En la oscuridad de la noche, mis ojos miraban el techo y con mi mano tocaba mi frente. Aún podía notar el cálido labio en mi fría y pálida piel. Y no pude apenas dormir pensando en aquello. Tal vez Bianca tenía razón y me gustaba, odiaba no haberme informado y tener más conocimientos sobre el amor. Y Enid decía que yo le gustaba, el pensar en esa posibilidad me sacaba una sonrisa.
Tenía que aclarar mi cabeza para afrontar algo a lo que no estaba acostumbrada, el tema del amor.
Continuará...
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