Capitulo 4

Después de años de arduo esfuerzo y dedicación, Brown finalmente completó sus estudios en las tres escuelas místicas. Dominaba la magia, el cosmo y el ki divino, habilidades que pocos podían soñar alcanzar. Pero, a pesar de todos los logros académicos y las habilidades extraordinarias que había desarrollado, algo seguía pesando sobre él como una sombra inevitable: su pasado en la Academia de Exploradores.

El hecho de no haber completado esas tres misiones clave en su juventud lo había marcado profundamente. Aunque había aprendido a dominar los misterios del universo, su currículum no brillaba como lo hacían sus habilidades. Aquellos fracasos seguían siendo una mancha que no podía borrar, y cada vez que intentaba encontrar un trabajo o una misión de alto nivel, las puertas se le cerraban. Nadie quería arriesgarse con alguien que había sido expulsado de una academia tan prestigiosa, sin importar lo que hubiera aprendido después. Su reputación lo perseguía, y Brown comenzaba a sentir que, a pesar de todo lo que había hecho para redimirse, el mundo no estaba dispuesto a darle otra oportunidad.

Los días se volvían semanas, y las semanas se convertían en meses. Las oportunidades se desvanecían una tras otra. El dinero escaseaba, y con cada rechazo, la desesperación empezaba a invadir su mente. Ya no le quedaban opciones. Los trabajos legales y honrosos parecían cada vez más fuera de su alcance. Brown sabía que, si no hacía algo pronto, se enfrentaría a una realidad en la que ni siquiera podría llevar una vida normal. El peso de la desesperación lo aplastaba.

Una tarde, sentado en la oscuridad de su pequeño apartamento, con las luces de la ciudad parpadeando débilmente a través de la ventana, la realidad se presentó ante él de forma cruda y brutal. Ya no había tiempo para esperar oportunidades honestas. Había tocado fondo y solo le quedaba una opción. Una opción que nunca había considerado, y que jamás hubiera imaginado tomar. Pero, en ese momento, parecía no haber otra salida.

Convertirse en algo que siempre había despreciado, que había jurado nunca ser: un mercenario en el lado oscuro, alguien que aceptara trabajos que rozaban lo ilegal, incluso lo inmoral. Sabía que cruzar esa línea sería irreversible. Una vez que tomara ese camino, no habría vuelta atrás. Pero, ¿qué otra opción tenía? Si no lo hacía, simplemente no sobreviviría.

El dilema moral lo carcomía. Brown no quería traicionar los principios que había sostenido durante tanto tiempo, los valores que lo habían mantenido luchando incluso cuando las cosas se tornaron difíciles. Sin embargo, en este punto, los principios parecían un lujo que ya no podía permitirse. El mundo no lo había tratado con la misma ética que él había intentado mantener, y ahora, la ironía cruel de la vida lo forzaba a tomar una decisión que jamás hubiera imaginado.

La primera oferta llegó de la forma más inesperada. Un hombre en las sombras, con una propuesta turbia y vaga, pero con la promesa de mucho dinero. Un trabajo sencillo, según él, pero lo suficientemente oscuro como para que Brown supiera de inmediato que estaba entrando en territorio peligroso. Sabía que era poco ético, que iría contra todo lo que alguna vez había creído, pero la alternativa era perderlo todo, incluso su dignidad.

Mientras consideraba la propuesta, una mezcla de emociones lo invadía: rabia por haber llegado a este punto, tristeza por haber perdido la oportunidad de ser lo que alguna vez soñó, y una fría aceptación de que, a veces, no se puede luchar contra la realidad. A veces, el mundo no te deja otra opción más que adaptarte, aunque eso signifique traicionar una parte de ti mismo.

Brown estaba en una encrucijada. Sabía que cruzar ese límite significaba aceptar una vida de sombras, una vida en la que los principios quedarían de lado y las misiones no serían sobre el bien o el mal, sino sobre la supervivencia. Estaba preparado para afrontar las consecuencias, pero, en el fondo, algo en él seguía resistiéndose. Aunque lo más probable es que no tuviera más remedio, la lucha interna seguía allí. ¿Podría alguna vez perdonarse a sí mismo por lo que estaba a punto de hacer?

A veces, no hay opción. A veces, el destino te empuja hacia lugares que nunca esperaste. Y Brown, con toda su fuerza, su conocimiento y su destreza, sabía que ahora caminaba por un sendero oscuro del cual tal vez nunca podría salir.

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