Capítulo 10: Momentos tensos
—¿Se puede ser dónde mierda estabas? —me preguntó Ivy al día siguiente cuando abría mi casillero y sacaba algunos libros de este. Era muy temprano en la mañana y no estaba de humor para aguantar sus gritos y preguntas. La pobre chica con gafas a mi lado, mi compañera de casillero, se fue corriendo al escuchar a Ivy. La pobre Mariel estaba ya a acostumbrada a los grititos y locuras de Ivy, pero aún así se iba a antes de que mi amiga explotara.
Como estaba a punto de hacer en 3, 2, 1.
—¡Akio y yo te hemos llamado todo el día de ayer y tienes el teléfono apagado! Akio ha ido a tu casa, preocupado, pero Abi le dijo que no estabas. ¿Se puede saber en qué estás, chica? Ni siquiera te presentaste ayer a clases y hoy no apareciste con Akio y Adela al recogerme a mi casa. Tuve que soportar a esos dos tontos yo sola el resto de camino a la escuela. ¿Sabes lo horrible que es soportar a esos dos? ¡Sí, horripilante!
Cerré mi casillero con fuerza.
Ayer, luego de la escapada monumental a clases, Rhett me había llevado a un restaurante para almorzar y decidimos pasar la tarde paseado por la calle como dos amigos mientras conversábamos y tomábamos nuestros helados. Luego me dejó en casa a la hora correcta y tuvo que volar hacia su entrenamiento de fútbol. Había decidido continuar ser una cobarde y dejar mi celular apagado para no tener que lidiar con Akio e Ivy. Le había pedido rogando a Abi que le dijera a Akio que no me encontraba en casa cuando tocó el timbre. No quería lidiar con él. Así que apagué las luces de mi habitación y cerré la puerta de la cocina con llave para que no pudiera entrar a mi casa sin mi permiso.
Y hoy, había decidido ir a la escuela con Rhett. Desde que se había tomado su papel de novio muy en serio insistía en recogerme y llevarme a la escuela todos los días. Se lo había dejado saber a mis amigos, por mensajes de texto, así no tenía que lidiar con sus gritos y exclamaciones de desagrado.
Como en este instante.
Ivy parecía muy molesta, pero también parecía emocionada. En sus ojos vi brillos de entusiasmo, aunque parecía reprimirlo por la cólera que sentía por haberla dejada tirada junto a Akio y Adela para irme con Rhett.
—Ayer estuve enferma —mentí mirándola directamente a los ojos mientras me mantenía firme. No quería desviar mi mirada de ella porque cualquier con titubeo mío sospecharía. Bajé la mano hasta mi estómago—. Comí demasiado helado y eso me enfermó. Estuve todo el día en el baño.
Ivy hizo una mueca de desagrado.
—¿Y tus dedos se cayeron o qué? Porque bien podrías haberme respondido, pero no, decidiste apagar tu teléfono.
Me enfurecía cada vez más con sus reclamos. Ella ni Akio eran mis padres. Y ni siquiera ellos se enteraron que ayer había faltado a la escuela. Estaban demasiado enfrascados en sus problemas que no se fijaban en mí o en mis hermanitos.
—No quería saber de nadie —refunfuñé—. Estuve vomitando todo el día. ¿Sabes lo horrible que es vomitar y cagar al mismo tiempo?
Los ojos oscuros de Ivy se abrieron de horror.
—Puaj, Drey, no tienes que ser tan gráfica.
—Entonces no hagas preguntas. —Rodé los ojos. Caminé lejos del pasillo en dirección a nuestra clase de Química. Ivy continuó parloteando sobre el horrible viaje de su casa aquí debido a que Akio y Adela empezaron a meterse mano frente a ella. Gracias al cielo ahora iba con Rhett, porque no podría ser capaz de soportar todo lo que Ivy veía o escuchaba.
También le agradecía al cielo no haberme topado con Akio. No quería escuchar sermones de él también. Y mucho menos ver su cara luego de haberlo escuchado follando con Adela. Iba a serme super asqueroso verlos juntos cuando ya los había oído y casi visto.
Ivy me miraba con sospecha, pensaba que me había fugado con Rhett porque casualmente él también había faltado ayer. Pero supo descifrar mi mirada matadora porque no había hecho más preguntas luego de su pequeño interrogatorio.
Al entrar a clase el profesor Jones ya se encontraba dentro acomodando su maletín en el escritorio.
Rhett ya estaba sentado en nuestro lugar habitual, en la última fila de la clase y con su cuaderno abierto. Ni bien me vio caminar hacia él me dedicó una bonita sonrisa que escondía muchos secretos y complicidad. Mis mejillas se pusieron rojas al instante. Habíamos acordado dejar lo de ayer como algo secreto, algo nuestro, para que pudiéramos repetirlo en el futuro si nos apetecía.
Aún podía recordar el día de ayer y todas las sensaciones que sentí junto a él. Cómo me había tocado, cómo me había hecho probar la cereza, como si fuera un manjar. Y lo era. Pero era más delicioso probarlo de él.
—Hola —murmuré sentándome a su lado. Antes de colocar mi bolso sobre la mesa sentí un movimiento brusco de mi silla. Me giré con los ojos muy abiertos al notar que Rhett había movido mi silla para que estuviéramos más cerca.
—Hola, Cerecita —me saludó con una gran sonrisa. De repente la palabra «cerecita» tomaba otro significado al salir de sus labios de aquella manera tan sexi. Mis mejillas seguían rojas y mis manos empezaban a sudar de la emoción.
Este nuevo acercamiento entre ambos lograba que mi corazón se acelerara tanto que temía en cualquier momento sufrir de taquicardia. Algo que solo me pasaba con Akio, pero que ahora empezaba a menguar conforme pasaba más tiempo con Rhett. Ahora mis pensamientos rondaban en torno a él. Akio solo permanecía en mi mente un pequeño porcentaje
de tiempo, mientras que Rhett permanecía en mi cabeza mucho más de lo que me gustaría admitir. Sí, aún consideraba que era todo un idiota por muchas razones, empezando por el tema de Cindy y sus amigas, pero eso no quitaba el gran chico que poco a poco descubría que era.
Me había ayudado en el momento preciso, justo cuando más necesitaba a alguien. Y planeaba que nuestra amistad permaneciera aún si el noviazgo falso entre nosotros fracasaba. Lo cual dudaba, porque nuestro acercamiento era cada vez mayor y no podía desdibujar la línea entro lo real y lo ficticio.
Ayer, en el campo de cerezos, ¿había fingido? No. Nada de lo que había hecho demostraba serlo, y por supuesto nada de lo que yo había sentido era falso. Eso significaba que nuestro noviazgo falso era una mierda, porque empezaba a sentirse real. Nunca había salido con un chico, y ahora que salía en plan falso con uno, me daba cuenta que era más real que nunca.
Salíamos a la calle como una pareja, tomados de la mano, y platicábamos hasta altas horas de la noche, o hasta que uno de nosotros se quedara dormido. Planeábamos citas y cosas por hacer en un futuro que era muy incierto en nuestro caso. Y creía que eso solo lo hacían los novios, ¿no?
El sonido del profesor Jones reprendiendo a alguien me distrajo de mis pensamientos platónicos. Allí, bajo el marco de la puerta, estaban Akio y Adela esperando poder entrar. Verlos juntos ya no causaba estragos en mi corazón. Esto de salir con Rhett no solo lo ayudaba a él, sino también a mí.
Hacía varios días que ya no pensaba en Akio más que como un amigo. Incluso aquella noche en la que me enteré sobre el divorcio de mis padres y vi a Akio en plan sexual con Adela, me dolió. Pero no el hecho de que estuvieran teniendo sexo, sino el hecho de que Akio estaba demasiado ocupado como para hablar conmigo. Es decir, no me importó ni un poco lo que estaba haciendo con Adela porque ya no me dolía.
Joder.
Mi corazón palpitaba de alegría al reconocer eso.
Una vez que el profesor Jones los dejó pasar y empezó su clase hablando de las leyes fundamentales de la química, de átomo, molécula y peso atómico, mi mente puso absoluta concentración.
Me consideraba una alumna aplicada, así que empecé a tomar apuntes incluso cuando el brazo de Rhett rozó el mío repetidas ocaciones. Él era zurdo, y yo diestra, y al estar sentados de manera opuesta hacía que nuestros brazos se rozaran cada cierto tiempo.
Eso me distrajo al comienzo, obligué a mi corazón a no emocionarse y a mis manos no sudar y continué con mis apuntes.
Luego, sentí que la pierna izquierda de Rhett rebotaba en el piso, lo que ocasionaba que se frotara contra mi pierna derecha.
Eso sí que me distrajo. No pude evitar sentir escalofríos por la forma en cómo movía la pierna. Y yo, tonta, no quitaba mi pierna de allí. Me gustaba sentir la presión de su pierna en la mía, como si fuéramos uno solo. Al mirar a la clase delante de nosotros pude notar que todos los compañeros de química estaban sentados de manera alejada, por lo menos medio metro de distancia entre ellos, mientras que Rhett y yo estábamos sentados uno al lado del otro en la parte de atrás de la clase.
Nadie podía vernos, y eso hacía que mi corazón tartamudeara de los nervios.
Pasé el resto de la clase sintiendo ese roce en todo mi cuerpo, no solo en mi pierna. Cuando el profesor Jones dio por finalizada la clase yo estaba con el cuerpo erizado y la respiración un poco agitada. Mierda. Cada vez que estaba con Rhett había como un campo electromagnético que me atraía mucho a él, y hacía que todas mis partes de chica se retorcieran de gusto. No hacía falta decir que había una evidente atracción sexual de mi parte.
No me puse de pie de inmediato, a diferencia de los demás que se pararon ni bien tuvieron la oportunidad. Sino que esperé allí, sentada, junto a Rhett mientras que guardaba lentamente mis cosas en mi bolso. Él, permanecía quieto mirándome fijamente. Miré por el rabillo del ojo, pero una abrupta exclamación me hizo saltar del asiento.
—¿Dónde estabas? —Akio había venido y estaba delante de la mesa que Rhett y yo compartíamos. Su única acompañante era Ivy, Adela no estaba por ningún lado. Ambos parecía molestos porque tenían los brazos cruzados por delante.
Abrí la boca, pero Rhett habló primero.
—¿Cuándo? ¿Hace un rato? —Se hizo al gracioso tomándose su tiempo para pensarlo—. Mmm, estaba de camino aquí, con mi novia. ¿Y tú?
—No te pregunté a ti, joder —Akio contestó borde, mirándolo como si quisiera arrancarle la cabeza. Al pasar su mirada sobre mí me estremecí, parecía muy molesto. Como si fuera un padre atrapando a su hijo haciendo algo muy malo en el acto—. ¿Se puede saber dónde estuviste ayer todo el día, Audrey? Te llamé varias veces e incluso fui a tu casa, pero me dijeron que no estabas. Y hoy volví a ir, pero no había nadie en casa. ¿Estás huyendo de mí? ¿Acaso este idiota te ha prohibido algo?
Me puse de pie colgándome el bolso al hombro.
La frustración en mí cada vez aumentaba más. Odiaba que mis propios amigos me trataran como si fuera su hija, preguntándome a dónde iba y qué hacía. Mis propios padres no se comportaban así, y no iba a soportar eso de mis mejores amigos.
—¡Claro que no! —exclamé—. No estoy huyendo de ti ni tampoco Rhett me ha prohibido algo. Simplemente es mi novio y me gusta pasar tiempo con él. ¿Hay algún problema con eso? Saben que es mi primer novio y me gustaría disfrutar mi tiempo con él sin que ustedes estén encima mío como moscas. Déjenme vivir un poco, joder, no soy una niña pequeña. —Me abrí paso lejos de ellos bajo sus miradas atónitas por mi exabrupto, pero me volví. Rhett también me miraba sorprendido, pero había cierto brillo de orgullo en sus ojos. Extendí mi mano y tomé la suya sin preguntárselo—. Así que a partir de ahora acostúmbrese a verme siempre con Rhett. Porque es mi novio y no pienso dejar que hablen mal de él. Eso va para ti, Akio. Si vuelvo a escuchar que lo insultas o lo tratas mal, dejaré de ser tu amiga. Y para ti, Ivy, esperaba más apoyo, al ser mi amiga creía que estarías de mi lado. Pero gracias, por demostrarme en donde está tu lealtad.
Y me alejé de allí arrastrando de la mano a Rhett hacia la salida del aula. Una vez fuera, en el pasillo, pude respirar con normalidad. Aún no soltaba su mano, pero tuve que hacerlo para apoyarme en la pared con los brazos detrás de mi cuerpo.
—Estuviste increíble —susurró Rhett con asombro. Cuando volteé a verlo noté entusiasmo en su semblante, una bonita sonrisa se le dibujó en el rostro. Y sus ojos marrones parecían brillar—. Joder. Se me ha puesto dura de solo verte y oírte.
Le pegué un puñetazo en el brazo. Pero mi fuerza era casi nula porque ni siquiera lo sintió, en cambió a mí me quedó doliendo el puño.
—Eres un vulgar —refunfuñé. Pero en mi interior pasaron dos cosas. Mi cuerpo se puse activo al escuchar eso, y mi mente imaginó una y mil maneras de solucionar aquel "incidente".
Tener diecisiete años y no haber tenido novio había creado una necesidad frenética en mí de conocer el sexo. Así que como toda buena ciudadana y adolescente, había visto muchos vídeos pornográficos algo largo de los años desde que el sexo había despertado interés en mí. Nunca lo había practicado, claro, pero moría por hacerlo. Y hasta ahora, ningún chico había despertado esta sexualidad en mí. No como Rhett.
Quería saltar sobre él y montarlo como lo había visto en aquellos videos sexuales, pero claro, mi mayor inseguridad jamás me lo permitiría. Ser gorda no solo era impedimento para tener sexo, sino también para que alguien viera cierto atractivo en mí. Puede que Rhett me viera hermosa, y "sexi" como me lo había dicho una vez, pero de ahí a que quisiera acostarse conmigo había una gran barrera que no estaba seguro él la pasaría.
—Estoy feliz de que me hayas defendido. —Rhett se acercó hasta colocar su brazo alrededor de mis hombros y pegarme a su cuerpo enfundiéndome en un medio abrazo—. Eso significa que yo también te gusto, Cerecita. ¿Sabes a lo que me refiero?
Sus cejas alzadas me indicaron que estaba esperando una respuesta mía. En todo lo que podía pensar ahora era en su cuerpo desnudo. Mierda, creo que no tener sexo nunca me había vuelto una maniaca y obsesiva de ello.
—¿Qué? —pregunté.
Se quedó callado un segundo, cuando me soltó para alejarme de su abrazo sentí repentinamente un frío en el cuerpo, pero rápidamente me calenté cuando sus ojos marrones miraron directamente los míos.
—Tengamos una cita.
Mi respiración se cortó al oírlo.
—¿Qué? —dije sin aliento.
—Tu y yo, tengamos una cita. —Abrí la boca para decir algo, lo que sea, pero nada salió de ella. Estaba tan sorprendida con sus palabras que solo lo miré con sorpresa. Rhett se acercó al punto de casi rozar mi cuerpo para hablar con más intimidad. No le importó estar en medio del pasillo y con las demás personas como espectadores. Él solo tenía ojos para mí, toda su atención estaba exclusivamente en mí. Me sentía especial, y a la vez, no podía creerlo—. Sé que esto de ser novios no es algo que hayas aceptado con mucho gusto, pero me gustaría que te lleves toda la experiencia. Y no hago esto con el afán de que nos vean, sino porque me gustas, y sé que yo también te gusto. Así que... ¿aceptas una cita conmigo? Prometo pórteme bien, la mayor parte del tiempo.
Sus últimas palabras fueron hechas con otro tono juguetón que calentó mi cuerpo. Lo había dicho como broma, pero yo lo tomaba como algo muy en serio. A estas alturas mi mente estaba tan nublada por él y este deseo intenso que sentía que no podía negarme. Me era imposible.
Así que asentí frenéticamente, hasta que decidí hablar.
—Está bien, sí, acepto —dije luego de aclararme la garganta.
No creía que fuera a arrepentirme. Pero estaba casi al cien por ciento segura que esta cita sería de todo menos aburrida. Las intenciones de Rhett parecían ser las mismas que las mías. Y si estaba en lo cierto, haría de todo por disfrutarlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top