Capítulo 4.

Su cuerpo respingo por tercera vez en el día, una gran y espesa gota de sudor resbalaba de su frente, estaba nervioso. ¿Cómo no estarlo? Si su "suegrito" lo había estado viendo de forma acusadora, a él a y a su chico desde que pasó a recogerlos en Palaestra.

Aquellos ojos verdes le ponían los pelos de punta. —— ¿Uhm? ¿s-sucede algo malo? —— se atrevió a preguntar, a pesar de su nerviosismo.

Shun suspiró como cuarta vez, negando y volviendo su vista al camino. —— ten.

Una pequeña bolsa fue arrojada en medio de ambos jóvenes, pero iba destinada para el pelirrojo. —— ¿y esto para qué?

—— Seiya e Ikki fueron a una romántica cita. —— contestó Shun con media sonrisa, para luego volver a observar al chico moreno.—— no quiero que su buen humor se vaya al demonio al ver la marca que el "inocente" de mi hijo te dejó en el cuello.

El rostro de ambos se tornó de un violento carmín por las palabras de Shun. —— por cierto, Edén. —— continuó el peliverde al ver a Koga abrír la pequeña bolsa. —— espero que para navidad le regales maquillaje al pobre de Koga, le has dado tanto el mío que ya casi no tengo que ponerme.

El color de Edén ya había superado al gran e insuperable rojo. Su rostro era todo un poema debido a la escena que su querida madre estaba montando, y los aplausos divertidos de Natassa no ayudaban en nada.

Shun sonrió enternecido, no importaba que su gran bebé tuviera ya los 16 años, siempre surtía la misma expresión por algo que le avergonzaba a grandes niveles. Disfrutaba verlo así.

—— ¿y cómo estuvo el Teatro hoy, chicos? —— cuestionó ya un poco más tranquilo en una luz roja, observando desde el espejo a los tres pequeños.

—— ¡era demasiado grande! —— respondió la niña en un grito lleno de júbilo, recordando en su joven mente las maravillas que había logrado presenciar. —— todo fue divertido y tranquilo.

—— de no ser por cierto Idiota. —— murmuró con enfado el peligris.

—— ¿pasó algo malo, Edén?

El mencionado negó suavemente, aunque ganas no le faltaban de comentarle a su madre que dicho pato insensible estaba en el mismo Teatro en la que habían ido sus hijos. No era el momento aun.

Siguieron hablando lo que restaba del camino, olvidando por completo la razón por la que Shun había empezado a molestar a los adolescentes. Su viaje culminó al momento de llegar frente a la puerta de la gran Mansión Kido, su antiguo hogar.

Los tres niños ya se estaban preparando para salir del auto, de no ser por Shun que detuvo a su hijo mayor. —— Edén, necesito unos minutos contigo.

Edén volteó a ver a su compañero, dándole una señal de que se adelante junto a Natassa, quedando ahora solo con su padre dentro del vehículo.

—— Lo siento.

—— no te preocupes, no estoy enojado por lo que hiciste. —— se apuró a aclarar al notar la ansiedad en el chico. A pesar de que Edén no era su hijo biológico, Shun siempre le ha tenido gran aprecio, contaba con él en sus locos deseos y desiciones. Algo que también Edén apreciaba demasiado, era que Shun siempre lo tenía en cuenta con lo que sea, no era lo mismo con Natassa.

En cualquier familia, la menor, la "bebé" siempre se terminaba llevando el mayor amor y atención de sus padres, olvidando algunas veces la presencia del hermano mayor, haciendo sentír mal a este en varias ocasiones. Fue por eso que Edén amaba demasiado a Shun, porque le daba su lugar como hijo. Era su concejero, su guía, como un mejor amigo que se contaban sus cosas, que incluso Shun y él tenían pequeñas salidas como padre e hijo. Shun nunca le hizo de lado o le recordaba que no era su verdadero padre con malas intenciones, no. Shun siempre se preocupaba por él, le ayudaba en cualquier cosa o incluso lo acompañaba a eventos de adolescentes que Edén llegaba a apreciar.

Su relación como padre e hijo superaba al de cualquiera, incluso la de Seiya con Koga.

Nunca hubo un momento en que Shun se enfadara de verdad con Edén, nunca habían peleas entre ellos. Y no lo habría en un futuro, pero si eso dependiera del estado de su papá Shun, talvez Edén rompería un poco aquella confianza.

—— tal vez ya te diste cuenta. —— habló el peliverde, observando a su pequeño desde el asiento de piloto. —— hoy saldré con Seiya y necesito que cuides de Nati.

—— creí que nos quedaríamos aquí-

—— Lo haremos. Te lo digo para que tu mente se mantenga ocupada. —— giñó divertido al ver el sonrojo reaparecer en el rostro pálido de Edén. —— lo digo para que no le causen muchos problemas a Ikki. No es bueno que esté bajo mucha presión.

—— de eso no te preocupes, madre. El tío Ikki me adora.

—— sé lo mucho que Ikki te quiere... Pero eso no signifique que te estés refaccionando a su hijo.

—— ¡ay! ¡Fue sólo una vez! —— gritó nervioso del sólo recordarlo. Esa vez había ganado la calentura en él y Koga, que no vieron mayor idea que intentar hacerlo en la habitación del peli rojo. —— ¡no hicimos nada, además!

—— no, porque tuvieron suerte de que sea la tía Saori la que los encontró en pleno acto. —— el rostro espantado de Saori llegó a la mente de ambos ojiverdes. —— ¿Cómo lograron hacer esa posición? Que yo recuerde era difícil.

—— pues es fac- ¡¡¡Mamá, por dios!!! —— Edén cubrió si rostro con ambas manos, mientras que Shun dejaba libre la gran carcajada que provocó la reacción del menor.

—— ya, mejor bajemos.

Aun estando algo sonrojado, Edén acató la orden de su madre. El auto fue llevado y guardado por uno de los sirvientes de la Mansión mientras que ellos caminaban rumbo al gran jardín.

—— Shun, Edén. —— Llegar fueron bien recibidos por los brazos abiertos de aquel Japonés de cabello azabache. —— llegan tarde.

—— Shiryu. —— saludó de igual forma el peliverde. —— creí que vendrías mañana.

—— Ryuho estaba emocionado por llegar, así que adelantamos el viaje. —— con sólo escuchar el nombre de su amigo, Edén se despidió de ambos adultos para ir en busca del dichoso hijo de Shiryu, íntimo amigo de la familia Kido. —— ¿emocionado por lo de esta noche?

—— ¿de qué hablas?

Shiryu sonrió con picardia. —— Seiya me invitó a ir con ustedes. Teatro, ¿cierto?

—— si, aunque aún no estoy del todo convencido.

—— ¡no seas así! ¡Escuché que vendrá un grupo reconocido a presentar Romeo y Julieta!

—— ¡no lo grites! —— Shun observó a los lados con disimulo. —— Saori no sabe nada y Seiya no quiso invitarla.

—— ¡cierto! —— razonó igual. —— se me había olvidado... ¡Por cierto! Habrá una fiesta después de la función, será una verdadera noche de chicos, como en los viejos tiempos.

—— tú lo haz dicho.

Y aunque ambos sonreian y platicaban de lo que harían esa noche, no eran conscientes de la mala reacción que habían provocado en cierto chico peligris. ¿Un gran grupo reconocido? Sólo esperaba y que no se tratara de aquel idiota que había lastimado a su madre.

No, no, no, no, no y no. Él no permitiría que su madre se lo tope. No si podía evitarlo.

—— Ryuho, Koga. Necesito que me ayuden en algo.

Al parecer, Natassa volvería a quedarse sola con la tía Saori esa noche.

.
.
.
Por otro lado, después de haberlos visto partir en el autobús escolar, Hyoga se las había ingeniado para escaparse de su grupo, y por ende un gran respiro salió de lo más profundo de su Ser, al lograr zafarse tanto de su esposa, como de su suegra.

¡Al fin! Celebraba internamente por aquello.

Ahora caminaba más tranquilo por las calles, contemplando a su antojo y a su propio ritmo las cosas que había olvidado con sus años fuera del país.

Habían varias cosas nuevas, más ventas de comidas callejeras o incluso nuevas tiendas que antes no había notado. Estando más tranquilo, se dejó caer con suavidad por una de las sillas del parque. Aspirando el suave y delicioso aroma del aire puro.

El lugar estaba tranquilo, más de una persona, niño o parejas caminaban por allí, pero no llegaban a hostigarlo. Era agradable.

—— que paz. —— se dijo a sí mismo. Hacia mucho que no disfrutaba un poco de su soledad. Quería a Eri, pero habían veces en que llegaba a ahogarlo.

—— ¡Mami, mirame!

El grito risueño de una niña atrajo su atención, su rostro se ladeó al ver a una mujer rubia con una niña del mismo color de cabello. La sonrisa de la infante logró causarle escalofrío, se parecía a la niña que había conocido esa mañana.

Madre e hija estaban de espaldas a él, que al voltear casi le da un infarto al pobre ruso. La mujer se le hacia demasiado familiar, sus ojos verdes y su tierna mirada le hacían recordar a cierto chico soñador. Si no fuera por el color de cabello, o incluso el género, juraría que se habría encontrado con un fantasma del pasado.

No soportó ver más esa imagen que terminó por irse de aquel lado del parque. Sin embargo, al querer levantarse terminó por chocar con un chico que venía corriendo.

—— ¡lo siento! ¡Lo siento! —— se disculpó el chico sin voltear a verlo. —— ¡tengo prisa! ¡Perdón!

Pero no era el golpe lo que le había dejado atontado, sino el echo de que aquella voz le había resultado igual de familiar. Trató de ver a aquel chico, pero no logró ver más allá que su gran sudadera roja y su cabello saltando por la corrida.

Sentia que se estaba volviendo loco, ya eran demasiadas personas "familiares" que llegaba a cruzarse. Caminó hasta el otro lado del parque, sentándose en otra silla, frotando su cabello con desesperación por lo que le había pasado ese día.

—— tantas desveladas me está costando mucho.

Para su buena fortuna se la mantuvo tranquilo unos diez minutos, fue después de ese tiempo en que se dio cuenta que compartía banca.

Se dice que es de mala educación quedarse viendo fijo a una persona desconocida, por eso mismo el volteó con discreción hacia la persona que tenía a su lado. ¡Sorprendido e incrédulo al ver que aquella persona le era jodidamente familiar!

Su cabello, su semblante y su piel le recordaban al hermano del chico con el que había estado enamorado en su juventud, en sus días de escuela. Aunque no estaba seguro del todo, ya habían pasado varios años de no verlo.

La persona a su par llevaba lentes oscuros y leía un libro con demasiada concentración, de lejos se veía que era alguien con gran estatus, no le sorprendería si se tratara de él, los Kido eran personas con gran poder económico. Pero no, no podria ser él.

Porque ikki no utilizaba silla de ruedas. Él contaba con buena salud, que recordaba.

Por otro lado, cierto chico risueño y con juguetona sonrisa buscaba a su pareja en el enorme parque. Ya hasta había chocado con alguien por andar de distraído buscándolo, hasta que lo vio sentado en una de las grandes bancas.

Se acercó con la intención de sorprenderlo, pero sus pasos fueron lentos al ver que quizás tenía compañía. Había un chico rubio sentado a su lado.

Sus ojos se achinaron, tratando de reconocer a aquel individuo, sin embargo, su curiosidad quedó ahí al ver como el desconocido abandonaba la banca y se retiraba. Trató de verle la cara, pero el chico se había ido de frente sin voltear.

—— que extraño.

Pero ese rubio le había resultado familiar. Mas su inquietud se fue al ver a su esposo a sólo unos dos pasos de distancia... Sonrió al verlo tan concentrado en su libro, en parte su sonrisa reflejaba una dolorosa tristeza al verlo en ese estado.

Atado a una silla de ruedas por culpa de aquel accidente.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top