Capítulo 5: Nunca llegué a imaginar que viajar a la luna sería real.
Tú: AaaAaAaAAAaAaaaAAaAAaaAAAAaAAAaAAaaAaaaAAAaAAAAaAaAaAAhHHhhHHhhHHhHHhHHhHhHhhhHH.
Te has corrido.
Y te has quedado muy a gusto. Ahora mismo te has recostado sobre la estatua, que está en el cubículo del baño como buenamente se puede, porque este no es un espacio muy grande, pero la estatua sí que tiene unas dimensiones considerables. La estatua no estaba ni tumbada ni de pie, estaba como inclinada, sujeta por las paredes del apartado del baño en el que te encontrabas. Tú esperabas a que la estatua te preguntara si te ha gustado o no, pero parece ser que el hecho de que fuera una estatua tenía mucho que ver en que esta no te preguntara.
Se oyen murmuraciones desde fuera del cubículo. Vaya, ya estaba la gente metiéndose donde no le llamaban. Y parece que estaban un poco desesperaditxs porque no salías del baño y la gente tenía que hacer sus necesidades. Por lo que oyes que se dice fuera, se está formando una cola enorme, porque los otros dos cubículos que quedaban no eran suficientes para una marabunta de otakus.
Persona 1: Es que ahí hay alguien que no sale.
Persona 2: Yo creo que está follando, os lo dije...
Persona 1: Pero es otaku, yo eso no me lo creo hasta que lo vea.
Persona 3: Un momento, ya no se oye nada...
Notas como que alguien pone la oreja en la puerta de tu baño. Pero bueno, qué desvergonzada es la gente.
Persona 3: No, no se oye nada.
Persona 1: Oh no, ¿no respiran?
Persona 2: Muerte por polvo.
"Tras este polvazo ya me podría morir, sí", piensas, y es que ha sido el mejor polvo de tu vida (y el único). Sigues escuchando la conversación que se traen lxs cotillas de fuera, porque es lo segundo más interesante que te está pasando en este mes (lo primero es lo de liarte con una estatua de tu husbando en un baño público).
Persona 3: No respira.
¿Pero qué es esto? ¿Estaban comprobando tu respiración como si esto fuera Centro Médico? ¿Y encima a través de la puerta? Esto ya es demasiado. Piensas en salir y decirles cuatro cositas, porque no soportas a la gente indiscreta, pero entonces, descubres que te estás excitando un montón por la situación y empiezas a chupar el bubujiji de la estatua una vez más.
Jadeas.
Persona 3: Un momento, se oye algo.
Resto de personas: Haber haber haberrrr.
Y se acercan a ver qué oyen, por lo que parece.
Dejas de jadear y contienes la respiración. Has decidido que vas a vacilarles un poco. Por pervertidxs de mierda, que es oirte gemir y ya van ahí a ver qué pasa. Que se vayan a ver hentai a su casa, co.
Persona 3: Ya no respira.
Persona 1: Oh no...
Persona 2: Sa matao paco.
Vuelves a chupar la estatua y gemir y esas cosas. Te estabas excitando mucho.
Persona 3: QUE SIGUE QUE SIGUE.
Madre mía, esta gente en el fondo estaba living. No habían sentido tanta emoción en sus vidas, y crees que igual hasta tienen esperanza de unirse a la fiesta porque posiblemente habían visto algo parecido en un hentai. Empiezas a sentir cringe, lo que resulta bastante irónico, porque te habías pasado el día lamiendo a una estatua en público, así que no eras la persona más indicada para juzgar si otros daban o no daban cringe. O sí, porque en la asignatura "cringe" te habías graduado y con Matrícula de Honor.
Paras de jadear y contienes la respiración. Pero esta vez la cosa es distinta que las anteriores: tardas un poco más en ponerte manos a la obra de nuevo y las personas de fuera se empiezan a preocupar verdaderamente por ti.
Persona 3: No respira. A mí esto me parece muy extraño.
Persona 2: No sé, yo ya me estoy preocupando...
Persona 1: Y yo :(
Oh no, ¿qué estaba pasando? Tú ya no te excitabas porque oír a esta pobre gente preocupaba por ti hacía que tú te sintieras mal por ellos o incluso que también te preocuparas por la clase de vidas tristes que debía tener esta gente para que fueran a una Japan a quedarse todo el día en los baños a preocuparse por una persona que ni les va ni les viene. Pones carita triste e incluso se te escapa una lagrimita. Pero todo esto en silencio, porque cuando lloras no montas mucho escándalo, así que en ese sentido Jotaro no te podría llamar "perra escandalosa". Sufres en silencio.
Persona 3: Esto es preocupante.
Persona 1: ¿Qué hacemos?
Persona 2: Hay que llamar a la ambulancia...
Persona 3: Pero entre que llegan y tal...
Persona 1: Hay que echar la puerta abajo.
NANI???
Y lo peor es que no parece que se les vaya a pasar la idea de la cabeza, porque podías oír como expresiones afirmativas. ¡Pero bueno! Y encima no podías hacer algo que les despreocupara, porque se te había pasado toda la excitación de un plumazo. ¿Qué podías hacer? Ahora te iban a pillar con el amor de tu vida, un amor prohibido porque es una estatua y tú un ser humano. Un amor imposible.
Ya están dando golpes a la puerta. Y tú estás en tensión. Te acicalas un poco el pelo para que no te vean con pintas desastrosas. Y te intentas poner el pantalón como buenamente puedes, porque recordemos que te lo habías quitado para hacer cosas sucias con el dedo de la estatua. Mierda, te estaba costando un montón ponértelo. El hecho de que el cubículo fuera pequeño y que la estatua ocupara mucho espacio no ayudaba mucho. Te desesperas. Se oye estruendo, golpes y toda clase de sonidos extraños que estás montando al intentar ponerte el pantalón.
Persona 1: ¡Se oye algo!
Persona 3: Pero no son gemidos, es todo muy extraño. ¡Creo que está convulsionando!
Persona 2: Tenemos que abrir la puerta antes de que tengamos una desgracia.
Empiezan a dar golpes más fuertes con la motivación de que estén haciendo algo heroico y le vayan a salvar la vida a alguien. Y tú finalmente consigues ponerte el pantalón. A los dos segundos te das cuenta de que te lo has puesto del revés, y que la cola de lo que es el pantalón (recordemos que es la parte de abajo de un fursuit, y que la parte de arriba te la quitaste fuera cuando estabas chupando a la estatua) está en la parte delantera, pareciendo que llevas ahí un bubujiji erecto (la cola de tu fursuit está como tiesa). Pero ya nada te importa, la cosa es que estés más o menos con ropa.
Y, zas, las personas del baño consiguen abrir la puerta. Y ahí está, una gran multitud de gente, mirándote. La cola que se había formado en el baño era bestial. Y tú, ahí estás, sobre la estatua, aprovechando el poco espacio que queda en el cubículo, en camiseta interior de la patrulla canina (del Primark) y pantalón de fursuit al revés, con toda la cola sobre la estatua de Jotaro. Y el baño lleno de tus fluidos. La estampa que se encuentra la gente es mucho más desoladora de lo que se esperaban.
La gente de alrededor te mira juzgante. Están sintiendo el cringe como nunca antes lo habían sentido, y eso que algunos de ellos, al ser otakus, habrían visto Pupa, así que deberían estar curados de espanto. Pero parece que ver estas cosas en la realidad impacta un poco más.
A pesar de las miradas y de los murmullos de la gente, tú sientes una enorme paz interior. Sientes que todos tus problemas se han acabado, que ya has encontrado el nirvana o algo así. Estás conforme con la situación, porque crees que todo sucede por alguna razón, y que tú ya has hecho todo lo que tenías que hacer en la vida. Tu respiración está tranquila. Miras a la gente pero no sientes vergüenza, sientes paz, sientes armonía, sientes que ya no puede pasarte nada malo porque estás en un estado de paz y tranquilidad absoluta. Respiras hondo, y ante todas las miradas, besas en los labios a la estatua de Jotaro.
Y, entonces pasa algo que no esperabas que pudiera pasar, un verdadero milagro. Con el roce de tus labios sobre el plástico de la estatua, los labios de la estatua de Jotaro se convierten en labios de carne; el tacto de lo que viene siendo la estatua se convierte en un tacto que no te resulta nada familiar, el tacto de una persona; la rigidez del enorme trozo de plástico sobre el que estabas recostadx se convierte en la respiración de un ser humano. No te puedes creer lo que está pasando, la estatua de Jotaro se ha convertido en un ser humano.
Empiezas a llorar. No sabes por qué. Entonces, Jotaro te mira. Y tú lo miras. Es lo más bonito que has visto en tu vida. Y huele exactamente como te imaginabas, como una kokotxa. Sonríes. Y Jotaro te sonríe.
Jotaro: Yare yare daze.
Y, entonces, sucedió. Jotaro te coge en brazos y sale contigo del baño. Y de la convención. Y, al cruzar la puerta de la calle, se impulsa y sale volando contigo en brazos. Acabas de alcanzar la plenitud de la vida humana. El mayor deseo de tu vida. Estás volando con Jotaro, alejándote de la sociedad que tanto te ha rechazado por chupar estatuas, y encima vas en brazos de uno de los husbandos más deseados por esa gente a la que tanto cringe has dado. Todo era perfecto, y más perfecto fue cuando, surcando los cielos, Jotaro te dirigió las palabras que llevabas deseando oir desde que viste a aquella estatua por primera vez.
Jotaro: Perra escandalosa.
The end.
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