Un día cualquiera
Le cobran en la siguiente caja, me dijo la cajera. Todavía me pregutno porqué levanté la mirada. Esa frase la he escuchado mil veces, se dice en lugares repetidos que como hongos han germinado en las esquinas del país. No significa nada, es la fráse más impersonal, inexpresiva, insignificante que una chica pudo haberle dicho a un chico en ese momento. Y yo, con mi paquete de cervezas en la mano, no pude evitarlo, al escucharla sentí una urgencia extraña por dar las gracias, nunco lo hago, no sé porqué era diferente esta vez. Levanté la mirada, pero cuando miré a la cajera, me quedé mudo.
La verdad, no tenía nada de especial. Siempre que cuento la historia digo lo mismo tratando de convencerme. Quizá los labios muy finos, pero no quiero sonar a una canción; o tal vez los ojos grandes, eran como un precipicio tan profundo que sentía vértigo al mirar en ellos.
Ella no tiene nada de especial, lo especial es que me dejó sin palabras.
Vuelva pronto.
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