44.- Duro despertar

Esteban sentía que la cabeza le iba a reventar, aun con los ojos cerrados buscó con su mano el cuerpo de Julieta, en el fondo sabía que no estaba en la cama, porque a pesar de encontrarse desorientado tenía frío. Ese que se siente cuando añoras la tibieza de la mujer que amas. Se hallaba hinchado por dormir mucho. No le quedaba claro cuánto tiempo permaneció tirado en la cama soñando. Su sorpresa fue descomunal cuando su iPhone le mostraba que era un hombre perezoso. Se acababa de levantar hasta las tres de la tarde.

Se Incorporó despacio y algo aletargado de la cama. Trató de agudizar el oído, más no escuchó ruido alguno proveniente de ningún lado. Llamó voz en pecho a su mujer, a pesar de su dolor de cabeza.

—¡¿Jully amor dónde estás?! Ya es muy tarde, ¡¿por qué no me levantaste?!

Vio tirado, por un lado, de la cama el vestido rojo de tirantes que Julieta había usado la noche anterior. Recordó lo sexy que se veía con él, sintió una punzada de deseo nuevamente. Todo lo sucedido el día anterior lo había puesto a mil. Levantó la prenda poniéndola en el sillón que se encontraba junto al sanitario.

Su estado no era normal, por lo que antes de seguir buscando a Julieta decidió entrar al baño. Se dio un regaderazo, ya que se sentía mareado, con la boca seca y con el cerebro retardado, como si no pudiera procesar las cosas con la velocidad que usualmente lo hacía.

Salió de la ducha y no sintió ninguna diferencia en su cuerpo. Como se sentía tan mal bajó con una toalla enroscada en su cuerpo para tratar de hidratarse. Abrió una botella de agua. Bebió hasta la última gota al instante. No sació la sed que lo aquejaba, mucho menos la sensación de estar seco por dentro.

Veía a su alrededor con detenimiento. Todo estaba en completa calma. Reparó en que la puerta de su consultorio se encontraba abierta. Eso se le hizo extraño, porque siempre lo dejaba cerrado al salir de ahí. Caminó hacia la puerta a cerrarla, pero cuando llegó ahí observo que también estaba abierto el cuarto que usaba para estudiar los videos de las sesiones y donde tenía las cosas de su Alizeé. En ese momento la sangre se le fue a los talones y el temor lo envolvió. Caminó hacia el lugar y se percató de inmediato que su disco extraíble con las sesiones no se encontraba en el escondite. Observó que el escritorio se hallaba revuelto. Revisó todo al instante. No vio las cosas referentes a su amada Alizeé.

Corrió escaleras arriba desesperado. Entró en el vestidor y revisó el armario. No había ninguna de las cosas de Julieta. Se sentó en la cama y puso sus codos sobre sus piernas, recargó su cabeza en las manos. Esperaba que la posición le permitiera que sus ideas fluyeran mejor por su cerebro y así pudiera pensar con claridad. Desafortunadamente eso no sucedió. Tomó el celular de su buró para verificar si tenía algún mensaje de Julieta. Al no encontrar nada, él terminó marcando a su número. Sonó en repetidas ocasiones, no obstante, nunca contestó. Dejó mensajes en el buzón hasta que le indicó la operadora que el número estaba fuera de servicio. Entonces se le ocurrió marcarle a Alejandra, con la esperanza de que quizás ella supiera de su paradero.

—Bueno.

—¡Hola ¿Cómo están los tortolitos? ¡Ya me contó Julieta lo bien que se la está pasando contigo! —Alejandra estaba contenta porque sus amigos estuvieran teniendo un romance tan pasional.

—¡La cagué Ale! no sé dónde está. Ni siquiera me di cuenta cuando me dejó. Le llamo y no me contesta.

—¡¿Qué le hiciste cabrón?! —Alejandra exploto, su amiga había sufrido mucho a lo largo de estos meses y justo cuando estaba tan emocionada con Esteban la cagaba.

—Le omití ciertas cosas.

—La engañaste.

—Solo no le compartí información importante.

—Omitir es mentir, cabrón, pensé que eras bueno para ella. Estoy casi segura por todo lo que me contaba de ti que se enamoró por primera vez. Ahora me entero de que tú vienes y la traicionas. ¿Te metiste con la tal Carolain? O ya tenías una relación con ella. No entiendo. Al parecer tiene un imán que sirve para atraer a los hombres traicioneros.

—No es eso Ale. Le oculté mucha información primordial para ella. Como cartas, diarios. Posiblemente, lo más importante de eso es que yo conozco a Dante y sé dónde encontrarlo.

—Y ¿Quién demonios es Dante? ¿A qué refieres con eso de las cartas y diarios? —Alejandra quedo confundida por lo que le decía Esteban.

—¿No te habló de él?

—No. ¿Quién es ese? Ella solo me mandaba mensajes platicando respecto a ti. De cómo se la pasaba fascinada con la decisión que tomó al haber viajado para estar contigo y conocerte mejor. Me comentó que desde que está junto a ti ya no ha tenido problemas de asma y todo lo de su vida pasada quedo atrás. Me contó de cómo se sentía al estar contigo. De lo mucho que le gustabas. Lo último que me dijo fue que estaba furiosa por una fulana. Una tal Carolain que se te resbalo como una babosa enfrente de ella, pero nunca me dijo nada de ese Dante.

Alejandra no entendía muy bien como Esteban la terminó dañando. Solo sabía que el mal lo había hecho a fondo por la intensidad de las emociones de su amiga. Cuando una persona a la que quería la dañaba, ella se encerraba en su caparazón y no salía de ahí, hasta que no se sentía lo suficientemente fuerte, con el fin de enfrentar lo sucedido con la cabeza fría. Por eso Alejandra le contó los sentimientos que albergaba Julieta por él. Quería que él también sufriera por lo que le hizo a su amiga.

Esteban quedó más confundido que nunca. Al parecer no compartió todo con Alejandra. Por el universo que se sintió tan bien al saber que él se había significado algo. Era consciente que la perdió para siempre en cuanto descubrió su proceder, pero el que en un momento determinado permaneció en un pedacito pequeño de su corazón lo consoló un poco.

—Alejandra me conoces desde hace tiempo y sabes que no juego con las mujeres. Amo a Julieta, la amo de verdad, sé que fui envidioso. Quiero que me ayudes por esta ocasión. Prométeme que si te habla le dirás que deseaba estar con ella, que mi intención no era lastimarla. Solo retuve la información por un corto periodo para engañarme sintiendo que era mía y que mi amor era correspondido.

—¿Ya le mandaste mensaje?

—Lo siento, hoy desperté y mi cerebro no funciona al cien por ciento, agradezco tu ayuda.

—Colgó la llamada con Alejandra para mandarle un mensaje a la mujer que amaba de inmediato.

—Jully tenemos que hablar. Sé que estás molesta, es solo que te quiero explicar las cosas, yo te iba a contar todo en absoluto con lujo de detalles. Mi intención fue pasar más tiempo contigo. Te imploro que por favor no me ignores. Me lastimas con tu silencio. Estoy mal, no sé lo que me ocurre. Me siento desorientado sin ti. Necesito que me des la oportunidad de reivindicarme ante ti. Por lo menos déjame saber que te encuentras bien.

Pasó más de una hora hasta que respondió el mensaje.

—Estoy bien físicamente. Más, sin embargo, emocionalmente me siento deshecha. No quiero saber nada de ti. Me traicionaste y me trataste igual que a una tonta. Eso me hirió, me usaste, me mentiste y ya no puedo confiar en ti.

—Yo sé cómo encontrar a Dante, permíteme hablar contigo media hora y te contacto con él, pero no dejes que esto que he hecho se marque en mi alma, bastante tengo con amarte como lo hago y no tenerte, y agregar el tener que vivir sabiendo que me odias y desprecias.

Julieta leyó el último mensaje y se molestó porque claramente la estaba chantajeando. No permitiría estar de nuevo en sus manos para que la envolviera otra vez en sus intrigas con la facilidad que lo había hecho. Dejó en visto su mensaje y bloqueó su número telefónico. Era un total manipulador, tan bueno era, que sintió dolor al escuchar que ella podía marcar su alma para encarnaciones futuras. Sin embargo, en esta ocasión no caería en su juego nuevamente.

Esteban esperó en la cama durante el resto del día a que Julieta le contestara, no obstante, eso no sucedió. Recibió muchas llamadas y mensajes de las personas que contaban con cita ese día. Ignoró todo y a todos. No se movió de la cama más que con la intención de acostarse en posición fetal abrasando el vestido rojo de tirantes con un brazo y con la otra mano sostenía su iPhone.

A las diez de la noche decidió mandarle otro mensaje. Lamentablemente, descubrió que se hallaba bloqueado al ver que ya ni siquiera podía ver su foto. No lo pudo aguantar más, se quebró poniéndose a llorar con desesperación. Se dio cuenta de que lo hacía por lo que nunca sería y por lo que había compartido con ella. Debido a su estupidez y egoísmo ahora sí que ya no la recuperaría jamás. Se percató que llegó a eso por no escuchar a Erick cuando lo aconsejaba que hablara con Jully contándole la verdad. Ya solo le quedaba vivir en su miseria. Él había cavado su tumba y ahora tenía que yacer en ella.

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