Capitulo 6

Había pasado algún tiempo desde que comenzaron las desapariciones, y el fenómeno parecía no tener fin. Cada día se escuchaban nuevas historias de personas que habían desaparecido sin dejar rastro, y los pocos cuerpos encontrados solo aumentaban el horror colectivo. Mientras la población vivía sumida en el miedo y la incertidumbre, Brown seguía con su vida, ocupado en su rutina diaria y en los contratos que le garantizaban estabilidad en un mundo que se desmoronaba lentamente.

Era una tarde tranquila. El sol se filtraba tenuemente por las cortinas de su casa mientras Brown revisaba algunos documentos de misiones anteriores. Todo estaba en calma, hasta que algo rompió esa monotonía. Un pequeño movimiento captó su atención: una nota se había deslizado por debajo de su puerta. Intrigado, Brown se levantó para recogerla.

El papel era simple, sin adornos ni señales evidentes de quién lo había enviado. Tenía un ligero aroma a tinta fresca, como si hubiera sido escrita recientemente. Brown lo desdobló con cautela y comenzó a leer.

"Sabemos de lo que usted es capaz de hacer y me interesa contratarlo para cazar al famoso grupo de asesinos que ha estado aterrorizando al país. Su destreza y habilidades únicas hacen de usted la persona ideal para esta tarea. Si está interesado, preséntese el día 26/1/2025 en las siguientes coordenadas: 0.5707, -142.3319. Más detalles serán proporcionados en persona."

El mensaje era directo, sin introducciones ni explicaciones innecesarias. Pero lo que más llamó la atención de Brown no fue la propuesta en sí, sino el tono de la nota. Quienquiera que la hubiera enviado conocía su reputación y sus habilidades. Esto no era un simple encargo; parecía algo personal.

Brown releía las palabras una y otra vez, analizando cada detalle. Las coordenadas no eran un lugar que reconociera de inmediato, lo que indicaba que sería una zona remota. La fecha, el 26 de enero de 2025, estaba cerca, lo que no le daba demasiado tiempo para prepararse si decidía aceptar. Pero lo que más lo intrigaba era el conocimiento que el remitente tenía sobre él. ¿Cómo sabía esa persona lo que podía hacer? ¿Quién era capaz de identificarlo como la mejor opción para enfrentar al grupo de asesinos que la policía no había podido detener?

Por un momento, la duda se instaló en su mente. Aceptar esa propuesta significaría exponerse a riesgos desconocidos, tal vez incluso a una trampa. Pero, al mismo tiempo, la oferta despertaba su curiosidad. ¿Quién era el remitente de la nota? ¿Qué sabían realmente sobre él? Y, sobre todo, ¿qué tipo de enemigos lo esperaban si decidía seguir las coordenadas?

Brown dejó la nota sobre la mesa, pensativo. Este no era un contrato común. Había algo más grande detrás de todo esto, algo que podría cambiar el rumbo de su vida. Mientras observaba el papel, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Tal vez este era el tipo de desafío que necesitaba, algo que lo sacara de la monotonía y le permitiera probarse a sí mismo una vez más.

Por ahora, no había tomado una decisión definitiva, pero una cosa era segura: quienquiera que estuviera detrás de esa nota lo había subestimado si creían que podía ser manipulado fácilmente. Brown comenzaría a investigar las coordenadas y prepararse para cualquier eventualidad. Si decidía aceptar, lo haría en sus propios términos, con la certeza de que estaba más que listo para cualquier cosa que pudiera esperarlo en ese lugar remoto.

Al dia siguiente

Cuando llegó el día siguiente, el ambiente en la casa de Brown parecía más pesado de lo habitual. Las horas pasaban con lentitud, pero su mente estaba en constante movimiento, procesando cada posibilidad, cada riesgo y cada beneficio. El día señalado, el 26 de enero, estaba a la vuelta de la esquina, y aunque ya había tomado una decisión en el fondo de su mente, seguía evaluando cada ángulo de la situación.

La misteriosa nota que había llegado a sus manos el día anterior seguía sobre la mesa, perfectamente visible. Brown se encontraba sentado frente a ella, con una taza de café en la mano, observándola como si el simple acto de mirarla pudiera revelar algo más. Era un papel sencillo, sin marcas que pudieran dar pistas sobre el remitente, escrito con una caligrafía pulcra pero impersonal. "Sabemos de lo que usted es capaz"... esas palabras seguían resonando en su mente. No eran halagos vacíos, sino una afirmación contundente, casi desafiante. Quienquiera que hubiera enviado ese mensaje lo conocía bien, lo suficiente como para confiarle una tarea tan peligrosa.

Brown tomó un sorbo de café, dejando que el líquido caliente despejara su mente, y volvió a repasar las preguntas que no lo habían dejado en paz desde que leyó la nota: ¿Por qué yo? ¿Por qué no alguien más? ¿Qué sabe esta persona sobre mí? Él no era el único mercenario capacitado del país, pero lo que sí sabía era que pocos habían pasado por el nivel de entrenamiento que él había recibido. Su paso por la escuela militar, junto con su formación en magia, cosmos y ki divino, lo habían moldeado no solo como un guerrero, sino como alguien capaz de adaptarse a cualquier tipo de desafío. Quizás eso era lo que lo hacía destacar.

A pesar de las dudas, había algo más que capturaba su atención, algo que lo motivaba a considerar la oferta con seriedad: el dinero. Brown sabía que quien quisiera contratarlo para una misión de este calibre debía estar dispuesto a pagar una suma considerable. Cazar a un grupo de asesinos que había aterrorizado al país no era un trabajo cualquiera, y menos si esos criminales poseían habilidades poco convencionales. La posibilidad de recibir una recompensa lo suficientemente grande como para garantizarle una vida cómoda por años era tentadora, casi demasiado buena para ignorarla.

Sin embargo, había algo que no cuadraba del todo. ¿Por qué alguien buscaría a un mercenario para un trabajo así y no a un equipo especializado o a las fuerzas oficiales del país? Esa duda lo inquietaba, pero también lo intrigaba. Brown no era alguien que se dejara llevar por el miedo o las inseguridades. Sabía que esta misión, aunque arriesgada, podía ser la oportunidad que estaba esperando. Una victoria no solo significaría una recompensa económica, sino también un reconocimiento que lo posicionaría como una figura legendaria en el mundo de los mercenarios.

Mientras las horas avanzaban, decidió que no podía permitirse ser descuidado. Si iba a aceptar esta misión, debía estar completamente preparado. Revisó cada uno de sus equipos, desde las armas que llevaba consigo hasta los amuletos mágicos que podrían darle una ventaja en caso de enfrentarse a enemigos con habilidades sobrenaturales. Afilar su espada no solo era un ritual de preparación, sino también una forma de despejar su mente. Sabía que en este tipo de misiones, un solo error podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Además del equipo, se dedicó a afinar sus habilidades. Pasó horas meditando para sincronizar su ki divino, su magia y su cosmos. Era un proceso que requería concentración absoluta, pero era vital para asegurarse de que su energía fluyera de manera equilibrada. No se permitiría ningún fallo; si iba a enfrentarse a lo desconocido, lo haría con todo su potencial listo para desatarse.

Cuando llegó la noche, Brown se permitió un momento para reflexionar. Se sentó junto a la ventana, mirando las luces distantes de la ciudad mientras sus pensamientos volvían una y otra vez a la misma pregunta: ¿Por qué yo? Tal vez era el ego hablando, pero no podía evitar pensar que esta elección no era coincidencia. Alguien, en algún lugar, había estudiado sus pasos, sus habilidades y su historia, y había decidido que él era el indicado para esta misión. Aunque no tenía todas las respuestas, algo en su interior le decía que aceptar esta oferta sería el inicio de algo mucho más grande de lo que podía imaginar.

Sin embargo, por encima de las dudas y las posibles conspiraciones, su mente seguía enfocada en lo que realmente importaba: la recompensa. Porque, al final del día, era eso lo que lo había llevado a aceptar trabajos difíciles una y otra vez. El dinero era lo que garantizaba su supervivencia, lo que le permitía seguir adelante en un mundo que no daba segundas oportunidades.

Con esa idea en mente, decidió dejar de lado las especulaciones. Quedaba poco tiempo para prepararse, y si iba a embarcarse en esta misión, lo haría con la confianza de que estaba listo para enfrentar cualquier cosa que le esperara. Con una última mirada a la nota sobre la mesa, Brown se levantó, decidido a convertir el día siguiente en el primer paso hacia un nuevo capítulo en su vida, uno que podría cambiarlo todo.

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