12/09/17 (Parte 1)
🎵TEMA MUSICAL🎵
TE VI VENIR (SIN BANDERA)

Mi día comenzó más temprano en esta ocasión, desperté más rápido que de costumbre y miré mi celular, apenas eran las seis de la mañana así que volví a recostarme pero al ponerme de lado alcancé a ver los rotafolios de la exposición que debíamos entregar hoy, me paré como de rayo, no le podía fallar a Susy y mucho menos a mí mamá, recordé que le había prometido ser más responsable después de lo ocurrido el día de ayer.
Salí de mi cuarto, mi mamá aún no salía del suyo y mi papá aparentemente acababa de salir de casa, era justo la hora en que él sale hacia el trabajo.
Así que me metí a bañar para ya estar lista cuando mi mamá saliera de su recamara y desayunar en tiempo, mientras me bañaba escuché la alarma de mi celular el cual coloqué en el tanque del WC antes de entrar a la regadera, solo sonreí y dejé que continuara hasta apagarse por sí solo.
Me alisté y justo cuando me terminaba de peinar escuché la puerta del cuarto de mis papás, eran las seis quince para ese instante.
—¿Marifer? —preguntó mi mamá con sorpresa al ver mi silueta tras la puerta del baño.
—Sí, mamá, soy yo; en un minuto salgo —dije terminando de hacerme el chongo, en realidad odio ese peinado pero es obligatorio ir peinada así a la escuela, para gustos de los directivos, en fin, como dice mi maestra de civismo, «reglas son reglas».
Al salir del baño mi mamá ya no estaba ahí, así que caminé hacia el comedor y ahí la encontré, sirviendo mi desayuno como todos los días, ese amor maternal que se refleja en su mirada inunda mi ser de bonitos sentimientos.
—Ya estoy aquí, mamá —dije acercándome a ella y rodeando la mesa para abrazarla por la espalda, ella es apenas un par de centímetros más alta que yo.
—Me sorprendes, creo que cuando te lo propones eres la persona más responsable de esta casa —dijo riendo para al momento de recargarme en su hombro acariciar mi cabello, cerré los ojos por unos segundos.
—Apurale a desayunar o de nada servirá que te levantaste temprano —comentó al momento que me incorporé y tomé asiento para desgustar mis alimentos. Al cabo de cinco minutos ya había terminado, me lavé los dientes, tomé mi mochila y los rotafolios y me despedí de mamá.
—Me marcas si me requiere la directora, cielo —dijo mientras me dirigía hacia la puerta.
—Está bien, ma, yo te aviso —dije saliendo del departamento y bajando rauda las escaleras. Eran veinticinco para las siete cuando salí del edificio, caminé a prisa pero con más calma que ayer, al llegar a la escuela faltaban dos minutos para la hora, me acerqué y mostré mi credencial, Servando solo me miró y pasé sin siquiera voltear a verlo a la cara.
Al subir al salón de clases ya estaba Susy sacando su libreta de la primera clase, ella es muy puntual, siempre llega diez minutos antes de la hora.
—¡Marifer! —exclamó levantándose a saludarme.
—¡Susy!, aquí estoy en tiempo y forma, y con los rotafolios de historia —le dije sonriendo.
—Muy bien, tenemos el diez casi asegurado, ya espero que sea la siguiente hora para entregarlo —dijo algo emocionada.
Los últimos compañeros que ya se encontraban a las afueras del salón echando relajo entraban con cara de susto al ver venir al maestro de álgebra, todos tomaban asiento al igual que nosotras, el profesor entraba al salón cerrando la puerta.
—Buenos días, jóvenes —decía poniendo su portafolio en el escritorio para comenzar la clase. La hora aunque tediosa, pasó rápido a decir verdad, entre ecuaciones y demás cosas complicadas.
La siguiente clase tocaba Historia, la entrega de las láminas en que tanto nos esmeramos. ¿Por qué siempre pasa esto?, al condenado maestro al parecer se le ocurrió enfermarse ese mismo día o un perro se le atravesó en el camino y por ende no asistió a trabajar. En fin, por lo menos ya tenemos todo listo para el jueves que será la exposición.
Justo disfrutábamos de nuestra «hora libre», cuando en la entrada del salón se paró Servando con esa cara de pocos amigos que lo caracteriza, todos los compañeros se quedaron fríos dejando atrás sus conversaciones y risas.
—Señorita María Fernanda Robles, se le solicita en este momento en la dirección —dijo cruzado de brazos para al terminar de hablar dar la media vuelta y alejarse del salón.
Todos mis compañeros voltearon a verme esperando que el prefecto se alejara para empezar a cuchichear entre ellos quién sabe qué cosas. Susy solo me miró con algo de preocupación pues al igual que yo imaginaba el porqué de ese llamado.
Me puse de pie y salí del salón un poco nerviosa, seguramente mi mamá ya estaría ahí, no había problema porque ya lo habíamos hablado y dijo que me apoyaría, pensé. Más en el camino me vino la idea y temor de que hablaran sobre Uriel, era probable que el cara dura le hubiera contado a la directora que nos vio besándonos afuera de la escuela más por el detalle que mi novio lo retó con la mirada y le dijo «cascarrabias» literalmente en su cara. Peor aún si él ya también se encontraba en la dirección.
Por fortuna no fue más que el susto que yo misma me provoqué al pensar eso, cuando entré a la oficina de la directora, ella y mi mamá eran las únicas que se encontraban ahí, al parecer la trabajadora social ya se había encargado de marcarle a mi mamá.
—Señorita directora, buen día — dije con algo de timidez estrechando la mano de la máxima autoridad de la escuela.
—Ma... —Saludé de rápido con un beso en la mejilla a mi mamá.
—Buenos días, Marifer, toma asiento por favor —dijo la licenciada. Al escucharla me senté junto a mi mamá y tragué saliva aunque intentando relajarme.
—Señora Fuentes —dijo dirigiéndose a mi mamá. —Agradezco su presencia el día de hoy, seré breve para no quitarle mucho tiempo, el motivo del citatorio es para comunicarle que la señorita Robles llegó tarde al plantel por tercera ocasión en lo que va del ciclo escolar y temo decirle que en mis manos está darla de baja en este momento. —Al escuchar eso me puse aún más nerviosa de lo que ya estaba, esperando lo que mi mamá diría al respecto.
—Licenciada, agradezco me ponga al tanto de las circunstancias pero sobre las dos veces anteriores ya lo hablamos Marifer y yo, con respecto al día de ayer le comento que ya también tengo conocimiento sobre su inasistencia por retardo y aunque no me hubieran llamado, vendría hoy al mediodía a justificar pues me fue imposible el día de ayer. Antier domingo por la tarde nos hablaron de Michoacán pues un tío de Marifer se encuentra hospitalizado pero no podía dejar a mi hija sola en el departamento, después del temblor del pasado día siete el edificio presentó algunas grietas y mi marido y yo tememos que algo le pueda ocurrir y más estando sola, así que la llevamos con nosotros, intentamos regresar al distrito lo más pronto posible pero como usted sabe no tenemos carro, y tomamos el primer autobús para acá, al llegar a la terminal la mandamos en taxi... —explicaba al momento que la interrumpí.
—Sí, pero el taxista no supo bien la dirección y me dejó a un par de cuadras de aquí, por eso se me terminó haciendo tarde y ya no me dejaron pasar, llegué a las siete con dos —concluí la mentirota con pequeños toques de verdad que me acababa de ayudar a inventar mi mamá.
La directora nos observó a las dos por unos segundos, parecía estar analizando nuestras expresiones tal vez para detectar lo verídico de nuestra teoría, por suerte no es psicóloga y se tragó el cuento.
—Okey, lo pasaremos por alto en esta ocasión solo porque son causas de fuerza mayor y usted a venido personalmente a justificar, aparte Marifer no será la mejor de su clase pero lleva buenas calificaciones y no es una chica problemática como otras muchas que han pasado por esta oficina —decía la mujer poniéndose de pie y sonriendo.
Llegué a creer que sería más difícil convencerla pero respiré aliviada cuando escuché sus últimas palabras.
—Muchas gracias por su comprensión, licenciada, y disculpe el inconveniente no volverá a ocurrir —dijo mi mamá también poniéndose de pie, para así estrechar la mano de la directora.
—Descuide, señora Fuentes, un gusto hablar con usted, que pase buen día... —dijo abriendo la puerta de la oficina al momento que mi mamá camino en esa dirección.
—Marifer, ¿me puedes esperar un segundo por favor?, necesito hablar contigo sobre la ceremonia del próximo lunes —dijo la directora haciendo que volviera a tomar asiento, solo alcancé a despedirme de mi mamá de lejos levantando la mano mientras ella mandaba un beso volado.
—Claro que sí, señorita —dije acomodándome nuevamente en la acolchonada silla giratoria.
La directora volvió a cerrar la puerta mientras mi mamá se alejaba y regresó al escritorio sentándose en su lugar justo frente a mí.
—Marifer, no es sobre la ceremonia lo que quiero hablar contigo —comentó recargando las manos en el escritorio. Volví a palidecer, no sabía si era bueno o malo lo que diría pues se mostraba inexpresiva.
—Dígame —susurré.
—Estás saliendo con Uriel Mendoza, el chico de tercero «B», ¿cierto? —dijo en voz baja y acercándose a mí ligeramente, para mi sorpresa no parecía molesta así que imaginé que no habría de que preocuparme si le decía la verdad, después de todo ella ya lo sabía y no le comentó a mi mamá nada al respecto.
—Sí... —titubeé un poco.
—Déjame decirte que haces bien, Uriel necesita mucho apoyo moral. A partir del accidente de su mamá me reportaron que bajó mucho sus calificaciones y se volvió un tanto agresivo y asocial, pero desde finales del ciclo anterior que lo veo contigo durante el receso, ha vuelto a subir y lo veo más relajado. No es que apoye un noviazgo a su edad pero creo en este caso debo hacer una excepción —dijo con una ligera sonrisa.
—Así es, Uriel estaba muy mal cuando comencé a hablarle a finales del ciclo escolar pasado, incluso conmigo llegó a ser grosero al punto de levantarme la voz, pero desde que acepté ser su novia su actitud cambió, ahora él es el que me da consejos a mí —dije recordando el día que le hablé por primera vez.
Estábamos en temporada de exámenes finales, yo estaba por terminar el primer grado. Uriel se sentaba solo a tomar su almuerzo en las jardineras, todos pasaban y se reían de él, le decían «el huérfano», a mí me daba un poco de miedo acercarme por temor a que me rechazara o algo por el estilo, un día me animé y me senté junto a él discretamente. Uriel se recorrió en sentido opuesto como alejándose pero sin expresar molestia o algo similar.
Decidí romper el hielo preguntándole qué tal los exámenes, él respondió con un simple y frío «mal», a lo que le ofrecí mi ayuda si tenía alguna duda en alguna materia. No soy Susy, pero me defiendo, a excepción de matemáticas que es donde no doy una. Uriel me preguntó en qué grado iba y cuál era mi nombre, le respondí y rió al saber que una chica de primero le estaba ofreciendo asesoría para pasar los exámenes finales de segundo. Al final aceptó y ese mismo día estudiamos juntos, poco a poco fue hablando más y tomándome confianza, me contó sobre la muerte de su padre cuando él tenía solo dos años y el reciente accidente de su mamá que la dejó en coma, nos veíamos todos los días en el receso y junto con Susy despejábamos nuestras dudas, durante las vacaciones de verano nos vimos un par de ocasiones en casa de mi amiga y no fue sino hasta una semana después de iniciar este curso que me pidió ser su novia.
Antes de aceptar le pregunté a mi mamá si podía tener novio, le dije que quería saber si ella me autorizaría en un hipotético caso que conociera a un chico, su respuesta fue una rotunda negativa al igual que la de mi papá, más no quería herir los sentimientos de Uriel, lo veía tan animado, así que cuando le di el «sí», brincó de alegría y me abrazó con emoción. Ya habría algún pretexto para salir a pasear juntos.
En solo un par de meses dejó de ser el chico retraído que conocí y ahora solo irradia alegría cada que me ve, ignora las burlas y todo eso que los buscapleitos suelen hacer.
Con un par de chasquidos la directora me hacía volver al día de hoy, al parecer ella sabía de nuestro noviazgo desde hace algunas semanas y por increíble que pareciera lo aceptaba.
—Como lo imaginé, gracias por ser la luz que guía el camino de ese muchacho, cuídalo mucho, no lleguen tarde y échenle ganas a los estudios... ah y no le digas que el cascarrabias me contó todo lo que pasó ayer, no quiero que se meta en problemas —dijo guiñando el ojo y sonriendo
para así ponerse pie.
—Gracias por su comprensión ... —dije dándole la mano. —Y por no decirle nada de eso a mi mamá —concluí pero en un susurro.
—Descuida, también fui adolescente, aunque jamás creí ser confidente de una de mis estudiantes pero este es un caso especial, ahora puedes retirarte que tu siguiente clase debe haber empezado.
Al escuchar esto me levanté del asiento y me despedí de la directora saliendo de su oficina con una sonrisa en el rostro.
[...]
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