11/09/17

🎵TEMA MUSICAL 🎵
¡CORRE! (JESSE & JOY)

Hoy mi alarma no sonó, eran las seis de la mañana con treinta minutos cuando me paré de la cama cual si esta tuviera resortes automáticos que me obligaban a levantarme, salí aún en pijama al comedor, mi mamá ya tenía listo mi desayuno.

—¿Otra vez tarde, Marifer?, si continúas así te expulsarán de la secundaria en menos de lo que te imaginas, hija; y recuerda que no tenemos para inscribirte en una de paga —dijo reprendiendo pero sin alzar la voz.

—Lo sé, mamá, pero mi celular desde hace días que anda fallando, ayer se apagó mientras chateaba con mi... amigo Uriel, logré prenderlo por la noche y puse mi alarma pero... —dije al tiempo que me interrumpió.

—Nada de peros, siempre pones pretextos para justificar tu irresponsabilidad, ahora toma tu desayuno y alístate, a ver si no te regresan —interrumpió mi mamá callando mi réplica. Sabía que si continuaba discutiendo las cosas terminarían mal como es costumbre y se me haría más tarde, así que me reservé, tomé rápido mi cereal, un plátano y me metí al baño.

Después de una ducha rápida salí, me alisté y tomé mi mochila preparada la noche anterior.

—Ya me voy, mamá, nos vemos al rato —dije dándole un beso en la mejilla, antes de caminar hacia la puerta, ella sonrió y me dio la bendición como si nada hubiera pasado minutos atrás, cuestión de madres, supongo.

—¡Que Dios te cuide, hija! — respondió mientras caminé saliendo de la casa.

Camino a la escuela mi celular sonó, al sacarlo vi que solo faltaban dos minutos para las siete, así que me apresuré, faltaban aún tres calles para llegar, ni siquiera me tomé la molestia de contestar por las prisas y las palabras de mi mamá que hacían eco en mi cabeza advirtiéndome que si continuaba llegando tarde me expulsarían.

Al llegar a la puerta del plantel el prefecto cerró en mis narices la reja, el reloj marcaba ya las siete con un minuto.

—Lo siento, señorita. Ya no la puedo dejar pasar —decía el hombre con voz firme.

—Por favor, solo por esta ocasión, le aseguro que es la última vez que llego tarde —rogué juntando las manos como suplicando, el hombre de recias facciones solo negó con la cabeza y dio la espalda caminando hacia el interior.

Los minutos subsecuentes estuve sentada en la banqueta a un costado de la entrada de la escuela, no sabía como le explicaría a mamá que ya no me dejaron pasar y que perdería ese día de clases.

—Así que tú también te quedaste afuera, baby... —escuché la voz de mi novio a mis espaldas para instantes después sentir su mano en mi hombro.

—¡¡Uriel, amor!! —exclamé mientras me ponía de pie rauda colgándome de su cuello para besarlo debido a la diferencia de estaturas. —Sí, y ahora mi mamá me castigará, ya hasta puedo escuchar sus palabras —dije recargándome en su hombro mientras una lágrima rodaba sobre mi mejilla.

—Te ahogas en un vaso de agua, mi niña, ya quisiera que mi mamá pudiera estar conmigo aunque me reprendiera — contestó Uriel con voz entrecortada.

La situación de mi novio es crítica pues su mamá tuvo un accidente automovilístico meses atrás que la dejó en coma, se encuentra internada y él va a verla todos los días saliendo de la escuela, es un buen chico, pero mis padres insisten que aún no estoy en edad de tener novio, así que nos vemos solo en la escuela durante el receso pues él me lleva un año de ventaja.

A veces salimos los fines de semana al parque, a la plaza, al cine, a tomar un helado o lo que se nos ocurra, solo con el pretexto de ir a hacer algún trabajo escolar con mis compañeras de clase. Ayer domingo fuimos a La Alameda, jugamos en los columpios, nos recostamos sobre el pasto a charlar por largas horas y luego caminamos dando la vuelta por todo el lugar. Llegué tan cansada que no me dio la gana de sentarme a escribir.

Continuando con lo ocurrido el día de hoy, al escuchar las palabras de Uriel sentí un nudo en la garganta, tenía razón, yo me ahogaba en un vaso de agua aún conociendo su situación, tengo a mi mamá conmigo y ella goza de plena salud, por eso debo estar agradecida con la vida y con Dios.

Varios minutos estuvimos abrazados frente a la reja de la secundaria consolando los problemas de cada uno, al poco rato Uriel me soltó con delicadeza y secó las lágrimas con la manga de su suéter. Recordar lo de su mamá lo hacía llorar como un niño pequeño.

—Bueno, pues está por demás quedarnos aquí si ese cascarrabias no nos dejará pasar aunque le imploremos —comentó Uriel intentado olvidar su sentir y cambiando su tono de voz a uno sarcástico dirigiendo la mirada al hombre de la entrada el cual al parecer había vuelto mientras él y yo conversábamos.

El prefecto no contestó y solo movió la cabeza reprobando la actitud y las palabras de mi novio, ambos se miraron retándose, el hombre quien estaba sentado se puso de pie y caminó un par de metros hacia la reja, yo no quería más problemas de los que ya tenía de por sí.

—Vámonos, Uriel, ¡vámonos! — le dije tirando con cuidado de su suéter. Él caminó de espaldas aún sin apartar la mirada de los ojos del hombre, pero permitiendo que lo tomara del brazo para irnos antes de meternos en un lío mayor.

Ya habiéndonos alejado algunos metros de la entrada, Uriel al fin dio la espalda al hombre que ya salía en esos momentos parándose sobre la banqueta cruzado de brazos.

—La próxima entran ambos pero a la dirección —. Fue lo último que alcanzamos a escuchar, los ojos de mi novio parecían irradiar ira en ese momento, así que solo lo abracé para que se controlara y continuamos el camino de regreso a casa.

Él no se apartó de mí hasta estar junto a la puerta del edificio en que vivo.

—Bueno, amor, creo que debo irme. Aprovecharé este tiempo para dedicarle más horas a mi mamá, ella me necesita, deberías hacer lo mismo y solo escuchar lo que tu mami te diga, después de todo si te regaña tendrá razón ¿no creés? —preguntó tomándome de ambas manos, su mirada era tierna y armoniosa, esa ira contenida de minutos atrás se había esfumado como por arte de magia.

—Sí... —dije algo acongojada meditando sus palabras y solo bajando la mirada, instantes después lo abracé y nos despedimos, di media vuelta subiendo las escaleras que llevan a mi departamento ubicado en el tercer piso del edificio, al dar la vuelta en el primer descanso de las escaleras noté que aún estaba ahí parado esperando que terminara de subir, siempre me cuida tanto.

Llegué a la puerta del departamento y al entrar escuché ruidos en la cocina, caminé en esa dirección y comprobé que efectivamente se trataba de mi mamá, estaba de espaldas lavando trastes.

—Ya volví, mamá —susurré.

—¿Marifer? —dijo girándose de frente —¿Te regresaron verdad? Como lo imaginé, ahora ¿qué propones, jovencita?, la directora me mandará a llamar y voy a tener que ir a poner mi cara de tonta porque la señorita volvió a llegar tarde —reprendió con voz moderada dejando atrás los guantes con los que lavaba y llevándose las manos a la cintura. Comprendo que tenía toda la razón de molestarse, no era por demás, después de dos reportes de inasistencia por retardo este era el tercero Lo que me dijo Uriel era cierto, el regaño de mi madre tenía razón de ser, así que solo bajé la mirada y puse mi mochila sobre una silla del comedor.

—Tienes razón, mami, discúlpame por ser tan irresponsable, conozco la situación de ti y de mi papá, y agradezco que hagan hasta lo imposible por darme estudios y en un futuro una carrera, prometo de hoy en adelante levantarme lo más temprano posible y si algo me dicen mañana por el retardo de hoy, afrontaré las consecuencias yo misma, si me expulsan buscaré quien me dé trabajo para pagar mi escuela —dije abrazando a mi mamá.

—Estás loquita, cielo, tú no trabajarás hasta que hayas terminado tus estudios, para eso estamos tu padre y yo, mañana si me cita la directora iré y le pondré cualquier pretexto, ya se me ocurrirá, pero que sea la última vez en verdad ¿Eh? —dijo con una sonrisa secando las lágrimas que comenzaban a salir de mis ojos. Lo sé, soy una tarada sentimental.

—Lo prometo, mamá —dije con seguridad —¿Qué te parece si preparamos el almuerzo?

—Vaya, andas muy acomedida el día de hoy, creí que te meterías a tu cuarto a escuchar música o a chatear con tus amigos —comentó entre risas.

—Este... ellos deben estar en clases en este momento, además debo llamar a Susy al rato para pedir la tarea y no tendré tiempo de perder el tiempo —dije riendo con recato a lo que mamá contestó solo con una sonrisa.

Almorzamos y platicamos madre e hija por más de tres horas, ella me contó el cómo mi papá había sido contratado por el arquitecto de la obra en que trabaja desde hace una semana, pero el contrato solo durará un mes aproximadamente, y ella se ve atada de manos para ir a buscar trabajo pues no quiere descuidarme, pese a ser hija única según ella yo estoy pasando por la edad en que más la necesito, creo que tiene razón.

Cuando nos dimos cuenta ya era casi el mediodía, tan solo faltaba menos de un par de horas para que las clases acabaran y yo pudiera llamar a mi mejor amiga para pedirle los apuntes y la tarea.

Durante ese tiempo estuve repasando lo visto el viernes pasado en clase de inglés, no podía estar divirtiéndome en horas que se suponía eran de escuela, aparte todos mis amigos aún no salían de clase y Uriel de seguro estaría en el hospital cuidando de su mamá, así que no había con quién pudiera chatear en ese momento. Poco después de las dos y media de la tarde le mandé mensaje a Susy a lo que ella respondió al instante.

Susy, 2:35 p.m.
¡Marifer! ¿Cómo estás? ¿Te enfermaste? Voy a verte en un rato a tu casa si gustas.

En sus palabras se leía la preocupación de la mejor de mis amigas al haber yo estado ausente ese día de las clases, no me sorprendía, lo mismo pasó las dos ocasiones anteriores.

Marifer, 2:36 p.m.
No te preocupes, Susy. Estoy bien, solo que se me volvió a hacer tarde y el gruñón de Servando ya no me dejó pasar, pero si quieres puedes venir a mi casa, sirve que hacemos la tarea juntas y platicamos un rato.

Susy, 2:37 p.m.
¡Ay! ese viejo me cae gordo, pero bueno, me encanta la idea, amiga, de paso me platicas cómo vas con Uriel ji,ji,ji, deja pido permiso y si me los dan llego a tu casa como en media hora. Nos vemos, nena.

Concluyó desconectándose, seguramente para ir a pedir permiso y alistar los libros y cuadernos que ocuparíamos. Salí de mi cuarto y fui a avisarle a mi mamá que Susy vendría a la casa para pasarme los apuntes y hacer la tarea juntas, lo que a ella pareció agradarle. Sin notarlo la media hora pasó volando y el claxon de la camioneta del papá de Susy se escuchó sonar a las afuera del edificio. El señor es una buena persona y me ha traído a casa en varias ocasiones saliendo de la escuela pese a vivir a solo unas cuadras, así que reconozco ese claxon como el timbre del receso.

Cuando salí del departamento dispuesta a ir por mi amiga a la entrada del edificio, ella ya subía las escaleras con su mochila al hombro y un par de rotafolios enrollados. Sus rubios cabellos se enredaban en los tirantes de su mochila y ella hacía muecas de dolor, era tan graciosa su expresión. Sí, lo sé soy cruel, así que conteniendo la risa le ayudé con su mochila que parecía contener piedras en vez de libros, «¿todo eso había de tarea por solo un día?», me pregunté tragando saliva.

Ambas terminamos de subir las escaleras y entrar al departamento, mi mamá la recibió con un fuerte abrazo, parecía quererla como una hija más. No me dan celos, después de todo Susy es como la hermana que nunca tuve y así la considero pues nos conocemos desde el kinder y nunca hemos tenido problemas de ningún tipo, solo pequeñas diferencias como cualquiera que resolvemos dialogando.

—Susy, qué milagro que te dejas ver, creí que te habías olvidado de los pobres —comentó mi mamá para posteriormente reír e invitarla a tomar asiento. Sus palabras, aunque en son de broma, hacían alusión a las posibilidades económicas de mi amiga a diferencia de las nuestras. Su papá tiene una franquicia de pinturas, gana bien, tiene casa propia y una bonita camioneta que nos lleva y trae a la escuela cuando tiene tiempo, no es rico pues de serlo así supongo que Susy no sería mi compañera de escuela, pero sí tienen mejor posición económica que la nuestra que apenas tenemos para comer y pagar una renta. No por eso dejan de ser personas muy sencillas y de buen corazón.

Al cabo de un rato de charla, mamá sirvió la comida atendiendo con esmero a la invitada, al terminar ya eran casi las cinco de la tarde y el tiempo se nos venía encima, ayudé de rápido a recoger la mesa y nos fuimos a mi habitación, solo tendríamos tres horas para hacer la tarea pues su papá pasaría por ella a las ocho de la noche.

Sin perdida de tiempo, Susy sacó la libreta y el libro de biología y me comentó sobre unos resúmenes, luego sacó el de álgebra con varias ecuaciones que me cuesta trabajo entender aún, las matemáticas no son lo mío, afortunadamente tengo a mi brazo derecho y ella parece que tuviera una calculadora en la cabeza, qué sé yo. Después de casi hora y media solo faltaba hacer un par de carteles, sería lo más tardado pues era para la exposición en pareja alusiva a las fiestas patrias requerida por el maestro de historia. La exposición será hasta el jueves pero el maestro quiere checar el material de apoyo mañana mismo, valla gustitos del profe.

Afortunadamente Susy es una mujer... chica prevenida y trajo todo lo necesario para realizar los rotafolios; monografías, impresiones, papel china, plumones y demás. Faltaban sólo diez minutos para las ocho cuando dimos por terminado, sin duda somos el mejor equipo, si todo sale como lo planeado esa exposición será un éxito.

Salimos del cuarto mirándonos en el momento de llegar al comedor, recordando que ni tiempo nos había dado de platicar sobre Uriel, en fin, hay más tiempo que vida, será en otra ocasión, pensé. Ambas reímos discretamente.

—¿Qué tal les fue? ¿Acabaron la tarea o sólo estuvieron echando relajo? —bromeaba mi mamá, se nota cuando habla sería y cuando está tratando de hacer un chiste.

—Mamá... —dije apretando los dientes y sonriendo a Susy.

—Sí, señora, acabamos toda la tarea que hay para mañana y le pasé unos apuntes a Marifer —comentó mi amiga.

—Muy bien, cielo, me da gusto que mi hija tenga una niña tan aplicada como amiga —dijo mi mamá —¿Te quedarás a cenar?.

—Muchas gracias doña Isela, pero mi papá ya debe venir en camino, agradezco sus atenciones — respondió Susy cortésmente, en ese momento el inconfundible sonido del claxon nos alertó a las tres, el señor Leonardo había arribado y se preocuparía si Susy no bajaba rápido.

—Luego nos vemos, doña Isela. Muchas gracias por la comida, estuvo muy rico. —dijo abrazando a mi mamá para posteriormente acercarse a mí y despedirse con un beso en la mejilla.

—Nos vemos mañana en la escuela, Marifer, te dejo los rotafolios para que te sientas comprometida y no llegues tarde —Rio.  —si sientes que ya no estás a tiempo márcame para que le diga a mi papá que pase por ti también, para eso estamos las amigas —dijo guiñando el ojo para así tomar su mochila, salir del departamento y bajar rápido las escaleras, mi mamá y yo bajamos detrás de ella para asegurarnos que subiera a la camioneta.

Así fue y al cabo de un minuto el señor arrancó, Susy se despidió a través del cristal levantando la mano, nosotras hicimos lo mismo para al ver que partía, volver al edificio y subir a nuestro departamento, al cabo de un rato mi papá llegó, cenamos juntos y platicamos nuestro día a grandes rasgos, cuando supo que había faltado a la escuela por retardo no dijo nada y solo se levantó de la mesa y se fue a bañar.

Después de lavar los trastes de la cena una vez ambos se metieron a su recamara me duché y ahora estoy apunto de acostarme a dormir, los recortes de papel china y monografías aún están aquí regados en el suelo de mi cuarto en todo el contorno y bajo de la mesita de trabajo, pero ya habrá tiempo de limpiar. Lo que mas me preocupa ahora es lo que pasará mañana, si me expulsan estoy frita, si me dan una segunda oportunidad prometo no fallar.

Marifer

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