14/09/17 (Parte 1)

🎵TEMA MUSICAL🎵
DESDE QUE LLEGASTE
(REYLI BARBA)

La mañana de hoy el dolor en mi rodilla me despertó, eran apenas cuarto para las seis y tuve la intención de dormir unos minutos más pero de inmediato descarté la posibilidad, pues pensé que con la rodilla así me tomaría más tiempo prepararme e iba a ser necesario incluso esperar la micro que me llevara a la escuela.

No suelo llamar a Susy por la mañana pues me da pena que su papá se tome la molestia de venir por mí siendo que tiene tantas ocupaciones con su negocio y apenas si le da tiempo de llevar a mi amiga a la escuela como para estarse desviando hacia mi casa. Así que tampoco era opción.

Al salir de mi recamara, vi de lejos a mi papá quién estaba en el comedor terminando su desayuno. Quería evitarlo a toda costa pues me choca que le grité a mi mamá y desde el día de la llamada me dio mucho coraje, más al verla llorar. Así que me metí lo más rápido que pude al baño cerrando con seguro y recargando las muletas en el lavabo para así quitarme la venda de la rodilla con mucho cuidado.

Mientras me bañaba, escuché la puerta del departamento abrirse e instantes después cerrarse. Por fortuna mi padre ya se había ido. Solo un par de minutos habían pasado cuando escuché la puerta del cuarto de mis papás, su sonido es inconfundible pues rechina horrible al abrir o cerrar.

—Buenos días, Marifer, cielo — gritó mi mamá desde afuera pero su voz parecía venir desde la entrada de mi cuarto.

—Buenos días, mamá, me estoy bañando, salgo en unos minutos —respondí en voz alta cerrando la regadera para que me escuchara.

—Mi vida, pensé que aún estarías durmiendo, apenas van a dar las seis, salí para ayudarte en cuanto escuché que tu papá se fue —contestó acercándose a la puerta del baño. Al parecer por lo que me dijo ella también quiso evitar a mi padre y esperó hasta que se fuera para salir, tal vez en el cuarto se habría hecho la dormida para no dirigirle la palabra, no la culpo.

—Gracias, mami, ya voy a terminar, cualquier cosa te hablo —dije para terminar de ducharme.

Al terminar me vestí y tomé las muletas abriendo la puerta del baño, mi mamá se acercó al instante y me ayudó a salir con cuidado, la inflamación de la rodilla había desaparecido, pero aún me dolía un poco.

Me llevó al comedor y tomé asiento.

—¿Quieres que te vuelva a poner la venda para que no se valla a infectar, cielo? —preguntó mi mamá agachándose a ver cómo iba la herida. Al parecer estaba cicatrizando rápido.

—Mmm... bueno, está bien. — dije mientras comenzaba a tomar mi desayuno.

Mi mamá caminó a su cuarto para traer una venda nueva, tiene una manía por querer todo lo que sea de curación limpio y esterilizado, tal vez consideró que la otra ya estaba sucia, qué sé yo. Regresó y me la colocó con cuidado.

—Ya está, ahora iré a alistarme para acompañarte mientras terminas de desayunar —comentó.

—Mamá, pero... —repliqué siendo interrumpida.

—Sin peros, jovencita, no te voy a dejar ir sola en esas condiciones —respondió caminando hacia su cuarto.

Bueno, a final de cuentas sería una en un millón y al menos en esta ocasión pensé en darle el gusto. Ya no fue mi culpa que a los cinco minutos sonara mi celular, era Susy quien me marcaba e imaginé el motivo. Contesté.

—Hola, Susy, ¿Cómo amaneciste? —saludé al abrir la llamada.

—Mucho mejor amiga, espero que ya estés lista, estaremos en tu casa en menos de diez minutos para pasar por ti —
respondió.

—Mmm... muchas gracias, Susy, pero... no se molesten, mi mamá me acompañará.

—Ya sabes que no es molestia para nosotros —respondió. —Además, si tu mami quiere acompañarnos, adelante... no rompas su ilusión —dijo cerrando la llamada.

Cinco minutos después terminé de desayunar y cuando me fui a lavar los dientes me topé con mi mamá en el baño quien terminaba de peinarse.

—Ya estoy lista, cielo, en cuando digas nos vamos —dijo con alegría a lo que respondí con una sonrisa llena de espuma.

Al terminar, caminé hacia la puerta del departamento, mi mamá cargó mi mochila y yo tomé en mano los rotafolios de la exposición. Sonó el claxon.

—Vámonos... —dije con una sonrisa mientras mi mamá se quedaba pensando por un momento y reaccionaba al imaginarse de quién se trataba.

Ambas bajamos las escaleras del edificio y salimos, Susy recibió mi mochila y don Leonardo me ayudó a subir a la camioneta.

—Sube, mamá... ¿O te quedarás vestida y alborotada como novia de pueblo? —dije abriendo la ventanilla de mi lado.

Mi mamá río. Después de un momento se acercó y subió a la camioneta sentándose junto a mí al tiempo que saludaba y la camioneta partía de las afueras del edificio con dirección a la secundaria.

Llegamos más rápido de lo que imaginé y apenas si dio tiempo a pensar si nada se nos había olvidado. Mi mamá me dio la bendición y me despedí de ella así como de don Leonardo agradeciéndole el viaje. Susy también se despidió de ambos y las dos bajamos. Entramos con toda la calma del mundo volteando para levantar la mano y decir adiós antes de entrar al plantel. Ellos respondieron de la misma forma desde la camioneta. Mi mamá se veía muy feliz y agradecida de que le diera la oportunidad de acompañarme hasta la escuela al menos por esta ocasión.

Subimos con cuidado las escaleras sin prisa alguna pues aún faltaban diez minutos. Al entrar al salón confirmamos que éramos las primeras. Estuvimos charlando durante algunos minutos cuando llegó el profesor Zúñiga, odio que sea álgebra la materia que toca siempre a primera hora pues aún mi cerebro no trabaja al cien por ciento a esas horas de la mañana y me cuesta más trabajo entender las matemáticas.

—¡Torres y Robles! —exclamó. — Pero miren, qué irónico que las accidentadas de ayer sean las primeras en estar al pie del cañón. Eso habla muy bien de ustedes, las felicito —dijo el profesor viendo su reloj de pulso a lo que solo respondimos con una sonrisa.

—¿Le hicieron estudios, señorita Torres? —preguntó el profesor. Siempre acostumbra a llamarnos a todos por el apellido y en ocasiones nos habla de usted.

—Sí, me sacaron una radiografía de la cabeza y descartaron fracturas —respondió mi amiga sacando su libreta mientras comenzaban a entrar mis demás compañeros.

—Me da gusto que no haya pasado a mayores, de todos modos hay que cuidarse, ¿Y usted, señorita Robles, cómo va esa rodilla? —preguntó.

—Pues ya no la tengo inflamada, mi mamá me dio una pastilla y la enfermera me prestó éstas muletas para poder caminar en lo que puedo volver a flexionar bien la rodilla —dije respondiendo a la pregunta.

—Que bien que solo fue el susto, señoritas —dijo colocándose los lentes y caminando hacia la puerta para cerrar y comenzar la clase.

Al término de la clase de álgebra, siguió la hora que tanto esperábamos, estuvimos tranquilas todo el tiempo pues habíamos preparado la exposición desde días antes y apenas ayer volvimos a dar un repaso.

Llegó el profesor de Historia y después de dos parejas que pasaron a exponer tocó nuestro turno. Nuestros compañeros no lo habían hecho mal, pero nosotras sentíamos ir más preparadas y con la facilidad de Susy para hablar, el maestro seguro quedaría encantado.

Susy se levantó y comenzó a pegar nuestros rotafolios.

—Ash... ya van a pasar la nerd y la novia del huérfano — dijo una compañera que no nos traga desde que comenzó el curso, mientras algunos reían en son de burla. Yo me contuve para no voltearme y darle una cachetada. Sabía que si lo hacía las cosas terminarían mal, muy mal, y arruinaría todo el esfuerzo que hicimos así que solo la ignoré, me levanté y tomé las muletas para caminar hacia el pizarrón. Susy es aún más tranquila que yo y hasta cierto punto dejada y simplemente siguió en lo suyo sin hacer caso.

—¿Perdón, señorita Sandra? — preguntó el profesor dirigiéndose a la tipa que intentaba provocarnos.

—No, nada, profe. Solo decía que sus láminas están muy bonitas —dijo poniéndose nerviosa.

—Escuché perfectamente lo que dijo y no admitiré ese tipo de insultos en mi clase, acompañeme a la dirección —sentenció el profesor.

Sandra se levantó molesta y cuando pasó junto a mí, movió la muleta con el pie haciendo que perdiera el equilibrio, provocando las carcajadas de todos. Si no fuera otra vez por Susy que me alcanzó a detener, hubiera dado el azotón. En ese momento me le quise ir encima pero mi amiga me sostenía y tuve que volver a contar hasta diez.

Cinco minutos después el profesor volvió al salón de clases ya sin la susodicha.

—Pueden comenzar, chicas —dijo dando luz verde para que empezáramos mientras algunos compañeros se secreteaban y reían en voz baja.

Después del trago amargo como fuera teníamos que llevar a cabo la exposición. Susy dijo la introducción, el tema que nos tocó fue «El grito de independencia», mi amiga habló sobre Miguel Hidalgo y Costilla y la noche de aquel 15 de septiembre de 1810 en que el cura convocó a todo el pueblo a levantarse en armas contra el yugo español. Yo misma quedé sorprendida de su facilidad para hablar pese a que la conozco desde que éramos unas niñas pequeñas, ni siquiera tuvo que voltear por un instante a leer los rotafolios.

A decir verdad a mí se me facilita más escribir las cosas que hablarlas en público, es por eso que en Español siempre saco el diez cerrado. Cuando fue mi turno de hablar se me fue la onda en dos ocasiones, lo sé, tengo cerebro de teflón, pero gracias al material de apoyo pudimos terminar la exposición casi tan bien como lo esperábamos. El aplauso forzado de los envidiosos llegó pero no nos importó, pues el profesor nos felicitó ampliamente y nos puso la máxima calificación a lo que a Susy y yo chocamos las palmas.

La hora del receso llegó y con ello la reunión entre Susy, mi novio y yo. Algunas veces Susy no quiere estar ahí porque según ella dice que «hace mal tercio» pero he procurado quitarle esa tonta idea, es verdad que adoro a Uriel, pero ella es mi mejor amiga de toda la vida y no la puedo dejar sola.

Llegamos a la jardinera donde siempre almorzamos. Los tres sacamos nuestro lunch y nos dispusimos a almorzar. A decir verdad la escuela tiene cafetería, pero ahí se reúnen los pelados que solo se la pasan molestando a Uriel.

—¿Sí fueron al doctor ayer, niñas? —preguntó mi novio.

—Yo no, le dije a mi mamá que no era necesario, ayer que llegué a casa ya no me punzaba la rodilla y solo la sentía un poco inflamada, así que me dio un desinflamatorio y ya siento mejoría —respondí moviendo ligeramente la pierna.

—Tenías que haber ido al doctor, amor, pero bueno... si dices que no sientes ninguna molestia puedo estar más tranquilo —dijo a lo que respondí con una sonrisa y colgándome de su cuello para darle un beso.

—¿Y tú, Susy?, te vi muy mal ayer después de la caída, Marifer estaba muy preocupada.

—Mi papá me llevo a hacer estudios y afortunadamente todo salió bien —Sonrió.

—Me da gusto escuchar eso, ayer que las vi tiradas junto a las escaleras me quedé pensando qué había pasado, ¡solo me descuide un segundo! —. Al escuchar esto me quedé pensando en lo que ocurrió durante nuestra caída así que saqué mi celular y busqué la foto que me mandó Uriel.

—Ahora que lo dices... ¿recuerdas la foto que me mandaste? —pregunté a mi novio.

—Claro, la del escalón ¿verdad?

—Sí, esa misma —dije abriendo la foto y girándola en pantalla completa. —No quiero pensarlo porque creo que ya es suficiente con lo del edificio pero... —

—¿Acaso estás pensando en la posibilidad de que nuestra escuela también esté en riesgo? Pero la directora ya hubiera tomado cartas en el asunto ¿No crees? —preguntó Susy acercándose a ver la foto.

—Igual y tenga ligeros daños y no represente un peligro mayor, no todo es malo siempre, amor —respondió Uriel.

—Tal vez tengan razón y solo es que he andado muy paranoica últimamente, no me hagan caso —dije guardando mi celular y continuando con mi torta, tratando de olvidar el asunto.

Al finalizar el receso mientras Susy se adelantaba hacia el salón, Uriel me preguntó si lo acompañaba esta tarde a ver a su mamá, quería que la conociera y estuviera un rato con ellos en el hospital. Solo me puse a pensar en qué pretexto le pondría a mi mamá, después de unos segundos le respondí que sí, sin siquiera tener antes una idea de cómo pediría el permiso.

Durante la siguiente clase lo estuve meditando y llegué a la conclusión que le diría la verdad a mi mamá solo cambiando lo de «novio» por «amigo». Jaque mate, asunto resuelto.

[...]

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top