EPÍLOGO

🎵TEMA MUSICAL🎵
NUEVOS RECUERDOS
(JESSE & JOY)

Miércoles 19 de Septiembre de 2018

Por: Carolina Del Moral

Un año ha pasado desde aquel fatídico martes en que más de trescientas personas perdieron la vida y decenas de edificios colapsaron. México se recupera de forma paulatina y la ciudad vuelve a su ritmo de vida.

Aún recuerdo a los héroes que salvaron decenas de vidas durante los trabajos de rescate, pero ningún otro quedó tan marcado en mi mente y mi corazón como el caso de Marifer, la chica que con nada más que su persistencia y sus deseos de ayudar, salvó decenas de vidas advirtiendo sobre una posible desgracia.

Sí, la misma que plasmó sus vivencias de la semana previa al terremoto en un diario, el cual sirvió como testimonio de la desgracia. Te preguntarás qué fue de ella después de escribir la última página de su diario, yo tengo la respuesta.

Aquella tarde del jueves 21 de septiembre después de pasadas cuarenta y ocho horas del sismo, llegó a mí el rumor sobre un sepelio a realizarse cerca de las instalaciones de la televisora, más específicamente en el Mausoleo del Angel ubicado en las inmediaciones de Parque del Pedregal, por mis medios me enteré de la hora y la ruta que tomaría el cortejo, así como lo más importante, el nombre del finado; Bernardo Robles. Al instantes supe de quién se trataba y esperé el tiempo preciso para seguir a la procesión, quería estar ahí por si la chica necesitaba una mano amiga.

Después de detenerse durante alrededor de un hora en la Parroquia de la Esperanza en la cual estuve presente en una de las últimas filas, volví a abordar la camioneta y seguí detrás intentando no ser vista, al llegar a las cercanías del panteón me estacioné a un par de cuadras y me filtré entre la multitud con la cabeza cubierta, gafas oscuras y un abrigo negro para que nadie me reconociera, buscando a la chica entre tanta gente. Luego de algunos minutos pude localizarla.

Fue doloroso ver como su familia se despedía de aquel hombre, pero principalmente ver el sufrimiento de Marifer, quise acercarme, mas supe que sería inapropiado así que me mantuve oculta detrás de las lápidas, ajena a toda la gente que los acompañaba. Luego de algunos minutos llenos de oraciones y llanto todos comenzaron a retirarse, solo ella se quedó arrodillada frente a la tumba de su padre, pude notar que escribía y luego de algunos minutos cerraba aquel empastado colocándolo sobre el ataúd y derramando una lágrima.

Un chico llegaba detrás de ella y la tomaba por el hombro; Uriel, quién más podía ser. Ella se puso de pie y ambos se miraron de frente, el muchacho secó sus lágrimas y luego se abrazaron, al separarse se tomaron de la mano para salir del panteón.

Una vez salieron me acerqué a la tumba, me acuclillé y miré el diario, sin levantarlo pasé mi mano a través de su portada, lo abrí y noté que no quedaban hojas en blanco, las últimas palabras que escribió en él llegaron hasta lo más profundo de mi ser, jamás podré explicar el nudo que sentí en mi corazón, supe que no podría más así que preferí cerrar el escrito y retirarme del lugar. No tenía más que hacer, todo estaba dicho.

El día posterior al sepelio recibí una llamada inesperada, se trataba Marifer la cual me abría su corazón para escribir el nuevo capitulo de su vida, jamás pensé volver a saber de ella, pero esa llamada me devolvió la esperanza.

Las semanas pasaron y cada día me contaba algo nuevo, tal como lo hacía en su diario, supe de su logros y fracasos, la demolición de su escuela y la reconstrucción de la misma. Me contó sobre su regreso a clases y lo emocionante que fue para ella estrenar aula junto con su mejor amiga, así como volver a ver a sus compañeros de salón y profesores.

El regreso de Servando, el prefecto que dejó de ser un malhumorado y logró empatizar con la comunidad estudiantil sin dejar de exigir el cumplimento de las reglas. Me contó sobre la fiesta de quince años de Susy y un mes después la suya, momentos mágicos que quedaran grabados en mi memoria. Me habló también sobre su nuevo hogar, el cual amó desde el primer día.

La mamá de Susy montó un restaurante de comida mexicana con el dinero que ganó durante su residencia en los Estados Unidos y doña Isela usó parte de la indemnización otorgada por don Camilo para asociarse con ella. En cuestión de meses sus números subieron hasta las nubes y pudieron abrir un par de restaurantes más en donde la mamá de Uriel y la abuelita de Susy fueron nombradas gerentes, la compañía ha crecido de forma favorable y ahora no hay quien las detenga.

Don Leonardo logró recuperar su camioneta después de casi un mes de tediosos trámites y al haber sido pérdida total el seguro le entregó una de agencia, según palabras de Susy parece niño con juguete nuevo y de su herida no quedó más que la cicatriz, va y viene a su oficina y su franquicia continúa prosperando.

El profesor Olvera volvió a impartir sus clases en cuanto esta fueron reanudadas, siendo recibido con fanfarrias por parte de todos sus alumnos y se hizo líder de un grupo de apoyo a los damnificados del temblor, así como de una asociación anticorrupción.

Don Camilo sufrió el peor destino, todas sus cuentas bancarias quedaron vacías declarándose en bancarrota tras el pago de la indemnización a la familia Robles y los gastos hospitalarios de todos los heridos, así como el pago de multas por uso indebido de suelo, gastos los cuales no lo libraron de ninguno de sus cargos y pasará el resto de sus días tras las rejas y sentado en una silla de ruedas llorando la muerte de su hija.

Apenas hace un par de meses el ciclo escolar finalizó, con ello vino la graduación de Uriel el cual obtuvo la mejor calificación de su grupo y días después fue admitido en el CECyT «Narciso Bassols», en donde cursara su nivel medio superior. Marifer cuenta que si bien extraña esos recesos a su lado, está feliz por verlo salir adelante y más radiante que nunca. Su relación continúa floreciendo, sus domingos de parque volvieron, todas las tardes se ven en el restaurante de doña Isela y comen juntos ¿qué más podrían pedir?

Marifer y Susy fueron nombradas parte de la escolta de la secundaria y cada lunes portan con orgullo nuestro lábaro patrio el cual a un año del 19-S ondea glorioso, mientras su pueblo se pone de pie secando sus lágrimas y grita al mundo más fuerte que nunca: ¡Viva México!

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