Capitulo dos

Degel salió de la casa de Kardia con una mezcla de tristeza y decepción. La cena con los padres de Kardia había sido un desastre. Lo que comenzó como una velada un poco agradable y elegante, se convirtió rápidamente en una crítica implacable hacia su persona.

- Kardia merece alguien mejor que tú - Le dijo el padre de Kardia, con su voz llena de desdén. - Alguien con más estatus social, más dinero, más influencia. Tú no eres lo suficientemente bueno para nuestra hijo y no aprobamos la idea de casarse... - Ahora que lo pensaba no era la primera vez que lo hacían menos.

Degel se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago. Miró a Kardia, esperando que el defendiera su relación, pero en lugar de eso, se limitó a bajar la mirada y murmurar algo sobre que todo tenía prisa por casarse con el.

Degel se dio cuenta de que Kardia no estaba dispuesto a luchar por su relación por lo visto tenía la meta de casarse, y eso lo dolió aún más. Se levantó de la mesa y se disculpó, saliendo de ese lugar al que no pertenece.

Ahora, mientras caminaba hacia su casa, Degel no podía evitar preguntarse si Kardia realmente lo amaba, o si solo estaba con él por conveniencia. La duda lo corroía por dentro, y se sentía más solo que nunca, aunque... ¿Porque primero no le preguntó si quería realmente comprometerse? Fue una decisión una unánime de Kardia.

Al llegar a su casa, Degel se detuvo frente a la puerta y miró hacia arriba, hacia la ventana de su habitación. Se sintió cansado y abrumado, y solo quería meterse en la cama y olvidarse de todo.

Pero justo cuando estaba a punto de entrar, escuchó una voz suave detrás de él.

- Hola, Degel. ¿Estás bien?

Degel se dio la vuelta y vio a Defteros, su vecino, parado en la oscuridad con una expresión de preocupación en su rostro.

Defteros había salido a tomar asiento en la escaleras afuera de su casa después de cenar con Aspros. Si bien le gustaba observar las estrellas, también lo hacía para observar cuando Degel regresara.
Aunque no esperaba que Degel regresara cabizbajo, como si algo malo le hubiera ocurrido.

Defteros se acercó a Degel con paso lento, como si no quisiera interrumpir sus pensamientos. La luz de la luna iluminaba su rostro, destacando la preocupación en sus ojos.

- Hola, Degel - Repitió Defteros, con voz suave y cálida. - ¿Estás bien? Te he visto llegar y... pareces un poco distraído.

Degel se sorprendió al escuchar la voz de Defteros. No recordaba haber hablado con él antes, excepto por algunos gestos de saludo desde lejos. Sin embargo, había algo en la expresión de Defteros que lo hizo sentir cómodo, como si pudiera confiar en él.

- Sí, estoy bien - respondió Degel, intentando sonreír - Solo tuve una mala noche, eso es todo.

Defteros asintió con la cabeza, con su mirada penetrante como si pudiera ver más allá de las palabras de Degel.

- Si quieres hablar sobre ello, estoy aquí para escucharte - Sugirió Defteros sin pensar, con voz llena de empatía - A veces, hablar con alguien puede ayudar a clarificar las cosas.

Degel se sintió tentado a abrirse con Defteros. Algo en su actitud tranquila y comprensiva lo hacía sentir que podría confiar en él. Pero, ¿podría realmente hablar sobre sus sentimientos con alguien que apenas conocía?

Degel sonrió débilmente y se encogió de hombros.

- Gracias, Defteros. Es muy amable de tu parte ofrecerte a escucharme. Pero creo que... otro día será mejor. Estoy un poco cansado ahora.

Defteros asintió con la cabeza, sin parecer sorprendido ni ofendido por la respuesta de Degel. En su lugar, sonrió suavemente
- Claro, Degel. Entiendo. Cuando estés listo, estaré aquí para escucharte. Buenas noches.

Con eso, Defteros se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso a su casa, dejando a Degel solo en la oscuridad. Degel lo observó alejarse, sintiendo una mezcla de alivio y curiosidad. ¿Quién era realmente Defteros, y por qué parecía tan interesado en hablar con él?

Defteros entró en su casa, cerrando la puerta detrás de él con un suspiro suave. Se apoyó en la puerta por un momento, cerrando los ojos y dejando que las emociones que había estado reprimiendo durante tanto tiempo salieran a la superficie.

Por fin había hablado con Degel. Por fin había tenido la oportunidad de acercarse a él, de mostrarle que estaba allí para él. Aunque Degel no había estado dispuesto a hablar sobre sus problemas, Defteros sabía que había sido un buen comienzo.

Defteros sonrió para sí mismo al recordar la forma en que Degel lo había mirado, con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Había visto algo en los ojos de Degel que lo había hecho sentir esperanzado.

Se alejó de la puerta y comenzó a caminar hacia su habitación, sintiendo una sensación de ligereza en su corazón que no había sentido en mucho tiempo. Tal vez, solo tal vez, esta fuera la oportunidad que había estado esperando para acercarse a Degel y mostrarle sus verdaderos sentimientos.

Defteros se acercó a su ventana y miró hacia la casa de Degel, su corazón latiendo con una mezcla de emoción y preocupación. La luz de la luna iluminaba la habitación de Degel, permitiéndole verlo con claridad.

Degel estaba acostado en su cama, su mirada perdida en el techo. Su rostro reflejaba una profunda tristeza, y Defteros pudo sentir la pesadez de su corazón. Se preguntó qué habría pasado para que Degel estuviera tan abatido.

Defteros se sintió tentado de ir a hablar con Degel, de tratar de consolarlo y hacer que se sintiera mejor. Pero se contuvo, sabiendo que Degel no estaba listo para hablar sobre sus sentimientos. En su lugar, se limitó a observarlo, sintiendo una profunda conexión con él.

Mientras miraba a Degel, Defteros se dio cuenta de que su amor por él iba más allá de una simple atracción. Quería estar allí para él, quería ayudarlo a superar sus problemas y hacer que se sintiera feliz. Y en ese momento, supo que haría cualquier cosa para protegerlo y cuidarlo.

Defteros continuó observando a Degel desde su ventana, esperando a que se durmiera. La luz de la luna iluminaba la habitación de Degel, y Defteros podía verlo claramente. Después de un rato, Degel finalmente se durmió, y Defteros se sintió aliviado de que por fin pudiera descansar.

Sin embargo, mientras miraba la casa de Degel, Defteros notó algo que lo hizo sentir un poco incómodo. La puerta principal de la casa de Degel no estaba cerrada completamente. Defteros se preguntó si Degel la había dejado así por descuido o si había pasado algo más.

Defteros se sintió tentado de ir a verificar la puerta, pero se contuvo. No quería intervenir en la vida de Degel sin su permiso. Sin embargo, no podía evitar sentir una sensación de preocupación por la seguridad de Degel.

Finalmente, Defteros decidió que debía hacer algo. Se puso una chaqueta y salió de su casa, caminando hacia la casa de Degel. Se acercó a la puerta y la empujó suavemente, verificando que estuviera cerrada correctamente. Luego, se alejó de la casa, sintiendo que había hecho lo correcto para proteger a Degel.

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