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Lagrimas de melancolía recorren el alma de la fundadora.

La bella mujer de cabellos oscuros y fuertes ojos azules atraía la mirada de cualquier ser que pasara por su lado. Había sido así desde su nacimiento, sus padres estaban orgullosos de la increíble mujer que se había formado bajo su tutela, era una de las mejores hechiceras de su año, tan así que junto a tres grandes magos y bruja fundaron la que sería el hogar de muchos hechiceros en el futuro. Aquella hermosura no pudo pasar inadvertida por Zeus, el rey de los dioses del olimpo, quien rápidamente comenzó a cortejarla, deseando fervientemente tener descendencia con la mujer de bellos ojos azules, sin saber el gran poder que poseía.

El encuentro tan deseado por el dios pronto sucedió, y del encuentro nació una bella criatura que físicamente, poco se parecía a su madre.

La diosa de los nacimientos y el matrimonio estaba furiosa. Ser esposa del rey del Olimpo debería darle algo de crédito, estaba harta de la infinidad de veces que Zeus la había engañado... Pero tampoco podía quejarse, aquellas inútiles mujeres, mortales, ninfas, lo que fueran y su respectiva descendencia habían recibido su merecido castigo.

Tardó cinco años, ni más ni menos, en enterarse de la infidelidad con la bruja. En cuanto se enteró decidió atacar a lo que era más fácil, a la niña. Urdió un plan para acabar con la menor: Tánatos, el dios de la muerte, le debía un gran favor así que decidió cobrarlo. Solo tendría que tocar a la niña y listo, una menos y solo quedaba Rowena.

Algo que la diosa no conocía era el hecho de que la niña era clave para la supervivencia de la humanidad, siendo parte de una profecía dictada por el mismo dios Apolo. Como la vida de la menor era primordial para que se cumpliera, Apolo y Atenea suplicaron a Hipnos, el hermano gemelo de Tánatos, que convenciera al dios que no lo hiciera... Fallaron, Hipnos sabía que su hermano no rompía una promesa.

Sin embargo, se apiadó de Adara, por lo que se dirigió hacia los dioses que querían protegerla, si lograba tocarla antes que su hermano, la menor quedaría inducida en un profundo sueño hasta que se la despertara cuando alguien interviniera. Sería inmortal, pero no viviría ni sería consciente hasta que abriera los ojos.

Hera no podía creer que su plan hubiera fallado. La niña estaba inconsciente, pero viva. Furiosa, se desquitó con Rowena y su hija mayor, Helena.
A Rowena la quería hacer sufrir, quería que agonizara hasta su último suspiro. Hizo que enfermara, de tristeza. La historia de la muerte de la madre y la hermana de Adara es cuanto menos, triste.

Empezó llenando la cabeza de Helena de inseguridades y comparaciones con su madre, así que robó la tiara de su madre, para ser tan inteligente como ella, y huyó a Albania. Así logró provocar que Rowena, enfermara de tristeza... Sus dos hijas desaparecieron y una de ellas por voluntad propia, por odio.

Mientras tanto Helena estaba recluida en Albania. Rowena había mandado a un joven llamado Rodrigo Luenga a buscar a su hija, ya que este estaba perdidamente enamorado de ella, y Rowena lo hizo para despedirse de ella antes de perecer. Cuando el joven Rodrigo llegó a Albania, guiado por las pistas de una psicópata diosa, y le dijo a Helena que debía volver ella simplemente se negó. Rodrigo, en un arrebato de ira porque su insistencia no funcionó la apuñaló con la navaja que llevaba como defensa en el bosque... todo eso planeado por Hera.
Cuando el muchacho salió del trance se dio cuenta de lo que había hecho y se suicidó, dejando dos cuerpos inertes en el bosque de Albania.

Ese suceso llegó a Rowena, su enfermedad empeoró de una manera horrible y a los días de enterarse pereció.