vi. las pesadillas serán recurrentes.





𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖘𝖎𝖝
las pesadillas serán recurrentes

Habían pasado ya algunos días desde la clase con las mandrágoras de Herbología. Bruno y Adara habían comenzado a charlar más, llegando al punto en que cada comida en el gran comedor la pasaban juntos con la compañía de Hilaris. Algunas veces sus compañeras de cuarto los acompañaban, pero pronto se habían dado cuenta que no tenían muchas cosas en común para charlar, lo que hizo que pasaran menos tiempo con ellas, sin embargo eso no detenía el cariño que sentía la pequeña Ravenclaw por sus compañeras.

El otoño se sentía con fuerza en Hogwarts, aquella tarde los tres chicos se encontraban disfrutando de la helada brisa en el patio del castillo. Habían terminado todos los deberes de la semana, por lo que se sentían muy relajados en cuanto a ese tema.

—Hagamos un pacto, los tres somos algo tímidos y nos cuesta un poco hacer amigos, ¿por qué no formamos una alianza indestructible? —Hilaris se levantó de improviso, interrumpiendo la conversación que mantenían Adara y Bruno sobre un tipo de planta carnívora.

—¿Acabas de dar un discurso como de superhéroe?

—¿Qué es un superhéroe?

—¡Se están desviando de lo principal!

La rubia y el moreno rieron. Con el pasar de los días se habían acostumbrado a las distintas ocurrencias que tenía Hilaris, Adara en especial, amaba la increíble imaginación que tenía la pequeña Scamander, siempre logrando hacerla reír o simplemente sonreír.

—Pero, ¿a qué quieres llegar? No entiendo. —Adara formó un pequeño puchero con sus labios no comprendiendo las intenciones de la chica.

—Prometernos cosas, prometer al futuro, a nuestro destino que siempre seremos amigos, suena bonito, ¿no?

Bruno y Adara se observaron de reojo antes de encogerse de hombros y asentir, hablaba bonito Hilaris, lo que atrajo rápidamente su atención.

—Estoy dentro, ¿qué tenemos que hacer?

Hilaris aplaudió emocionada y se levantó del pasto instando al par que la imitaran.

—Yo, Hilaris Scamander, primer año de Hufflepuff, les prometo a ambos ser siempre una buena amiga, no cambiarlos por nadie, quizás darles autógrafos de mi bisabuelo y mostrarles criaturas mágicas... bueno, eso no. —la castaña se corrigió al ver la expresión de terror en el rostro de Adara y río, antes de extender su meñique al centro, invitando a los restantes a hablar.

—Quizás no sea un chico muy guapo ni tampoco el más inteligente, pero prometo siempre ayudarlas en lo que necesiten, apoyarlas, y llenarlas de datos interesantes sobre herbología. —Bruno acercó su meñique al centro de ellos, esperando a que la rubia siguiera con su promesa.

Lo pensó bien antes de hablar, ¿qué podría aportarles ella? ¿Conocimiento en los astros? ¿El horóscopo? ¿Mentiras? ¿Seguirán siendo sus amigos si supieran toda la verdad detrás de su existencia? A su mente vinieron las palabras que Dumbledore relacionadas con Voldemort, aquel mago oscuro que acechaba hace casi una década, si volviera y la encontrara, ¿le haría daño a sus amigos?

—¿Adara? ¿Estás bien?

Volvió a la realidad encontrándose con los ojos de los chicos mirándola con preocupación. Le era fácil desconcentrarse. Sonrió rápidamente para tranquilizarlos y alzó su meñique uniéndolo con los otros.

—Soy Adara y prometo ser una increíble amiga, acompañarlos a cualquier lugar que quieran, ser un gran apoyo y quererlos muchísimo.

No supo qué más decir, no logró encontrar algún otro atributo que ella pudiera aportar a su amistad, pero Bruno e Hilaris quedaron satisfechos. Los tres meñiques se unieron por completo y sonrieron con sinceridad, quizás sospechando que aquel día sería uno inolvidable en la vida de cada uno.

De un momento a otro, llamando la atención de todo quien se encontraba en el patio, sonó una campana que indicaba el inicio del toque de queda y la hora de la cena.

Con el cuerpo helado hasta congelar, ingresaron con rapidez al castillo para poder cenar. El corazón de Adara estaba bombeando con emoción, tenía a dos grandes amigos que oficialmente se habían convertido hoy en los mejores.

Esperaba que fueran sus mejores amigos por siempre.

En la cena, recordó que aún tenía el pergamino en blanco que los gemelos y Lee le habían dado para investigar, lamentablemente no había descubierto mucho, pero varias ideas tenía en relación a ello. Les devolvió el extraño pergamino, mientras les prometía investigar sobre tintas invisibles, pociones reveladoras y otras teorías más, en la biblioteca. Los tres chicos quedaron encantados y Lee se ofreció a ayudarla en la búsqueda, el par de pelirrojos no era muy fan de los libros y la lectura.


 。゚・ ☆ ° 。


Gritos de mujer se escuchaban en el lugar. Adara se encontraba en un sitio oscuro, a lo lejos podía ver tres figuras, que, por la falta de luz, le parecían desconocidas. Se acercó con algo de temor y lo que vio la dejó congelada en su puesto.

No era posible. Debía estar soñando, seguro.

Frente a ella se encontraban su madre y hermana, junto a una Adara de cinco años. Parecía ser un recuerdo de la menor, pero era algo nuevo, no recordaba ninguna escena como aquella.

—¿Madre? ¿Helena? ¿Dónde estamos?

Su versión más pequeña lloraba, mientras Rowena y Helena gritaban. Algo sobre una diadema, su madre comenzó a llorar. El sueño cambió, pero solo de escenografía. Su hermana seguía gritando, Rowena lloraba con las manos puestas en sus oídos.

Adara no entendía nada, todos los recuerdos que poseía sobre su familia eran buenos, nada de gritos ni lágrimas excepto los que fueron de alegría y júbilo, ¿qué estaba viendo?

Súbitamente la pesadilla terminó y Adara despertó. Se encontró con su respiración agitada y el cuerpo lleno de sudor. Sabiendo que no podría reconciliar bien el sueño, se levantó y decidió pasear por el castillo, rezando a Atenea que no la castigaran. Salió por los barriles e ingresó en la oscuridad del castillo. Invocó un poco de luz con un suave Lumos, hechizo que encontró en los libros y que supuso le sería bastante útil; no estaba equivocada.

Mientras caminaba sin rumbo fijo, preocupada por no ser atrapada y posiblemente ser merecedora de una expulsión, escuchó pasos tras ella que lograron devolver el miedo que sentía en la pesadilla.

Iba a preguntar quién era, pero suspiró dándose cuenta de lo tonta que habría sido. Siguió caminando, escondiendo un poco la varita en su capa, hasta que escuchó como los pasos se volvían más rápidos, acercándose a ella. Se dio la vuelta, algo desconfiada, y lo que vio la dejó algo paralizada.

Un enorme pavo real, con hermosos colores, la perseguía corriendo. ¿Cómo había llegado un animal así dentro del castillo? Sinceramente, Adara no tenía ninguna posible idea sobre aquella incógnita, pero rápidamente su mente decidió que era más importante arrancar de la molesta ave antes que pararse a pensar en su llegada.

Corrió como sí literalmente su vida dependiera de ello, aunque así lo creyera de verdad. Sus pies la llevaron lejos del ave, llegando a una zona del castillo en la que Adara nunca había estado. Parecía una torre, en donde el último piso se encontraba abierto, sin muros, que dejaba a la vista los alrededores de Hogwarts.

—¿Adara?

La rubia levantó la mirada hacia donde la llamaban, asustada, pero se relajó rápidamente al ver a uno de los gemelos Weasley apoyado en la baranda de la torre.

—Yo... hay un, mh, —caminó hacia el muchacho, algo desconfiada por el pavo real, confundida por no escuchar más sus pasos, ¿habría desaparecido?—. ¿Qué haces aquí, George?

—Insomnio, me quedé pensando en ideas para algunas bromas para Filch y decidí salir a caminar para encontrar más inspiración, ¿qué te pasó a ti? pareces haber terminado una carrera.

Adara suspiró antes de reír levemente. Se apoyó en la baranda de la torre y observó la gran altura a la que se encontraban. Por suerte, no le temía a las alturas, se sentía mucho más cerca de las estrellas.

—Un pavo real me perseguía, sí, no me preguntes por qué, no tengo idea.

—Repito lo dicho anteriormente, eres una chica bastante interesante, Adara Myers. —el pelirrojo le sonrió antes de girar su mirada hacia el cielo estrellado.

—¿Dónde estamos? No quiero olvidar un lugar tan bonito, ¿ves esa constelación? —apuntó a una zona específica del cielo donde varias estrellas brillantes podían observarse—. Creo que es mi favorita, a pesar de su forma. Simula ser un perro y su principal estrella es Sirio, la más brillante de todas.

—¿Por qué es tu constelación favorita? —preguntó curioso George, encontraba bastante interesante la cantidad de conocimiento que parecía saber la pequeña rubia.

—Una de las estrellas dentro de esta constelación lleva mi nombre, Adara. —respondió Ravenclaw menor sonriendo con la dentadura a la vista.

Recordaba el día como si fuera ayer, cuando leyó en uno de los libros de astronomía su nombre figurando como una estrella. Había salido corriendo de la biblioteca del templo en dirección a dondequiera que esté su hermana, para hablarle de su hallazgo. Ambas habían pasado el resto de la tarde charlando sobre estrellas, Atenea le relató algunos hechos ocurridos en la antigua Grecia que se relacionaban con unos nombres, mientras Adara la escuchaba encantada.

—¡Debe ser increíble tener nombre de estrella! ¿No sabes si hay alguna llamada George? Por cierto, si no me equivoco, estamos en la torre de astronomía, en una de las aulas cercanas se realiza la clase.

—No recuerdo haber leído eso alguna vez, pero podría buscarlo, hay millones de estrellas.

—¡Adara!

Un grito algo agudo los asustó a ambos haciéndolos mirar la entrada de la torre, en donde una agitada Alicia Spinnet trataba de regular su respiración.

—¿Te encuentras bien? ¿El pavo no te hizo nada? ¿Te has herido? Espero que no, lamento tardar, merlín.

La rubia le dirigió una mirada de extrañeza a George, antes de volver a dirigirse a la castaña.

—¿Cómo sabes lo del pavo, Alicia?

—Yo, uh, me lo encontré cuando venía hacia acá... y cuando te vi aquí pensé en tu miedo a los animales. —Alicia mantuvo todo el momento sus ojos puestos en Adara, no se posaron en el pelirrojo en ningún segundo—. ¿Entonces sí estás bien?

—¿Sabes lo de mi miedo? Oh, sí, estoy bien, lo perdí de vista rápido. —por inercia, se apoyó mejor en la baranda. El comportamiento extraño de la muchacha la asustaba un poco—. Quiero volver a dormir, o por lo menos intentarlo.

—Te acompaño. —murmuró George, sin dudarlo.

Sonriendo con algo de incomodidad, Adara se alejó caminando hacia la entrada de la torre. El comportamiento de la castaña le recordaba los días en que de pequeña se ocultaba en algunos rincones del templo y Atenea, su hermana, la buscaba con desesperación. A pesar de que se sentía un poco extraño, supuso que así era como actuaba la amistad y cariño entre personas.

Una tercera figura los hizo detenerse en su camino, sorprendiendo al trío. Albus Dumbledore hizo acto de presencia en la torre de astronomía, con su característica mirada misteriosa y bonachona.

—Señor Weasley, señorita Spinnet, si no es de su molestia, me gustaría charlar un poco con Adara, les pido que vuelvan a sus dormitorios, por favor.

Quizás algo asustados por la presencia del director, los nombrados hicieron caso de inmediato.

—¿Qué sucede, profesor Dumbledore?

—Me temo que deberás tomar algunas precauciones extra, aquel pavo real que te persiguió ha sido creado con un tipo de magia oscura, con fines peligrosos. —hizo una pausa antes de continuar—. No sabemos quién está detrás de ti, alguien que seguramente sabe tu historia y pasado, pero no creemos que venga en son de paz.

—¿Al hablar en plural se refiere a usted y a mi hermana? Entiendo. —le resultaba fácil relacionar la presencia del director con malas noticias—. ¿Qué precauciones debo tomar?

—Un toque de queda, antes que el resto de los estudiantes, solo para su mayor seguridad. A pesar de que no podemos asegurar que la magia del ignoto la ataque, sí podemos estar más seguros de su seguridad si se encuentra dentro del castillo.

Adara volvió al dormitorio con la mente vacía. No sabía qué pensar, no se sentía asustada, quizás sí un poco, pero prefería mantener su tiempo en posibles ideas del porqué alguien querría hacerle daño.

¿No podía simplemente olvidar la gran cantidad de años que poseía y vivir como una pre-adolescente normal?




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