Capítulo 1: Una extraña coincidencia

No era una persona tímida, ni mucho menos, pero había cosas que me ponían muy nerviosa si es que se salían de mi control. Como por ejemplo, llegar tarde a clases. No podía imaginar algo peor que eso en mi primer día de clases de mi último año de secundaria. Era una persona muy responsable. Había puesto mi alarma un día antes y por alguna extraña razón no había sonado.

Espera realmente no recibir una reprimenda del profesor, era lo que menos me gustaba. Así que a paso acelerado, casi corriendo, llegué a Química, mi primera clase del día. Para ser un lunes, no estaba nada mal, excepto que era un cero a la izquierda en aquella materia, y para colmo, el profesor parecía tenerme cólera. El curso pasado estuvo muy cerca de reprobarme, sino fuera porque pedí trabajos extras, lo hubiera hecho. Acomodé mi bolso en el hombro mientras casi corría por el pasillo, y en aquel descuido, choqué contra una pared. Mi bolso y el libro de Química que sostenía fuertemente contra mi pecho, luego de haberlo sacadp de mi casillero, cayó al suelo con un golpe seco. Alcé la cabeza, maldiciendo en voz alta. Una risa delante de mí me indicó que no había chocado contra una pared, sino contra alguien. Y debido a la risa ronca y sutil, significaba que me había estrellado contra un chico.

Volví a maldecir mi maldita mala suerte.

Al levantar la cabeza noté que me había estrellado nada más y nada menos que contra Rhett Saunders, el famoso jugador de fútbol estrella del instituto Restwood. Ni siquiera parpadeé cuando lo vi agacharse delante de mí y recoger las cosas que se me habían caído. Mi corazón pareció tartamudear al clavar sus ojos en los míos mientras extendía mi libro y mi bolso. Su altura lo hacía parecer imponente, mas sus ojos marrones con un cierto brillo en ellos lo hacia parecer amable, aquello y la sonrisa ladeada que me dedicó.

—¿Estás bien? —preguntó luego de haber metido el libro en mi bolso, buscando una excusa para escapar de su mirada. Cosas como esta, estar bajo el escrutinio de un chico tan guapo como él, hacía que mi lado tímido se asomara nuevamente. Sumado a mi miedo por llegar tarde, mis nervios estaban a mil.

Por lo tanto, mi respuesta fue improvista.

—Sí, claro —respondí mordaz, sin pensarlo—. No es como si hubiera chocado contigo y estuviera llegando cinco minutos tarde a Química. Por si no lo sabías, hoy es el primer día de clases y me gustaría hacer una buena impresión. Gracias por arruinarlo.

Solté aquello último con ironía. Me estaba comportando como una borde, pero no podía estar más tiempo allí en medio del pasillo. Mi clase seguro ya había empezado y llegar tarde me estaba volviendo agresiva. Rhett Saunders me dedicó una mirada extraña, con las cejas fruncidas abrió la boca para decir algo, pero yo apreté fuertemente mi bolso en mi hombro y seguí mi camino, golpeando el brazo de Rhett al pasar, casi corriendo hacia el aula 102. Me detuve abruptamente, la puerta estaba abierta y desde mi posición pude notar que la gran mayoría de estudiantes ya estaba sentado en su asiento, junto con los implementos que se usaban en la clase. Todos parecían tener un compañero de estudio, incluso mi mejor amiga Ivy, quien me sonrió con tristeza al estar sentada junto a un chico que ninguna de las dos conocíamos.

El profesor Jones cerró la boca y cortó sus palabras al notar que la gran mayoría de los estudiantes me estaba mirando con curiosidad. Antes de poder entrar, sentí una presencia detrás de mí. Y como si todos fueran uno, sus miradas fueron de mí al chico que se cernía a mis espaldas.

—Gran primera impresión, Cerecita —susurró en voz baja antes de adelantarme y chocar mi hombro con su brazo. Caminó despreocupadamente por el pasillo hasta la última mesa disponible.

Lo miré mal, bueno a su espalda, odiándolo en secreto por haber utilizado mi cabello rojo como una forma para apodarme. Lo hacía mucha gente, pero nunca lo tomé mal hasta él. Había algo en Rhett Saunders que me causaba rechazo, y no sabía el qué. No es como si lo conociera, solo lo hacía por los rumores, pero para ser justos, no creía en ninguno de ellos.

El profesor Jones, que parecía lanzarme dagas con la mirada, me hizo una seña para que entrara. Para mi mala puta suerte el único asiento disponible era al lado de Rhett Saunders. Me senté y puse una distancia exagerada entre él y yo sin dejar de mirar al frente, a la nuca de la chica sentada delante de mí.

—Como les decía, antes de que me interrumpieran por la descortesía y falta de respeto de llegar tarde sin siquiera disculparse... —Traté de no rodar los ojos ante las palabras del profesor Jones, sabía que solo se refería a mí. Como decía, ese profesor me odiaba—. El resto del semestre continuarán con sus compañeros y no habrá cambios. Es decir, con la persona con la que se han sentado hoy, estarán trabajando todo el semestre.

Una chica levantó su mano, el profesor le dio permiso para hablar.

—Pero no hemos podido escoger nuestros asientos, usted nos asignó así.

—Exactamente, los senté conforme llegaron. Y no podrán objetar ni cambiar de compañero en todo el semestre. Esto se trata no solo de prepararlos para el mundo exterior, para lo que se viene cuando terminen el instituto. Sino también de aumentar sus experiencias y que conozcan nuevas personas.

El profesor Jones se detuvo a explicar la química, a un nivel loco y personal, en el que hablaba de las relación interpersonales. Bajé la cabeza, sin querer escuchar más de sus chorradas. Estuve así durante unos cuantos minutos garabateando en una hoja en blanco lo que parecían dibujos de mandalas. Hasta que escuché la voz de Rhett a mi lado.

—Dame tu número.

Parpadeé, levantando la cabeza. Me había perdido por completo, el salón de clases era un bullicio porque todos estaban hablando al mismo tiempo, todos hablaban con su compañero de al lado. Fruncí el ceño, mirando a Rhett con exceptisismo.

—No te voy a dar mi número —respondí como si se hubiera vuelto loco. Él rodó los ojos.

—Será para hablar con mayor facilidad en cuanto a hacer los trabajos grupales. ¿No escuchaste al profesor Jones? Nuestra primera tarea es conocer a nuestro compañero, como si fuéramos uno.

Casi me rio en su cara, sino fuera por la seriedad de esta.

—¿Y eso qué tiene que ver con química?

—Oh, tiene bastante que ver —respondió sonriendo de lado, burlón. Alcé una ceja, nada impresionada—. ¿Me darás tu número, o pretenderás que no quieres dármelo?

—¿Pretender que no quiero dártelo? —repetí.

—Sí, eso que hacen las chicas. Pretenden que no quieren darme su número cuando en realidad se mueren por hacerlo. —Y tuvo la desencia de sonreír de lado, con engreimiento. Era una gran vista, la verdad, tenía un hoyuelo en su mejilla derecha y sus dientes blancos se asomaban detrás de aquellos labios rosados, pero yo no estaba nada impresionada por su actitud o su aspecto. Es más, me parecía caprichoso y engreído, había escuchado muchos rumores de aquello, sumado a que era mujeriego, pero no lo había creído hasta este momento.

Empujé mi cabello rizado hacia atrás y lo miré a los ojos, sin despegar la mirada, hablé.

—No quiero darte mi número, y no lo pretendo, es la realidad. Pero haré una excepción por esta clase. Apúntalo antes de que me arrepienta. —Lo dicté rápidamente, Rhett estaba preparado, con un lapicero en la mano y la hoja sobre la mesa—. Solo responderé mensajes, no llamadas ni audios. Así que limítate a eso. Ah, tampoco respondo fines de semana. Así que asegúrate de escribirme de lunes a viernes.

—Pero, ¿quién eres? —preguntó con una risa seca. Muy diferente a la que había soltado en el pasillo, cuando colapsamos el uno contra el otro—. ¿La presidenta?

—No, simplemente no me gusta hablar con idiotas.

En ese momento el timbre del término de clase sonó, haciendo que la mayoría se levantara y se fuera. Tomé mis cosas y las metí a mi bolso antes de correr a encontrarme con Ivy fuera del aula de clases. Su cabello negro, largo y lacio me daba mucha envidia, de la buena. No tenía que planchárselo ni mucho menos usar mil productos de cabello para que éste no se erizara por la humedad como el mío.

Sus ojos marrones se abrieron con entusiasmo.

—¡Te sentaste al lado de Rhett Saunders, oh Dios mío! —susurró en voz baja—. ¿Sabes los suertuda que eres, mujer?

Entrecerré mis ojos.

—Rhett Saunders tiene todo lo que hablan de él en los pasillos. Es mujeriego, coqueto, caprichoso y engreído.

Ivy rodó los ojos.

—Duh, yo también sería todo eso y más si tuviera su cara y su cuerpo. —Entrelazó nuestros brazos mientras caminábamos por los pasillos en dirección a nuestros casilleros. Teníamos quince minutos antes del cambio de clase. No veía a Akio por ningún lado, nuestro mejor amigo no daba señales de vida. Su celular estaba apagado, parecía que se le pegaron las sábanas nuevamente, como cada primer día. Él solía faltar los primeros días de cada año, algo rutinario en él. Ni siquiera le importaba que este día sería su último primer día antes de empezar la universidad y tomar diferentes rumbos.

Pensar en ello me ponía nolstálgica, por lo que aparté esos pensamientos de mi cabeza.

—¿Sabes dónde está Akio? —pregunté separándome de ella al llegar a nuestros casilleros, uno al lado del otro. Abrí el mío luego de poner la combinación, todo eso bajo su atenta mirada.

—No me cambies de tema. Has estado sentada al lado de Rhett Saunders durante Química y probablemente durante todo el semestre. Tienes que darme más de él.

—¿Por qué pareces tan obsesionada con Rhett?

Ella tuvo la osadía de rodar los ojos, como si yo fuera una tonta.

—Es el capitán de fútbol americano de la escuela. El chico que desapareció un semestre completo junto a su novia y volvió como si nada hubiera pasado, ahora dime tú, ¿quién no estaría obsesionada?

—Yo no, por supuesto.

—No, porque tú estás obsesionada por Akio. Nuestro mejor amigo.

Abrí los ojos, alarmada, mirando a mi alrededor. Por suerte, no había nadie.

—¿Quieres cerrar el pico, Ivy? Creo que en Alaska no te escucharon.

—Tienes que superar a Akio, Audrey —dijo mi nombre antes de hacer un puchero—. Akio es más puto que Rhett Saunders. A quien deberías odiar es a él, no a Rhett.

Bajé la cabeza, Ivy y yo habíamos tenido esta conversación un millar de veces. Ni siquiera podía empezar a contarlas porque eran demasiadas, y me sabía de memoría cómo terminaba. Terminaba en ella diciéndome que no debía estar enamorada de Akio como lo estaba, pero mis últimas palabras antes de que la conversación se detuviera era yo respondiéndole que en el corazón no se manda. Como decía Selena Gomez, «el corazón quiere lo que quiere».

—No quiero hablar de eso —corté antes de continuar con la discusión. Fue algo bueno porque en ese momento escuchamos una voz a nuestras espaldas.

—¿De qué no quieres hablar, Rojita? —La voz de Akio hizo que saltara. Volteé rápidamente y lo vi de pie, a unos pasos de nosotras. Nos sonrió de lado, abriendo los brazos. Lo único que atiné a hacer fue abrazarlo con fuerza, como si no lo hubiera visto en toda la semana. Cuando en realidad habíamos pasado juntos todo el verano, porque a parte de ser mi mejor amigo, también era mi vecino.

—¿Escuchando conversaciones ajenas, Akio? —preguntó Ivy uniéndose al abrazo.

Él se encogió de hombros, me separé para no parecer ansiosa.

—Ustedes hablaban en voz alta, no es mi culpa haberme acercado a ustedes justo en ese momento.

—Muy gracioso —comentó Ivy rodando los ojos—. ¿Por qué no contestas el teléfono? Audrey y yo te hemos llamado cientos de veces. Incluso ella fue a buscarte a tu casa, pero nadie abrió.

Akio se río.

—Adela tiene una boca increíble, me quedé pegado a las sábanas —fue todo lo que dijo, sonriendo mientras meneaba sus cejas exageradamente. Ivy hizo una mueca de asco, yo, de tristeza, pero me recompuse rápidamente y actué como la mejor amiga que siempre era.

—Es algo que no queríamos saber, gracias —dije con asco.

—Ahora cada vez que vea a Adela Williams solo pensaré en su boca y lo que hace con ella —murmuró Ivy con la mirada perdida. Se estremeció y luego golpeó a Akio, fuerte—. Eres un idiota, ¿lo sabes? Podrías habernos llamado, te perdiste Química. Bueno, tú y Adela. Ahora serán compañeros por el resto del semestre. El profesor escogió a los compañeros.

Akio se puso más blanco de lo normal.

—Joder —maldijo—. No quiero que Adela sea mi compañera por el resto del semestre. Es peor que yo en Química, piensa que las siglas para Magnesio en la tabla periódica significan «me gustas».

—Pero bien que te la follas —murmuró Ivy, mordaz.

—¿Podrías ser más delicada? —pregunté, antes de estremecerme ante la crudeza de sus palabras.

Ivy ni siquiera me hizo caso, continuó hablando.

—Es una pena por nosotros, porque el profesor Jones dijo que ninguno podría cambiar de compañero. Creo que quiere que suframos en nuestro último año de instituto.

Akio soltó un suspiro antes de acomodarse la mochila al hombro y abrazarnos a mí y a Ivy de costado.

—Bueno, mis chicas, aún así trataremos de ayudarnos, ¿verdad? No quiero desaprobar Química y tener que volver a repetir ese curso del demonio. —Él continuó hablando pero no le tomé atención porque mi celular vibró en el bolsillo trasero de mis vaqueros. Lo saqué y miré la pantalla, alzando las cejas al ver un mensaje de un número desconocido.

Desconocido: Hola, Cerecita. Creo que llevamos Matemática juntos también. ¿Te guardo un asiento? ;) -Atte: Tu genial compañero de asiento en Química.

Empecé a teclear rápidamente.

Yo: Guárdasela a tu abuela. Atte: Tu encantadora compañera de asiento, a quien no debes escribirle a menos que sea para algún trabajo de Química y a quien no debes ponerle apodos porque no somos amigos.

Guardé su contacto como «Rhett "pesado" Saunders». No rimaba pero aquel adjetivo le iba como anillo al dedo. Antes de poder hacer otro movimiento alguien tomó mi brazo. Cuando salí de mi estupor vi a Ivy y Akio mirándome atentamente.

Guardé mi celular en su lugar.

—¿Qué? —increpé.

—¿Acaso estabas texteándole a Rhett Saunders? —inquirió Ivy con un tono de voz alto y melodramático. Akio alzó ambas cejas. Miré a mi mejor amiga con los ojos entrecerrados. Lo había hecho a propósito, había nombrado a Rhett en frente de Akio porque sabía la rivalidad que había entre ellos. Hace algún tiempo atrás, aproximadamente unos meses en el anterior curso escolar, Rhett se acostó con la hermana menor de Akio, un año menor que nosotros. Eso fue suficiente como para que Akio lo odiara a muerte, aún más al ver la indiferencia de Rhett hacia su hermana, Nara.

—¿Rhett Saunders? —repitió Akio, con un tono de voz demasiado calmado.

—Sí —exclamó Ivy, ignorando la mirada de muerte que le estaba dando. Parecía disfrutar de la mirada recelosa de nuestro mejor amigo—. Rhett y Audrey llegaron tarde a clases y fueron emparejados como compañeros durante el resto del semestre. A mí me emparejaron con Oliver Cox, el del equipo de baloncesto.

Akio ni siquiera parpadeó por la mención de su compañero de equipo, simplemente se me quedó mirando fijamente. Sus ojos rasgados, debido a su descendencia japonesa, fijos en los míos me ponían más nerviosa que cualquier otra cosa en el mundo.

—¿Es verdad que te mensajeas con Rhett Saunders, Audrey?

Oír mi nombre de sus labios, y no el usual «Rojita», hizo que mi cabeza diera vueltas. Al oír la campana resonar en todos los pasillos hizo que entrara aire nuevamente a mis pulmones. Sonreí y con una disculpa torpe cerré mi casillo tomando el libro de Matemáticas y me fui de allí, como una posesa en dirección a mi aula de clases.

Al entrar noté con sorpresa que Rhett sí me había guardado un asiento a su lado, pero pasé de largo sin siquiera mirarlo y me senté casi en la última fila. No era buena en Química, pero las Matemáticas se me daban tan bien que no necesitaba prestar atención al profesor para entender un tema. Me salía natural. Supongo que tener dos padres profesores de Matemática en la universidad te hacían una experta debido al ADN.

Me senté y saqué mi celular cuando este vibró una vez. Al ver la pantalla vi que tenía un mensaje.

Rhett "pesado" Saunders: Te guardé un asiento. ¿Por qué no te sientas a mi lado? ¿Me tienes miedo, Cerecita?

Yo: Vuélveme a llamar "Cerecita" y te dejaré la cara de ese color.

Rhett: Espero que sea por una causa MUY buena ;)

Ni siquiera le respondí.

En ese momento recibí otro mensaje. Me obligué a no bajar la mirada, pero mis ojos fueron rebeldes e hicieron lo que no debían. Pero en vez de ver un mensaje de Rhett, como lo pensaba, había uno de Akio.

Akio: Nuestra conversación aún no ha terminado.

Y por primera vez en mi vida en vez de sentir felicidad por haber recibido un mensaje suyo, sentí intranquilidad.

☽ ☽ ☼ ☾ ☾

Luego de dejar a Ivy en su casa, Akio continuó manejando hacia nuestro destino. Lo bueno de ser vecinos y mejores amigos es que hacíamos casi todo juntos. Él era el conductor designado, ya que tanto como Ivy y yo no teníamos licencia, por lo que nos llevaba a todas partes. Por ejemplo, Akio nos recogía y llevaba a la escuela. El primer día de clases de mi último año había hecho el viaje yo sola por autobus para ir a la escuela, ahora de vuelta era él quien me llevaba.

—¿Y? —preguntó Akio varios segundos después de que Ivy se bajara—. ¿Me vas a contar que ahora eres amigo del idiota de Saunders?

Noté que sus manos apretaban con fuerza el volante. Aunque su pregunta había sonado inocente, desinteresada, su actitud mostraba algo completamente diferente.

Me inquieté, no quería que pensara eso de mí, pero tampoco podía mentir.

—No es nada de eso —refuté, luego de resoplar con fuerza sin el más mínimo cuidado. Me apoyé en la ventana del auto para mirarlo de frente—. Rhett Saunders no es mi amigo, solo es un compañero de clase en Química. Nada más.

Akio alzó una ceja, mas no dijo nada. Parecía concentrado en la carretera sin querer hablar más del asunto. Intenté pensar en algo de qué hablar, pero lo siguiente que dije sonó forzado.

—¿Y qué tal tu primer día de clases?

Se rio, como si hubiera contado algún chiste.

Era extraño comportarme de esa manera con él, porque nos conocíamos desde niños y toda mi vida me la había pasado conociéndolo, sabiendo todo de él. Pero de cierta manera todo había cambiado cuando noté que mis sentimientos por él se habían intensificado. Desde hacía más de un año lo había dejado de ver como un hermano, para empezar a verlo como alguien a quien amaba más de lo que pensé que podía. Y sí, estaba enamorada de él, tanto, que sabía que lo nuestro era imposible por el simple hecho de que él no sentía lo mismo por mí.

Por lo tanto entendía que su repentino interés en mi inexistente amistad con Rhett Saunders era debido a que me veía como su hermana, no como algo más.

—Entiendo que tengas interés en él, pero no te conviene, Audrey. Él es malas noticias. Su novia se mudó de ciudad porque terminó destrozada luego de su tóxica relación con él. —Apretó las manos en el volante conforme continuaba hablando sobre Rhett—. Dañó a mi hermana, a Nara. Joder, no quiero que te pase lo mismo a ti. ¿Entiendes lo que te digo, Rojita?

Esta vez fue mi turno de reír.

—¿Crees que tengo interés en Rhett? —pregunté con un tono burlón en mi tono de voz. Akio estacionó el auto en la acera frente a nuestras casas. Me bajé de allí aún sin poder creer lo que me había dicho. Mi mejor amigo parecía molesto con mis palabras. Me acerqué hasta estar frente a él—. No tengo ningún interés en él, Akio.

Frunció sus cejas en un profundo ceño.

—Ivy me dijo lo contrario.

Fue mi turno de fruncir el ceño.

—¿Qué te dijo Ivy?

—Me dijo que tú... —se detuvo antes de continuar hablando. Hizo una mueca y luego sacudió la cabeza, como si negara algún pensamiento suyo—. Olvídalo, creo que Ivy mintió.

Pasó delante de mí, pero lo detuve antes que continuara su camino. Aquel simple toque de mi mano en su brazo hizo que mi piel se erizara por completo. Retiré la mano antes de cometer cualquier locura.

—¿Qué te dijo esa loca? —pregunté con mucha curiosidad.

Se rio de mi adjetivo para nuestra amiga.

—Nada, tonterías.

Entrecerré mis ojos.

—Akio...

—Ni siquiera debí hacerle caso...

—¿Qué te dijo? —insistí.

Él pareció impacientarse también porque soltó con brusquedad.

—Me dijo que te gusta Rhett Saunders, ¿okay? —Esta vez pasó de largo en dirección a su casa, pisando el césped para acortar el camino. Caminó de espalda, mirándome mientras hablaba. Una habilidad que yo aún no podía controlar. Cada vez que lo hacía terminaba tirada en el suelo por algún tropezón—. Pero sé que no es así. Tú nunca te fijarías en alguien como él.

Me sonrió antes de lanzarme un beso de despedida y entrar a su casa. Caminé hacia la casa de al lado, a la mía, pensando en cuanta razón tenía Akio. No. Nunca me fijaría en alguien como Rhett Saunders, porque estaba demasiado enamorada de él. De mi mejor amigo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top