37.- Si los celos mataran
Después de pagar en la posada. Julieta se subió al coche y comenzaron el viaje hacia la biblioteca de la ciudad. La intención era buscar en la hemeroteca alguna noticia del desastre natural. Mientras se dirigían al lugar. La muchacha sacó su celular y buscó en el navegador tsunami en Terranova, en Labrador, Canadá. Y como por arte de magia el buscador arrojó los resultados que tanto esperaba, aun cuando la atenazaba la dudaba de que pudiera conseguir tan fácil la información que anhelaba. De pronto dio un grito de emoción. Eso provocó que Esteban se orillara al arcén, por temor que le sucediera algo.
—¡¿Qué pasa amor, estás bien?!
—¡No lo puedo creer, aquí está! Encontré la información y al parecer sí es correcta, ya que las fechas corresponden con el tiempo que viví como Alizeé. Ahora mismo leo para todos la información que encontré. Siento haber gritado, pero me emocioné mucho.
»18 de noviembre de 1929. A causa de un terremoto de 7,4 en la escala de Richter. A 250 kilómetros de la costa de Terranova se desencadenó un deslizamiento submarino. Lo que ocasionó un tsunami que pudo notarse en todo el litoral del Atlántico. Se originó una ola de 13 metros. La cual provocó un total de 28 víctimas mortales.
»Ya busqué el nombre de las 28 personas que fallecieron, pero no aparecen. Solo presentan datos generales de la catástrofe.
—Es normal que no den detalles de un incidente que sucedió hace muchos años. Pienso que primero podríamos ir al ayuntamiento a tramitar el acta de defunción de Alizeé. O pedir permiso en el archivo de la ciudad, para rastrear entre los censos de la época. Lo malo es que no sabemos el apellido de Dante, de lo contrario podríamos buscar información de él también, pero no descartemos el indagar en los diarios de la época. En estos momentos tú decides Julieta —el maestro habló entusiasmado, al igual que la muchacha. Esa información les abría un abanico de posibilidades, evitando que claudicaran en su búsqueda.
—Me gustaría que fuéramos primero al ayuntamiento y pedir el acta de defunción. Después a la biblioteca a buscar en los periódicos, por favor.
Esteban asintió. Sin decir, media palabra corrigió el destino en su GPS para manejar hacia el ayuntamiento.
En el momento que llegaron al lugar, se dirigieron al área de registro. La encargada les pidió que rellenaran un formato de búsqueda con los datos del acta que necesitaban obtener. Julieta los llenó con la poca información que tenía.
Cuando se los entregó a la encargada. La mujer negó con la cabeza. Se disculpó diciendo que tratar de rastrear esa información sería muy tardado, ya que las actas de 1930 hacia atrás no fueron digitalizados a causa de que prácticamente no tenían búsquedas de esos registros desde hacía más de ochenta años. Para complicar la situación, no estaban agregando toda la información requerida.
Esteban decidió tomar el asunto en sus manos. Comenzó hablar con la mujer explicándole de forma zalamera y coqueta.
—Mira guapa, yo sé que estás saturada de trabajo; pero somos un grupo de estudiantes que están realizando una investigación que formará parte de un libro de los ciudadanos que fallecieron en el tsunami de 1929. No le mentiré a una chica tan especial como tú. Solo contamos con el dato de que Alizeé murió en el percance ocurrido por un desastre natural. Su apellido de soltera era Beckmann Barré, o al revés. Quizás tenga otro, ya que tenemos entendido que se encontraba casada cuando murió. De lo que sí estamos seguros es que estaba embarazada, pero puede que no lo pongan en su acta de defunción. ¡Entonces! ¿Cuál es el nombre que me dijiste que tiene una mujer tan hermosa como tú?
—Nunca lo mencione, pero me llamo Carolain.
A Julieta le gustó que Esteban le ayudara a conseguir el acta de defunción. No obstante, le molestó que comenzara a coquetear con la tal Carolain. Sobre todo, porque era rubia y de ojos azules. Ese tipo de mujeres la desquiciaban un poco. Entendía que no se podía poner posesiva, ni celosa cuando él solo la estaba ayudando a lograr encontrar a Dante. Por lo que decidió morderse la lengua, mientras miraba y callaba.
—Un nombre hermoso, para una bella mujer. Entonces crees que una lindura como tú nos podría ayudar, por favor.
Carolain, se dio media vuelta. Tomó unos papeles, escribió algo. Se los entregó a Esteban mientras sonreía y le guiñaba un ojo coquetamente.
—Me encargaré personalmente de tu búsqueda. No te prometo nada, pero haré todo lo posible por complacerte.
En cuanto terminó de escuchar la propuesta de la muchacha. Julieta dio media vuelta y salió del establecimiento hasta llegar al estacionamiento frente al coche. Estaba tan furiosa que le parecía que iba a explotar por la rabia contenida. Quería destruir el carro de Esteban y golpearlo a él. Necesitaba hacerlo sentir lo que ella experimentaba. En ese momento sí que padecía en carne propia, el ser traicionada por un hombre. El dolor era tan agudo, que imaginaba que era igual que recibir una puñalada por la espalda y pecho, al mismo tiempo. La aflicción era tanta, que no sabía cómo manejarlo.
Llegó Erick junto a ella. Le miró la cara de consternación. No dijo nada mientras se colocaba a su lado, con los ojos dirigidos a la entrada del establecimiento.
—¿Te sucede algo?
Julieta no quería hablar de lo que le pasaba con Erick, por lo que desvió el tema a derroteros menos peligrosos para ella.
—Contésteme una cosa profesor, ¿su alma está marcada por algún asunto inconcluso de su última vida?
—Seré sincero contigo. Tengo un pendiente que he arrastrado por dos encarnaciones anteriores de esta que estoy viviendo en este momento, pero por razones del universo parece ser que por fin podré quedar libre de eso que me ha martirizado por tanto tiempo. Al menos eso creo. El desenlace dirá si lograré mi cometido.
—¿Sufrió mucho en sus encarnaciones pasadas? Me refiero por qué durante ese periodo no pudo resolver sus asuntos pendientes, o, ¿qué es lo que le ocurrió? — preguntó picada por la curiosidad y para distraerse. Estaba interesada en saber qué probabilidades tenía de aplazar lo de Dante. Los problemas del doctor habían apaciguado su temperamento.
—No tanto como sufrir. Lo puedo identificar igual que a un dolor que ha sido una constante en mis vidas pasadas. El que pudiera equilibrar mi alma en cuanto iniciaba una nueva existencia era importante para recordar y tratar de superarme. En el momento que finalmente descubría lo que me atormentaba y que en esas vidas no pude realizar ninguna acción para congraciarme con el ser de luz con el cual me encontraba en deuda. Me he quedado atado de manos durante largo tiempo. El ser consciente de que no podía hacer nada para resolver mi penitencia. No me quedaba más que cargar con mi pena y arrepentimiento, hasta que partía de esa existencia y lo grababa en mi alma para no olvidarlo.
»Lo que sí te puedo asegurar es que a pesar de que no era mi culpa, el no poder congraciarme y corregir lo que había hecho, porque él ser de luz no encarno al mismo tiempo que yo. Te puedo asegurar que ha sido lo más horrible que he experimentado a lo largo de mis caminos. Tanto me ha afectado que cuando inicié esta encarnación me dediqué a mejorar mi crecimiento espiritual. Valiéndome de todas las armas de la psiquiatría. La psicología acompañada de la hipnosis. Cualquier cosa para mejorar.
»Creo entender hacia dónde va dirigida tu pregunta, aun cuando no eres totalmente sincera conmigo, pero déjame ayudarte un poco, no claudiques antes de empezar. Te puedo asegurar que el ser de luz, que es tu amor verdadero, ya ha encarnado en esta existencia. Si lo postergas o lo olvidas y no cumples con tu destino, lo que te ha pasado desde pequeña, va a ser nada comparado con lo que tendrás que sufrir en tu siguiente encarnación.
»Tu situación es diferente de la mía, porque de ti y de tu otra mitad que te complementa, depende un ser de luz tan puro que no ha podido venir a este plano aprender, lo que nos depara el universo, a cada uno de nosotros.
—Y qué pasa si él no me quiere. Si me rechaza y se niega a complementarme.
—En cuanto se encuentren conscientes de quienes son en realidad. Él jamás podrá rechazarte. De hecho, me atrevo asegurar que se halla ansioso de que lo encuentres. Está más cerca de lo que tú te imaginas y espera por ti Julieta. Sabe de ti como tú de él; más, sin embargo, tú tienes que llegar a él, perdonarlo, amarlo, contra todo y a pesar de todo.
Erick se encontraba ahora frente a Julieta mientras le desvelaba más de lo que ella estaba preparada para escuchar. Por esa razón no vio cuando Esteban se puso de tras de él y le dijo fríamente al oído del doctor, hablando solo para él.
—Así es que disfrutas traicionándome. Encajando un cuchillo a mis espaldas, mientras que yo tengo que coquetear con una mujer que no me interesa. Intentando conseguir una información que no me apetece recibir. ¿Si te queda claro porque no lo quiero? Pronto estaré destrozado y sin remedio. Gracias Erick. Ahora sé que realmente no me estimas.
Julieta vio como Esteban estaba agachado hablándole al oído a su profesor. Podía apreciar que se quemaba por la furia contenida. Su cuerpo lo delataba, pero no tenía derecho a enojarse con Erick por animarla a buscar su destino. Menos, después de verlo, coquetear de forma tan descarada con la mujer rubia.
—¿Nos podemos ir de una vez a la biblioteca? —habló dolida Julieta. Jalando la manija de la puerta del coche para intentar subir.
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