xii. optativos de tercer año.
𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖙𝖜𝖊𝖑𝖛𝖊
optativos de tercer año
El segundo año empezó de manera inmediata en cuanto al ámbito de las clases. Ningún profesor les dio tiempo para acostumbrarse al final de las vacaciones; les enseñaron nuevas pociones, hechizos, plantas, estrellas y nuevos acontecimientos en la historia mágica, que lograron llenarles el cerebro y cansarlos en la misma primera semana de clases.
Adara había tenido la grandiosa idea de crear horarios para ella y sus mejores amigos, en donde apuntó las clases de cada día, sus recesos y momentos para estudiar y/o hacer deberes. Bruno le había besado la frente con sumo agradecimiento, alabando su organización.
—No podremos ni salir al patio... ¡No lo lograré! —gritó Hilaris mientras caminaban por el pasillo del tercer piso, camino a la clase de transformaciones.
Acababan de salir de la clase de Defensa contra las artes oscuras del profesor Quirrel y les había dejado de deber una redacción sobre las esfinges, para cuatro días más. Ahora se dirigían a la clase de la profesora McGonagall quien, Adara sospechaba, les daría más deberes.
—Si sigues el horario al pie de la letra no te costará mucho... además los tres podemos ayudarnos entre sí, ¿cierto, Bruno?
—¡Por supuesto! —el muchacho apuntó a la rubia que había hablado antes que él—. Cada uno tiene un punto fuerte, que puede utilizar para ayudarnos, como Adara que nos enseña astronomía.
La mencionada asintió alegre, le gustaba enseñarles sobre los astros, ellos no se quejaban si hablaba sobre algún dato curioso de las constelaciones.
—Apolo ha de haber visto que mi destino era encontrar tan fantásticos amigos —susurró Hilaris en el oído de ambos chicos abrazándose a sus hombros mientras los atraía hacia ella.
Adara se sorprendió con la mención del dios y sonrió de manera tímida, sabiendo que Apolo no tenía tanto tiempo para ver las profecías de todo el mundo, solo las que el oráculo le hubiera insinuado que fueran importantes para el destino del mundo.
La profesora McGonagall los esperaba con su tan conocido semblante serio y sus brazos cruzados. El privilegio de observar a Minerva en forma gatuna en el salón de clases solo era para los de primer año.
—Asiento, rápido, que debo hablarles de algo de suma importancia.
El trío de Hufflepuff se observó con miedo, podían esperar cualquier cosa viniendo de ella. Se sentaron a prisa en unos asientos libres de la cuarta fila y esperaron a que el resto de sus compañeros acataran la orden.
—Les daré una charla que seguro recibirán en más de una clase, todo para prepararlos de la mejor manera.
Dando una mirada a todo el salón, que se encontraba en silencio esperando el comunicado, la profesora dejó su varita sobre su mesa demostrando estar más relajada.
—Al finalizar su segundo año de educación, sus respectivos jefes de casa los citarán a cada uno de ustedes para tener una importante charla sobre los optativos que deberán y querrán tomar en su tercer año. —Hilaris y Adara se observaron con emoción—. Cada estudiante deberá elegir mínimo dos asignaturas optativas, el máximo es conversable, todo en cuanto se mantenga un horario con los descansos correspondientes.
Un chico de Slytherin alzó su mano de inmediato; Adara podía sentir el aura de curiosidad que se esparcía por todo el salón.
—McCrow.
—Profesora, ¿puede decirnos cuáles son los cursos que tenemos para elegir?
McGonagall carraspeó e hizo aparecer en el pizarrón de tiza una lista de seis asignaturas. Hilaris soltó un pequeño chillido al leer, el que sería a futuro, su curso favorito en el castillo: cuidado de criaturas mágicas. La rubia, a su costado, hizo una leve mueca de pena... sabía con certeza que sus dos amigos optarían por tomar aquella asignatura, lo que significaba que ella quedaría sola en otra.
Ravenclaw estaba de acuerdo en que debía pensar bien las clases que tomaría, sin embargo, no podía evitar desear estar con Bruno e Hilaris; se había acostumbrado a verlos cada día de la semana, le sería extraño estar en algún salón sin ellos.
—Cerca del fin de año, la profesora Sprout dejara en su tablón de anuncios los horarios para las reuniones, lo ideal es que estas reuniones sean de corta duración, por lo que se les pide siempre que piensen sus decisiones con antelación.
Dando por finalizada la charla, McGonagall volvió a tener entre sus manos su varita para moverla con elegancia y así hacer aparecer la palabra Veraverto en el pizarrón.
Fue así como dieron inicio a una nueva lección que, para pesar de Adara, también fue realizada con animales.
。゚・ ☆ ° 。
Alicia y Adara disfrutaban el aire de otoño que rodeaba los patios del castillo. Ambas se habían encontrado fuera del Gran Comedor, la segunda se sentía cansada de las clases y la decisión que tendría que tomar a final de año, así que Alicia rápidamente la arrastró hacia el patio frente al Lago Negro para acostarse bajo la sombra de un árbol.
—Ah, —suspiró Alicia— las vacaciones deberían ser eternas... o por lo menos que eliminaran los deberes y exámenes. Todo sería mucho más fácil de aquella manera.
—Creo que estás pidiendo mucho. —rió la muchacha de cabellos rubios—. Pero si fuera posible, creo que me quejaría.
—Eso es porque a ti te encantan las clases, y te va genial en ellas. Eres una de las personas más inteligentes que he conocido, ¿sabías? —antes de que Adara pudiera acotar, la castaña la calló—. ¡Y no me lo niegues! Hasta Atenea podría confirmar lo que digo.
Los ojos de Adara se abrieron a más no poder frente a la mención de su hermana. Era la segunda vez en el día que mencionan a uno de los dioses del Olimpo, no podía ser coincidencia, ¿acaso alguno de sus amigos conocía la verdad?
Alicia, al ver la reacción de su amiga, bufó divertida, tratando de aligerar el ambiente.
—Ah, tampoco es que la conociera... o que esté viva, quien sabe si es que alguna vez existió.
Algo incomoda con el comentario, Adara sonrió fingiendo darle la razón.
—Ya es tarde... la campana debería sonar en unos minutos, ¿por qué no tú, Bruno e Hilaris cenan en la mesa de Gryffindor?
—Me encantaría, le preguntaré a los chicos en la clase, gracias por la invitación, Alicia.
Como si la hubieran invocado, la campana sonó indicando que iniciaría el penúltimo módulo de clases, por lo que ambas chicas suspiraron dramáticamente y caminaron con pesar hacia sus destinos, una para la izquierda y la otra hacia la derecha.
。゚・ ☆ ° 。
—¿Mañana quieren acompañarnos a las pruebas de Quidditch? Todos nos presentaremos. —preguntó Angelina al trío de Hufflepuff.
—¿Todos ustedes? ¡Vaya! Que amigos más deportistas tenemos, ¿no deberíamos hacer algún ejercicio igual? —murmuró Hilaris sorprendida dándole un codazo a Bruno.
Adara había pasado la invitación de Alicia a sus amigos, al segundo de haberlos visto en el aula de clases. Ambos con gusto aceptaron, por lo que una vez llegada la hora de cenar, se dirigieron a un rincón de la mesa de los leones encontrándose con sus amigos de dicha casa, quienes les habían hecho un espacio previo.
—Quiero músculos... quizás sí debemos inscribirnos a un deporte. —murmuró Bruno pensativo—. No, olvídalo, mucho trabajo y que pereza.
Hilaris le dio la razón.
—Estaremos ahí, ¿a qué hora serán? —le preguntó Adara a Katie, quien estaba a su lado.
—Inmediatamente después del desayuno, aunque supongo que nosotros iremos antes, quiero practicar un poco previo a la selecciones. Espero no ponerme muy nerviosa, presiento que habrá mucha gente viéndonos. —le respondió la castaña.
—Oh, pero si ese es el caso, mejor no vamos; para no ponerlos nerviosos. —dijo la Ravenclaw con los ojos bien abiertos.
—Me das confianza, Adara. —dijo George frente a ella, quien carraspeó al notar todas las miradas puestas en él—. Me refiero a que tener público me ayuda, pienso en la envidia que tendrán luego de ver mis grandiosas habilidades en el juego.
El grupo de segundo año rió, les divertía y gustaba la gran confianza que se tenía el chico, ojalá todos la tuvieran.
—¿A qué puestos se presentarán? No creo que estén todos libres. —preguntó el chico Hufflepuff luego de tragar un gran pedazo de patata.
—En realidad si están todos los puestos libres, cada año se renueva la plantilla, aunque normalmente se suele elegir de nuevo al jugador del año anterior —recitó Katie—. Pero todos tenemos oportunidad de que nos elijan donde queremos. En mi caso, me presentaré como cazadora, al igual que Alicia y Angelina.
—Nosotros seremos los próximos bateadores, ¿no es cierto, George?
—Cierto, Fred.
—¿Y tu, Lee? ¿A cuál puesto te presentarás? ¿Guardián? —preguntó Hilaris al moreno, quien negó con su cabeza repetidas veces, con una sonrisa en sus labios.
—El quidditch no mi punto fuerte, prefiero verlo... y relatarlo. Escuché por los pasillos que el antiguo comentarista enfermó, por lo que no podrá forzar mucho su voz en los siguientes meses. Yo planeo cubrir su puesto mientras tanto, y lo haré tan bien que preferirán mantenerme en el puesto hasta que mis años en Hogwarts terminen.
Bruno dio un leve aplauso y palmeó su espalda.
—Así se habla, amigo. Todos quedarán seleccionados, no lo dudo.
Antes de que alguien pudiera darle la razón, la cabeza de un fantasma apareció entre el puré de patata y los calabacines, asustando a más de uno.
—¡Nick casi decapitado! Hace mucho no le veíamos por aquí, ¿ha estado bien? —preguntó Angelina, mientras movía lejos su copa, que había sido alcanzada por el halo fantasma del caballero.
—Casi tan bien como podría estar un fantasma retenido en un lugar. —la mano algo transparente del hombre sacudió su ropa, mientras los estudiantes de Hufflepuff seguían cada movimiento suyo con los ojos, impresionados—. En realidad, el gremio fantasmal de Hogwarts ha estado un tanto estresado, todos están de un lado para otro con los preparativos para Halloween.
—¿Es que habrá una fiesta? ¡Genial! —exclamó Fred.
Nick casi decapitado lo observó en silencio, hasta que su mirada fue captada por el brazo de Hilaris, que dejaba entrever su capa color amarillo, característica de una casa ajena a aquella mesa. El fantasma observó sin disimulo al trío de Hufflepuff, antes de carraspear y volver su vista a sus manos.
—Una fiesta... yo no le llamaría así. Solo es una reunión, el Fraile Gordo ha insistido en aprovechar la oportunidad para celebrar mi cumpleaños de muerte.
—¿Lo han asesinado en Halloween? Eso debe ser triste y tenebroso —susurró Bruno en el oído de Lee, quien asintió observándolo de reojo.
Hilaris y Adara, quienes habían decidido mantenerse en silencio, se observaban con algo de repugnancia al ver cómo colgaba un poco de carne grisácea desde el cuello del fantasma.
—¡Sir Nick! Sería un honor para nosotros poder acompañarlo en su cumpleaños, ¡de seguro será una celebración épica! —dijo George, instando a sus amigos a ayudarlo para obtener una invitación.
—Sí... bueno, podría ser —murmuró para sí el caballero—. Supongo que sería extravagante tener invitados vivos. ¿No supondrá un aburrimiento para ustedes?
—¡Por supuesto que no! Todo lo contrario, sería nuestra primera fiesta con fantasmas, ¡un honor! —exclamó Lee incluyéndose.
—Entonces los esperaré allí, la noche de Halloween.
Confirmando su asistencia, los gemelos y Lee despidieron al noble caballero, quien decía tener más cosas que hacer, mientras el resto de sus amigos pensaban en lo que ocurriría el treinta y uno de octubre, realmente esperando que lo pasaran bien y no se arrepintieran del atrevimiento de los chicos.
Antes de dormir, Adara le pidió prestado a Lucy su libro Quidditch a través de los tiempos para poder entender más del famoso juego, sus jugadas y sus reglas. Quería estar informada para la siguiente mañana en el estadio, donde vería a sus amigos leones dar lo mejor de sí en el juego que tanto les apasionaba.
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